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lunes, 7 de octubre de 2013

LOS EJERCITOS SECRETOS DE LA OTAN (XIV)


La guerra secreta en Noruega

Noruega es el único Estado miembro del Gladio que llegó a ordenar la realización de un estudio oficial sobre la red de «resistencia anticomunista». Pero el estudio no debía ir más allá del año 1970 para no poner en peligro el sistema. Noruega convenció así a su opinión pública de que era el Estado noruego, y no la OTAN, quien controlaba el ejército secreto. Una manera de legitimar su existencia y de enterrar el asunto.
Este artículo es parte de la serie:
  1. «Cuando el juez Felice Casson reveló la existencia del Gladio…»
  2. «Cuando se descubrió el Gladio en los Estados europeos…»
  3. «Gladio: Por qué la OTAN, la CIA y el MI6 siguen negando»
  4. «Las cloacas de Su Majestad»
  5. «La guerra secreta, principal actividad de la política exterior de Washington»
  6. «La guerra secreta en Italia»
  7. «La guerra secreta en Francia»
  8. «La guerra secreta en España»
  9. «La guerra secreta en Portugal»
  10. «La guerra secreta en Bélgica»
  11. «La guerra secreta en los Países Bajos»
  12. «La guerra secreta en Luxemburgo»
  13. «La guerra secreta en Dinamarca»
En abril de 1940, los ejércitos de Hitler invadieron Noruega y la ocuparon durante 5 años, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Como en otros países de Europa Occidental, el trauma de aquella experiencia modificó la noción de seguridad de los noruegos y llevó a la creación de una red stay-behind después del fin de la guerra. Los noruegos que construyeron esa organización en su mayoría habían visto como las tropas alemanas barrían sus desorganizadas redes de resistencia y temían que la guerra fría desembocara en una invasión soviética. «No se trataba de saber si había o no que instaurar una organización stay-behind en Noruega sino de fijar un calendario para las operaciones», explican Ronald Bye y Finn Sjue, dos autores especialistas del Gladio noruego, al describir cómo se pensaba en aquella época.
La propia OTAN había convertido la creación de la red en una prioridad. Si bien la señal de inicio no se dio durante el periodo 1947/1948, fue ciertamente en 1949, en el momento de la adhesión a la OTAN, que comenzó el proceso de creación de la red stay-behind en Noruega. En efecto, para ser admitido en la alianza atlántica, el país aspirante tenía que dotarse previamente de instrumentos de «guerra no convencional o haber tomado medidas en ese sentido», explican Bye y Sjue, quienes refieren la existencia de un documento sin fecha titulado Directiva OTAN/SACEUR sobre la guerra no convencional. [1]
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Vilhelm Evang (1909-1983)
Vilhelm Evang, quien dirigía los servicios secretos noruegos después de finalizar la guerra, y Jens Christian Hauge, el primer ministro de Defensa de la Noruega de postguerra, fueron los artífices –simultáneamente– de la construcción de la red stay-behind y de la creación del Norwegian Intelligence Service (NIS). Evang, un científico nacido en Oslo, se había unido al pequeño servicio de inteligencia noruego en el exilio de Londres, en 1942. Hauge, por su parte, había dirigido la resistencia militar durante la ocupación alemana. A su regreso a Noruega, en 1946, Evang creó el NIS, órgano que dirigió durante 20 años. La comunidad de inteligencia estadounidense desconfiaba de Evang debido a su notoria simpatía por los partidos de izquierda y porque había sido miembro del movimiento «Mot Dag» en los años 1930.
En 1966, Evang tuvo que abandonar el servicio a causa del caso Lygren [2]. Para suavizar su salida del servicio, el ministro de Defensa lo asignó al cuartel general de la OTAN en Francia con el cargo de Representante Militar Nacional. Allí sirvió hasta 1969, primeramente en París y posteriormente en Bruselas. Finalmente se jubiló y murió en 1983, a los 74 años.
Durante su estancia en Londres, Evang estableció estrechos contactos en el seno de la comunidad de inteligencia británica. Al igual que varios oficiales del MI6, estaba convencido de que Noruega no debía ser nuevamente víctima de una ocupación enemiga sin haberse preparado antes para ello. En el marco de la creación de la red stay-behind, Evang se reunió, en febrero de 1947, con un agente del MI6 que disponía de «sólidos contactos en la Defensa y en el ejército» –es posible suponer que este agente fuese en realidad el director del MI6 en persona, Sir Steward Menzies– a quien Evang presentó el proyecto stay-behind para Noruega. Evang y Menzies estaban convencidos de que la Unión Soviética y la expansión del comunismo eran amenazas reales. «Esas consideraciones llevaron a los ingleses a interesarse de cerca por las estrategias de defensa en los países ocupados por el enemigo», escribió Evang en su diario.
«Parece que los Países Bajos, Francia y Bélgica se han dado a la tarea de concebir la organización de un ejército clandestino siguiendo un modelo más o menos definido.» [3]
Junto al MI6 británico, la CIA estadounidense también participó activamente en el proceso que condujo a la creación del ejército secreto noruego. Ya en 1946, Evang envió al mayor Kaj Martens a Nueva York para establecer contactos con la inteligencia estadounidense. Posteriormente, en 1947, ya en vísperas de la creación de la CIA, Evang viajó personalmente a Estados Unidos, probablemente para discutir sobre la guerra clandestina con Frank Wisner, el director de la Oficina de Coordinación Política de la CIA (OPC), encargado de la constitución de las redes stay-behind en Europa Occidental. Al igual que en Italia, la CIA suplantó al MI6 a medida que iba creciendo el poderío estadounidense y que se debilitaba el Imperio británico. «La cooperación con Estados Unidos era, ampliamente, el aspecto más desarrollado de las relaciones exteriores del NIS», observa el investigador noruego Olav Riste [4]. Representantes de los servicios secretos noruegos, británicos y estadounidenses se reunieron en Londres, en 1948, para coordinar sus operaciones secretas. Un memorándum de los servicios de inteligencia relata que se decidió entonces:
«establecer en Noruega un aparato encargado de transmitir información de inteligencia por radio o a través de cualquier otro medio de comunicación al cuartel general aliado situado dentro o fuera de las fronteras del territorio nacional, en caso de ocupación parcial o total de este último.»
Esa nota de servicio subraya que el NIS tenía el orgullo de anunciar, a la CIA y al MI6, que en el marco de una operación bautizada como SATURN ya se había creado un ejército secreto con esas características.
«El coronel Evang pudo informar a nuestros aliados que un aparato capaz de garantizar tales funciones se hallaba casi en estado operativo y a su disposición.» [5]
Un agente de la inteligencia noruega, Alf Martens Meyr, estaba a cargo de garantizar el enlace con la CIA. Por cierto, la CIA le pagaba y, según el ex agente de los servicios secretos Christian Christensen, incluso «dirigió la mayoría de las operaciones de la inteligencia noruega durante los años 1950 y 1960» [6]. «También se supo que Martens Meyer y sus colaboradores mantenían contactos regulares con agentes secretos de la CIA y del MI6 en las embajadas de Estados Unidos y de Gran Bretaña en Oslo», escribieron los periodistas Bye y Sjue en los años 1990 [7].
