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viernes, 7 de diciembre de 2012

PELAR UNA GRANADA ES UN ACTO REVOLUCIONARIO?

 
  Es fácil hacer un zumo de granada. Pulsar un botón es suficiente y la batidora se encarga de todo divinamente. Lo bebes y te metes de una vez montones de vitaminas, minerales y todo eso. Pero hay que pelar la granada y de ahí viene un gravísimo problema personal y social que bajo mi punto de vista contribuye al fomento de nuestra sociedad esclavista.

Mucha gente no prueba la fruta para no tener que tomarse el tiempo de pelarla. Pelar un plátano es fácil y rápido; la pera ofrece una dificultad mediana, pero lo de la granada es una tragedia apta sólo para héroes. Trabajamos muchas horas y a llegar a casa no tenemos tiempo para ir a pelear por los granos rojos uno a uno y por eso nos vamos al supermercado y trincamos un bote de líquido de frutas del bosque o mezcla tropical pervertidos por toda una completa gama de aditivos químicos. Ese gesto tan doméstico  es a mi parecer la semilla de la dominación.  Es suficiente para generar la prosperidad de los amos que nos tiranizan, buscar la ruina de los pequeños agricultores locales, fomentar carencias nutricionales en nosotros mismos y nuestra familia, tornar las farmacéuticas en gigantes económicos, hacer polvo las finanzas de la Seguridad Social y garantizarnos una vida de marionetas en manos (perdón, en las garras) de las multinacionales.
La gran empresa incrementa su cuenta de beneficios hasta el punto de poder posicionarse en forma de lobby y decidir el contenido de las leyes y reglamentos que les afectan, en especial en cuanto a la legalidad de los aditivos químicos que resultan imprescindibles para que esas cosas que ellos venden y nosotros tragamos se mantengan mucho tiempo en los estantes de unos supermercados que casualmente son también grandes cadenas propiedad de grandes empresas capaces de integrar otros lobbies que igualmente deciden la normativa que les afecta. Al mismo tiempo, el pequeño agricultor local se consume porque estos pedazo de organizaciones compran cantidades inmensas de fruta a precios de risa. Finalmente el pequeño agricultor no puede aguantar la competencia y se ve obligado a vender sus tierras ¿A quién? Fácil: A otra gran multinacional agroalimentaria que se encargará de espolvorear frutas y verduras con mucha química y de agruparse en lobbies que decidan el contenido de  la normativa que les afecta.
No tenemos tiempo, vale sí. Vamos de culo… es cierto. Hay que trabajar un güevo para llegar a fin de mes, no lo discuto. Llegamos a casa reventados y no tenemos gana de…
Pero reconozcamos una cosa: Que si no tenemos tiempo, que si creemos que no podemos dedicarle ese tiempo a pelar la granada, a cocinar como es debido productos frescos y naturales, que si preferimos cogernos la primera basura precocinada o envasada que encontramos en el frigo, procesada y desprovista de nutrientes, es porque todo el tiempo libre que queremos ahorrar con esos gestos lo dedicamos a… ver la tele.
Perdón, no quiero que nadie se sienta ofendido. Pienso en el ciudadano medio que no creo que sea lector de este blog y que tampoco creo que dedique el tiempo que ahorra por no pelar la granada (entiéndase el símbolo) en echar un polvo, practicar meditación o leer a Faulkner, sino justa y precisamente en ver la tele. Cuando digo la tele me refiero principalmente a los anuncios, no a unos casi inexistentes contenidos.
Éste es el retrato de nuestra vida, tal como yo lo veo: Arruinamos nuestra salud y la de nuestros hijos porque necesitamos ese rato para que los poderes económicos nos programen mental y emocionalmente mediante la televisión. Para que nos digan lo que tenemos que comprar, hacer y pensar. Esto implica que a la intoxicación alimentaria procedente de meterse en el cuerpo las cosas que compramos en los supermercados se superpone la intoxicación mental derivada de la basura que nos mete la tele, gran parte de la cual está orientada a que sigamos comprando más porquería en el supermercado.
Quizá seáis capaces de percibir el círculo vicioso. Somos esclavos no ya porque las leyes, los recortes, el sistema político, la dictadura de los mercados o el liberalismo económico sean injustos, sino porque les hacemos el caldo gordo a nuestros tiranos al negarnos a pelar la granada. No podemos pasar el tiempo culpando a otros, eso es infantil. Cuenta Anais Nïn que cuando trabajaba con Otto Rank (el famoso psiquiatra) en Nueva York, los pacientes lloraban al comprobar que sus problemas emocionales, psicológicos y mentales no estaban originados por el exterior, sino por su propia conducta. Apliquémosnos la receta si os parece.
Queridos míos: Cocinar es un fin en sí mismo. Recrearse en mondar pepinos, cebollas y calabacines no es un medio para conseguir un fin, sino un fin en sí mismo ¿No habéis experimentado el placer sereno de bregar tranquilamente con toda esa verdura ignorando el telediario? Deberíais probarlo. Es otoño: Coged la granada, peladla sin apremio, valorad la belleza y serenidad del momento ¿Qué más da que sean cinco minutos o quince? Finalmente lo que vendrá a vuestros tejidos, linfa y arterias será un baño de antioxidantes, vitaminas, minerales y demás familia en vez de la ducha de basura química de los productos precocinados, envasados y enlatados que nos proponen nuestros dueños.
La dominación, la tiranía, la dictadura, la manipulación, la mentira y el esclavismo no están únicamente en la ley electoral y esas cosas. Está en nuestros desafortunados hábitos diarios. Por eso pelar la granada es un acto de liberación.

OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA 
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