viernes, 16 de agosto de 2013
Fue el comienzo del
verano español, y para un chico con ambiciones de ser el primero en su
familia en ir a la universidad, aquí estaba la recompensa conseguida
aprobando la química y superando las brutales pruebas de inglés de la
señora Prieto: El primer día del resto de su vida. Día de la graduación.
Pero Alejandro Gea Vida casi no se molestó en venir.
“¿El futuro?”, Dijo el
joven de 19 años de edad, doblando la esquina del Instituto Ángel de
Saavedra. En un barrio que parecía como si hubiera quedado sin aire de
repente, el estudio de fotografía de Antonio acababa de cerrar, e
incluso La repera, el equivalente a un almacén del dólar, tenía un
cartel de “Se alquila” en la ventana. “No estoy seguro de saber lo que
estamos celebrando”, dijo Alejandro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario