por ANEMOI
Domingo, 15 de Diciembre de 2013
Denunciamos la aprobación de la Ley de Seguridad Privada, como la
instauración de “cuerpos parapoliciales” al servicio de la oligarquía y
de su Régimen antidemocrático.
La aprobación por el Congreso de los Diputados del nuevo Proyecto de Ley de Seguridad Privada
supone una nueva vuelta de tuerca al profundo recorte de libertades en
que los gobernantes del Partido Popular están sumiendo a los ciudadanos
y ciudadanas de este país.
Un gigantesco “paquete represivo”
La Ley de Seguridad privada se inscribe
en un conjunto legislativo fuertemente represivo, que incluye las
anunciadas reformas del Código Penal, del Código Penal Militar y la
nueva Ley de Protección de Seguridad Ciudadana. De esta última -en fase
de anteproyecto- no se conoce otra cosa que las terribles sanciones
previstas por el Gobierno para reprimir las protestas sociales por vía
administrativa y sin protección judicial alguna. En la práctica liquida
los derechos constitucionales de reunión y manifestación e introduce la
arbitrariedad administrativa y la aparición de algunos excesos
policiales fomentados por los responsables políticos.
Código Penal: “ojo por ojo” y “años de plomo”
En la reforma del Código Penal se
introducirá la nueva pena de “cadena perpetua revisable” que elimina la
posibilidad de reinserción social y vuelve al “ojo por ojo” de la justicia estrictamente punitiva.
La aplicación a supuestos de
“terrorismo”, unida a la facilidad con la que el Gobierno aplica este
concepto a la protesta y a la indignación social, hace prever el
comienzo de un nuevo ciclo de “años de plomo” como los de la “larga
noche del franquismo”.
Código Penal Militar: “estado de
excepción permanente”, impunidad para los crímenes de guerra y 100.000
potenciales “soldados Manning”
La modificación del Código Penal Militar
(de la que la que solo se conocen algunas “ideas generales”) apunta al
corazón mismo de la activación de un Régimen en “estado de excepción permanente”.
El Gobierno podrá activar el “estado de sitio” que prevé la
Constitución de 1978, con suspensión de todos los derechos políticos y
de las garantías constitucionales no solo en caso de “guerra declarada”
con aprobación del Parlamento, sino en los supuestos de “existencia de
un conflicto armado”.
Por otra parte la reforma prevé la
aplicación a civiles de delitos específicamente militares, como el de
rebelión, en caso de que con su actuación entorpezcan las acciones
militares o publiquen datos considerados reservados. En consecuencia, la
denuncia, publicación o difusión de informaciones como la del “video de
Irak”, las actividades del CNI en zona de combate, el adiestramiento de
las unidades operativas en técnicas de tortura, o la matanza deliberada
de un cámara como José Couto, por poner ejemplos que han sido
publicados en los medios, e ignorados o bloqueados por las autoridades
judiciales, constituirán delitos castigados con grandes penas. También,
evidentemente, la exigencia de una investigación independiente –y el
castigo de los culpables-
En relación con los propios militares,
la reforma del su Código Penal –que implica la aplicación para
situaciones de “guerra no declarada”-, supone la imposibilidad de
denunciar delitos de lesa humanidad o de negarse a participar en ellos.
La sombra del soldado Manning –condenado a cadena perpetua por denunciar
decenas de miles de asesinatos, torturas y vejaciones en Irak y
Afganistán, incluidos los de civiles-, pende sobre nuestros
profesionales como una losa de plomo.
Y sobre nuestro país la vergüenza de
romper absoluta y definitivamente con las nomas de “derecho humanitario”
del tratado de Roma, que tipifica y castiga los crímenes de guerra, de
lesa humanidad y de genocidio. Hay que recordar que un acuerdo del
bipartito modificó el Código Penal en tiempos ya de Zapatero, para
impedir la persecución de esos delitos cometidos en “guerras no
declaradas” y la persecución de los mismos por la Audiencia Nacional.
Además los EEUU niegan la jurisdicción del Tribunal de Roma a sus tropas
y funcionarios en ningún lugar del mundo y aplican la misma impunidad a
sus aliados. Javier Solana (guerra de Yugoslavia), Aznar (guerra de
Irak y de Afganistán), Zapatero (guerra de Afganistán, escala en
aeropuertos españoles de aviones que servían de pequeños centros de
tortura en vuelos hacia Guatánamo, guerra de Libia) se liberarían de la
posibilidad evidente, junto con algunos altos mandos militares y
ejecutores directos, de ser procesados por uno o varios de esos crímenes
nefandos.
