Toussaint Louventure
Decían los clásicos del marxismo que el
oportunismo y el reformismo penetraban en el seno del movimiento obrero
con un doble discurso. Primero y ante los sectores más avanzados y
organizados de la clase obrera y de los distintos movimientos sociales,
presenta un discurso de verborrea radical. Esto lo vemos reflejado en la
carta enviada por el Secretario General del PCE, José Luis Centella, a
su militancia en donde hacía un énfasis enorme en la necesidad de
“reconstruir el Partido Comunista en el Estado Español” para “ganar la
batalla al capital y avanzar hacia el socialismo y el comunismo”. Con
estos mensajes el reformismo quiere seguir manteniendo su militancia
fiel a los principios originales del Partido en su seno, sin que
supongan un obstáculo contestatario a las verdaderas intenciones del
reformismo, recurriendo a figuras históricas del comunismo español como
fue la referencia especial que hizo Centella en su carta al situarse “en
la senda de continuar el camino de la (re) construcción del PCE
organizado que hoy necesita la clase trabajadora, del PCE unitario de
José Díaz -Secretario General del PCE durante la Guerra Civil, artífice
del Frente Popular y figura histórica del movimiento comunista español-”[i].
Sin embargo, por otro lado lanzan otro
mensaje, un mensaje que muestra las verdaderas intenciones del
reformismo en el seno del movimiento obrero aunque pretenda presentarse
bajo careta “revolucionaria” y use el legado de los revolucionarios
históricos del movimiento. Así pues, vemos como Izquierda Unida,
federación de Partidos donde se encuentra encuadrado el PCE en el cual
milita el Coordinador General de la coalición Cayo Lara, en su
conferencia estatal sobre Europa se posiciona sin ambages por “apostar
por el Euro dentro de una Unión Europea refundada”[ii].
Vemos aquí como el reformismo enseña otra cara, ya no pretende
enarbolar esa bandera revolucionaria para ir en pos del “socialismo y el
comunismo”. Ahora con distintas artimañas dialécticas pretende nublar
la dirección táctica y estratégica de la clase obrera para arrastrarla
de nuevo al fango.
Para ellos la Unión Europea es una
estructura supranacional “buena” que sin embargo ha caído en manos de
los “malos”, los especuladores y los neoliberales que pretenden revertir
la intencionalidad “altruista”, con la que fue creada la Unión Europea
en sus orígenes, por lo cual la clase obrera podría recuperar esas
estructuras y ponerlas a “funcionar al servicio de sus intereses”. Eso
se puede observar en las declaraciones de los principales dirigentes de
Izquierda Unida, así como de sus socios del Partido de la Izquierda
Europea (PIE). Así pues vemos los empeños del europarlamentario de
Izquierda Unida, Willy Meyer por luchar por “la democratización del
Banco Central Europeo para que el euro sea una moneda de los
ciudadanos”, o las declaraciones de la representante en el Parlamento
Europeo de los socios alemanes de I.U., Die Linke, que sostenía: ”El
debate sobre el euro no nos ayuda porque el problema real es cómo podemos parar la política liberal y a la troika“.
Estas posiciones no son en absoluto novedosas, parecen recordar a las
posiciones del reformista Eduard Bernstein con su famosa frase “el fin
no es nada el movimiento lo es todo”. Es decir, no es la lucha y la
estrategia por la construcción de un proyecto revolucionario al servicio
de la clase obrera, la lucha por la ruptura con las instituciones
imperialistas es inútil porque nuestra salvación va a venir “dentro de
las mismas instituciones, cambiando su carácter y funcionalidad desde
dentro”. El reformismo con este torticero análisis muestra su ceguera en
cuanto a visión política, echa por tierra los principios fundamentales
del materialismo histórico, la lucha de clases. Observa la Unión Europea
como una institución que se encuentra “por encima de las clases
sociales”, no observa el papel fundamental que jugó el imperialismo
francés y alemán con la firma del tratado de constitución de “la
Comunidad Europea del Carbón y el Acero”. En definitiva, no saben (o no
quieren) realizar un análisis serio sobre la naturaleza de clase de los
países que formaron la Unión Europea, todos países imperialistas
europeos.
La Unión Europea se creó como medio para
una acción conjunta de los distintos países imperialistas europeos, por
crear una estructura sólida que pudiese asegurar una mayor tasa de
ganancia en el mercado mundial a las respectivas burguesías europeas.
Para ello tuvieron que profundizar en el desarrollo de la Unión y
comenzar a tejer estructuras que solidificasen la unión política,
económica y financiera de las distintas burguesías. El Banco Central
Europeo se creó como instrumento para centralizar el capital financiero
de los distintos países de la UE, es un instrumento al servicio de la
gran Banca, principalmente alemana y francesa, para imponer sus
intereses financieros sobre el resto de países miembros.
Los reformistas se agarran al mito de la
“Europa Social y protectora de derechos sociales”. No entienden que
estos derechos sociales fueron una simple concesión de las clases
dominantes debido a la presencia de un sólido Campo Socialista en
Europa. Los patrones europeos se veían en la necesidad de alejar el
fantasma del comunismo de la aspiraciones de sus obreros. Por ello,
lanzaron una ofensiva ideológica destinada a demostrar que se puede
“vivir bien dentro del capitalismo”. Por ello, se consiguieron
conquistas sociales, todas ellas pagadas con la sangre y la explotación
imperialista y colonialista de estos países a países dependientes de
África, Asia y América Latina. Una vez derrotado el socialismo en Europa
a finales del siglo XX, las distintas burguesías imperialistas vieron
el momento para recuperar el terreno perdido. Hoy en día, en medio de
una crisis estructural del capitalismo, la Unión Europea se ha
convertido en el medio principal para aplicar las medidas de agresión
contra la clase obrera. Su objetivo es superar la crisis abaratando los
costes de la fuerza de trabajo y aumentando su tasa de apropiación del
trabajo ajeno. Los rescates, el BCE, el Parlamento Europeo, las “medidas
de austeridad”, todo son elementos que sirven a las principales
multinacionales europeas y al capital financiero de Europa para sostener
su modelo de dominación. Tanto el Euro como la Unión Europea son
estructuras contrarias y antagónicas a los intereses de los distintos
pueblos de Europa y ahora esa evidencia se hace cada vez mayor. Negar
esta verdad evidente o prentender que se puede alterar desde dentro de
las mismas estructuras con las reglas del juego que ellos marcan no es
un error táctico político, es directamente complicidad con el enemigo.
Las fuerzas oportunistas europeas no
pretenden conseguir una mayor cuota de poder para la clase obrera, o
mayores beneficios sociales. Su papel fundamental consiste en embaucar a
la clase obrera con vanas esperanzas de que su difícil situación se
pueda solventar sin cuestionar la contradicción capital-trabajo y sin
romper con el imperialismo. Por las redes sociales circula una imagen
que compara a los reformistas con los “Capos” (jefes de trabajo) judíos
de los Campos de Concentración Nazis, y no les falta razón. Su función, a
efectos históricos, es la misma: pasar por ser “amigos” y
representantes de los derechos de la clase obrera sobre el papel para en
la práctica hacerlos colaborar con los verdugos. Frente a estos
oportunistas el movimiento obrero consecuente debe oponer la consigna de
Rosa Luxemburgo “Reforma o Revolución”. Recordemos que el célebre
esclavo Espartaco no pretendió acabar con la esclavitud “suavizando”
paulatinamente los métodos brutales de los esclavistas romanos, sino
dirigiendo una insurrección destinada a terminar con la propiedad
esclavista. La auténtica liberación de la humanidad solo podrá llegar
mediante la superación definitiva del capitalismo y la construcción de
un nuevo sistema que ponga la propiedad de los recursos humanos y
naturales al servicio de las necesidades humanas y no al servicio de una
ínfima minoría.
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