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lunes, 14 de octubre de 2013

12 DE OCTUBRE: DÍA DE LA EMERGENCIA NACIONAL



Coronel Amadeo Martínez Inglés.- El Estado descabezado: el rey, inhábil; el heredero, ilegal.
España, amigos, es en estos momentos un país dirigido por un rey con andador, una reina Regente (de facto) con mantilla, un heredero “sin papeles” (que asume ilegalmente responsabilidades de Estado que no le corresponden), un presidente del Gobierno sin credibilidad alguna y sin dientes (yo por lo menos no se los he visto nunca y eso que le miro fijamente a la jeta en cuanto aparece en la tele), un presidente del Congreso presuntamente lascivo (¡hay que ver con que ojillos miraba el otro día a las tetonas de Femen!), una vicepresidenta del Ejecutivo de estatura media ¡je, je! pero “papal” (tiene el raro don de hablar siempre “ex cátedra”, incluso cuando dice chorradas que es casi siempre), y toda una serie de ministros (y ministras) “manifiestamente desechables” a los que es muy difícil nombrar sin insultarles, por lo que me abstengo de ambas cosas. O sea ¡qué les voy a decir a ustedes! Vivimos un desastre, una hecatombe institucional difícil de piratear por país extraño, un verdadero estado de emergencia nacional que deberíamos celebrar (mejor, sufrir) todos los españoles cada año en día tan señalado como es el 12 de octubre.

Los ciudadanos de este bendito país sabemos de sobra, porque además de fútbol vemos algún que otro telediario (sobre todo si en su sumario aparecen crímenes infantiles con mucho morbo), que nuestro “anciano y  enfermo rey que lucha por su salud” (según su ex asesora paquidérmica de buen ver), este antiguo play boy regio de las noches madrileñas, este gentleman de las finanzas hispano-saudíes que ha sabido dotarse en silencio de una apreciable fortunita, este cazador furtivo de las extensas sabanas botsuanas del río Okabango, este contumaz monarca que parece atado de por vida a su regia poltrona… y últimamente a los quirófanos privados, lleva casi dos años inhabilitado para cumplir las complejas misiones de Jefe de Estado (a título de rey, naturalmente) que un lejano día de julio de 1969 le encomendó, y que él asumió algunos años más tarde, en 1975, el entonces generalísimo de los Ejércitos nacionales, dictador máximo, y (nada de presunto) genocida, Francisco Franco Bahamonde.

Y, sin embargo, este tullido hombre de las muletas y el andador, que  a pesar de todo dirige el cotarro nacional con el mando a distancia que le prestan cortesanos y pelotas, que está peor, pero mucho peor (física y mentalmente) que “el señor Pepe” de mi barrio, un simpático vejete discapacitado con el que me topo casi todas las mañanas mientras hago footing por el parque cercano a mi domicilio y que pilota un extraño vehículo espacial con el que ya ha desgraciado a más de uno, inasequible al desaliento y sin darse cuenta del ridículo nacional y extranjero que produce a diario, amparado, eso sí, por un Gobierno asustado que no quiere por nada del mundo abrir la caja de los truenos de una Constitución que hace aguas por todas partes… sigue ahí, dale que te pego, erre que erre, operación quirúrgica tras operación quirúrgica y, entre una y otra visita al quirófano (de pago, naturalmente), bailando la penosa “danza del trompicón” y ensayando una y otra vez la difícil figura rítmica que lleva por título “Hostias, que me la pego”.

Repito, todos los españoles somos conscientes, incluido el mentiroso Rajoy y las Cortes Generales que deberían arbitrar las medidas constitucionales precisas para solucionar cuanto antes este lamentable estado de cosas, de que, desde hace por lo menos dos años, tenemos en la Jefatura del Estado  a un señor con corona, totalmente incapacitado, que lo malo no es que no nos represente (como denunciaban con vehemencia en la calle los activistas del 15-M), sino que sí, que nos representa, que representa como nadie el estado de postración y ruina en el que se debate este país y con él casi todos sus habitantes (excluidos, claro está, banqueros, políticos de categoría, empresarios donantes, futbolistas de postín, miembros de la casa real y generales con mando en plaza), esto es, empobrecido, acabado, enfermo, deprimido, esquilmado por la corrupción y necesitado de una permanente “financiación asistida” en forma de descomunales créditos semanales a cargo de voraces especuladores internacionales. Que tendrán que pagar, durante décadas y décadas, nuestros nietos, biznietos y tataranietos, ungidos como esclavos a la locomotora germana.      
         
