Lunes, 02 de Septiembre de 2013 09:37
La decisión norteamericana de lanzar ataques militares contra Siria
tropieza con obstáculos políticos. En dos de los países aliados, Reino
Unido e Italia, hubo pronunciamientos adversos. El riesgo de guerra, de
todos modos, se mantiene alto.
Fuente: La Arena
Fiel a su conducta de mentir y asegurar impertérrito
que tales mentiras son verdades irrefutables, el gobierno norteamericano
dio por sentado que el gobierno sirio atacó con armas tóxicas el pasado
21 de agosto a población civil de Ghouta, en la periferia de Damasco.
“Nadie pone en duda que se usaron armas químicas en
Siria a gran escala. Y las fuerzas del gobierno sirio son las únicas
capaces de llevar a cabo ese ataque”, juró Barack Obama, como si su
credibilidad cotizara a precio oro. Su Secretario de Estado, John Kerry,
reiteró que las pruebas son “claras y convincentes” de que Bashar Al
Assad fue el responsable de ese presunto crimen de guerra.
El problema de Obama y Kerry, menudo problema, es que
cuando hicieron esas afirmaciones aún trabajaba en Damasco la misión de
investigación de la ONU, que hoy emprenderá el regreso a Nueva York.
Recién allí rendirá un informe a Ban Ki Moon, el secretario general.
Esos investigadores internacionales tuvieron el permiso de Al Assad para
visitar cuatro días los lugares donde se habría producido aquel ataque y
recoger pruebñ as: Ghouta, Zamalka, Ain Tarma y Yobar, así como la
localidad de Al Muadamiya. Ellos fueron atacados por francotiradores y
lo más probable es que fueran los grupos terroristas que ponen bombas y
piden la invasión de potencias extranjeras. El gobierno, como quedó
dicho, autorizó la inspección porque afirma que no tiene nada que
ocultar.
Hablando de inspecciones, la semana que viene
llegaría a Damasco la jurista suiza Carla del Ponte, ex integrante la
Corte Penal Internacional y que reviste en la Comisión de Investigación
sobre violaciones a los Derechos Humanos en Siria, de la ONU. Su palabra
será importante y la Casa Blanca le desconfía pues en mayo pasado
estuvo en Siria y afirmó que habían sido los “rebeldes” quienes habían
empleado gas sarín.
Obstáculos para Obama
El apuro de Obama y sus socios principales, David
Cameron, inglés, y Francois Hollande, francés, lo llevaba a bombardear
Siria antes del 5 de setiembre, cuando deben viajar a Rusia para
participar de una Cumbre del venido a menos “G-20”.
Ese plan bélico empieza a sufrir algunas
postergaciones, primero por razones logísticas y militares, pues no les
resulta sencillo acomodar todas las piezas navales y aéreas en la zona
en pocos días. Y sobre todo por motivos políticos: la agresión a Siria
es una causa que repugna a muchas conciencias en el planeta, incluso
donde se pergeña dicha agresión. En Estados Unidos, Reino Unido y
Francia, el índice de rechazo llega al 60 por ciento o más, un registro
que aumenta en otros países más refractarios a la invasión, como
Alemania e Italia.
En el mundo árabe, incluso en gobiernos de mucha
afinidad con los designios de Washington, como Arabia Saudita, Qatar y
Bahrein, sede de la VI Flota, también se palpa un sentimiento popular de
descontento con la posibilidad de una guerra contra Siria. Y eso lleva a
que esas casas reales petroleras no quieran comprometerse pública y
formalmente con la agresión norteamericana, aunque la alientan bajo
cuerda, como el régimen jordano y en forma más abierta, Turquía.
La lista corta de contrariedades estadounidenses es la siguiente:
-Ban Ki Moon pidió dar una oportunidad a la paz y la
diplomacia, y aguardar al regreso de los inspectores, lo que implicó una
velada crítica al lanzamiento ya de los misiles Tomahawks.
-Italia declaró que no sería de la partida ni
permitiría el uso de las seis bases de la OTAN en su territorio en
contra el país árabe, sino había legitimación de las Naciones Unidas.
Así lo manifestaron la canciller, Emma Bonino, y el ministro de Defensa,
Mario Mauro.
-El parlamento británico rechazó, en votación
bastante pareja, de 285 votos en contra y 272 a favor, el pedido de
Cameron para autorizar la participación de fuerzas militares propias en
la operación contra Damasco.
Siria se defiende
Mientras el imperio y sus más solitarios aliados
cavilaban sobre la mejor manera de sobreponerse a esos obstáculos en su
camino hacia bombardear Damasco, Al Assad ejercitó una correcta defensa
política (y seguramente, aunque al cronista no le consta, también
militar, porque ese país cuenta con un ejército fuerte, que ha
recuperado el control del territorio, y unas defensas antiaéreas
envidiables).
