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martes, 3 de diciembre de 2013

RENACER DE BOLÍVAR, UNA COMUNA COMO LA HISTORIA

3/12/2013 Por  Marco Teruggi    "La comuna nace con el proyecto que trajo el presidente Chávez, para que todos confluyan en un solo equipo que son las comunas, que nos organizáramos el pueblo"  
“¿No nos acaricia un soplo del aire que acarició a los antepasados? ¿No hay en las voces a las que prestamos oído un eco de las que se extinguieron antaño?”. Así escribía en 1940 el filósofo marxista Walter Benjamin, preguntándose, perseguido por su tiempo oscuro, acerca de la historia. 73 años después todavía siguen vigentes sus preguntas, y nos acompaña aquella certeza: debemos escribir la historia a “contrasentido”, recuperar nuestras voces, las de abajo, las que han resistido.

Ese ha sido el camino de la Revolución Bolivariana, retomar las memorias del pueblo, la de los héroes anónimos, las batallas colectivas, aquellas que recorren el cielo de esta época, las que celebran a los vencidos y no a los vencedores, como dijo el escritor Eduardo Galeano. Y esto no es abstracto, para tocarlo basta acercarse a la comuna en construcción “Renacer de Bolívar”, en la parroquia La Vega, ubicada al centro-oeste del municipio Libertador.

Al iniciar allí una conversación, aparecen de inmediato los rastros de un pasado que todavía quema. “Este lugar ha sido muy combativo desde hace mucho tiempo, desde los años 70-80, con lo que se ha vivido con la corrupción, el atropello a los pueblos, los gobiernos de la Cuarta República, la represión policial, la falta de insumos, de alimentos”.

Esas son por ejemplo las palabras de la comunera Gladis Atacho, quien parada en la puerta de la Escuela Bolivariana, de la cual es directora, al terminar la asamblea comunal, comparte algunos de sus recuerdos: las trancas de la redoma de la india en 1987 luego del derrumbe del cerro de las madres, y la ocupación de la fábrica de cemento, que dañaba la salud de los habitantes.

“Estás encima de una quebrada construida por la Cuarta República, construida a beneficio de ellos y en deterioro de nosotros”, cuenta por su parte Deisy Vallenilla, y recuerda el “desarenador donde caían hasta personas muertas, perritos muertos, fetos, visión que tenían que ver todos los niños de nuestro sector”. “La imagen de los antepasados avasallados”, decía Benjamin.



Deisy forma parte del consejo comunal “Nueva imagen”, uno de los catorce que conforman la comuna, que comenzó a organizarse tres años atrás. Es “fundadora de este barrio” – como se autodenomina-, y siempre recuerda cuando en el 2003 tuvieron “la alegría, la dicha de tener la visita del comandante supremo y presidente, Hugo Chávez Frías”, quien aprobó la construcción de un bulevar para tapar el desarenador.

De pie, frente a la casa comunal que oficia de refugio, donde cotidianamente los refugiados realizan trabajo voluntario, enumera los logros obtenidos a través de la organización: dos plazas, un lugar para actividades culturales, una cancha deportiva, un Infocentro, varios Mercalitos, la Escuela Bolivariana donde se reúne cada miércoles la comuna, y una Empresa de Propiedad Social, la muñequería artesanal.

“Está funcionando en el consejo comunal “19 de Abril”. Ahí tenemos 4 camaradas, las cuales están elaborando las sábanas, juegos de baño, muñecas de trapo, peluches, alfarería, floreros. Esas mujeres tienen manos mágicas”, indica. La muñequería funciona desde febrero pasado, ahí se cosen y pintan sonrisas, rubias, morenas.

Y son varios los proyectos productivos que pronto comenzarán a prestar servicio, pensados desde, para y con la comunidad. “Estamos montando el socioproductivo de litografía, fotocopiado, encuadernación, emanado por mujeres del consejo comunal ‘Triunfadores de los Cangilones’”, y también “de textil, alimentación, que es la distribución de alimentos a los colegios de los niños, y distribución de huevos”.

Sobre ese último punto se detiene: “Como bien saben, nos están estafando, nos están matando con la economía, donde un huevo está sobre el precio de dos bolívares (…) hemos venido haciendo mancomunadamente una Empresa de Propiedad Social, donde tenemos camaradas en otras parroquias, otros sectores, que se están dando a la tarea de criar los pollos, y nosotros vamos a hacer las distribuciones a nuestros mercados itinerantes, nuestras bodeguitas Mercal, para que haya acceso a nuestras comunidades a menor costo”.

Así describe cómo están organizando planes para hacer frente a la guerra económica con la que la derecha viene golpeando en los barrios, y resalta la perspectiva estratégica de estas iniciativas. “El objetivo de la Empresa de Propiedad Social es que las comunas puedan resolver las problemáticas dentro de su comunidad sin depender del Estado”, dice.

