El Council on Foreign Relations
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por Adrian
Salbuchi
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Formado a los pocos años de finalizada la Primer Guerra Mundial, el Council on Foreign Relations - "CFR" (Consejo de Relaciones Exteriores) - ha hecho sentir su poderosa influencia sobre un conjunto de hechos clave que han marcado la historia de este siglo y que han conducido al mundo al estadio crítico de un "Nuevo Orden Mundial" autocrático, que hoy se erige detrás de la fachada de la "globalización".
Primeros tiempos -
Corría el año de 1919, cuando un grupo compacto de
influyentes banqueros, abogados, políticos y académicos - todos ellos
participantes de las conversaciones entre los Aliados vencedores y las
Potencias Centrales derrotadas en los campos de batalla europeos -
reunidos en el Hotel Majestic de París, tomaron una decisión
trascendental: formar un "banco de cerebros"; una suerte de
"club de caballeros" o logia desde el cuál diseñar un nuevo
orden mundial que debía acomodarse a los intereses colonialistas
anglo-norteamericanos de aquél entonces. En Londres, este think tank
habría de denominarse el Royal Institute of International
Affairs (RIIA), mientras que en los Estados Unidos
tomaría el nombre de Council on Foreign Relations (CFR),
con sede en la ciudad de Nueva York. Ambas organizaciones portaban el
claro sello ideológico del socialismo gradual como eje de control
colectivo, que propugnara la Sociedad Fabiana financiada
por el Round Table Group del magnate sudafricano, Cecil
Rhodes y la familia de financistas cosmopolitas Rothschild.
Al CFR también le aportarían su apoyo y
financiación las más pudientes y poderosas familias estadounidenses
como Rockefeller, Mellon, Harriman, Schiff, Kahn, Warburg, Loeb y
Carnegie (ésta última, particularmente a través de su organización
precursora del CFR, la Carnegie Endowment for International
Peace).
Desde un principio, el Council
on Foreign Relations - "CFR"
(Consejo de Relaciones Exteriores) contó
con un periódico que, aún hoy, sigue siendo la publicación más
prestigiosa de los Estados Unidos en materia de análisis político: Foreign
Affairs. Entre sus primeros directivos, hallamos a hombres de la
talla de Allan Welsh Dulles, uno de los mayores exponentes de la
comunidad de inteligencia y espionaje estadounidense que consolidaría
la estructura de la CIA, al periodista Walter Lippmann
director-fundador de The New Republic, a los banqueros Otto
H. Kahn, y Paul Moritz Warburg, éste último, nacido en
Alemania y emigrado a los Estados Unidos, ya en 1913 había diseñado y
promovido la legislación que conduciría a la creación del Federal
Reserve Bank que hasta nuestros días ejerce el control de toda
la estructura financiera estadounidense. Al finalizar la Segunda Guerra
Mundial, este Banco de la Reserva Federal se vería complementado
por el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, también creaciones de miembros del CFR,
que en su conjunto controlan el actual sistema financiero globalizado.
Serían personeros del Council
on Foreign Relations - "CFR"
(Consejo de Relaciones Exteriores) ,
como su primer director, el geógrafo y presidente de la American
Geographical Society, Isaiah Bowman, quienes redibujarían el
mapa de Europa tras la Primer Guerra Mundial y que tantos trastornos
traería en las décadas subsiguientes. Fueron dos economistas del CFR, Owen
D. Young y Charles Dawes, quienes durante los años veinte
diseñarían e impulsarían los planes de "refinanciación" de
la deuda de guerra impuesta a Alemania por el tratado de Versailles.
Fueron altos directivos del Banco de la Reserva Federal quienes
generarían las distorsiones monetarias que ayudaron a desatar la crisis
financiera de 1929. Fueron personeros del CFR quienes
presionarían sobre la opinión pública - a través de los poderosos
medios de difusión bajo su control como las cadenas radiales NBC
y CBS y los periódicos Washington Post y New York
Times, para quebrar la neutralidad estadounidense ante la nueva
guerra desatada en Europa a partir de 1939, diseñando sus políticas
exteriores.