Bueno, pues creo que queda suficientemente claro. Los españoles tenemos (como lo tuvo la NASA en su día) un problema muy serio que resolver pero, desgraciadamente, no es el único. Porque ahora resulta que la persona que los poderes fácticos del sistema ( Rajoy y sus peperos) han elegido, pasándose su propia Constitución del 78 por el arco del triunfo,  para representar al que, según el 15-M, no nos representa (y que, en realidad, sí nos representa pero no nos debería representar si él y nosotros estuviéramos un poquito mejor), o sea, el principito heredero, alias “El Preparao” y “El asturiano”, es todo un ilegal, un advenedizo, un verdadero “sin papeles” si utilizamos el popular lenguaje con el que los políticos de la derecha xenófoba asentada en este país, se dirigen a los pobres inmigrantes que, todavía a día de hoy y absolutamente desinformados, se atreven a buscar, en esta España empobrecida y corrupta, el mendrugo de pan que les niegan los dictadores y genocidas que gobiernan, es un decir, sus pobres terruños de origen.

Sí, sí, este larguirucho muchacho de barba incipiente y cuidada, de brazos normalmente más largos que las mangas de todas y cada una de sus chaquetas (atención, sastres zarzueleros), soso donde los haya, antipático de antología… y ¡ojo al dato! teniente coronel de los Ejércitos españoles por la gracia de su señor padre (de guardarropía, de atrezzo, estamos de acuerdo, pero dando el pego enfundado en un uniforme ad hoc con sus estrellas y condecoraciones, seguramente compradas al peso en el rastro y procedentes de algún espadón caribeño o africano), es un “sin papeles” en toda regla, un auténtico ilegal, un “defraudador de ley” a título personal e institucional, que no está en absoluto legitimado, ni capacitado, ni legalizado constitucionalmente, para desempeñar las funciones de Estado que está asumiendo en los últimos meses a cuenta de la eterna rehabilitación de su señor progenitor. Como por ejemplo, la de presidir el desfile de las FAS españolas del pasado 12 de octubre, día de la llamada Fiesta Nacional, y que, tal y como está el patio político, social y económico de este país, deberíamos todos los españoles ponernos de acuerdo en rebautizar como “Día de la Emergencia Nacional”. Que le cae mucho mejor.

Y es que ya está bien, señores del PP y del Gobierno con patente de corso para mangonear (sí, sí, por vía de las urnas) del mentiroso Rajoy y sus muchachos, de escudarse en la Constitución que ustedes se pasan por el forro de sus capas de armiño un día sí y otro también. Este joven ciudadano español (e italiano, creo) que ostenta el preclaro título de “príncipe de Asturias” y heredero de la corona de España, de la Jefatura del Estado, de la finca celtibérica propiedad de sus antepasados (no se sabe si por provenir de la entrepierna de su señor padre o del útero de su señora madre pero, desde luego, no por la voluntad mayoritaria del pueblo español al que nadie le ha preguntado nada en serio desde hace más de setenta años), con la Constitución en la mano jamás debería haber presidido el desfile militar del pasado 12 de octubre. Tenía (y tiene) como teniente coronel (de mentirijillas) en activo, el mismo derecho a hacerlo que un maestro armero de la División Acorazada o un cabo furriel de la Brigada paracaidista e, incluso, menos, porque con toda seguridad los propietarios de estos dos modestos empleos militares se los han trabajado con sumo esfuerzo y dedicación.     

  Y mucho menos derecho, también, que centenares de generales, jefes, oficiales y suboficiales de los tres Ejércitos que cumplen a diario unas misiones sumamente difíciles y peligrosas y que no están por la labor de que un figurín, un fantoche vestido con el sagrado uniforme con el que ellos se han jugado la piel repetidas veces en defensa de este país, presida, no una verdadera parada militar en un día tan señalado como el de la Fiesta Nacional, sino un ridículo sainete político/castrense con el fin de reivindicar su desvaída personalidad ante una próxima abdicación o inhabilitación del fantasmal rey que todavía reina y gobierna agarrado como un poseso a su andador infantil.
 
