Miguel Urbano.
La atmósfera de Caracas en vísperas de las elecciones era la de la capital de un país huérfano.
Cuando
allí desembarqué, días después del funeral de Chávez, El Comandante,
como si vivo estuviera, continuaba a polarizar el discurso de los
defensores de la Revolución y el de la oposición.
El elogio y el insulto al ex-presidente ocupaban el tiempo y el espacio en la televisión, en la radio, en los periódicos.
Pero
el forastero recién llegado se daba cuenta inmediatamente de que
Nicolás Maduro será elegido el próximo día 14, obteniendo una
confortable mayoría.
Al
partir para Cuba en diciembre, a fin de ser sometido a una nueva
operación del tumor cancerígeno, Hugo Chávez indicó el sucesor que
debería asegurar la continuidad de la Revolución. Estaba consciente de
que su esperanza de sobrevivir a una cirugía compleja era escasa. Amando
intensamente la vida, presentía la proximidad de la muerte. Y el
mensaje funcionó.
¿Por
qué Maduro y no Elías Jaua preguntaban muchos de los extranjeros que
participaron en el X Encuentro de Intelectuales, Artistas y Luchadores
Sociales en Defensa de la Humanidad, realizado en Caracas 25 y 26 de
marzo?
Elías,
ministro de Asuntos Exteriores desde inicio de año, es un intelectual
muy culto con una sólida formación política. Sociólogo, ex-profesor de
la Universidad Central de Venezuela, desarrolló un trabajo notable como
ministro de la Agricultura. Pero no es un comunicador; le falta carisma.
En las últimas elecciones concurrió al gobierno del Estado de Miranda y
perdió. Fue derrotado por Capriles Radonski, el líder de la heterogénea
coalición de fuerzas de la derecha que ahora se presenta nuevamente
como candidato a la Presidencia.
Maduro
es un ex-maquinista del Metro que subió a pulso, un caribeño que de
Chávez heredó la imaginación, el sentido del humor, el temperamento
fogoso, la capacidad de comunicar con los excluidos y transmitir en un
lenguaje directo y simple el sueño de Bolívar. Los medios de
comunicación reaccionarios y los señores de la gran burguesía le llaman
«el Encargado» y contestaron desde el inicio su Presidencia interina,
afirmando que la transferencia de poder era ilegítima, violando la
Constitución. No fue ese sin embargo el parecer del Supremo Tribunal.
El pueblo, sujeto de la Historia, aprobó la decisión de Chávez y la popularidad de Maduro creció de semana en semana.
La conspiración en marcha
Por
sí solo, la participación de altas personalidades de la Administración
Obama, incluyendo Hillary Clinton, en la campaña de calumnias
desencadenada en los EUA contra la Revolución Bolivariana constata la
certeza de que el imperialismo va a intensificar su ofensiva para
desestabilizar el país en las próximas semanas.
La
famosa agencia de rating Moody´s se apresuró a rebajar la nota de
Venezuela después de la devaluación del bolívar en un 31,7%. El The New York Timkes y el Wall Street Journal esbozan un panorama caótico de la situación económica y financiera. Mienten
sin pudor alguno. La medida y otras simultáneas -como la extinción del
Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera, SITME- fue
una respuesta indispensable a los ataques especulativos de los grandes
grupos económicos contra la moneda nacional. La fuga de dólares del país
había asumido proporciones alarmantes. Y el volumen de cambio en el
mercado negro había aumentado mucho, coincidiendo con el
desabastecimento de algunos productos de primera necesidad.
El
comercio continúa a ser dominado por un reducido número de grupos
económicos. El año pasado, de 59.000 millones de dólares de bienes
importados, 30.000 millones fueron controlados por el sector privado.
Los
problemas de desabastecimento provocados artificialmente recuerdan
situaciones ocurridas en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular.
Sin ninguna justificación, de repente, desaparecen de la red de
supermercados artículos esenciales. Después reaparecen, pero faltan
otros.
Venezuela
importa casi el 30% de los alimentos. Gracias a los progresos de la
Reforma Agraria, es hoy prácticamentre autosuficiente en carnes y
lácteos.
El
enorme aumento del consumo de muchos productos contribuye también al
desabastecimiento. Millones de personas que no tenían acceso, antes de
la Revolución, a determinados bienes pueden ahora adquirirlos gracias al
aumento de los salarios y a otro modelo de vida.
Luchar
victoriosamente contra el sabotaje de la economía es tarea difícil por
el control que la oposición tiene de los principales medios de
comunicación social.
El
aumento de la inflación es también inseparable de la permanente
ofensiva de las fuerzas contrarrevolucionarias, en una sociedad en la
cual el modo de producción y las relaciones de producción continúan
siendo capitalistas.
Pero
carecen de fundamento las informaciones sobre la inminencia de una
crisis financiera. Las reservas en divisas de Venezuela son de las
mayores del mundo gracias al flujo de dólares proporcionado por la
exportación del petróleo.