El abrazo entre Zapatero y Toni Blair (uno de los miembros del Trío de las Azores),
hace pocos días, escenificó la realidad encubierta hasta ahora: el
“pacto de supervivencia a toda costa y contra el pueblo” entre los
señores de la guerra que son también responsables de la crisis.
Ley de Seguridad Privada: las bases para la legalización de un “enorme ejército paramilitar” al servicio de los poderosos
Finalmente, el Proyecto de Ley de Seguridad Privada,
a discusión en el Senado y –previsiblemente-, de inmediata aplicación,
eleva el listón de la barbarie hasta límites absolutamente
intolerables.
La Ley no pretende institucionalizar la
prestación de servicios de seguridad de forma subsidiaria o restringida a
la defensa de los intereses específicos de particulares, sino de manera
“complementaria” al de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FCS) del
Estado.
Esto es, la seguridad y la defensa de
los derechos y libertades y el monopolio del uso de la fuerza no será ya
competencia exclusiva de las Fuerzas de Seguridad, sino de las empresas
de seguridad privada. Los efectos son escandalosos.
Negocio de ricos, cárcel de pobres
En primer lugar “los guardias de
seguridad privados” van a reemplazar a los funcionarios públicos en
aquellas áreas de actividad punitiva como la gestión carcelaria. El
Estado las entrega al negocio privado porque tienen una rentabilidad
asegurada.
Dicho con la máxima claridad; la aplicación de las “condenas incrementadas” del sistema de Tolerancia Cero
que se va a implantar con la reforma del Código Penal, va a aumentar en
progresión geométrica la población carcelaria con los que el negocio va
a ser fabuloso.
Otra de las consecuencias del sistema (también implantado en Europa por Blair) va a consolidar el sistema carcelario como un “gueto discriminatorio”
al que no van los poderosos. La cárcel –como en EE UU, país origen del
sistema-, se convertirá en un “modo de vida” para un número gigantesco
de personas.
Hay otros aspectos de la Ley de Seguridad Privada, mucho más escandalosos y preocupantes, que llaman a la revuelta ciudadana.
Motivos para una revuelta
ciudadana: policías que no son policías, “impunidad blindada”, algún que
otro torturador en sus filas, indefinición del armamento y posible uso
de armas letales
La Ley autoriza la utilización de los
servicios de “seguridad privada” en espacios abiertos, sean de interés
público (cárceles, CIEs) o privados (conciertos o celebraciones
realizados en suelo público para una entidad privada), bajo la supuesta supervisión de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y en “idénticas condiciones” que las de éstas.
Para ello, se les ofrece el poderosísimo
blindaje, que respaldará cualquier atropello, de su consideración como
“autoridad del estado”.
Eso quiere decir que cualquier nimiedad
puede ser considerada como un delito de “resistencia, insulto o
desobediencia a la autoridad” y condenada con las gravísimas penas que
se aplicarán tras las modificaciones en curso del Código Penal y de la
Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana.
Las condiciones para que se autorice su
actuación en espacios públicos no quedan nada claras y, mucho menos, en
qué circunstancias y con qué requisitos han de ser considerados
“autoridad del estado”.
Otro aspecto gravísimo es la vaguedad
con la que se habla de las las “armas y medios de defensa” que pueden
utilizar. Únicamente se alude a que estos medios no deben estar
prohibidos por el Reglamento de Armas. Pero nada acerca de las
condiciones en que su uso es legítimo, salvo las habituales y difusas de
“congruencia y proporcionalidad”.
Eso es claramente insuficiente no sólo
por la explícita vaguedad en cuanto a las “armas y medios de defensa”
sino porque hoy existen multitud de medios considerados “defensivos” por
el Reglamento de Armas que, sin estar explícitamente prohibidos, han
sido reiteradas veces cuestionados por las organizaciones de derechos
humanos como potenciales medios letales o desproporcionadamente lesivos
si no son empleados bajo un control muy estricto: armas de
electrochoque, aerosoles de gases paralizantes, pelotas de goma o balas
de plástico, etc.
