Verónica Gómez Calvo
Miembro de la Comisión de Servicios Públicos de ATTAC.
El 13 de Febrero el Presidente
de los EEUU, Barak Obama, el Presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy y
el Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se comprometieron a
impulsar un Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión entre EEUU y la UE a
través negociaciones y durante un plazo de dos años, creando de esta manera un
espacio de libre comercio a ambos lados del Atlántico. Aparentemente, un
acuerdo de libre mercado entre EEUU y la UE lograría un gigantesco mercado
interno que podría representar en torno a la mitad del PIB mundial y un tercio
del comercio global. Nuestra preocupación estriba en el coste que hemos de
pagar para alcanzar semejante mercado y quiénes serían los auténticos
beneficiarios del mismo.
Las negociaciones entre EEUU y
la UE tienen como objetivo eliminar aranceles, abrir a la inversión los
respectivos mercados de los servicios y la contratación pública, así como
homogeneizar los estándares y requisitos indispensables para hacer posible la
comercialización de bienes y servicios. Esto significa que EEUU y la Unión
Europea deben “armonizar” sus complejas normas jurídicas, ecológicas,
culturales y sanitarias, con el objetivo de profundizar en la liberalización.
El único ajuste posible es entonces, hacia abajo, degradándolas para ajustar
cada una de ellas a la menos exigente, ya que de otra manera, no puede haber
una mayor liberalización, y recordemos que las normas de EEUU y la UE difieren
prácticamente en todo. ¿Significa esto que los Europeos debemos rebajar
nuestros estándares y aceptar los productos estadounidenses genéticamente
modificados que en la actualidad rechazamos? ¿Significa que los trabajadores
estadounidenses tendrán que aceptar una mayor degradación laboral y de las
normas medioambientales tal y como hacen gala las corporaciones de la UE,
incluso si violan las mismas leyes de los EEUU?
Pensar sólo en términos del PIB
que este mercado podría generar, es una idea muy complaciente pero la realidad
es que no beneficia a todos por igual. La “armonización” de las normas y
estándares de EEUU y la UE daría cabida a productos y servicios más degradados,
mientras que para los trabajadores y las PYMES sólo significaría un
exacerbamiento de la ya brutal competencia, con pérdidas salariales, de
derechos laborales o de cuota de mercado para abrir el camino a las grandes
ganadoras de los mercados “abiertos”: las corporaciones.
En ATTAC creemos que este
acuerdo, fuertemente influenciado por los lobbies y negociado a puerta cerrada
y de espaldas a la ciudadanía, puede tener un impacto dramático en la vida de
muchas personas y traerá una mayor destrucción del tejido productivo y del
empleo; a la vez que limitará el
espacio político que las autoridades gubernamentales tienen para defender
legítimamente los derechos económicos, sociales y medioambientales de su
ciudadanía.
Las preguntas que debemos
hacernos son: ¿Es propio de países “democráticos” llevar a cabo negociaciones
que afectan directamente a la vida de sus ciudadanos a espaldas de los mismos?
¿Es válido cualquier tipo de “crecimiento económico”?, ¿aun cuando se haga a
costa de los derechos e intereses públicos? ¿El sistema económico debe servir a
la sociedad o es la sociedad la que está al servicio del sistema económico? ¿No
debería basarse cualquier tipo de acuerdo económico en el interés general, la
defensa del bien común y el respeto de la naturaleza?, y si no es así, ¿por qué
lo permitimos?.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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