Mikel Arizaleta
Creer que Francia, ahora en Mali, o que EE.UU. y sus aliados pueden simplemente seguir yendo por el mundo, de país en país, bombardeando y matando gente inocente –musulmanes– y no ser objeto de ataques “terroristas” es, por razones obvias, demencial.
Como sostuvo el profesor de la Universidad Bradford, Paul Rogers, el bombardeo de Mali “será presentado como ‘un ejemplo más de un ataque contra el Islam’”. Cualesquiera esperanzas que puedan existir de poner fin a la “guerra contra el terror” son sistemáticamente destruidas por las continuas agresiones.
A pesar de toda la retórica auto halagadora que las democracias occidentales gustan de aplicar a sí mismas, es extraordinario cómo estas guerras son libradas sin ninguna pretensión de un proceso democrático.
¿Qué diríamos si otros países invadieran o atacaran con bombas el nuestro y nos mataran como se hace con ellos? Criticamos a Hitler y los suyos, y 75 años después los “demócratas” que le critican practican y llevan a cabo su mismo genocidio.
Sencillamente estamos gobernados por criminales, aventadores de tortura e inhumanidad. Y la misma acusación que se hizo al pueblo alemán por su colaboración otros pueblos nos la hacen hoy a nosotros: “¿no pervive hoy en vosotros su tortura?”
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