Como en otros países, la principal inversión del ejército secreto era la compra de radiotransmisores. En mayo de 1948, Evang envió al ministro de Defensa Hauge una carta confidencial en la que pedía fondos para la compra de 50 radiotransmisores para el stay-behind noruego. «Los radiotransmisores serán depositados en lugar seguro y serán utilizados únicamente si ciertas partes del territorio son invadidas por una potencia extranjera», especificaba Evang. Y también subrayaba que el ejército secreto creado bajo la égida de la OTAN podía activarse en el país, incluso sin que se produjese la supuesta invasión, ante la hipótesis de un golpe de Estado de parte de los comunistas noruegos:
«En caso de golpe de Estado interno, los transmisores individuales podrán activarse con una autorización especial del Estado Mayor.»
Evang indicaba que «los preparativos de la creación de la red están muy avanzados» y precisaba, al referirse a los operadores de los sistemas de radio:
«proyectamos reclutar individuos que no participaron en ese tipo de actividades clandestinas durante la última guerra y que no están identificados como operadores de radio.» [8]
El ministro de Defensa se quedó encantado con aquellas noticias sobre la operación altamente secreta y respaldó el pedido de fondos [9].
Al referirse a las funciones internas del ejército secreto, Evang explicaba a Hauge cómo se había hecho la selección de los grupos de personas que trabajaban en ciertas industrias, con el consentimiento de industriales noruegos y bajo la supervisión del NIS, para entrenarlos, situarlos como centinelas y luchar así contra «las actividades subversivas de las quintas columnas (comunistas) en ciertos sectores». En octubre de 1948, probablemente consciente del peligro que podían representar aquellos grupos armados privados sobre los que no existía ningún tipo de control parlamentario, Evang presentó al ministro de Defensa un informe en el que precisaba que los grupos se componían de colaboradores leales y disciplinados.
Cuando Noruega ratificó el Tratado del Atlántico Norte, en abril de 1949, se imprimieron afiches especiales que denunciaban las maniobras de las quintas columnas y se expusieron en todos los locales del ejército. Aquellos afiches exhortaban a los oficiales a colaborar con la policía y con los servicios secretos en el marco de medidas preventivas contra agentes de las «quintas columnas», a los que se definía como «noruegos o extranjeros que realizan, por cuenta de una potencia extranjera, actividades ilegales de inteligencia, actos de sabotaje, asesinatos, etc… en el territorio nacional». Después de la entrada de Noruega a la OTAN, se hicieron listas de ciudadanos noruegos y de extranjeros a los que había que arrestar y encarcelar en caso de crisis, listas conservadas por la Policía de Seguridad. [10]
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Jens Christian Hauge (1915-2006). Jefe de la red de resistencia Milorg durante la Segunda Guerra Mundial. Era miembro de la OSS (servicio de inteligencia estadounidense). Después de la guerra fue ministro de Defensa (de 1945 a 1952) y ministro de Justicia (en 1955). Tuvo un papel importante en el abastecimiento destinado al programa nuclear israelí y en la entrada de Noruega a la OTAN. Prosiguió su carrera en la industria de defensa y energía, donde dirigió la firma Statoil. Fue miembro del Grupo de Bilderberg.
Hauge había sido nombrado ministro de Defensa en 1945. Aunque sólo tenía 30 años en el momento de su nominación, esta se explica por el importante papel que Hauge había tenido en la Resistencia. Hauge era un ferviente partidario del ejército stay-behind. Al exponer al parlamento su plan para la reconstrucción de las fuerzas armadas de Noruega, en el otoño de 1946, declaró:
«Sabemos, gracias a nuestra experiencia adquirida durante la guerra, que la decisión para continuar el combate, incluso después de la derrota y la ocupación, es un elemento esencial de la estrategia de defensa de un pequeño país como el nuestro.» [11]
Hauge decidió que la principal estación de radio que el NIS utilizaba en la región de Oslo debía servir de principal canal de comunicación para la red stay-behind noruega y ordenó la instalación de una estación de reserva en el interior del país.
El 25 de octubre de 1948, el ministro de Defensa impuso una directiva gubernamental que establecía oficialmente la existencia del stay-behind en Noruega. Aquel mismo mes, en una carta altamente secreta dirigida al jefe del Estado Mayor –el general de división Ole Berg–, Hauge ordenaba al general pasar al nivel de preparación «FO 4». El general Berg sabía exactamente de qué se trataba. Durante la Segunda Guerra Mundial, «FO 4» era el nombre de la sección del Alto Mando militar noruego en el exilio que se encargaba de preparar y ejecutar operaciones de sabotaje y otras misiones clandestinas realizadas conjuntamente con el SOE británico en territorio ocupado. La orden de Hauge precisaba:
«Las autoridades noruegas libres deben ser capaces de organizar acciones de sabotaje y de guerrilla contra objetivos militares estratégicos en las zonas de Noruega susceptibles de ser temporalmente ocupadas por el enemigo (infraestructuras industriales y de comunicación, almacenes militares, unidades, etc…»
«Esas medidas deberán ser imperativamente integradas a la lucha armada en Noruega. El aparato debe, por lo tanto, ser mantenido con un alto nivel de preparación en tiempo de paz.» [12]
Basándose en su propia experiencia, Hauge optó por pequeñas unidades operacionales de 2 a 4 hombres que debían disponer de escondites secretos de armas de fuego, explosivos, radiotransmisores y equipamiento diverso. Los guerreros de la sombra debían reclutarse entre los miembros del ejército noruego y la Guardia Nacional. Debían tener imperativamente un buen conocimiento de su zona de operaciones. Los veteranos de la resistencia militar noruega sólo debían intervenir como instructores ya que podían ser fácilmente identificados y eliminados por un invasor que dispusiese de informantes locales. En función de lo quería Hauge, una red radial independiente y secreta debía garantizar la comunicación en el seno del stay-behind. La operación SATURN avanzó rápidamente y se alcanzó enseguida el nivel de preparación FO 4. A partir de aquel momento el stay-behind noruego fue rebautizado como «Rocambole», nombre abreviado como ROC. «La “filosofía” subyacente de la red ROC era la herencia de las lecciones aprendidas, sólo años antes, durante la ocupación alemana», resumió el historiador Olav Riste. [13]
En septiembre de 1952, el ministro noruego de Defensa hizo una declaración sobre el ejército secreto que confirmaba la definición y funciones de la red stay-behind en Noruega. La nota de servicio especificaba:
«Rocambole es una organización militar rigurosamente secreta, bajo el mando directo del comandante en jefe de la Defensa (del estado mayor), cuyo papel es efectuar misiones específicas de particular importancia militar en territorio noruego en caso de ocupación de este.»
