La imagen del líder de la Revolución
bolchevique, Vladimir Lenin, que en los pasados veinte años lentamente
se había ido recuperando después de la campaña de criminalización
llevada a cabo por los medios de propaganda capitalista tras la
destrucción de la Union Soviética, ha cobrado últimamente un nuevo
impulso, a expensas de la decepción popular ante las consecuencias de la
gran estafa democrática en Rusia.
Una encuesta realizada por el Centro Levada,
evidencia que los trabajadores rusos de hoy perciben la figura de Lenin
como positiva, descendiendo en forma muy importante el número de
personas que veían al líder bolchevique como “un dictador”.
Paralelamente quienes piensan que Lenin fue “un gran pensador, un
visionario”, también se ha incrementado, según publica RIA Novosti.
La decepción de la mayoría de la gente
en relación a lo que se prometía a partir de los “cambios democráticos”
es lo que alimenta cada vez más el recuerdo del “luminoso pasado
soviético”, según el citado sondeo.
Además los relatos de las experiencias
personales de los ahora ancianos, aunque también de muchos simplemente
mayores que vivieron durante la existencia de la URSS, son los que
sustentan la vuelta de la mirada de los jóvenes a una sociedad “que no
tenía que preocuparse por la educación, la asistencia médica y el
trabajo”, problemas fundamentales y crecientes en la actual sociedad.
En realidad lo que está sucediendo en
Rusia, como en todos los antiguos países socialistas del este europeo,
es que el prometido paraíso capitalista, anzuelo que picaron muchos a
principios de los años 90, se ha demostrado un verdadero infierno, que
la supuesta democracia que se vendió como el camino hacia la libertad,
se ha desvelado una útil y eficaz herramienta de la dictadura del
capital, y que, en consecuencia, los trabajadores se han dado cuenta
cada vez en mayor número de todo lo que perdieron con el final de la
Union Soviética, forjada por heroes como Lenin, Stalin y tantos otros
comunistas.
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