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sábado, 1 de junio de 2013

UNIÓN PROLETARIA ABANDONA EL PCPE





UP


La mayoría de los militantes de Unión Proletaria (UP), que nos unimos con el PCPE en Febrero de 2012, queremos dar a conocer que, lamentablemente y pese a las buenas expectativas depositadas en el proceso de unidad, hemos decidido abandonar esta organización por los siguientes motivos que pasamos a explicar.
Entendemos que la dirección del PCPE no cumple –además de algunos acuerdos orgánicos- ciertas condiciones políticas pactadas con UP sin las cuales resulta imposible la aplicación de la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo y, por consiguiente, la reconstitución de un verdadero partido comunista a partir de esta organización. Se trata de un enfoque desacertado de la relación del partido con las masas, pero también se trata de la imposibilidad de corregirlo debido al régimen interno predominante en la misma.
Un partido comunista tiene por misión unir el socialismo científico con el movimiento obrero. Para acometer una tarea tan gigantesca, Unión Proletaria defendió la necesidad de reunificar a los comunistas dispersados por la degeneración revisionista del PCE. Hace algo más de un año, valoramos que la línea política del PCPE, desde su IX y último Congreso, había progresado hacia el bolchevismo. Los aspectos de la misma con los que seguíamos discrepando podían considerarse secundarios, sobre todo porque parecían herencias meramente residuales de sus políticas anteriores.
Sin embargo, la práctica posterior del PCPE y nuestra experiencia de participación en ella nos muestran que, desgraciadamente, esas herencias no están en vías de superación: al contrario, consideramos que siguen presidiendo la cultura y la concepción del mundo de la dirección de este partido. Son posiciones que se remontan a los orígenes de su lucha contra el eurocomunismo, en los años 60-70. Para esta lucha, se tomó por base, no el marxismo-leninismo, sino el revisionismo que practicaba ya entonces el Partido Comunista de la Unión Soviética. Ahora, se ha comprendido que ese revisionismo fue el que preparó la contrarrevolución de los años 80-90 en la URSS y la mutación reformista del PCE, pero todavía no se entiende la necesidad de someter las propias concepciones a la autocrítica correspondiente. Entendemos entonces, que el reciente acercamiento del PCPE al marxismo-leninismo que favoreció el proceso unitario es aún tan parcial, superficial e instrumental que está acentuando una preocupante tendencia al dogmatismo y al sectarismo que contradice la esencia y las bases mismas de la unidad alcanzada.
Creemos que el PCPE acierta en orientar toda la labor del partido a la preparación de la revolución socialista, puesto que el capitalismo se ha desarrollado ya completamente en España. Sin embargo, consideramos que se está haciendo de una manera “izquierdista”.
La propaganda e incluso la agitación se adelantan demasiado al desarrollo real de la lucha de clases y de la conciencia de las masas proletarias. Se ensalza el objetivo del socialismo menospreciando las reivindicaciones económicas y, sobre todo, democráticas planteadas por las masas y sus organizaciones, primando además la huelga general sobre la lucha política (economicismo). Las formas espontáneas de pensamiento y organización de las masas son entendidas como causadas por la acción conspirativa y manipuladora de la burguesía sobre los movimientos de masas (sindicatos, republicanismo, 15-M, etc.), perdiendo de vista que la elevación de la conciencia de la clase obrera es necesariamente un proceso en el que “el elemento espontáneo no es sino la forma embrionaria de lo consciente”[1]. Se resaltan las diferencias de los comunistas con los sindicatos y otras organizaciones populares, hasta el punto de desincentivar su incorporación a éstos, de eludir su deber de defenderlos frente a los ataques de la burguesía, de sustituirlos por nuevos organismos controlados por ellos, que confrontan más que suman. Al final convierten al comunismo en una caricatura que espanta a las masas. Se las quiere educar sin aprender de ellas, poniendo al partido comunista por encima de las mismas, en vez de construirlo como principal instrumento a su servicio. Se pretende elevar la conciencia de las masas principalmente a través de la propaganda, olvidando que éstas sólo aprenden “por experiencia propia”[2] y que, para ello, el partido debe “poner en juego métodos de lucha y formas de organización que permitan a las masas comprender más fácilmente”[3] y “buscar las formas de transición o acercamiento a la revolución proletaria”[4]. Se lleva la lucha contra el oportunismo hasta el extremo de menospreciar a las masas obreras que se hallan bajo la hegemonía de éste y de rechazar por principio cualquier maniobra, compromiso y acuerdo con los partidos, sindicatos y demás organizaciones de masas dirigidos por reformistas. Se exagera la importancia del PCPE en detrimento de los demás destacamentos comunistas y de la propia realidad, etc. En definitiva, pensamos que no existe una concepción verdaderamente dialéctica de la línea de masas ni de la construcción misma del partido.
Para Lenin, “el mayor peligro –y quizás el único- para un auténtico revolucionario consiste en exagerar el revolucionarismo”. Anteriormente, Marx y Engels habían sentado las bases políticas del Partido Comunista en clara identidad con el movimiento obrero real y en clara contraposición con el sectarismo. En el Manifiesto del Partido Comunista advierten que “los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros. No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales [sectarios] con los que aspiren a modelar el movimiento proletario”. Y Marx explica que “para la secta el sentido de su existencia y su problema de honor no es lo que tiene en común con el movimiento de clase, sino el peculiar talismán que lo distingue de él”[5]. Esta cultura y psicología de la “distinción” es la que, desgraciadamente, vemos que impera en la política del PCPE, aunque esté motivada por el legítimo deseo de acabar con la hegemonía del reformismo burgués sobre el movimiento obrero. Y los comunistas que no quieran curarse de la enfermedad del sectarismo, no podrán contribuir a la reconstitución del Partido Comunista y, menos aun, a la emancipación del proletariado.