La Segunda Guerra Mundial -
Durante esta contienda en la que Estados Unidos
recién participaría formalmente hacia fines de 1941, miembros del Council
on Foreign Relations - "CFR"
(Consejo de Relaciones Exteriores) conformaron
el War & Peace Studies Group que se integró
lisa y llanamente al Departamento de Estado norteamericano diseñando
sus políticas hacia el Japón y Alemania y luego comenzando a preparar
otro "nuevo orden mundial" para después de la previsible
victoria Aliada. De esta manera, el CFR diseñó y promovió la
creación de las Naciones Unidas como instancia de administración
política mundial y algunas de sus agencias económicas clave como el FMI
y el Banco Mundial, a través de miembros como Alger
Hiss, John J. McCloy, W. Averell Harriman, Harry Dexter White y
otros.
Terminada aquella contienda, el Presidente Harry
Salomon Truman instauraría la conocida doctrina de seguridad
nacional que toma como punto de partida la doctrina del containment -
contención del expansionismo soviético - propuesta por otro
miembro del CFR a la sazón embajador en Moscú: George Kennan,
en un famoso artículo aparecido en las páginas de Foreign Affairs
y firmado "X", como así también la directiva NSC68 del National
Security Council redactado por Paul Nitze, del CFR.
Otro tanto fue el caso del así-llamado "Plan Marshall"
diseñado por un grupo de trabajo del CFR y ejecutado por W.
Averell Harriman.
Estructura de Poder -
Esta organización tan poco conocida y sin embargo
tan influyente, ha ido creciendo en influencia, prestigio y amplitud de
ámbitos de acción y, ya en nuestros días, podemos decir que conforma
el auténtico "cerebro del mundo" que direcciona el rumbo
complejo e incierto hacia el que se empuja al planeta entero. No existe
pueblo, región o segmento económico, social, o político que pueda
extraerse a su influencia y es, precisamente, el hecho de haber logrado
permanecer "detrás del telón" lo que le otorga al CFR
su inusitada fuerza. Hoy, el CFR conforma una organización
discreta de muy bajo perfil público y de alta efectividad, integrada
hoy por unos 3.600 miembros del más alto calibre, prestigio e
influencia en sus respectivas disciplinas y ámbitos de poder.
De esta manera, reúne a altos directivos de
instituciones financieras, colosos industriales, medios de comunicación
social, investigadores y académicos, altos oficiales militares,
políticos, funcionarios públicos y decanos de universidades,
facultades y centros de estudios. Sus objetivos fundamentales consisten
en identificar y evaluar amplios conjuntos de factores políticos,
económicos, financieros, sociales, culturales y militares que abarcan a
toda faceta imaginable de la vida pública y privada de los Estados
Unidos, de sus Aliados y del resto del mundo. Hoy, gracias al enorme
poder de Estados Unidos, ese ámbito de análisis del Council
on Foreign Relations - "CFR"
(Consejo de Relaciones Exteriores) abarca
al planeta entero.
Sus investigaciones y evaluaciones son realizadas por
los distintos investigadores y grupos de trabajo conformados dentro del CFR
que se dedican a identificar amenazas y oportunidades, evaluar fuerzas y
debilidades y realizar amplias planificaciones estratégicas, tácticas
y operativas en todos los ámbitos a los que nos hemos referido. Aunque
estas intensas, profundas y efectivísimas tareas se realizan dentro
del ámbito del CFR, la clave para comprender su accionar radica
en el hecho de que jamás es esta organización en sí la que opera,
sino que son sus miembros individuales los que lo hacen. Y ello
siempre desde sus ámbitos formales de acción y poder: empresas,
bancos, instituciones internacionales, gobiernos, universidades, fuerzas
armadas y medios de comunicación social. Jamás invocan, o siquiera
aluden al CFR.
