por Jaime Alekos
Miércoles, 11 de Diciembre de 2013 03:02
Veinte activistas entraron a las oficinas de Konecta, la empresa que
despidió a Amaya Muñoz por faltar al trabajo el día de su desahucio,
para pedir una reunión con el responsable de relaciones laborales.
Konecta, cuyo socio
mayoritario es el Banco Santander, despidió el 25 de octubre a Amaya
Muñoz, después de 3 meses trabajando para la empresa y amparándose en la
nueva reforma laboral, que permite despedir a un empleado por faltar
nueve días hábiles de forma intermitente en dos meses consecutivos.
Amaya, desahuciada por más de 100 antidisturbios el 11 de septiembre, causó baja durante diez días debido a problemas de ansiedad.
Esta mañana, el grupo de respuesta formado por activistas de la Asamblea Stop Desahucios de Madrid
y miembros del sindicato CGT, llevaba la protesta en repulsa del
despido, de nuevo, a la sede de Konecta. En el desolado polígono
industrial al sur de Alcobendas, 5 kilómetros al norte de las Torres
Kío, donde la empresa tiene sus oficinas, se cerraba un círculo de
acciones que comenzó con una manifestación en el mismo lugar y cuatro
días después del cese. Continuó el 14 de noviembre en la sede central
del Banco Santander y el pasado 6 de diciembre se concentró de nuevo en
la sede de Aegón, la aseguradora para la que Amaya prestaba servicios en
el momento de su despido.
Mientras Amaya trataba de
conseguir una reunión con Jaime Castel, responsable de Relaciones
Laborales de Konecta, sus compañeros entraban en los dos centros de
llamadas de la segunda planta, al grito de “Amaya readmisión”, causando
especial incomodidad en el primero de ellos, antiguo lugar de trabajo de
Amaya, en donde, en un despacho contiguo, la empresa se encontraba
reunida con un cliente. Al cabo de diez minutos y ante la imposibilidad
de atender las llamadas con normalidad por el ruido que generaba la
protesta, los supervisores intentaron encerrar a los participantes
haciendo salir primero a todos los empleados. Con la policía ya de
camino, los activistas salieron sin demasiado esfuerzo del primer centro
de llamadas para bloquear también el segundo. La protesta duró otros
diez minutos en los que los trabajadores del centro guardaron absoluto
silencio.
Veinte minutos después de la
entrada al edificio, doce policías nacionales de uniforme, cinco de
ellos sin el número de placa visible, más dos agentes de paisano,
tomaban el control del rellano de la segunda planta, obligando a los
manifestantes a bajar al recibidor sin hacer más ruido, mientras
intentaban mediar entre Amaya y Konecta.
Una vez abajo, policía
identificó a dos periodistas y a tres participantes. Uno de los agentes
sin número de placa visible ordenaba a uno de ellos que borrara las
fotos que acababa de hacer con su teléfono móvil para después sacarle
del edificio a empujones.
Castels, que no había recibido a Amaya,
después del intento de mediación de la policía se limitó a remitirse a
la demanda de conciliación que tendrá lugar mañana a las 9 en el
Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación de la Comunidad de Madrid.
Los manifestantes decidieron, en asamblea, dar por terminada la acción y
esperar a la conciliación para decidir sus próximas acciones
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