«Es imperativo que cada una de las acciones emprendidas obedezca a una orden directa del jefe del estado mayor y que sea realizada por un pequeño número de elementos aguerridos especialmente organizados, entrenados y equipados para esa misión.»
En caso de guerra, ROC tenía, según el documento del ministerio de Defensa, que desempeñar 3 tareas:
« 1- Destrucción de blancos materiales mediante explosivos o por otros medios.
2- Protección temporal de las instalaciones y vías de comunicación en el marco de la liberación de determinada región.
3- Otras misiones como la organización de grupos clandestinos más importantes, recepción de personal y de material aerotransportados, [misiones de] reconocimiento, tareas específicas de inteligencia, acciones de guerrilla, asesinatos, etc.» [14]
Aunque no se mencionaban en el citado documento, las operaciones de vigilancia interna «en caso de golpe de Estado», como las imaginaba Evang, o las misiones «tendientes a contrarrestar las actividades subversivas de las quintas columnas (comunistas)» debían muy probablemente formar parte de las atribuciones del ejército secreto.
En 1950, el ROC instaló su cuartel general en un edificio de Smestad y se diseminaron escondites de armas a través de todo el país mientras que se retenía un bunker perteneciente al gobierno, situado en la calle Cort Adeler en el centro de Oslo, para almacenar allí el equipamiento de la organización. Jens Nordlie, quien había luchado en la Resistencia junto al ministro Hauge, fue seleccionado para ser el primer jefe del stay-behind en Noruega. Ya en 1949, Nordlie se había reunido en Londres con varios responsables del MI6, con los que había acordado acelerar la constitución del ejército secreto ROC y confirmado el objetivo de «crear antes de fin año 15 unidades de 5 hombres» [15]. Los británicos le habían dado todo el equipamiento necesario, lo cual incluía principalmente radiotransmisores y explosivos. En caso de guerra y ocupación de Noruega, Gran Bretaña debía servir a la red stay-behind de base de retaguardia. Parece que los noruegos estuvieron al principio algo renuentes a entregar así a los británicos los nombres de todos los agentes del ROC, lo cual equivalía a poner la organización bajo control extranjero.
El ROC también colaboraba muy estrechamente con la CIA. Con el consentimiento del ministro de Defensa, los cuadros del ejército secreto se reunían regularmente con el estadounidense Harold Stuart, miembro del Consejo de Seguridad Nacional. Intercambiaban información y dinero y sería razonable pensar que la CIA también tenía en su poder la lista de agentes del ROC [16].
Un informe solicitado a finales de 1949 muestra que 9 jefes de unidades y 7 operadores de radio ya habían terminado su formación. Los escondites estaban preparados con suficiente armamento y equipamiento como para garantizar a los grupos clandestinos 12 meses de autonomía. En 1952, la red ROC disponía de 32 unidades de 5 miembros cada una y los planes preveían llegar a un mínimo de 40 unidades, o sea un núcleo de 200 hombres. Hauge agradeció a Nordlie los progresos alcanzados pero se preguntaba si no había demasiadas unidades ROC estacionadas en el extremo norte del país, sobre todo en la región de Finnmark, limítrofe con la Unión Soviética. En marzo de 1952 escribió a Nordlie:
«Es probablemente para servir intereses extranjeros, por ejemplo, con la perspectiva de ataques aéreos contra la Unión Soviética a través del Finnmark, que estamos tan fuertemente implantados en esa región.»
«Si tenemos en cuenta el interés más general del ROC, tengo tendencia a pensar que podríamos obtener resultados mucho mejores en el sur de Noruega. Siguiendo esa lógica, deberíamos tener cuidado de no malgastar nuestros recursos asignando demasiadas tropas al Finnmark.» [17]
El ministro de Defensa sabía muy bien el interés estratégico que tenía el norte de Noruega para Londres y Washington. En efecto, durante todo el periodo de la guerra fría, Noruega vigiló 192 kilómetros de frontera con la URSS, en una región muy despoblada y helada durante la mayor parte del año. A los ojos de la OTAN, el país tenía una importancia estratégica comparable a la de Turquía en el sur ya que se extendía hacia el este más allá de la neutral Finlandia y se hallaba por ende más cerca de Moscú que cualquier otro país de la alianza. Podía, por lo tanto, servir de puesto de escucha y de base para el despegue de los aviones espías de la CIA y, al menos teóricamente, para los bombarderos de la OTAN, como indicaba Hauge en su carta. Pero, para el ministro de Defensa, los preparativos para la resistencia ante una invasión extranjera eran más útiles en el sur del país, más densamente poblado.
Hauge no estaba enteramente satisfecho con la manera como se financiaba el ejército secreto. Estimaba que Noruega estaba asumiendo una parte demasiado importante de los costos. Según los términos del acuerdo entre las tres partes implicadas en la creación de la red ROC, Estados Unidos y Gran Bretaña debían proporcionar gratuitamente los equipos de radio mientras que Noruega pagaba el 50% del resto del material y corría con los gastos del entrenamiento de sus combatientes. Hauge llegó a la conclusión de que
«en esas condiciones, las operaciones del ROC servian más los intereses de los Aliados que los de Noruega» [18].
El ministro de Defensa calculó que su país estaba pagando en realidad dos tercios de los gastos que ocasionaba la organización stay-behind mientras que la CIA y el MI6 financiaban el resto. Pero se dio cuenta sobre todo de que los gastos del ROC representaban más de la mitad del presupuesto total del NIS, el servicio de inteligencia noruego. Así que, en una nota sin fecha de 1950, sugirió que, además de los equipos de radio, Estados Unidos y Gran Bretaña –que tanto interés parecían tener en aquella red stay-behind noruega– deberían asumir también la totalidad del costo de todo el equipamiento. Como compensación, Noruega se encargaría de pagar por sí misma a los agentes del ROC y se encargaría también del entrenamiento. Parece que Washington y Londres aceptaron aquella sugerencia de Hauge porque a partir de entonces se redujo la factura de los noruegos. Para el año 1952, el costo total de funcionamiento de la red Rocambole se elevó 1 500 millones de coronas, monto que se dividió a partes iguales entre los 3 servicios implicados: el NIS, la CIA y el MI6. Los costos anuales parecen haberse estabilizado posteriormente porque 13 años más tarde, en 1965, la tercera parte que debía Noruega se elevaba a 600 000 coronas [19].
Como en los demás países de Europa occidental, la información sobre el ejército secreto anticomunista llegaba solamente a las personas estrictamente implicadas. Durante la creación de ROC, varias reuniones internas se desarrollaron, al menos una por semana, en presencia del director Jens Nordlie y a menudo también en presencia de Evang, el jefe del NIS. A partir del final del otoño de 1950, los representantes locales de la CIA y del MI6 participaron también en esas conferencias. Los contactos con el ministro de Defensa seguían siendo muy ocasionales y casi siempre en forma de discusiones informales entre este último y Evang o Nordlie. Ni siquiera la policía noruega, comparable al FBI estadounidense, fue informada de la existencia de la red stay-behind y, al igual que en todos los demás países implicados, el parlamento –representante del pueblo noruego– nunca oyó hablar de aquel ejército secreto [20].
