martes, 5 de noviembre de 2013
El significado de la victoria de Safira (Yusuf Fernandez)
Abdel Yabbar al Oqaidi, el jefe de los grupos armados sirios en la región de Alepo, reaccionó con irritación el domingo a la liberación de la ciudad de Safira, al sureste de Alepo, por el Ejército y presentó su dimisión. Ese mismo día, los militares sirios completaron la liberación de la ciudad y la limpiaron de los últimos terroristas.
Estos últimos sufrieron decenas de muertos y heridos y otros muchos optaron por huir.
Oqaidi, que ha sido uno
de los principales receptores de la ayuda estadounidense, afirmó que
dimitía para protestar por las luchas intestinas entre los grupos
rebeldes. Según fuentes del ESL, algunas brigadas islamistas se negaron a
acudir al socorro de la Brigada Tauhid, la mayor fuerza rebelde
presente en Safira.
A primera vista, resulta
clara la significación de la liberación de Safira. La ciudad está cerca
del Aeropuerto Internacional de Alepo y de otra base aérea así como de
varias industrias militares. La ciudad se halla además junto a la
autopista que une la provincia de Hama con la de Alepo y a esta última
con las regiones del este, en particular con la de Raqqa.
La liberación de Safira
forma parte de las recientes operaciones militares en la provincia de
Alepo, que llevaron a la liberación de Janasser y sus alrededores hace
varias semanas, lo cual permitió reabrir la ruta de aprovisionamiento
entre Hama y Alepo.
Por su parte, el
periódico The Washington Post ha resaltado la importancia de la toma de
Safira, señalando que ella restauró un vínculo de comunicación de gran
importancia entre Damasco y las fuerzas gubernamentales que controlan la
mayor parte de la ciudad de Alepo. También coloca al Ejército sirio en
posición de conquistar otros reductos de la oposición en la provincia de
Alepo, que habían estado bajo el control de los militantes desde hace
más de un año.
En realidad, la derrota
de Safira es otra prueba más de la derrota del así llamado Ejército
Sirio Libre, que ha ido perdiendo no sólo sus batallas contra el
gobierno sirio, sino también a varios de los principales grupos que lo
integraban. En el norte del país, el ESL ha perdido además terreno
frente al Estado Islámico de Iraq y Siria (EIIS), afiliado a Al Qaida,
que se ha expandido rápidamente en los últimos meses.
Al mismo tiempo, algunos
grandes batallones islamistas que no se adhieren a la ideología de Al
Qaida, han formado nuevas alianzas dirigidas a la creación de un estado
extremista y sectario y han rechazado toda vinculación con el ESL. Estos
grupos, de ideología wahabí, reciben financiación de los países del
Golfo y esperan recibir aún más teniendo en cuenta las promesas saudíes
recientes de incrementar su ayuda.
En realidad, las
acusaciones de traición de los líderes y medios rebeldes sólo buscan
tapar el hecho de que los grupos armados son incapaces de detener la
progresión del Ejército sirio por mucha ayuda que reciban. El propio
Oqaidi ha reconocido, en un comunicado colocado en su página de
Facebook, que “la caída de Safira no fue consecuencia de la falta de
armas ni de hombres” añadiendo que, pese a ello, “el ESL y los otros
batallones han fracasado”.
Los grupos armados
pusieron toda la carne en el asador en la ciudad porque eran conscientes
de su importancia estratégica, ya que sabían que Safira es la puerta de
la ciudad de Alepo y permite el acceso a toda la parte sur de la
provincia.
La liberación de Safira
es una muestra de la continua mejora de las capacidades del Ejército
sirio, que ha adquirido ya una experiencia considerable en la lucha
antiterrorista y contrainsurgencia. Al mismo tiempo, las fuerzas de
defensa nacional, formadas por civiles armados, han jugado un papel
considerable en los últimos avances militares.
Al mismo tiempo, los
avances militares son un reflejo de lo que sucede en el seno de la
opinión pública siria. Cada vez más sirios se oponen a las acciones de
los grupos extremistas, que intentan imponer un régimen extremista y
unos modos y valores de vida ajenos a los de la gran mayoría de la
población siria. Los sirios rechazan vestir diferente, pagar las
exacciones impuestas por estos grupos y soportar las otras muchas
presiones a las que hacen frente. Los sirios ven también a estos grupos,
al igual que a la coalición nacional opositora, como meros títeres
ejecutores de las órdenes de algunos estados enemigos de Siria, a cuya
cabeza está Arabia Saudí.
La victoria de Safira
abrirá la puerta a otras y es posible que refuerce también la actual
tendencia de muchos rebeldes a contactar con el Estado sirio para buscar
su reintegración en la sociedad. Al final, se perfila como inevitable
el que la guerra en Siria acabe siendo una lucha entre el gobierno y los
terroristas de Al Qaida. Y ésta es una guerra que el Estado sirio no
puede permitirse perder tanto por él mismo como por todos los demás
países de la región y de fuera de ella.
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