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sábado, 26 de octubre de 2013

LA MAFIA RADIACTIVA EN FUKUSHIMA



La agencia Reuters publica hoy un extenso reportaje sobre las condiciones de trabajo de muchas de las personas encargadas de liquidar y descontaminar la central nuclear de Fukushima. Los bajos salarios, el elevado riesgo y los engaños de las empresas responsables, que utilizan un amplio entramado de subcontratas, son la norma en el terreno más contaminado del planeta.

Tetsuya Hayashi relata que solo duró dos semanas en Fukushima porque la empresa que le contrató no cumplió lo pactado, ya que una vez desplazado allí pudo comprobar que su trabajo no sería el que le habían explicado. De hecho, Hayashi se encontró con que su destino era la zona más caliente del desastre, allí donde la radiación es más peligrosa y donde más debe limitarse la exposición de las personas por muy protegidas que vayan.

"Yo no había acordado nada de esto. Me sentí engañado y atrapado", explica el trabajador, que fue despedido tras molestar con sus protestas a una cadena de hasta ocho contratistas, los cuales fueron denunciados sin que se hayan pronunciado las autoridades laborales hasta el momento. De eso hace ya más de un año.

Pero la historia de personas como Hayashi no termina ahí, ya que todas ellas se desplazaron a Fukushima por necesidad y deben seguir buscando un trabajo con el que sobrevivir. Y dado que allí hay mucha actividad empresarial relacionada con la central nuclear y sus trabajos, pues no resulta complicado encontrar un empleo. De hecho, se estima que los trabajos de liquidación de la planta atómica conllevarán una inversión de 150.000 millones de dólares.

Así las cosas, el protagonista del relato de Reuters pudo encontrar otro empleo, pero se encontró con que el sueldo era un 30% menor que en el anterior y que, además, parte del pago se hacía en unos sobre marrones. Y esa es una de las quejas comunes entre las más de 80 personas entrevistadas por la agencia para realizar su reportaje. Al parecer, el oscuro sistema de contratas y subcontratas se asimila a una mafia radiactiva, y algunos de sus dirigentes, según confirma la misma Policía nipona, tienen vínculos con el crimen organizado.

Tepco se sienta en la cima de la pirámide de subcontratistas, que llega a tener siete o más niveles y que incluye a gigantes de la construcción como Kajima y Obayashi, que a su vez siguen subcontratando en una cadena que acaba siendo muy difusa. Y no hay que olvidar que el dinero que financia esos trabajos viene del Gobierno del país.

Gitanos nucleares

Hayashi es uno de los 50.000 trabajadores que han sido contratados hasta el momento para cerrar la planta nuclear y descontaminar las ciudades y pueblos cercanos. Pero gracias al Parlamento de Japón, que en agosto de 2011 aprobó el proyecto de ley para financiar esos trabajos, las empresas que trabajan en la descontaminación no han sido obligadas a dar información sobre su gestión o a someterse a cualquier investigación.

Y eso ha significado que cualquiera pudiera convertirse en contratista nuclear para aprovecharse del gran pastel de Fukushima.

Reuters da cuenta en su reportaje de que hay contratistas, ligados a la YaKuza, la mafia japonesa, que han llegado a "comprar" trabajadores mediante el pago de sus deudas. Y estos tienen miedo de denunciar por temor a ser incluidos en listas negras. Además, las posibilidades de cientos de empleados de encontrar un nuevo trabajo son reducidas, un factor en el que también influye su estancia en la contaminada zona catastrófica. Son los denominados gitanos nucleares.

reuters/eleconomista

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