En octubre de 1951, durante una de las reuniones del ROC, se habló de la transmisión de la información al ministro de Defensa así como a Londres y Washington. Nordlie sugirió presentar a Hauge solamente un breve resumen de las actividades del stay-behind noruego a intervalos regulares «porque seguramente que él está ya tan sobrecargado de trabajo que no tiene tiempo de leer un informe tan detallado» [21]. Se decidió entonces que la CIA y el MI6 recibirían regularmente informes detallados sobre el ejército secreto, sobre todo para que los servicios secretos anglosajones pudieran tener una idea de «la seriedad y el profesionalismo desplegado en la distribución de unas 30 toneladas de material». Sin embargo, el ministro Hauge solamente tendría acceso a los informes íntegros si lo pedía expresamente, si no tendría que conformarse con un resumen. En enero de 1952, Hauge presentó su renuncia. Se ignora hasta dónde fueron informados sus sucesores en el ministerio de Defensa sobre la altamente secreta red ROC [22].
En abril de 1949, 12 países –entre ellos Noruega– firmaron el Tratado del Atlántico Norte. En lo adelante, la acción del ejército secreto noruego fue estrechamente coordinada por el departamento de Operaciones Especiales de la alianza atlántica. Los archivos del ministerio de Defensa de Noruega sobre el ROC confirman que en agosto de 1951, el comandante supremo de la OTAN en Europa (SACEUR) creó el CPC, o sea el comité encargado de planificar las operaciones clandestinas y de dirigir la red stay-behind europea [23].
En abril de 1952, al director del NIS Evang se le informó que el SACEUR había ordenado al CPC convocar a los representantes de los servicios secretos de los países miembros [de la OTAN]. Como todos los jefes de los servicios de inteligencia europeos, Evang recibió por lo tanto una invitación a viajar a París el 7 de mayo para participar en una reunión de información sobre la situación de la red stay-behind y una discusión sobre las relaciones entre el ROC y el CPC, posiblemente en presencia del SACEUR de aquel entonces, el general estadounidense Matthew Ridgway.
Antes de la reunión, Evang se puso en contacto con su homólogo de Dinamarca para definir una posición común ante los temas que pensaban que iba a plantearles la OTAN. Se pusieron de acuerdo en que harían saber claramente al CPC que los ejércitos secretos ROC y Absalón intervendrían únicamente «ante la posibilidad de una ocupación total o parcial y duradera». Estaba totalmente excluido que se utilizara la organización en el marco de lo que Evang llamaba el «combate normal», definición vaga con la cual se refería quizás a la agitación política interna o a posibles proyectos de golpe de Estado [24]. A Evang le preocupaba especialmente la amenaza que podía representar para la soberanía de Noruega un CPC bajo control estadounidense, preocupación que reflejó en las notas que tomó durante aquella reunión:
«Se decidió además que el stay-behind sea ante todo un instrumento a la disposición de los gobiernos nacionales, donde quiera que estos se encuentren, y que su función primaria era constituir un núcleo con vista a reconquistar zonas provisionalmente abandonadas al enemigo.»
En los escritos del noruego [Evang] también puede leerse:
«Somos nosotros quienes tenemos que garantizar que en último lugar sean efectivamente los respectivos gobiernos quienes ejerzan el control [sobre los ejércitos secretos]. Es evidente que eso sólo será posible mediante el control de las comunicaciones y si la identidad de los operadores es totalmente desconocida para todos, con excepción de un pequeño número de responsables en el país interesado. Ese punto de vista no debe sin embargo ser expresado en las reuniones internacionales.» [25]
En noviembre de 1952, el puesto de mando de las operaciones de guerra secreta de la OTAN –CPC– sometió a la aprobación de los jefes de los servicios secretos nacionales un documento que enumeraba toda una serie de actividades de «guerra no convencional» que los servicios de inteligencia y los ejércitos stay-behind debían realizar a nivel nacional encargándose de garantizar su planificación y preparación. En tiempo de paz, especificaba el documento, el CPC asumiría el papel de coordinador, en estrecha colaboración con el SACEUR. Durante la «fase de acción», que estipulaba probablemente varios niveles de alerta –desde el golpe de Estado interno hasta la invasión del territorio por los soviéticos–, el SACEUR asumiría el mando de las secciones de los servicios secretos nacionales puestas a la disposición de la OTAN, entre las que se hallaban las redes stay-behind. Los representantes de Noruega temían que su ejército secreto se convirtiera en un instrumento de Washington o de Londres, así que el NIS insistió en lograr que el gobierno de Oslo conservara «el derecho a encargarse de la situación política en Noruega bajo cualquier circunstancia» así como «el derecho soberano de supervisar y dirigir el esfuerzo de guerra clandestino que juzgase necesario para conservar el control político en Noruega». [26]
La mayoría de los agentes de los servicios secretos noruegos no podían aceptar la idea de la presencia de un ejército secreto de la CIA en su país bajo la autoridad de un SACEUR estadounidense. Lo anterior se pone de manifiesto en una nota interna del NIS fechada en enero de 1953:
«Durante la última guerra, el gobierno noruego se refugió fuera de las fronteras del país, pero siempre conservó sus poderes constitucionales y pudo así ejercer sus funciones gubernamentales a pesar de la ocupación enemiga.
Basado en esa experiencia, el gobierno noruego tiene la intención de conservar la dirección política del país, incluso en las zonas ocupadas.»
Esto demuestra que la idea de que el SACEUR estadounidense, o sea el comandante supremo de las fuerzas de la OTAN [que siempre ha sido un militar estadounidense. Nota de RV.], asumiese el control del ejército secreto noruego en caso de crisis era ampliamente impopular. El memorándum del NIS señalaba lo siguiente:
«El principio de una subordinación del movimiento de resistencia a un general estadounidense y a un grupo internacional de oficiales provocaría un escándalo en el país si llegara a divulgarse antes de una posible ocupación; después de una invasión, sería un argumento de peso para la propaganda enemiga». [27]
A pesar de las reservas expresadas por Oslo en aquel momento, la CIA y el MI6 desarrollaron al cabo de los años una influencia considerable sobre el ejército secreto noruego. En 1955, Harbitz Rasmussen, alto responsable del ROC, dirigió al director del NIS –Evang– una nota informándole que copias de los expedientes personales de los agentes de Rocambole habían llegado a Londres y Washington. Además, la CIA y el MI6 habían obtenido también toda la información necesaria para comunicarse por radio con las redes stay-behind y controlarlas. Rasmussen, quien deploraba tal situación, subrayaba que aquellos datos estaban en sobres sellados y sugería a Evang que emprendiese un trámite tendiente a recuperar aquellos sobres y ponerlos bajo «control estrictamente noruego» en Londres y Washington, en las embajadas de Noruega en ambas capitales. [28]
No se sabe, porque no se han hallado pruebas de ello, si Evang logró tal cosa o no. Lo que sí se sabe con toda certeza es que la confianza del propio Evang en Estados Unidos cayó en picada en 1957, lo cual provocó una grave crisis entre el NIS noruego, por un lado, y la CIA y la OTAN, dominada esta última por Estados Unidos. Evang se enteró aquel año de que un miembro estadounidense del cuartel general de las Fuerzas de la OTAN en el norte de Europa «mostraba gran interés por la inteligencia militar en general y había traducido en su servicio datos sobre ciudadanos noruegos, específicamente sobre pacifistas y personas que se oponen a la OTAN». Las autoridades noruegas arrestaron a aquel ciudadano estadounidense y descubrieron que el mismo individuo había espiado también a altos representantes del Estado, actividad de la cual rendía cuentas a un oficial del SHAPE. Aquella nueva provocación encolerizó a Evang, quien exigió entonces que se abordara el tema como cuestión prioritaria en la próxima reunión del CPC en París, el 19 de noviembre de 1957.
