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miércoles, 4 de diciembre de 2013

EL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES DE BELGICA NIEGA EL CARÁCTER FINANCIERO DE LA ACTUAL CRISIS, RESPALDA A CHINA Y DEFIENDE EL SOCIALISMO

Traducción no oficial de la contribución del Partido de los Trabajadores de Bélgica (PTB) en el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros celebrado en Lisboa entre el 8 y 10 de noviembre. 
El PTB realiza en su intervención un balance principalmente positivo de la política exterior de China. En cuanto a su valoración de los BRICS habría que señalar la dificultad en considerarlos un grupo más de países imperialistas, como parece hacer el PTB -con excepción de China-, habida cuenta de que algunos de estos países, la propia China pero también Rusia, contribuyen a fortalecer de forma bastante evidente una alianza como el ALBA, que el PTB sí considera tiene un carácter antiimperialista y liberador. Al mismo tiempo, si no todos los países pertenecientes al grupo BRICS, algunos de ellos, de forma destacada Rusia y China, sí contribuyen a frenar el imperialismo hegemónico actualmente, que el PTB reconoce se corresponde con los EEUU -y los países pertenecientes a la OTAN, habría que añadir-, en los planos político y diplomático, económico y militar, como demuestran las alianzas estratégicas entre Rusia y China y entre estos dos países y los países socialistas (Cuba) y progresistas en América Latina (Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc.) e incluso Europa -caso de Rusia y Bielorrusia. Una cosa parece bastante obvia: cuando Rusia -o China- coopera con un país socialista como Cuba, respetando su sistema político y económico, está ayudando a que Cuba se fortalezca y, por tanto, a que haga frente al que el PTB considera el imperialismo hegemónico. Lo mismo es aplicable a los restantes países de América Latina, África, etc. 
En general, las características positivas en la esfera internacional que el PTB atribuye a China pueden ser atribuidas también a los otros BRICS, entre ellos Rusia, que en el área económica puede resumirse en el principio de establecer relaciones de beneficio mutuo con otros países y en el plano militar el hecho de no amenazar a otros países con una agresión -y esto es independiente del hecho de poseer o no bases militares fuera de su territorio. Si esto no es antiimperialismo, desde luego, se le parece mucho.
El PTB participó en el pasado Encuentro Comunista Europeo y firmó su declaración conjunta. El texto de su intervención:

El Capitalismo en crisis, nuevos tiempos para el socialismo

Partido de los Trabajadores de Bélgica
Contribución al 15º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, Lisboa 8-10 de noviembre 2013.
1.- El capitalismo ha conocido tres crisis globales y sistémicas. La primera, a finales del siglo XIX, fue contrarrestada mediante el imperialismo y la guerra para una nueva división del mundo -pero también estuvo seguida de la Revolución Bolchevique y del nacimiento de la Unión Soviética. La segunda, en los años 30, condujo a la 2ª Guerra Mundial y a la expansión del imperialismo norteamericano -pero también a la extensión del campo socialista y a una oleada de luchas de liberación nacional. La tercera y actual crisis de sobreproducción y sobre-acumulación de capital tiene sus orígenes en los primeros años de la década de los 70. Ha sido amortiguada mediante varias décadas de políticas neoliberales, de nuevas oportunidades para el gran capital a partir de la contrarrevolución en la Unión Soviética y en las democracias populares europeas, de una explotación intensificada del Tercer Mundo a través de Programas Estructurales de Ajuste y del peso de la deuda, y mediante un incremento artificial en el consumo a través de créditos baratos. Pero la crisis reventó en toda su extensión a partir de la explosión de las burbujas financiera e inmobiliaria en el 2008.
2.- Hoy nos enfrentamos a sus duras consecuencias en el terreno económico, social y ecológico. A la par de esta crisis económica tiene lugar una crisis democrática e ideológica en la sociedad burguesa. A nivel internacional, hay cambios importantes en la correlación de fuerzas y se han hecho aparentes nuevas amenazas de conflictos locales y guerras más extendidas.
3.- Cinco años después de la bancarrota de Lehman Brothers, que llevó el sistema financiero mundial al borde del colapso, persiste la falsa idea de que esto fue una crisis financiera. Lo cierto es justo lo contrario: el extendido dopaje financiero había enmascarado temporalmente el verdadero carácter de esta severa enfermedad del capitalismo, la enfermedad de la sobreproducción, que sólo salió a la luz con la explosión de la burbuja financiera. Pero la sobreproducción se sitúa por supuesto en el ámbito de la producción, en el corazón verdadero del sistema capitalista. Es esto por lo que ni una respuesta neoliberal ni keynesiana puede resolver la crisis actual ni erradicar las causas que la originan. Dos escenarios son posibles para el futuro próximo: o bien un nuevo hundimiento con un rápido declive adicional de la economía o un largo periodo de relativo estancamiento económico basado en una explotación incluso más intensiva de la mano de obra. Un factor importante en la constelación del mundo actual es la posición del poder imperialista hegemónico en el mundo, los Estados Unidos. Mientras que políticamente los EEUU pueden reivindicar ser el único superpoder, habiendo concluido la Guerra Fría a su favor y habiendo sacado ventaja del 11 de Septiembre para reafirmar su dominio militar, económicamente los EEUU están en una situación difícil. La economía de los EEUU continúa viviendo por encima de sus posibilidades gracias al crédito extranjero masivo y gracias al estatus del dolar como la primera moneda del mundo. Pero antes o después las enormemente negativas balanza comercial y balanza de pagos pasarán su factura y disminuirán la estatura de los EEUU en el mundo – o los empujarán hacia aventuras militares incluso más agresivas contra competidores ya existentes o que están recientemente emergiendo.
4.- La crisis de la eurozona revela una construcción europea completamente desequilibrada, con un desarrollo del capitalismo desigual en los estados miembros de la UE y sin ningún mecanismo previsto para remediarlo mediante transferencias desde las regiones más desarrolladas hacia las menos desarrolladas. Al contrario, las economías capitalistas europeas principales están implicadas en una lucha entre ellas mismas para convertirse en el mayor exportador y, por tanto, en el mayor explotador. Esto implica una carrera hacia el fondo en lo que se refiere al desempleo, a las condiciones laborales, a la flexibilidad, a la contratación, a los derechos sociales y sindicales y, finalmente, también en lo que se refiere a los derechos democráticos. La crisis económica y social en la zona euro puede llevar a convulsiones sociales adicionales y a crisis políticas de envergadura, que pueden resultar en serios problemas a lo largo de la zona euro e incluso a su explosión.
5.- Pero aun así, la misma crisis de la zona euro ha empujado a la burguesía europea a acelerar la construcción del Estado europeo supranacional, la Unión Europea, en un modo más y más autoritario. Porque las corporaciones europeas transnacionales necesitan desesperadamente una infraestructura y una superestructura capaces de lanzar una guerra económica -y, posteriormente, posiblemente una guerra real – contra los EEUU, Japón y las economías emergentes, y contra su propia clase trabajadora. Desde el 2010, la UE ha avanzado mucho más rápidamente en la dirección de un Estado federal europeo centralizado, en particular mediante el acuerdo presupuestario (el Tratado para la Estabilidad, Coordinación y Gobernanza o TECG), que da a la Comisión Europea no sólo el derecho a intervenir en las políticas fiscales y económicas de sus Estados miembros, sino también en sus políticas sociales, imponiendo la competitividad en la esfera económica y la austeridad eterna en la esfera social.
6.- Debido a que la Unión Europea sólo sirve los intereses del gran capital europeo y está basada en la competencia y la desigualdad, debe ser desafiada en su centro y no en sus márgenes. Serán necesarios grandes movimientos populares con orientación revolucionaria a través del continente para que los trabajadores y los pueblos vuelvan la espalda a la construcción de este Estado burgués supranacional europeo y construyan una Europa basada en la solidaridad y la cooperación, una Europa socialista.
7.- En la correlación mundial de fuerzas han aparecido en escena nuevos jugadores, habiendo sido agrupados erróneamente los más importantes entre estos bajo el acrónimo de BRICS. Durante los últimos cinco años de crisis en el “viejo mundo”, éstos han actuado como motor de crecimiento fuerte y un contrapeso, una situación que es distinta de la que se dio en los años 30. Pero el motor de los BRICS también está comenzando a griparse. De forma más importante, el hecho de disputar la hegemonía económica a los EEUU y a los otros poderes imperialistas principales no convierten a las economías emergentes en antiimperialistas, puesto que el desarrollo desigual es una característica básica del capitalismo y del imperialismo. El desarrollo de la fuerza y de la influencia de los países del grupo BRICS podría solamente adquirir un carácter antiimperialista si desafiase los fundamentos del orden imperialista mundial, rompiese con la acumulación capitalista mundial y contribuyese a la liberación de los trabajadores y pueblos del mundo del yugo del gran capital. En lugar de eso, en la mayor parte de los casos, su éxito parece más bien basarse en una competición para obtener un posición mejor en el sistema capitalista mundial. En relación a las alianzas de países cuyo objetivo es romper de forma radical con la dominación imperialista, como fue el caso en los años 60 y 70, hoy día es difícil ver una alianza comparable y genuinamente antiimperialista, aparte del ALBA en América Latina y el Caribe, centrada en torno a Cuba y la República Bolivariana de Venezuela.
8.- La República Popular de China constituye una caso particular. Todavía afirma estar en el camino hacia el socialismo, y mientras que ha adoptado muchas características de una economía de mercado -y mientras que autodefine su economía como una “economía socialista de mercado”- permanece una fuerte intervención del Estado en la economía. Pero no puede ser negado que los elementos capitalistas en su economía nacional están ya creando problemas típicos tales como una burbuja inmobiliaria y una mini-crisis de créditos. A nivel internacional la economía de China está intensamente vinculada a las de los EEUU y Europa, y tiene que ajustarse a las leyes del mercado capitalista internacional, a menudo en detrimento de los trabajadores y los pueblos de los países implicados.
9.- Pero sería erróneo considerar a China por esta única razón un país imperialista. Los acuerdos internacionales que China concluye sobre energía, materias primas y productos agrícolas respetan el principio de beneficio mutuo. Su ayuda al desarrollo y sus acuerdos sobre comercio e inversiones ayudan por regla general a los países en desarrollo a construir una infraestructura, a desarrollar una base industrial y a acumular capital con el que puede ponerse en práctica un curso independiente de desarrollo. China no posee bases militares en el exterior y no amenaza a ningún país con la intervención o la agresión. Objetivamente ofrece a terceros países más posibilidades de seguir un camino antiimperialista.
10.- El carácter sistémico y prolongado de la crisis capitalista mundial, los cambios en la correlación internacional de fuerzas y los ejemplos de las luchas y revueltas de los trabajadores y los pueblos alrededor del mundo, apuntan crecientes oportunidades para el desarrollo de las fuerzas de la revolución contra las fuerzas de la reacción, y a una confianza creciente en que en el curso del s. XXI veremos el avance de la única alternativa social al capitalismo: el socialismo.

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