sábado, 27 de abril de 2013
La Sui Géneris,
anda enclaustrada estos días en la isla gallega de San Simón hablando
sobre "democracia"; sin embargo no tendrá una palabra de recuerdo para
los presos antifascistas encerrados, aislados y asesinados en aquel
lugar. No hay por qué escandalizarse: entre sus amigos españoles abundan
franquistas, falangistas y hasta criminales de guerra.
Exterminio en la Isla de San Simón (gracias de nuevo a la lectora que nos surte de información al respecto)
Siendo Director General
de Prisiones entre 1938 y 1942 Máximo Cuervo Radigales, se estableció
una política penitenciaria que se prolongó por décadas según la cual los
presos republicanos y antifranquistas debían pagar sus penas con la
privación de libertad y con trabajos de reconstrucción de zonas
devastadas.
El proyecto fue
gestionado por el Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo,
presidido por el padre Pérez del Pulgar, figura destacada de la Iglesia
franquista del que ya hemos hablado anteriormente y al que ya hemos
podido ver en anteriores imágenes.
Los presos forzados se
clasificaron como obreros especializados y se dividieron en varios tipos
según la obra y el lugar a ejecutarla (obras publicas, industrias
militarizadas, obras civiles, minas y talleres, obras hidráulicas, obras
forestales, carreteras, ferrocarriles, edificios públicos, etc., etc).
Pero a los franquistas
se les planteó el problema de qué hacer con los no aptos -bien por
desnutrición o bien por su avanzada edad- para ese tipo de trabajos.
Desde 1936 hasta 1944, 6000 enfermos crónicos, viejos, inútiles y
discapacitados ("impedidos") que se habían convertido en un estorbo
fueron concentrados en un único centro penitenciario, un auténtico campo
de exterminio, en el que pagaran -muchos, con su propia vida- por su
doble condición de parásitos sociales y de enemigos de la Patria. La
leprosería de la Isla de San Simón (Pontevedra) fue el lugar escogido
para encerrar a este colectivo.
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