Fue por lo tanto en un clima particularmente tenso que los directores de los servicios secretos europeos se reunieron aquel día en la avenida Deloison, en el parisino barrio de Neuilly. El coronel Blaer, oficial británico encargado de presidir la reunión, abrió el encuentro explicando que el NIS «estaba extremadamente preocupado por ciertos actos de los agentes de Kolsas. Eso concierne a SB [stay-behind], Psywar [guerra sicológica] y el contraespionaje.» Evang tomó entonces la palabra y lanzó una severa advertencia a la OTAN:
«Todo iba bien hasta que supimos, el año pasado, que agentes de AFNORTH seguían trabajando en los programas Psywar y E&E (Evasión y Escape) y que, en ese marco, hacían también listas negras de personalidades influyentes».
Después de esa explicación, Evang señaló:
«Para que altos personajes de la sociedad noruega aparezcan en tales listas tiene que haber algún problema en algún lugar. También mi gobierno toma este asunto muy en serio y he recibido la orden de no participar en ningún programa internacional si han de mantenerse tales acciones.»
Evang estaba realmente preocupado y advirtió que Noruega abandonaría el CPC si la OTAN insistía en violar clandestinamente la soberanía de sus miembros.
«En lo que concierna a Noruega, nuestro interés por el programa del CPC como tal ha venido disminuyendo constantemente desde 1954 ya que no le vemos ningún futuro. Nuestra concepción es desarrollar una red stay-behind destinada a ser utilizada en nuestro territorio para liberarlo en caso de ocupación» [29].
El brigadier Simon, responsable del Departamento de Proyectos Especiales del SHAPE y del CPC trató de tranquilizar a los representantes noruegos. Pronunció un desmentido clásico y convincente donde admitía que el estadounidense en cuestión había trabajado para una sección de los Proyectos Especiales pero negó que hubiese actuado así por orden de sus superiores. Evang sostuvo que él no estaba en un error y dejó planear la amenaza noruega de retirarse del CPC hasta tanto la situación no regresara a la normalidad. La OTAN y la Casa Blanca se sorprendieron cuando lo vieron concretar su amenaza. Varios altos responsables de la alianza atlántica le escribieron tratando de convencerlo de que trajera nuevamente al NIS a la mesa del CPC. El 14 de octubre, Evang se reunió con un general estadounidense que finalmente logró convencerlo. Sin embargo, para volver al Comité, Evang exigía una carta de excusa con los siguientes puntos:
« a) el asunto tenía que haber sido resuelto,
b) el SHAPE prometía poner fin a toda actividad de ese tipo,
c) el CPC tenía que pedir el regreso de Noruega» [30].
Al recibir Noruega dicha carta, su red ROC se reincorporó al comité director de la red stay-behind poniendo fin así fin a la crisis.
¿Representa un importante riesgo para la seguridad de un país el hecho de aceptar en su territorio la presencia de un ejército secreto dirigido en parte por sus propios servicios secretos militares y en parte por potencias extranjeras con intereses propios y muy específicos vinculados a los objetivos de la guerra fría? O, por el contrario, ¿garantiza ese tipo de ejército la seguridad del Estado ante las amenazas que pueden pesar sobre él? Esas eran las preguntas que quitaban el sueño a los comandantes de la red stay-behind noruega durante la guerra fría y también las que plantearon una buena cantidad de observadores en Europa a raíz de la revelación de la existencia de la organización clandestina, en 1990. El éxito de la operación dependía de una confianza total en la integridad y la lealtad de quienes financiaban aquello: Estados Unidos y el Reino Unido. «¡Tenemos que confiar en nuestros aliados!», aconsejaba el comandante stay-behind noruego Sven Ollestad, incluso después de la crisis del CPC. Pero las operaciones de desestabilización y manipulación política que la CIA y el MI6 realizaban en el marco de la guerra fría y más allá de esta llevaban a ciertos responsables noruegos a desconfiar.
«La atmósfera era tensa» en el cuartel general del stay-behind noruego en Oslo, que se hallaba en la intersección de Gronlandsleiret y Platous Gate, según cuentan los historiadores Bye y Sjue, cuando se discutió sobre el control total e independiente que los aliados querían ejercer sobre la red clandestina. Pero
«el jefe, el teniente coronel Sven Ollestad, ya se había formado su propia opinión sobre el asunto y había ordenado transmitir al MI6 el código de seguridad nacional que permitía activar el conjunto de la red stay-behind».
Al renunciar de aquella manera al control del ejército secreto noruego se acababa de renunciar a toda una parte de la soberanía nacional, lo cual provocó una ola de «enérgicas protestas de parte de los más cercanos colaboradores [de Ollestad]». Protestas que fueron ignoradas [31].
En el agitado contexto del fin de los años 1960, caracterizado por el «flower power», los movimientos no violentos, las protestas estudiantiles y las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, los periodistas noruegos tenían tendencia a poner en duda la palabra de Estados Unidos. Y en diciembre de 1967 publicaron un documento interno de la OTAN altamente secreto y no fechado.
«En caso de desórdenes internos que puedan obstaculizar la misión de las tropas estadounidenses, como una insurrección militar o un amplio levantamiento popular contra el gobierno del país que las acoge, [el ejército estadounidense] debe recurrir a todos los medios para poner fin a esos desórdenes con el uso de sus propios recursos.»