Un viejo sueño entonces, el de la autogestión, tal vez el que también buscaban construir dos otros hombres de La Vega: Alí Gómez García, militante guerrillero caído en combate en 1985 en Nicaragua, cerca del sombrero de Sandino; y el sacerdote jesuita y obrero Francisco Wuytack, venido desde Bélgica, expulsado dos veces de Venezuela por la Cuarta República.

Esos nombres son los primeros que aparecen al abrir el periódico La Vega Dice, una publicación que comenzó a salir “antes de Chávez, cuando nos perseguían”, cuando “uno sacaba a vender ese periodiquito, y bueno uno tenía a toda la gente de la DISIP atrás. A veces nos allanaban la biblioteca, para llevarse nada, porque lo que había era una camarita y una broma de sacar fotografías de esas que se revelan con químico, y eso se lo llevaban, tumbaban la puerta”.

Es la voz de Felisa García, quien acercó La Vega Dice a la reunión de la comuna. Varios de los jóvenes que han vuelto a impulsarlo, luego de 8 años sin aparecer, participan del mismo consejo comunal que ella: “En la unión está la fuerza”. “Nos parece importante el periódico porque uno puede poner sus denuncias y problemáticas que tiene en el barrio allí”, explica al caer la tarde roja.
Felisa es una de las tantas mujeres que hacen posible el nuevo cotidiano que emerge en la parroquia, una realidad que se transforma con su esfuerzo permanente y protagónico, como el de Margarita Medina, quien recuerda cuando “llegó Chávez y dijo: soy feminista, papá, así de simple”.

Ella tampoco tiene dudas: “Participamos más, ahorita estamos igual de género, tú puedes ser presidente y yo puedo ser presidenta, ahorita no estamos como antes que la mujer puro en su casa, puro lavando, los muchachos, ahora las mujeres estamos como se dice guapeando”. Basta con asistir por ejemplo a una asamblea, ver quiénes trabajan en la Empresa de Propiedad Social, para comprobar que la mayoría no son hombres.

En la comuna está organizado el Frente de mujeres “Renacer de Bolívar”, en el cual participan 80 compañeras que lograron, entre otras cosas, abrir la Casa de la Mujer de La Vega, donde se dan “talleres de adiestramiento al trabajo, ¿por qué?, porque muchas mujeres son maltratadas por los hombres, siempre han dependido del hombre y de ahí se deriva la violencia”, como explica Deisy.
Y agrega que también funcionan 7 Unidades de Batalla Hugo Chávez, porque “tú no puedes recibir, recibir, y no dar nada a cambio. Tú tienes que batallar por ese ser que te está dando todo eso, porque si ese ser se nos va, si nosotros perdemos el proceso, perdemos todo, si la Cuarta no lo hizo en su oportunidad, cuando ellos gobernaban, ¿lo van a hacer ahorita, soltar el recurso a inexpertos, a gente que no son profesionales administradores, ni contadores, les va a soltar recursos?”.

El camino no está exento de dificultades, como narra Margarita al reflexionar sobre los obstáculos: “Algunos dejaron de asistir a las reuniones, dicen que esto es pura paja, no creen en el proceso, se dicen ser revolucionarios, chavistas, pero no creen en el proceso, si tú dejas de venir es porque no te interesa”. Es clara, y el horizonte de la historia regresa en su mirada: “Si tú no estás de acuerdo y entonces te alejas de las cosas quiere decir que no estás de corazón, patria o muerte como decía el Che Guevara, no es revolución de lengua, de palabra”.



“Renacer de Bolívar” se alza entonces en los cerros de La Vega como un proyecto nuevo y antiguo, el espacio donde las diferentes experiencias de lucha, de organización fueron uniéndose, agruparon sus raíces dispersas. Así es la historia por ejemplo de Josefina Antó, quien comenzó a participar en un Comité de Tierra Urbana, luego en el Campamento de Pioneros KaiKa-Shi, ubicado en la redoma de la india, en el consejo comunal “Las 3 calles”, y en la comuna “Renacer de Bolívar”. Más de 10 años de organización, ella, quien antes era “una señora metida en mi casa, dedicada a mi esposo, a mis hijos”.

“La comuna nace con el proyecto que trajo el presidente Chávez, que infundió para que todos confluyan en un solo equipo que son las comunas, que nos organizáramos el pueblo, porque han habido muchas comunidades que dieron luchas, batallas, en contra de represiones, pero estábamos como de manera desorganizada, desarticulados”.

Es otra vez la voz de Gladis, que se emociona, sonríe, se detiene a ordenar las ideas, vuelve a buscar dentro de sus ojos para encontrar tiempos pasados, presentes, mientras las calles se van poblando de soledad. Gladys, Deisy, Margarita, Felisa, Josefina son ejemplos de días y noches de esfuerzo, de confianza y tenacidad que, como afirmaba Benjamin, “vuelven a cuestionar una vez y otra cualquier victoria otorgada a los dominadores”, son, la posibilidad de la comuna.

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