El primer ministro Wael al Halqi advirtió: “Siria va a
ser el cementerio de los invasores, no se va a asustar por sus amenazas
colonialistas y ninguna fuerza del mundo podrá vencerla”. Recordó, sin
faltar a la verdad, que “los países que golpean los tambores de guerra
contra Siria son los mismos que cometieron las masacres en Irak, Líbano y
otras naciones”.
Además el vicecanciller Faisal Miqdad expresó el
jueves 28 que su país había entregado a la ONU todas las pruebas y
documentaciones demostrando que en realidad las armas químicas fueron
utilizadas por los grupos terroristas, concretamente el Ejército Libre
de Siria y el Frente al Nusra, afín a Al Qaeda.
El canciller, Walid Al Moallem, había desafiado dos
días antes a las potencias agresoras a aportar qué evidencias tenían
sobre la responsabilidad del gobierno en el empleo de ese armamento
prohibido. Y hasta el momento esos imperios hicieron mutis por el
foro...
Los aliados de Damasco, como Rusia y China, han
operado en el Consejo de Seguridad bloqueando proyectos como el
británico, presentado el 28, para habilitar el uso de la fuerza
multinacional invocando el Capítulo VII de la Carta de la ONU. Y al día
siguiente volvió a fracasar otra reunión del Consejo, que por lo visto
deberá aguardar al regreso de los inspectores y la presentación de su
informe.
De lo contrario, si EE UU se obstina en golpear
inmediatamente a Siria, lo hará en un marco de soledad política y
operativa, violando la legalidad internacional y las reglas de la ONU.
Sería cuando ya tiene abierto un frente importante en Afganistán y otro
no completamente clausurado en Irak. No parece el mejor marco
estratégico para ganar en el nuevo teatro de guerra ni completar con
buen resultado los más antiguos.
Bien Argentina y Unasur
Frente a semejante riesgo para la paz en Medio
Oriente y el mundo, sobre lo que advirtió otra vez Fidel Castro el
jueves 28, la Argentina se ha posicionado correctamente.
El Palacio San Martín reclamó que dicho conflicto
tenga una solución política y no bélica. Allí se planteó: “lo que
Argentina jamás propondrá, ni avalará, es una intervención militar
extranjera. El gobierno y el pueblo argentino no serán cómplices de
nuevas muertes”.
Con esa línea política, el vicepresidente Amado
Boudou viajó a la reunión de la Unasur en Paramaribo, en Surinam, donde
ayer se aprobaban varias resoluciones. Entre ellas una auspiciada por
Venezuela, Ecuador y Bolivia, en contra de la invasión al país árabe.
Por supuesto que la prensa monopólica, siempre
insatisfecha con la política internacional de Cristina Fernández de
Kirchner en lo mucho que tiene de tercermundista, encontró motivos para
criticar.
El columnista de “La Nación”, Martín Dinatale (“La
Argentina, sin una postura definida aún”), escribió el viernes 29 que
“por un exceso de ambigüedad en este caso se puede llegar a caer en el
peligro del ridículo”. ¿Será que estos medios añoran las “relaciones
carnales” de tiempos menemo-cavallo-ditellistas, cuando se mandaban dos
barcos al Golfo Pérsico a secundar al imperio en la primera guerra
contra Irak?
El Nobel de la Guerra
Se han enumerado los elementos positivos que
problematizan los planes del Pentágono, pero eso no significa que tal
riesgo se haya disipado y menos desaparecido. Bajar a punta de misiles
el gobierno de Al Assad, apropiarse de los recursos naturales (gas y
crudo) de Siria en detrimento del comercio que éste tiene con Rusia y
China, aislar políticamente a Irán, aterrorizar al mundo árabe,
establecer en el este del Mediterráneo sus propias bases, etc, suponen
una presa apetitosa como para que el hegemonismo yanqui deseche pronto
la idea de comérsela.
La VI Flota del Mediterráneo ya cuenta con cuatro
destructores, el USS Mahan, el Gravely, el Barry y el Ramage, que pueden
lanzar misiles. Cada barco tiene 45 Tomahawks, con gran poder de
destrucción y supuesta puntería milimétrica, aunque en la guerra real
siempre provocan lo que George Bush y sus generales llamaron cínicamente
“daños colaterales”.
La zona está infectada de barcos estadounidenses,
porque en el Golfo Pérsico navega el Portaaviones Nimitz, con otros
cuatro destructores (Stockdale, Lawrence, Shoup y Higgins). En el Mar
Arábigo está el portaaviones Harry Truman y los destructores San Jacinto
y Gettysburg. Más cerca del blanco, el Pentágono dispone de las bases
aéreas de Turquía (Incirlik y Esmirna), y las que le ofrece Londres en
Chipre (Acrotiri y Dhekelia).
En diciembre de 2009 Obama recibió, aunque parezca
increíble, el Nobel de la Paz en Oslo. El comité Nobel justificó la
premiación por su “extraordinaria apuesta para fortalecer la diplomacia
internacional y la cooperación entre los pueblos”. Los genocidas están
en la Casa Blanca, pero los canallas también moran en Noruega y
Suecia...
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