Aquel documento se refería especialmente a Europa Occidental y, en particular, a Noruega, Grecia, Turquía, Alemania Occidental, Francia, Italia, los Países Bajos, Luxemburgo y Dinamarca. Estados Unidos temía que las grandes manifestaciones contra la guerra de Vietnam llevaran a los gobiernos y pueblos de los países de Europa Occidental a volverse en su contra y a convertirse en una amenaza para el trabajo de las fuerzas estadounidenses y la OTAN. Firmado por el general estadounidense J. P. McConnell, vicecomandante de las fuerzas estadounidenses en Europa, el documento explicaba bastante sutilmente que, en ciertas circunstancias particulares, Estados Unidos podía verse llamado a intervenir en un país europeo miembro de la OTAN para poner fin a desórdenes internos, incluso sin el consentimiento del gobierno de dicho país:
«Si esas acciones resultasen insuficientes, si el gobierno en cuestión pidiese ayuda o si el comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en Europa llegase a la conclusión de que el gobierno es incapaz de poner fin a los desórdenes, entonces las tropas estadounidenses podrán tomar las medidas que él crea necesarias, por iniciativa propia o en cooperación con el gobierno interesado». [32]
Queda por precisar si aquellas operaciones implicaban la intervención de los ejércitos stay-behind bajo el mando de la OTAN.
Aquella muestra del desprecio de la Casa Blanca y del Pentágono por la soberanía de las naciones extranjeras no pudo menos que fortalecer la desconfianza de varios agentes de la red stay-behind noruega hacia la OTAN, la CIA y el MI6. El clima de tensión internacional que reinaba en el CPC no tardó en transmitirse al ACC, el otro centro de mando stay-behind. Al igual que todos los demás ejércitos secretos de Europa, el ROC también participaba en las reuniones del ACC, que aparece en varios documentos noruegos bajo la denominación de «Allied Clandestine Co-operation Groups» (ACCG). El historiador noruego Riste observa que los documentos del ACC especifican «en al menos 6 ocasiones: “el mando y la dirección quedarán permanentemente en manos de los servicios clandestinos nacionales”», mientras que los archivos noruegos se muestran más críticos: «se expresaron temores en cuanto a la superioridad del ACCG SHAPE» sobre la soberanía noruega. [33]
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Héroe de la Segunda Guerra Mundial, Sven Blindheim (1916-2013) luchó como miembro de la red Milorg. Después de la guerra se convirtió en instructor del Gladio y creó la rama finlandesa. Asqueado ante la evolución del stay-behind, dejó los servicios de inteligencia y se hizo historiador. En 1977 fue condenado a prisión con remisión condicional por revelar secretos militares en su entrevista al diario Ny Tid.
Como la mayoría de las redes Gladio de Europa, el ejército secreto noruego cooperaba estrechamente con los SAS británicos y los Boinas Verdes estadounidenses; los miembros del Gladio incluso se entrenaban en Estados Unidos e Inglaterra. El mayor Sven Blindheim, alto responsable del ROC, sirvió él mismo numerosos años como instructor en la «Nursery», el centro de formación para operaciones especiales de Fort Monkton, en Gran Bretaña, donde también fueron enviados los miembros italianos del Gladio. En 1952, Blindheim y el coronel Sven Ollestad habían seguido los entrenamientos Gladio en Estados Unidos, con toda seguridad junto a los Boinas Verdes, en el centro de Fort Bragg [34].
Para Bye y Sjue, según las notas tomadas por Blindheim, «lo que la CIA enseñaba se basaba en “10 mandamientos clandestinos”» que confirman explícitamente la vocación simultáneamente militar y política de los ejércitos secretos. Después de insistir en la naturaleza clandestina de la operación, la doctrina stay-behind establecida por la CIA especifica que:
« 1- Las operaciones clandestinas son un instrumento de combate militar y político.
2- El objetivo de una organización stay-behind es garantizar permanentemente una capacidad operativa de sabotaje, espionaje, guerrilla, evacuación y exfiltración en regiones y países que pudiesen caer bajo control soviético y comunista.»
Para ser capaz de realizar aquellas misiones, la red tenía que ser perfectamente confiable:
« 3- El principio de confidencialidad es sagrado. Cada eslabón debe saber lo menos posible sobre el conjunto de la estructura y debe ser imposible que cada individuo logre saber absolutamente nada sobre el resto de la organización y las demás personas implicadas.
4- Las unidades de una red stay-behind deben funcionar independientemente unas de otras y los “encuentros” deben tener lugar únicamente en el cuartel general [, incluyendo el ACC y el CPC, los dos comités stay-behind dentro del SHAPE y la OTAN].
5- Antes de planear el reclutamiento de un candidato, utilice todas las fuentes de información y verificación disponibles: policía, escuelas, clubs, empleadores, amigos, conocidos, vecinos, escuchas, registros de su domicilio. Es imperativo realizar una vigilancia continua y de larga duración sobre el candidato antes de cualquier reclutamiento.» [35]
Todavía no se sabe si instructores y miembros de las fuerzas especiales estadounidenses y británicas viajaron a Noruega para entrenar allí a los soldados del ejército secreto ROC, como hicieron –por ejemplo– en Bélgica o en la neutral Suiza. Según el historiador Riste, los servicios secretos noruegos se mostraban
«desconfiados ante las proposiciones que podían permitir que los británicos y los estadounidenses interfirieran con su trabajo en el territorio nacional. Eso tenía que ver, entre otras cosas, con una oferta de asistencia de las fuerzas especiales estadounidenses estacionadas en Alemania o de unidades del Special Air Service británicos (SAS) cuyas misiones incluían específicamente el apoyo a los movimientos de resistencia en los países de la OTAN.» [36]
Tampoco se sabe con precisión en qué medida la sustitución, en 1966, del director del NIS Evang –jefe bastante mal visto en Washington debido a su pasado como izquierdista y sus críticas al CPC– por el coronel Johan Berg influyó en la cooperación con la CIA, el MI6 y los comités CPC y ACC de la OTAN. Pero sí parece que se establecieron vínculos más estrechos con los servicios secretos noruegos.
Fue en 1978 que la clandestinidad del Gladio noruego se vio más gravemente afectada, cuando un policía que investigaba sobre un contrabando de alcohol descubrió por pura casualidad un importante escondite de armas subterráneo del ROC que contenía al menos unas 60 armas, entre ellas numerosos fusiles automáticos, 12 000 cartuchos, explosivos y material de comunicación sofisticado. El policía, que nada sabía de la red stay-behind, incluyó en su informe todo lo que había descubierto y la información llegó a oídos de los periodistas. «Si el policía hubiese estado al tanto del secreto se habría enterrado el asunto», analizó en 1990 Nils Gleditzch, del Instituto de Investigación por la Paz de Oslo [37]. El propietario del terreno donde habían sido descubiertos la destilería y el escondite de armas del stay-behind fue identificado. Se trataba de un tal Hans Otto Meyer, agente de los servicios secretos noruegos. El hombre fue arrestado pero, para sorpresa de los investigadores, su explicación de que el arsenal había sido creado allí por los servicios secretos para ser utilizado por una célula de resistencia acabó siendo confirmada.
