Una de las mayores falacias vertidas por los burgueses y sus medios es la presunta -que no cierta- calidad de vida en los estados de la Península de Escandinavia, como Suecia.
Aquí tenemos un ejemplo del
abandono que sufre la clase trabajadora de los barrios periféricos de
Estocolmo, y como el racismo surge como forma de expresión del
oportunismo instalada en el seno de las capas alienadas.
El paraíso capitalista, con lugares marginales plagados de obreras y obreros en paro.
Héctor Bemejo
EFE- Varios barrios de las afueras de
Estocolmo sufrieron la pasada noche disturbios por tercer día seguido,
con una treintena de coches quemados, rotura de ventanas y
enfrentamientos con la policía sueca. Ocho personas han sido detenidas
tras los incidentes, según informó la Policía, que constató una
disminución en la intensidad de los enfrentamientos, que sin embargo se
han extendido a más suburbios de la capital sueca.
Los disturbios comenzaron el domingo en
Husby, al oeste de la capital de Suecia, donde días antes un inmigrante
con problemas psíquicos murió por disparos de la policía en su
apartamento, donde se había encerrado con su compañera, y que
supuestamente había amenazado con un hacha a los agentes, que aseguraron
actuar en defensa propia.
La Policía abrió una investigación del
incidente, pero eso no evitó que los disturbios se recrudecieran la
noche siguiente y que empezaran a extenderse a otros barrios de la
periferia cercanos.
Los medios suecos han recogido estos
días testimonios de vecinos de Husby que denuncian cargas policiales
contra niños y ancianos e insultos racistas de los agentes como
“negros”, “ratas” o “monos”, lo que ha originado críticas generalizadas y
la apertura de otra investigación policial interna.
La asociación Megafon, que trabaja con
grupos de jóvenes inmigrantes en la zona, ha vinculado las protestas con
el racismo y con la sensación de abandono que se vive en este y en
otros barrios, con índices de paro juvenil que rondan el 20%.
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