Y esos ámbitos naturales de poder son, por demás,
muy poderosos ya que hoy encontramos entre sus miembros (y mencionamos a
tan sólo un ínfimo puñado de ellos al azar), a figuras como: David
Rockefeller, Henry Kissinger, Bill Clinton, la ex-secretaria de
estado Madeleine Albright, el especulador internacional George
Soros, el juez de la corte suprema Stephen Breyer, Laurence A.
Tisch (presidente de la cadena Lowes/CBS), el secretario de estado Gral.
L. Colin Powell, Jack Welsh (presidente de General Electric Company),
la asesora de seguridad nacional Condoleeza Rice, W. Thomas Johnson
(presidente de CNN), Katherine Graham (presidenta del grupo
Washington Post / Newsweek / International Herald Tribune), Richard
Cheney (vicepresidente y ex-secretario de defensa durante la Guerra
del Golfo y luego presidente de la petrolera Halliburton), George
Bush, Samuel "Sandy" Berger (asesor del presidente Clinton
en seguridad nacional), John M. Deutch (director de la CIA), Alan
Greenspan (gobernador del Banco de la Reserva Federal), James D.
Wolfensohn (presidente del Banco Mundial), Paul Volcker
(presidente del CS First Boston Bank y ex gobernador de la Reserva
Federal), William Rodees (vicepresidente de CitiGroup y
presidente de la Americas Society) John Reed (director del
Citibank), los economistas Jeffrey Sachs, Paul Krugman y
Lester Thurow, el ex-secretario del Tesoro, ex-presidente de Goldman
Sachs y hoy director del CitiGroup Robert E. Rubin, el
ex-secretario de Estado del presidente Reagan y "mediador" en
el conflicto de Malvinas, Gral. Alexander Haig, el
"mediador" en el conflicto de los Balcanes Richard
Holbrooke, el presidente de IBM Louis V. Gerstner, el senador
demócrata por el estado de Maine, George J. Mitchell, el
diputado republicano, Newt Gingrich, entre otros.
En el mundo de los negocios, de las 500 mayores
empresas del ranking de la revista Fortune (las así-llamadas Fortune
500), todas tienen algún alto directivo que es miembro del CFR.
Estas empresas facturan en su conjunto casi dos veces en PBI de los
Estados Unidos, concentran la mayor parte de la riqueza y poder en ese
país y controlan tecnologías y recursos clave en todo el planeta. En
su conjunto, emplean a más de 25.000.000 de personas en Estados Unidos.
Aquí, entonces, hallamos la clave de la alta
efectividad del Council
on Foreign Relations - "CFR"
(Consejo de Relaciones Exteriores) ,
por cuanto aquellas decisiones y planificaciones que se realizan y
acuerdan durante sus reuniones, conferencias, grupos de trabajo a
puertas cerradas, son luego ejecutadas por sus diversos miembros desde
sus ámbitos formales de poder. ¡Y qué ámbitos de poder que son
éstos! Si existe un conjunto de planes acordados respecto de, digamos,
la globalización de la economía y de las finanzas, o cuales regiones
del planeta tendrán paz y prosperidad y cuales se hundirán en
sangrientos conflictos, entonces se puede suponer que la acción
coordinada de personalidades como el presidente de la nación, sus
secretarios de estado, defensa, comercio y tesoro, de los principales
banqueros y financistas, capitanes de industria, directivos de medios de
difusión, militares y académicos, habrá de resultar en acciones
concretas, efectivas y, por cierto, irresistibles.