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Rolf Hansen (1920-2006)
Como el escándalo iba en aumento, el Parlamento noruego decidió meterse en el asunto y se quedó atónito cuando el ministro de Defensa Rolf Hansen le comunicó que una red secreta de resistencia había sido creada al término de la Segunda Guerra Mundial. Según las explicaciones del ministro, la organización había nacido de grupos privados que posteriormente habían sido puestos bajo control de los servicios secretos. Consciente de que la situación era delicada, Hansen aseguró que «la red noruega no estaba subordinada ni a la OTAN ni a ninguna potencia extranjera, excluyendo toda conexión con la CIA. Se negó, sin embargo, a entrar en detalles, declarando que las actividades de la organización debían seguir siendo secretas». [38]
Lo menos que se puede decir sobre aquellas declaraciones de Hansen, en 1978, es que eran inexactas. Lo más fuerte que se puede decir es que eran mentira. Sin embargo, en el contexto de la guerra fría, la mayoría de los diputados prefirió creer las declaraciones del ministro y no vio motivos para abrir una investigación o exigir que se desmantelara la red. Así que el caso fue rápidamente enterrado.
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William Colby (1920-1996) hizo toda su carrera en la inteligencia estadounidense. En 1973, el presidente Nixon lo nombró director de la CIA, título que conservó bajo la administración de Gerald Ford y hasta la nominación de George H. Bush a la cabeza de la agencia.
Casualmente fue precisamente aquel mismo año, en que Hansen había negado ante el Parlamento toda implicación de la CIA en la operación secreta, que apareció la prueba más contundente en contradicción con las declaraciones del ministro: las memorias del ex director de la CIA William Colby. En su libro, destinado a redorar la imagen de la CIA, Colby contaba con orgullo cómo él mismo había contribuido a la formación del ejército en el norte de Europa, o sea en Noruega, entre 1951 y 1953, cuando era un joven agente asignado a la embajada de Estados Unidos en Estocolmo. «La situación era diferente para cada país escandinavo», explicaba el ex director de la CIA. «Noruega y Dinamarca eran aliados de la OTAN, Suecia quería mantener la neutralidad que le había permitido atravesar dos guerras mundiales y Finlandia estaba obligada a observar cierta deferencia hacia la Unión Soviética, su vecina inmediata. Así que, en algunos países, los gobiernos tenían que conformar ellos mismos sus propias redes stay-behind con vista a activarlas desde el exilio para continuar el combate», precisaba el ex director de la CIA, en referencia a Noruega y Dinamarca. [39]
«Había que coordinar la acción de esas redes con los planes de la OTAN, dirigir sus antenas de radio hacia los futuros destinos del exilio y ocultar el equipamiento proporcionado por la CIA en escondites bajo la nieve, con vista a su futura utilización», explicaba Colby, antes de abordar el caso de Noruega y Finlandia:
«En cuanto a los demás países, la CIA tendría que arreglárselas sola o, en el mejor de los casos, contar con la ayuda “extraoficial” de agentes locales ya que los responsables de los gobiernos de esos países prohibían toda colaboración con la OTAN y la menor sospecha provocaría un escándalo entre la prensa comunista local, los diplomáticos soviéticos y los lealistas escandinavos que esperaban que una política de neutralidad o de no alineamiento les permitiese no tener problemas ante una Tercera Guerra Mundial». [40]
Como resultado del descubrimiento del escondite de armas, en 1978, y de las confesiones de Colby publicadas aquel mismo año, el secreto del que se había rodeado el ejército secreto noruego había volado en pedazos, amenazando además toda la red europea en su conjunto. «Resulta realmente sorprendente que ningún ciudadano de ningún Estado miembro de la OTAN haya aprovechado aquella ocasión para interrogarse sobre la situación en su propio país», comentó Nils Gleditzch en 1990. [41]
En noviembre de 1990, cuando –a raíz de las revelaciones italianas– el ejército secreto noruego ROC se vio nuevamente en medio de los debates, el vocero del ministerio de Defensa –Erik Senstad– respondió a las preguntas de la prensa con una única y lacónica frase:
«Lo que declaró Hansen sigue siendo de actualidad.» [42]
Mientras que la población se debatía entre estupefacción y desaprobación, algunos oficiales del ejército regular estimaron que la clandestinidad del ejército stay-behind era, para ellos, perfectamente justificable, incluso desde un punto de vista democrático. En 1990, el contralmirante Jan Ingebristen confirmó a la prensa que el ejército secreto seguía existiendo en 1985, fecha en la que él mismo había renunciado a sus funciones como director del servicio de inteligencia del Mando de la Defensa noruega. Ante las críticas del público, el general sostuvo que era juicioso y lógico que la existencia de las unidades stay-behind se mantuviese en secreto y que fuese únicamente por obra de la casualidad que la población, los medios de prensa y el Parlamento se hubiesen enterado de que existían:
«No hay en ello nada de sospechoso. Se trata de unidades destinadas a mantenerse detrás de las líneas enemigas en territorio ocupado y es por lo tanto necesario que se mantengan altamente secretas.» [43]
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Los periodistas noruegos Ronald Bye y Finn Sjue quisieron saber más sobre el Gladio noruego. A falta de una investigación parlamentaria, decidieron entonces interrogar al mayor número posible de ex soldados de la sombra y miembros de los servicios secretos. El fruto de aquel trabajo se publicó en 1995 bajo el título El Ejército Secreto Noruego. Historia del Stay-Behind [44].
La población noruega, bien informada y por lo tanto particularmente crítica, no pudo aceptar la idea de que un ejército secreto vinculado a la CIA hubiese existido en su país, y sobre todo fuera de todo control parlamentario, y se elevaron voces de denuncia contra aquella situación. Para no perder totalmente la confianza de la población, el ministerio de Defensa tomó la decisión inédita y juiciosa de emprender un proyecto de investigación. Los historiadores Olav Riste y Arnfinn Moland, del prestigioso Instituto de Investigación sobre la Defensa de Oslo, recibieron el encargo especialmente delicado de investigar sobre la historia del ejército secreto noruego hasta 1970 y fueron, para ello, autorizados a consultar todos «los archivos y fuentes orales que puedan presentar algún interés para su trabajo», conforme a lo que precisaban los términos del proyecto. Antes de su publicación, el manuscrito fue sometido al ministerio de Defensa para que este controlara la información que iba a divulgarse y la desclasificara, de ser necesario. El texto sólo sufrió algunos cortes menores. [45]
(Continuará…)

Actualización

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Al ser detenido, Anders Behring Breivik no opuso resistencia alguna y se presentó como miembro del Gladio, declaración que nunca se mencionó durante su juicio.
La única información que existe sobre el Gladio noruego es la que aparece en los trabajos aquí mencionados.
Pero el 22 de julio de 2011 se produjo frente a la oficina del ministro de Estado, en el centro de Oslo, una poderosa explosión que dejó 8 muertos. Dos horas después, uno o varios asesinos abatieron un total de 69 jóvenes que participaban en un campamento de verano del Partido Laborista, en la isla de Utoya. La policía demoró más de 90 minutos en intervenir. A su llegada, los agentes arrestaron a un hombre vestido de policía, Anders Behring Breivik, quien se rindió sin oponer resistencia y dijo ser miembro de la red stay-behind anticomunista. Evaluado al principio como mentalmente perturbado, Breivik fue finalmente considerado responsable de sus actos y sometido a juicio. Fue condenado a la pena máxima en Noruega: 21 años de cárcel. Persisten, sin embargo, numerosos puntos no aclarados sobre sus posibilidades reales de haber cometido él solo todos los hechos que se le imputan.