De hecho, su uso está muy limitado entre
las propias Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La laxitud con
que se trata este aspecto en la ley permite anticipar un coladero para
la irrupción masiva de los medios más sofisticados que la imaginación
humana pueda concebir, sin otro requisito que el que el Reglamento de
Armas no los prohíba.
-Entre los requisitos para acceder a la
profesión, sorprende que no se vete explícitamente a aquellas personas
que hayan estado involucradas en violaciones de derechos humanos, como
ha sido el caso de famosos torturadores propietarios o empleados en
empresas de seguridad y espionaje. Y los requisitos formativos exigidos
son también demasiado laxos, si se tiene en cuenta que, de facto, se les
quiere convertir en “agentes de la autoridad”.
Hacia la formación de un “ejército paramilitar”
-Con todo ello, lo más preocupante del
Proyecto de Ley reside en la escasa atención que se le presta a la
transparencia en su función y a los sistemas de rendición de cuentas.
Ya de por si resulta clamoroso el
déficit existente en la legislación actual con respecto a mecanismos
independientes de recepción e investigación de denuncias contra la
policía, desatendiendo todas las normas de los organismos
internacionales a las que está obligado el Estado Español.
Pero si se va a permitir a las empresas de seguridad ejecutar funciones
propias de la policía, que tiene que afrontar la protección de la
seguridad mediante la restricción de derechos, su interesada omisión en
el proyecto habla bien a las claras de su fin último: se encargarán de
hacer el trabajo sucio sin estar sometidos a los quisquillosos
escrutinios que encorsetan a las policías públicas.
Esta “impunidad reglada” es lo que
caracterizaba en otros tiempos a los “somatenes”; y hoy en día a las
fuerzas paramilitares, entusiásticamente empleadas y fomentadas en todo
el planeta por los más acérrimos neoliberales.
El ejercicio de la violencia sin límite para defender intereses, ajenos a todo control democrático.
El PP ultraliberal y parafascista quiere un ejército privado
Cumple este proyecto, además, otra
función, cual es la de extender sin desmayo el modelo neoliberal de
privatizar todas cuantas funciones públicas puedan ser susceptibles de
generar negocio. Se alega reducción de los costes, pero es a costa de
sacrificar los derechos de los trabajadores. Pobre cualificación, escaso
control y nichos de negocio cuidadosamente seleccionados y con la
certeza de que la seguridad es un filón inagotable; estos son los
ingredientes de la nueva receta que se está tratando de filtrar.
Hay que señalar aquí el interés de
destacados miembros del PP en la extensión de este modelo, por su
importante participación en empresas de seguridad privada, como ya
denunciara Arzalluz, hace unos años, con ocasión de la negativa del
gobierno de Aznar a autorizar un aumento de la plantilla de la
Ertzaintza.
Por último, hay que destacar la ausencia
de toda referencia, ni de aplicación ni de exclusión, a las compañías
de seguridad privada que están operando a bordo de buques nacionales,
como sucede en aguas del océano Índico, legalmente, territorio nacional.
En este caso, se emplean armas de guerra en un contexto de virtual
inexistencia de autoridad, lo que los convierte, ahora sí, en verdaderos
paramilitares a los que no se les exige ningún respeto al derecho
internacional humanitario, permitiendo que sigan operando en un
auténtico limbo legal que favorece su negocio.
Lo peor de todo es que con esta ley se
rebajan dramáticamente los estándares de calidad de un servicio público
que pone en riesgo la integridad de las personas, en un esfuerzo
desesperado del PP por imponer su modelo de “orden público”, en el que
los derechos de los ciudadanos son desechables, tal como hacía el
franquismo.
Otro paso más en el “golpe de estado” encubierto.
Anemoi hace una llamada
a los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado para que se
opongan a la existencia de este ejército paramilitar que va a
imposibilitar su actuación en defensa de los derechos de los ciudadanos;
a deshonrar su trabajo de protección de la ciudadanía; y a provocar la
multiplicación de “incidentes de brutalidad policial” en operaciones de
colaboración, por la actuación de los “sin ley” de la “seguridad
privada”.
Anemoi alerta una vez
más a los miembros honrados de las Fuerzas Armadas –que son la inmensa
mayoría-, a los que sienten el honor de defender al pueblo, para que se
opongan a la implantación de este “golpe de estado encubierto.
Madrid, 13 de diciembre de 2013
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarra
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarra
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
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