Discípulo de Chávez
Los
extranjeros que participaron en el X Encuentro de Intelectuales,
Artistas y Luchadores Sociales en Defensa de la Humanidad tuvieron la
oportunidad de mantener con Nicolás Maduro una conversación que duró
horas, iniciativa solamente posible, por la atmósfera democrática
existente en un país de América Latina que se propone construir el
Socialismo.
En
el gran salón Bicentenario del Hotel Alba fue montada una mesa
triangular rodeada de bancos altos con soportes metálicos para apoyar
los pies. En un lateral se sentó Maduro. En los otros dos García Linera,
vicepresidente de Bolivia, el cineasta argentino Tristán Bauer, el
periodista venezolano Earle Herrera y Elías Jaua, ministro de Asuntos
Exteriores. Alrededor de la mesa, en tres bancos, ocuparon lugares unos
60 invitados extranjeros, entre los cuales el norteamericano Ramsey
Clark y la colombiana Piedad Córdoba. El escenario me hizo pensar en un
teatro elisabetiano en el día del estreno de una pieza de Shakespeare.
No
tomé notas. Maduro abrió las intervenciones. Habló improvisando,
largamente. Del Comandante, héroe tutelar, de su grandeza, de su obra,
de su lucha permanente contra el imperialismo y contra los golpistas y
contrarrevolucionarios de múltiples formas. Evocó episodios reveladores
de la excepcionalidad y del humanismo de Chávez, habló sobre todo del
legado del Comandante, del desafío que representa para los compañeros y
su pueblo dar continuidad a la Revolución rumbo al Socialismo.
Maduro
no es marxista y probablemente no estudió a Marx ni a Lenin. Su
discurso es coloquial, emotivo, pero el mensaje, la opción
revolucionaria, fue asimilada por aquella audiencia atípica y algo
heterogénea.
Después
hablaron los otros cuatro miembros de la Mesa, cada cual dejando
transparecer su mundividencia. García Linera, en la apología de Chávez,
expresó otra vez una visión académica no marxista de las avanzadas
revolucionarias en marcha en América Latina.
Maduro comentó esas intervenciones, después respondió a una lluvia de preguntas.
El
ambiente era de encantamiento. El encuentro finalizó con música,
poesía, canciones revolucionarias, una de ellas de una joven
mozambiqueña.
Salud
Desafíos en cadena
Maduro
va a ser elegido el día 14. Casi seguro con una ventaja sobre Capriles
superior a la obtenida por Chávez. Eso porque, muerto, Chávez será el
gran elector.
Él
es consciente de las enormes dificultades que tendrá que superar. Es un
discípulo, un continuador, un bolivariano, pero no es Hugo Chávez.
En pocas semanas ya marcó un estilo propio.
Su
presencia en la Conferencia Nacional del Partido Comunista de Venezuela
sorprendió a algunos observadores. El hecho de que el PCV haya
proclamado Maduro como su candidato a la Presidencia antes que el propio
Partido Socialista Unido de Venezuela parece indicar que el futuro jefe
del Estado pretende reforzar la cooperación con todas las fuerzas
revolucionarias que se enfrentan con firmeza en el país por la difícil
construcción del Socialismo.
Uno de los grandes desafíos a enfrentar serán las complejas relaciones con Colombia.
Desde
la época de Bolívar el diálogo entre los dos países -unidos por un
periodo brevísimo- fue siempre difícil. Colombia es su principal socia
económica en América Latina. Millones de inmigrantes colombianos
trabajan en Venezuela
Durante
los gobiernos de Álvaro Uribe la amenaza de una guerra de baja
intensidad en la frontera occidental fue muy real. Tropas colombianas y
bandas de paramilitares penetraron muchas veces en territorio venezolano
persiguiendo combatientes de las FARC. El precedente criminal de
Sucumbíos, cuando la Fuerza Aérea colombiana bombardeó el campamento del
comandante Raúl Reyes, no fue entonces olvidado.
Con
Juan Manuel Santos las relaciones con Bogotá mejoraron mucho. Pero el
régimen colombiano es en la práctica una dictadura oligárquica con
matices fascistizantes. Ocho bases militares de los EUA instaladas en el
país son prueba de que es una semicolonia.
Un
desenlace en las conversaciones de la Mesa de Diálogo de La Habana
entre las FARC y el gobierno de Bogotá que trajera una Paz auténtica a
Colombia mejoraría las relaciones con Venezuela. Pero es improbable que
eso suceda.
La
elección de Nicolás Maduro -repito- es casi una certeza. Pero sería
poco responsable avanzar con previsiones sobre el rumbo del proyecto
bolivariano de construcción del Socialismo en Venezuela. La
Administración Obama hará todo lo posible para inviabilizarlo.
De
Caracas regreso con la convicción de que la solidaridad
internacionalista con el pueblo de Bolívar y los dirigentes que asumen
el legado de Hugo Chávez tiene una gran importancia en el contexto de la
actual crisis mundial.
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