El 9 de mayo de 2011, Noruega había anunciado su intención de retirarse de la coalición de la OTAN que emprendió la guerra contra Libia. Noruega daba así la señal de retirada e Italia tomó inmediatamente una decisión similar.
RV


[1] Ronald Bye y Finn Sjue, Norges Hemmelige Haer – Historien om Stay Behind (Tiden Norsk Verlag, Oslo, 1995), p.39.
[2] El 14 de septiembre de 1965, la señora Lygren, secretaria de la embajada de Noruega en Moscú, fue arrestada por la Policía de Seguridad noruega de Asbjorn Bryhn como sospechosa de haber trabajado para los soviéticos. Su detención se produjo luego de que un agente del KGB que había cambiado de bando, Anatoly Golitsyn, hablara con el estadounidense James Jesus Angleton, el más importante cazador de agentes infiltrados de la CIA, de la presencia de una agente doble en la embajada de Noruega en Moscú, agente cuyo nombre no mencionó. El director de la policía, Bryhn, quien nunca se había llevado bien con Evang, el director del NIS, no informó a este último sino después de haber realizado el arresto y cuando los primeros detalles ya se habían filtrado a la prensa. Aquello provocó la cólera de Evang. Este último estaba convencido de la inocencia de Lygren y vio en todo aquello una grave falta de coordinación entre los servicios de policía y los de inteligencia. Las acusaciones contra Lygren resultaron infundadas y la secretaria fue liberada el 15 de diciembre de 1965. Al parecer, la información de Golitsyn que los estadounidenses habían transmitido a los noruegos había dado lugar a una confusión de identidades. Gunvor Galtung Haavik, otra mujer que había trabajado anteriormente en la embajada de Noruega en Moscú, fue puesta bajo vigilancia. Finalmente fue arrestada en Oslo, en 1977, cuando entregaba documentos a un agente del KGB. Pero Evang ya no tuvo nada que ver con aquello. El error cometido con Lygren había desacreditado tanto a Bryhn como a Evang y los dos se habían visto obligados a dimitir en 1966.
[3] Fragmento de Olav Riste, The Norwegian Intelligence Service 1945–1970 (Frank Cass, Londres, 1999), p.16.
[4] Riste, Norwegian Intelligence Service, p.226.
[5] Ibid., p.17.
[6] Según el autor y ex agente secreto noruego Christian Christensen, en declaraciones reportadas el 4 de noviembre de 1988 por la agencia internacional de prensa Reuters. En 1977 se reveló y confirmó que el agente de la CIA Alf Martens Meyer también había reclutado varios capitanes de barcos noruegos para participar en misiones clandestinas en el norte de Vietnam en los años anteriores a la intervención militar estadounidense en aquel país. Jorgen Kosmo, ministro de Defensa noruego en 1997, declaró que si los hombres de Meyer habían efectivamente proporcionado asistencia a las tropas de Vietnam del Sur y a los comandos entrenados por Estados Unidos en sus ataques contra el Viet Cong, aquellas misiones constituían una clara violación de las leyes de Noruega. (Diario británico The Guardian, 1º de mayo de 1997).
[7] Bye y Sjue, Hemmelige Haer, p.67.
[8] Riste, Norwegian Intelligence Service, p.16.
[9] Bye y Sjue, Hemmelige Haer, p.56.
[10] Riste, Norwegian Intelligence Service, p.28.
[11] Ibid., p.16.
[12] Ibid., p.19.
[13] Ibid., p.34.
[14] Ibid., p.19.
[15] Ibid., p.20.
[16] Ibid.
[17] Ibid., p.40.
[18] Como lo resume Riste, Ibid., p.37.
[19] Ibid., p.37 y 53.
[20] Ibid., p.35.
[21] Ibid., p.36.
[22] Ibid.
[23] Ibid., p.43.
[24] Ibid.
[25] Citado por Riste. Ibid., p.43.
[26] Ibid., p.44.
[27] Ibid.
[28] Ibid., p.46.
[29] Ibid., p.47.
[30] Ibid., p.48.
[31] Bye y Sjue, Hemmelige Haer, p.145.
[32] Leo Muller, Gladio. Das Erbe des Kalten Krieges. Der NATO Geheimbund und sein deutscher Vorläufer (Rowohlt, Hambourg, 1991), p.46. Y Jean-Francois Brozzu-Gentile, L’affaire Gladio (Albin Michel, París, 1994), p.199. El documento confidencial de la OTAN tiene como título Supplement N°3 to the documents of the Civil Affairs Oplan N°100–1. Aunque no se precisa, todo indica que fue elaborado antes de 1968.
[33] Riste, Norwegian Intelligence Service, p.45.
[34] Roger Faligot y Rémi Kaufer, Les Maîtres Espions. Histoire Mondiale du Renseignement. Tome 2. De la Guerre Froide à nos jours (Editions Laffont, Paris, 1994), p.62.
[35] Bye y Sjue, Hemmelige Haer, p.62. Se basan en la autobiografía de Sven Blindheim: Offiser i krig og fred [Agente de guerra y paz].
[36] Riste, Norwegian Intelligence Service, p.33.
[37] Agencia de prensa Associated Press, 14 de noviembre de 1990. Diversos textos publicados en revistas, periódicos y libros dedicados al (re)descubrimiento de la red Gladio en 1990 refieren lo revelado en Noruega en 1978. Ver el diario británico The Guardian, 15 de noviembre de 1990; Searchlight N°187, enero de 1991, p.4 y Muller, p.59.
[38] Agencia internacional de prensa Associated Press, 14 de noviembre de 1990.
[39] William Colby, Honorable Men: My life in the CIA (Simon & Schuster, New York, 1978), p.82 y 83.
[40] Colby, Honorable Men, p.82 y 83.
[41] Agencia de prensa Associated Press, 14 de noviembre de 1990.
[42] Ibid.
[43] Ibid.
[44] Ronald Bye y Finn Sjue, Norges Hemmelige Haer – Historien om Stay Behind (Tiden Norsk Verlag, Oslo, 1995).
[45] Olav Riste y Arnfinn Moland publicaron en 1977 su libro Strengt Hemmelig: Norsk etterretningsteneste 1945–1970, donde reconstruyen la historia del Gladio noruego hasta 1970, ya que después de ese año las investigaciones podían implicar a responsables que aún se mantenían activos. En 1999, Olav Riste publicó el libro en inglés, en Londres, con la editorial Frank Cass, con el título The Norwegian Intelligence Service 1945–1970. Hoy en día es el libro de referencia sobre el stay-behind noruego.

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