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martes, 4 de junio de 2013

LA TRAGEDIA DE ESPAÑA Y LOS PREMIOS NOBEL DE ECONOMÍA

04.06.2013.



Rubén Nissensohn.-

 Con fecha 1 de mayo manifestábamos en un artículo nuestra sorpresa porque no se contemplara en absoluto, en los debates y comentarios públicos sobre la crisis que venimos sufriendo, el papel que en esta tenía el hecho de que nuestra moneda fuera el euro. Pedíamos que ese aspecto por lo menos se debatiera “con participación de los mejores economistas”.
El azar ha querido que la respuesta nos llegara solo cinco días más tarde en el artículo publicado por el periódico digital “Expansión” bajo el título “Los cinco Nóbel de Economía que contemplan la salida de España del euro”. Son pues precisamente los “mejores economistas” los que contemplan esa posibilidad o se pronuncian sobre ella.
Alguno, Paul Krugman, piensa que España estaría mejor si nunca hubiera adoptado el euro,  pero que ahora no se le ofrece al país ninguna buena opción. Admite, sin embargo, que la única forma de reducir el desempleo pasaría por el “sacrificio” que debería hacer el país al abandonar el euro.
Otro, James Mirrlees, es mucho más tajante: España solo saldrá a flote fuera de la moneda común, hay que salir del euro, imprimir mucho dinero y usarlo en inversiones públicas deseables y en políticas de empleo.
En cuanto a Joseph Stiglitz, ha dicho que seguir el camino de Grecia sería “un suicidio”, que estamos en una depresión económica sin esperanza de recuperación, que el pacto fiscal europeo no será suficiente y que se puede seguir en la Unión Europea sin compartir moneda. 
Pensamos, frente a esas decididas opiniones, que los mejores economistas del mundo no pueden estar propugnando una idea disparatada. Lo que sí se comprobaría que es un disparate es  justamente lo contrario, lo que se está haciendo y lo que están sufriendo ya millones de familias, mientras sale periódicamente un Presidente del Gobierno a hablar para no decir nada, ya que evidentemente se siente obligado a ceder a lo que se le dice desde Europa o Alemania. 
Sería hora , pues, de que se abriera el debate en la propia España, dado que se trata de una cuestión delicada al máximo, y de la más extrema gravedad. Lo que  no queda más remedio que reconocer, es que por la ruta elegida no se puede continuar. Habría que tomar medidas bien reflexionadas pero decididas, con el mejor asesoramiento posible, como el de Stiglitz o el de Mirrlees. El riesgo de pánico o fuga de capitales podría tener que prevenirse, si fuese  necesario, con medidas de tipo “corralito”.
Es evidente que este tema es tabú, totalmente contrario al neoliberalismo en cuyo universo viven nuestros gobernantes, y sufre sin salida el pueblo español.
Los políticos parecen  haber adoptado la actitud que en psicología se conoce con el nombre de “negación” de la realidad. Esta es precisamente la palabra que utilizan Andrés Ortega y Angel Pascual Ramsay en su libro “¿Qué nos ha pasado?”. No recomendamos, en cambio, el análisis que transmiten acerca de las consecuencias de la salida del euro sobre el PIB. Y ello por dos razones: si la medida fuera tan negativa no se comprende por qué las mayores eminencias la preconizan. Y segundo, los datos provienen de los círculos bancarios, que son los más adeptos a ver solo un mundo neoliberal y suponen el mantenimiento de una política acorde con tal visión. Mirrlees, por el contrario, recomienda la salida como medida inicial, pero simultánea con la adopción de una neta política keynesiana, de fomento y empleo.
El problema es más vasto. Estamos sufriendo las consecuencias de una evolución histórica de la mayor magnitud. El fracaso del marxismo, la pérdida del temor que albergaban los intereses económicos a que se acabara con ellos, la ignorancia y falta de ilusión de los votantes, la trampa siniestra para el obrero occidental que representa la globalización, nos colocan en una situación de impotencia que sería más fácil de solucionar a nivel europeo. Pero para ello debería haber un movimiento político de izquierda a ese nivel.
No existe hoy el “fantasma que recorre Europa” que en su momento representó el comunismo. No es verdad, hoy por hoy, que los trabajadores occidentales “nada tengan que perder sino sus cadenas”. Pero no parece que tardará el momento, si es que no ha llegado ya, en que muchos trabajadores españoles “nada tengan que comer”. ¿Qué pasará entonces?
Es hora de que la izquierda europea se modernice y se torne más sofisticada. No se es útilmente de izquierda por sentirse solidario con todo lo que puede oler a antinorteamericano. Lo que necesitamos es un Nuevo Socialismo Europeo Unificado que se presente a las elecciones en los distintos países  propugnando el retorno al keynesianismo y un proteccionismo de ámbito europeo.
A quienes tengan mala conciencia por sentir que esa posición privaría de ventajas a los obreros de Bangladesh, por ejemplo, respondemos: deseamos el progreso de Bangladesh, pero no basado en el trabajo esclavo resultante de la mala globalización y destinado a los mercados occidentales, en el que están sometidos a derrumbes e incendios periódicos, sino en un trabajo digno y normal en el que los trabajadores constituyan su propio mercado.
Y a quienes piensen que el proteccionismo europeo es una idea utópica y extravagante, les señalamos que es promovida nada menos que por Emmanuel Todd. Y decimos “nada menos” porque se trata del sociólogo cuya sagacidad le permitió predecir el derrumbe del comunismo muchos años antes de que se produjera, cuando ningún otro sospechaba siquiera tal posibilidad.
Pero volvamos a lo que es más inmediatamente nuestro.
La principal razón para no continuar con la política que nos viene llevando ya a más de 6.200.000 desempleados es, por supuesto, que es el más refinado ejemplo de lo contraproducente. No hay ninguna posibilidad de que, en un país destrozado por los   recortes, la ambición de competitividad en las exportaciones y la “moderación salarial”  reactiven alguna vez decididamente la economía. Incluso si aumentara algo la competitividad ¿cuánto y cuándo vamos a reducir de esa manera el desempleo, con un mercado interno anémico? No hay que ser premio Nóbel para conocer las respuestas. Solo hablando como un muñeco articulado y sin someterse a preguntas puede Rajoy evitar hablar de ello (¿darse cuenta?) El fuero interno del Presidente del Gobierno es un enigma (¿en qué puede estar pensando?).
Pero además esa política tiene consecuencias nefastas, aberrantes, injustas y antinaturales. Comencemos por esto último; lo natural es que una población debidamente capacitada, como la española, no se vea impedida de producir para vivir con un mínimo de alimentos, vivienda, etc. No puede ser que se llegue a esa situación sin que se indique claramente, de manera detallada, como se saldrá de ella.
Lo nefasto se traduce en desahucios, familias enteras desempleadas, un número creciente de desempleados que han agotado sus subsidios, suicidios, etc.
Lo aberrante e injusto, es la total ausencia de culpa de las clases sociales que sufren las consecuencias, mientras los banqueros –los verdaderos responsables- se han ocupado de asegurarse retiros millonarios.
Solo se puede aconsejar al señor Rajoy que se ponga en contacto con los señores Mirrlees y Stiglitz ,sin publicidad, y que amplíe su universo mental. Si eso fuera posible, quizá España se salvaría.

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