Pues para comprender como funciona realmente el
mundo actual, resulta preciso diferenciar el poder formal del poder
real. Lo que los medios de difusión nos transmiten con altísimo
perfil público todas las noches en los noticieros de televisión y
todas las mañanas en los diarios, no es otra cosa que los resultados
visibles y concretos de las acciones de las estructuras del poder
formal: especialmente los gobiernos nacionales y la estructura
tecnocrática y supranacional de las finanzas y las empresas. Pero el poder
real es aquél que de manera menos visible, planifica y
decide qué va a ocurrir cuando, dónde y quienes
lo ejecutarán.
Y siendo que Estados Unidos es hoy la única
superpotencia del planeta, resulta razonable suponer que esta estructura
de poder mundial - pues de ello se trata - administra su gobierno
mundial transitoriamente desde el propio territorio y estructura
política y económica de los Estados Unidos. Ello no implica que el
pueblo estadounidense necesariamente forme parte de este esquema, sino
que lo conforman sus elites y clase dirigente. Se trata, entonces, de
poder que operan dentro de Estados Unidos (como también lo hacen
dentro del Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, España, Argentina,
Brasil y Corea), pero no necesariamente pertenecen a los
Estados Unidos (como sus contrapartidas en otras naciones tampoco
representan a esos pueblos, ni obedecen necesariamente a sus necesidades
e intereses).
Para comprender como funciona Estados Unidos,
conviene recordar que sus políticas - especialmente su política
exterior - se administran desde Washington DC (ellos mismos se
refieren a su gobierno como "The Administration"), sede del poder
formal; pero sin embargo el verdadero gobierno estadounidense
rige desde Nueva York, sede del poder real. Ello es comprensible
puesto que el poder real requiere de continuidad y consistencia para
poder llevar a cabo complejas estrategias en el espacio y el tiempo que
abarcan a todo el planeta y se proyectan a través de décadas enteras.
Y no hay nada peor para la continuidad y consistencia en el diseño y
ejecución de estrategias políticas, económicas, financieras y
sociales, que el sistema democrático, el cuál con su alto perfil
público obliga a dirigentes a dar permanentes explicaciones al demos
a cada paso.
Cuánto mejor resulta operar discretamente,
desde lo que formalmente es un mero gentlemen’s club como el Council
on Foreign Relations - "CFR"
(Consejo de Relaciones Exteriores) ,
del que hombres poderosos e influyentes son miembros, directivos o
incluso presidentes durante décadas enteras sin tener que rendirle
cuentas a absolutamente nadie, fuera de sus pares dentro de la
propia organización. Así, 3.600 poderosas personas pueden ejercer una
influencia gigantesca sobre incontables miles de millones de seres
humanos en todo el planeta.
Se trata, en rigor de verdad, del eje central de una
verdadera red de hombres y mujeres poderosos, ya que el CFR
es complementado por otras organizaciones análogas tanto
estadounidenses como internacionales: The Hudson Institute, The RAND
Corporation, The Brookings Institution, The Trilateral
Commission, The
World Economic Forum, Aspen Institute, American Enterprise Institute,
Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen Politik, y el Carnegie
Endowment for International Peace, entre otros.
Todos estos think tanks o bancos de cerebros
como se los denomina en el país del norte, reúnen a los mejores
hombres en sus respectivos campos, a condición de que estén claramente
alineados con las premisas básicas de sus objetivos políticos: la
creación de un gobierno mundial privado, la erosión sistemática de
las estructuras de todos los estados-nación soberanos (aunque no de
todos de la misma manera ni al mismo tiempo, se entiende!), la
estandarización sociocultural, la imposición de un sistema financiero
globalizado especulativo-usurario y la administración de un
sistema de guerra global que mantenga la cohesión de las masas a
través del permanente azuzamiento contra algún "enemigo",
sea éste real o imaginario.
De manera que para comprender al mundo, bien vale la
pena evaluar y analizar lo que hace, dice y propaga el Council
on Foreign Relations - "CFR"
(Consejo de Relaciones Exteriores) Pues
muchas de sus actividades no son secretas, sino meramente discretas.
