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miércoles, 4 de diciembre de 2013

MEMORIA DEL EXILIO XIV: WENSCELAO ROCES SUÁREZ

4 diciembre, 2013
“El marxismo hace a los hombres conscientes de su fuerza y conscientes de las leyes del mundo, para que, con arreglo a ellas, estén en condiciones de dominarlo”
W. ROCES
Dolores Ibarruri, «la Pasionaria»; Wenceslao Roces y Riopedre
Dolores Ibarruri, «la Pasionaria»; Wenceslao Roces y Riopedre

Emiliano Gómez Peces

Wenceslao Roces Suárez, jurista, traductor y político español, nace en Soto de Sobrescobio, Asturias, el 3 de febrero de 1897. Todavía niño se traslada con su familia a Gijón, donde realiza sus estudios de secundaria. Después de cursar la carrera de Leyes, en la Universidad de Oviedo, obteniendo el Premio Extraordinario de Licenciatura en 1919, al año siguiente gana el Premio Extraordinario de Doctorado, al dar lectura en la Universidad Central de Madrid de su tesis, El caso fortuito en el Derecho de obligaciones. 

Consigue una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, y se marcha a Alemania para ampliar sus conocimientos sobre filosofía del Derecho, con Stamnler, adquiriendo una sólida formación. En 1922 obtiene la cátedra de Derecho Romano de la Universidad de Salamanca. Su solidaridad con Unamuno, al ser desterrado por el general Primo de Rivera, le lleva a perder la cátedra que no recuperará hasta la proclamación de la República. Colaborador de la Revista de Derecho Privado y El Estudiante y cofundador de la editorial Cenit en 1930, traduce muchas obras de los principales autores marxistas, entre ellas, las propias obras de Marx, Manifiesto comunista, El capital y Manuscrito económico-filosófico.

Se siente atraído por el pensamiento de Marx y funda con José Bergamín y otros, el Grupo Intelectual de Acción Revolucionaria (GIAR), ingresa en el Partido Comunista de España, se integra en el Frente Antifascista, en la Unión de Escritores y Artistas Proletarios y en Socorro Rojo Internacional. Participa muy activamente en la asociación Amigos de la Unión Soviética. La revolución de 1934 le lleva a Asturias, siendo detenido y encarcelado. Después de cumplir su condena se exilia a la URSS, donde permanece hasta la victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936.

Tras la rebelión militar del general Franco, se entrega a la defensa de la República. Es nombrado Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, desarrollando una muy estimable tarea a nivel formativo y artístico, destacando su encomiable labor para preservar el tesoro artístico del Museo del Prado. Al finalizar la guerra emprende el camino del exilio, llegando a México en 1942, después de pasar por Francia, Chile y Cuba. En estos dos últimos países imparte clases de Derecho e Historia Antigua en las universidades de Santiago de Chile y de La Habana.

En México se dedica a la traducción de obras de filosofía. A partir de 1947 imparte clases de Derecho Romano y de Historia de Roma en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ejerciendo también, a partir de 1954, como profesor de Historia de Grecia en la Facultad de Filosofía y Letras. En noviembre de 1947 asiste a la Conferencia de la UNESCO, celebrada en México, como miembro de la delegación de la República Española. Colaborador de la revista del exilio UltraMar. En 1969 es nombrado profesor emérito de la UNAM.

En 1977 regresa España. Es elegido senador por Asturias, en la candidatura “Para un Senado Democrático”, en las primeras elecciones democráticas de 1977, pero a los pocos meses renuncia al escaño por problemas de salud y retorna a México. En 1980 recibe la Orden del Águila Azteca. Es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Morelia (Michoacán) y en 1985 obtiene el Premio Universidad Nacional Autónoma de México de Docencia en Humanidades.

Fallece en México el 28 de marzo de 1992.“El doctor Roces se distinguió en México por dos cosas -decía el profesor mexicano Ortega Medina-: por su entrega a los universitarios, y por sus magníficas traducciones del alemán, inglés, francés, ruso y otras lenguas modernas”. Fiel a su credo marxista, no se limitó, como otros intelectuales, a interpretar el mundo sino que quiso transformarlo.

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