Y por supuesto, también tenía mucho menos derecho, este atrabiliario “jefe supremo de las FAS por un día” para presidir el acto que comentamos, que el presidente del Gobierno (que es la autoridad a la que le correspondía, en ausencia del rey, ya que es la que dicta la política militar de la nación, la dirige y en caso de guerra dirigiría también las operaciones de las FAS a través del mando ejecutivo del JEMAD), que el mismo JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa) y que los tres Jefes de Estado Mayor de los respectivos Ejércitos (que no sé como coño se han tragado sin rechistar semejante rueda de molino). Cualquiera de estas autoridades, empezando por la primera (el presidente del Gobierno, señor Rajoy) deberían haber presidido, con arreglo a la Constitución, a las leyes y a los reglamentos castrenses, el acto militar del 12 de octubre. Pero nunca, nunca, el asustado y acomplejado Borbón que lo hizo. Que no era nadie, absolutamente nadie, para hacerlo. Todo ha sido un despropósito, un fraude de ley, un burdo atentado a la, por otra parte, obsoleta Constitución postfranquista del 78 ¡Pues que la entierren de una vez si ya no les sirve! Porque a la mayoría de los españoles tampoco.

Pero la cosa, amigos, no es baladí porque tiene su aquél, su fin escondido, su por qué subterráneo… ya que estos dirigentes peperos adjuntos al mentiroso Rajoy serán prepotentes y fatuos pero no tontos (del todo). El fin último de estos fraudes de ley (a la propia Constitución), de estas suplantaciones ilegales de la figura del monarca (que no puede delegar en nadie sus obligaciones como Jefe del Estado y, menos aún, como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, aunque esa Jefatura sea solo protocolaria y no operativa, pues en los Ejércitos no existe la figura de la representatividad o la suplantación y si  falta un mando es inmediatamente  sustituido por el siguiente en la cadena jerárquica, con todas las prerrogativas del primero) no es otro que potenciar, maximizar, rescatar, elevar todo lo que se pueda la desvaída figura del heredero de la corona, Felipe de Borbón, ante la más o menos próxima (más bien próxima) abdicación o desaparición física (la inhabilitación legal, que debería ser inmediata a día de hoy, resulta muy problemática con este Gobierno) del actual rey de España, Juan Carlos I.

Pero lo tienen crudo estos gobernantes de la derecha recortadora si piensan que con estas cosas van a conseguir que la inmensa mayoría de ciudadanos españoles cambien de chaqueta en relación con el desprecio mayúsculo que evidencian ante la obsoleta y ridícula figura del que, según algunos pocos, poquísimos, tertulianos a sueldo, “está llamado a ser algún día rey de todos los españoles” ¡Anda ya, eso no se lo creen ni metidos durante horas, y en inmersión, en una tinaja de buen vino riojano! Pero en que época se creen que estamos.

Y para terminar, me voy a permitir lanzar una reflexión o consejo al propio Consejo de ministros del mentiroso Rajoy y su “papal” vicepresidenta:

“Señores del Gobierno, no pretendan meternos al principito con premeditación, nocturnidad y alevosía porque los republicanos de este país (o sea casi todos los españoles y todos, todos, los demócratas) hace ya meses que dormimos con uno ojo (y algunos con los dos) abierto, estamos en “prevengan” desde hace ya años, y no vamos a permitir que nos la metan doblada o sin doblar”.
“Midan bien sus fuerzas y piénsense muy lo que hacen o pretenden hacer si, en los dos próximos años, aunque disfruten de mayoría absoluta, ante el abandono del rey cazador (que evidentemente está para muy pocos trotes) deben gestionar el cambio en la Jefatura del Estado español. Ni se les ocurra poner en práctica la perversa idea de, con arreglo a la Constitución del 78 que ustedes desprecian a diario, “coronar automáticamente” al militar de atrezzo y de las medallas de latón que, con más cara que espalda, presidió el otro día la mascarada esa de las FAS asamblearias españolas, donde un teniente coronel manda más, mucho más, que el general en Jefe. Esa línea roja traspasada, o sea el colocar un nuevo rey en La Zarzuela sin consultar al pueblo soberano, representaría un verdadero casus belli para millones de ciudadanos españoles que en estos momentos aspiran a poder decidir su futuro como pueblo y a dotarse de una forma de Estado más propia del siglo XXI en el que vivimos”

“Cuidadito, señores de la política, que esto no es ninguna broma y ahora no hablamos de corrupción o trágalas partidarios. No vaya a ser, y esto no es ninguna amenaza solo prospectiva política, que tengan ustedes que blindar otra vez para esa ocasión el Congreso de los Diputados pero no con las vallas y los antidisturbios de la señora o señorita Cifuentes (que se mejore la pobre, yo no soy de los que piensan que su contacto viario y motero del pasado agosto haya sido para nada un castigo del cielo) sino con los carros de combate y los transportes oruga acorazados de la Brunete. Eso… si los soldaditos que los manejan resultan estar por esa labor.


                               Fdo: Amadeo Martínez Inglés
                               Coronel. Escritor. Historiador.           

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