domingo, 26 de enero de 2014
La que hemos denominado política
timorata de Yanukovich, su debilidad, está dando alas a esa banda de fascistas
que se llama oposición.
Quizás las concesiones que realiza constantemente- pese a ser presidente elegido por la mayoría del pueblo ucraniano- ante
los
hombres de Washington y Bruselas se deba a que desconfíe de la postura
que podrían adoptar en un nuevo escenario, inmediato o mediato, otros
sectores de poder
entre ellos el ejército que es el garante de la seguridad final de
cualquier
Estado, contra enemigos internos o externos.
En Ucrania uno de cada tres
ciudadanos son rusos. Los desmanes se están produciendo únicamente en la parte
oeste del país, esa que recibió con los brazos abiertos a las Waffen SS nazis
alemanas en la Segunda
Guerra Mundial diciéndoles: “han llegado ustedes un poco
tarde". Nada sucede, que sepamos, en la parte oriental donde la Rada de la República Autónoma de
Crimea ha declarado: "No entregaremos Crimea a los neonazis"
Crimea es rusa, fue incorporada a
Ucrania en 1954, tras una decisión politico-administrativa de la extinta Unión Soviética.
En esa región está la base naval rusa de Sebastopol que inmediatamente sería
reclamada por un gobierno impuesto por la Casa Blanca.
El ejército de Ucrania puede
estar tan dividido como la sociedad y no sería descartable, a niveles mucho más
graves por el tamaño del país, que pudiera darse una situación como la sucedida
en Abjasia y Osetia del Sur si Rusia recibiera
una petición de ayuda de la Rada
de Crimea, apoyada por una parte del ejército ucraniano pro-ruso. No es descartable
ninguna situación.
Sea como fuere, lo que Moscú no
puede hacer es quedarse cruzado de brazos ante la posible instauración de un Estado
nazi (como sucedió en Alemania el siglo pasado) delante de sus propias narices, un
Estado que, sin duda, desarrollaría un brutal progromo contra los ciudadanos de origen
ruso.
Tirando de diplomacia o de lo que
sea, la Rusia
capitalista no puede permitir que una Ucrania imperialista, sinónimo de
fascismo, esté detrás de su puerta. Le va en ello su existencia y ésto
afectaría a los procesos emancipadores de otros pueblos del mundo. De
complicarse aún más las cosas, llegaría el momento de la verdad para
todos sin excepciones. Esperemos acontecimientos.
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