Sábado, 15 de junio de 2013
Hoy en una emisora de radio que no alcancé a saber cuál era, estaban haciendo una tirante entrevista al psoísta
José Miguel Monzón Navarro, de nombre artístico El Gran Wyoming. Se
trataba de una entrevista de esas de tipo cómica-seria donde se disparan
tiros a la cabeza.
Entre dimes y diretes el
entrevistador pasó, sin que viniera a cuento, del porqué Wyoming
(director de un programa satírico de la cadena televisora La Sexta), se
burla siempre del PP y no hace lo mismo con otros grupos políticos, a
echarle en cara que el comunismo había matado 100 millones de personas.
Wyoming le respondió que los nazis mataron 20 millones de rusos.
Respecto a la
afirmación del mamarracho fascista entevistador, opinamos que sí, que
los comunista mataron a gente. No sabemos cifras exactas porque esas las
dan los imperialistas, pero si fueron 100 millones se quedaron cortos.
Si no hubieran sido magnánimos, hoy no hablaríamos del mundo brutal,
pleno de genocidios implementados por la burguesía imperialista, que
padecemos. Aprenderemos para la próxima.
Respecto a la respuesta
de Wyoming (los 20 millones de rusos que, obviamente, eran los de la
Segunda Guerra Mundial provocada por los "demócratas") sus cifras son
tacañas. Murieron 23 millones de rusos y también murieron millones de
alemanes empujados a luchar contra la URSS, hubo medio millón de muertos
británicos y centenares de miles de seres humanos de otras
nacionalidades. Pero no queda ahí la cosa.
Desde que que conocemos
el capitalismo moderno, sus guerras imperiales en Europa o las
coloniales en África, han generado un número de víctimas imposible de
cuantificar. El libro negro del capitalismo cifra en 100 millones
de muertos provocados por el capitalismo en el período comprendido
entre 1900 y 1997, la mayoría caídos en la Primera y Segunda Guerra
Mundiales, pero deja al margen el genocidio imperial en toda América, no
considera los posteriores asesinatos en masa perpetrados en Libia y
Oriente Medio (sólo en Iraq los analistas citan un millón de personas),
ni las represiones internas contra su proletariado, tampoco (y esto sí
que aumenta constantemente la cifra) la muerte por hambre y enfermedades
provocadas por el expolio del Tercer Mundo (11 millones de personas
todos los años) ni los efectos que provoca la radiación de las toneladas
de bombas de uranio empobrecido abandonadas que siguen provocando
muertes, de la misma manera que el efecto naranja en Vietnam o la
radiación en Hiroshima y Nagasaki.
Observando esos datos,
que son objetivos, resulta evidente que la cifra debe ser muy superior,
diríamos que puede irse a mil millones de personas. Y lo que es peor: el
capitalismo sigue matando. Ojalá el comunismo hubiera eliminado a todos
los burgueses sin dejar ni uno.
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