martes, 29 de enero de 2013
Como la burguesía sabe que no tiene ni la más mínima posibilidad de crear empleo en las próximas décadas, ahora se nos descuelgan con la mamarrachada de los autónomos emprendedores. Y en qué se basa el asunto, pues en rebajar unos pocos miles de euros -dos mil- en los seis primeros meses. A eso lo llaman sensibilidad social.
Naturalmente
la medida va dirigida a los menores de 30 años, a ver si así, con un
poco de suerte, unos miles pican el anzuelo, se gastan las cuatro perras
que podían tener ahorradas ellos o sus padres, y salen de las listas
del paro durante uno o dos años. Maquillar los terribles porcentajes de
desempleo, especialmente el juvenil, no hay más que eso.
Están
cerrando pequeñas empresas por miles, lo mismo ocurre con los
autónomos, ¿de verdad piensan que una puñetera rebaja solucionará el
asunto? ¿Y la gente de dónde va a sacar el dinero para que ese nuevo
torrente de emprendedores puedan poner en marcha sus iniciativas? Pues
de ningún sitio, porque con un desempleo brutal y en plena devaluación
salarial, siendo los salarios de 1000 euros todo un objetivo suculento,
ya me dirán qué sitio hay para los nuevos autónomos, quién va a gastar.
Si a eso le sumamos que es imposible conseguir créditos, ¡con qué carajo
se va a abrir nada que no sea un tenderete de bragas y calzoncillos!
Pero
para semejante viaje no hace falta tanta medida. Si observan cualquier
país del llamado tercer mundo enseguida comprobarán que están llenos de
emprendedores. Como sus tejidos industriales son débiles se ven
incapaces de asimilar a las masas desposeídas, y éstas, por la maldita
costumbre de comer, se lanzan al emprendimiento de la chatarra, la venta
ambulante, la limpieza de parabrisas, los pequeños talleres caseros de
costura... en fin, un derroche de creatividad. Estas medidas no son más
que el reconocimiento de su propio fracaso como burguesía. La Españeta
es un país de tercera fila que lanza consignas desesperadas a un
proletariado empobrecido.
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