Cualquier persona que visite su sede en la residencial Park Avenue,
esquina calle 68 de la ciudad de Nueva York, como lo ha hecho el autor
de la presente nota, podrá solicitar un ejemplar de su último Annual
Report en el que figuran descripciones oficiales de sus actividades
y la nómina de sus más de 3.600 miembros. De manera que la
información está allí. Luego está en nosotros tomarnos el trabajo de
correlacionarla con otros datos relacionadas con estas mismas personas,
e investigar la manera en que a lo largo de este siglo, el CFR - sólo o
en coordinación con otras organizaciones hermanadas - ha ejercido
determinante influencia sobre la más amplia gama de corrientes
ideológicas, eventos políticos, guerras, fenómenos de acción
psicológica, crisis económicas y financieras, encumbramientos y
defenestraciones de personalidades de alto relieve y otros hechos
impactantes - muchos claramente inconfesables - que han marcado el rumbo
de la humanidad en nuestro tumultuoso siglo.
Es que pareciera que nos tienen a todos demasiado
ocupados y fascinados como espectadores pasivos de los vertiginosos
eventos y hechos que a diario se suceden en todo el mundo, como forma de
asegurarse que a nadie se le ocurra fijarse en otro lado, para
identificar, ya no tanto los efectos y resultados impactantes de muchas
decisiones y acciones encubiertas, sino los orígenes reales y
concretos de las mismas. Para el éxito de este gigantesco fenómeno
de acción psicológica colectiva - pues de eso se trata - los medios
masivos de comunicación social cumplen un rol vital y esencial. Pues
son ellos los instrumentos cuyo objetivo consiste en propiciar la
anulación de la capacidad de pensamiento independiente y creativo entre
los pueblos. Para ello, ahí están CNN, CBS, NBC, The New York
Times, The Daily Telegraph, Le Figaró, The Economist, The Wall Street
Journal, Corrieri della Sera, Le Monde, Washington Post, Time, Newsweek,
US News & World Report, Business Week, RTVE, todos dirigidos por
personeros del CFR y/o de sus organizaciones hermanas en otras
naciones.
Implicancias para la Argentina -
Al tomar conciencia de esta realidad pareciera que el
camino a seguir se torna cada vez más claro. Se trata de volver a
aprender a pensar con el propio cerebro; de evaluar nuestros
intereses; de ver el mundo desde nuestra óptica e idiosincrasia.
No es necesario "inventar la rueda", pues si el modelo
metodológico de organización, planeamiento y gerenciamiento político,
económico, financiero y social ha dado al mundo anglo-sajón tan
grandes logros, pues, entonces, ¡aprendamos de él!
¿Porqué no constituir en nuestro país un
"banco de cerebros" que reúna a las mejores personas de
nuestros diversos ámbitos para que trabajen en pos de la recuperación
de la Argentina como nación auténticamente soberana e independiente;
que pueda interactuar con las fuerzas públicas y privadas de las demás
naciones y segmentos del planeta de manera coherente y consistente?
Ello implicaría empezar a comprender a la tan
mentada globalizacion por lo que realmente es: un amplísimo
conjunto de amenazas y oportunidades, que hemos de aprovechar y evitar
según sea el caso. De entender de antemano y en cada rubro, cuales son
las fuerzas y debilidades relativas con las que enfrentamos al resto del
mundo. Ello nos conduciría a diagramar políticas coherentes según
nuestros intereses. En verdad, ello implicaría comenzar a pensar la
Argentina.
Buena parte de esta metodología la tenemos a mano y
sólo se necesita de hombres y mujeres con ganas de utilizarla y
desarrollarla. Pues no olvidemos que en política hay sólo dos
clases de personas: las que hacen política y las que se conforman con
meramente comentarla... En el Council on Foreign Relations
se hace política. ¿No será hora que en la Argentina
empecemos a hacer lo mismo?OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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