Por eso al PCPE no le resulta posible aplicar una táctica política que sea materialista y dialéctica, aunque lo exija el Documento de Unidad entre el PCPE y UP: “En la lucha socio-política, la relación con las organizaciones oportunistas y revisionistas es inevitable. [El partido comunista] Siempre dirigirá su crítica hacia los dirigentes de estas organizaciones, tratando en cambio de ganar para la política comunista a las masas obreras que militan en las mismas como objetivo fundamental de esta táctica de colaboración, de frente único proletario, de frente obrero y popular por el socialismo”.
El sectarismo que observamos impide incluso cumplir las Tesis acordadas por el propio IX Congreso del PCPE, allí donde se critica a quienes “alejan a las células de las alianzas políticas y frentes de masas bajo el pretexto de su posición no netamente revolucionaria”, a quienes “intentan aprovechar de manera utilitarista por el Partido cualquier movimiento plural”, a quienes “sitúan determinadas políticas del Partido como acertadas a priori y son capaces de no transmitir los fracasos de ésta”[6]. Donde se exige “saber estar en minoría [en los frentes de masas] para poder transformar la situación”. Donde se advierte que “la inteligencia política, el conocimiento del medio, el reconocimiento de las masas y saber administrar correctamente los tiempos son elementos que no podemos ignorar y que debemos gestionar correctamente para no incurrir ni en posiciones retardatarias, ni en izquierdismos estériles”[7]. Donde se insta a llegar a acuerdos unitarios para “impulsar la entrada en la escena de las mayorías trabajadoras” y para “hacer avanzar las reivindicaciones inmediatas presentes en cada lucha concreta librada por sectores obreros y populares”[8].El impedimento decisivo para subsanar los errores políticos del PCPE lo encontramos en el déficit democrático interno. Sus dirigentes lo justifican alegando la necesidad del centralismo democrático para todo partido comunista, quedándose sólo con su parte centralista. Pero este principio no tiene por objeto limitar la democracia sino hacerla efectiva, es decir, reunir todas las fuerzas del partido para la realización de sus acuerdos tomados por mayoría. Sólo las persecuciones externas y la clandestinidad pueden obligar a restringir la democracia en el seno del partido comunista; pero nunca la necesidad de asegurar el centralismo. En cambio, la dirección del PCPE lo pretende mediante una verticalidad estricta de arriba abajo, donde unos pocos dirigentes (ni siquiera los miembros del Comité Central, sino únicamente los miembros del Comité Ejecutivo) parten con todas las ventajas en cualquier debate, por encima de los demás militantes y de la razón. Por muy buenas que pudieran ser sus intenciones, lo que practican realmente es un centralismo burocrático a través del cual –como dijera Lenin- “los intentos de implantar una disciplina se convierten, inevitablemente, en una ficción, en una frase, en gestos grotescos”[9]. De ahí que se desarrolle un clima interno de fortaleza asediada, una exigencia de seguidismo ciego y de fidelidad absoluta hacia la dirección. De ahí que se limite el debate y la formación, dándoles un carácter doctrinal. De ahí que se sancione o expulse a quienes cuestionen y pongan en riesgo este régimen interno, como fue el caso de los antiguos miembros de la UJC-Madrid, sin asegurar una resolución más positiva de los conflictos. Con todo ello, sólo podemos deducir que la dirección del PCPE no ha comprendido que la destrucción del PCUS y del PCE por el revisionismo desde arriba demuestra la necesidad, no de limitar la democracia, sino de ampliarla desde abajo, dando así vida al partido.
UP
Por muchas ventajas y virtudes que tenga el PCPE (su experiencia, su mayor tamaño, sus aciertos políticos, etc.), es muy difícil corregir ese sectarismo hacia las masas y esa falta de democracia interna, ya que se refuerzan mutuamente. El Comité Central respalda estas posiciones, rechaza someterlas a un Congreso Extraordinario y la alternativa estatutaria de convocarlo por más de la mitad de los militantes se hace imposible al prohibirse la comunicación horizontal entre ellos. Las críticas de quienes venimos de UP son desestimadas y nuestra contribución política ignorada, resultando inútil nuestra unificación y, por tanto, nuestra presencia en el PCPE. En el mejor de los casos, harían falta muchos años para curar estos graves defectos. Mientras, las masas obreras y populares empobrecidas por el capitalismo en crisis no recibirían del comunismo una verdadera ayuda para superar sus limitaciones reformistas y emprender una lucha revolucionaria.
Precisamente, para contribuir a abrir camino a un partido comunista no sectario que ayude a las masas y a los militantes de otros partidos mediante la propaganda y el ejemplo, anunciamos nuestro propósito de publicar próximamente un balance más completo de nuestra experiencia en el PCPE y en otros procesos de unidad comunista y de construcción partidaria, así como nuestra voluntad de reanudar la actividad política de Unión Proletaria, orientada a la unidad de las masas obreras y de los comunistas para que puedan desarrollar su lucha de clase hacia la revolución socialista.
31 de mayo de 20

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