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domingo, 16 de diciembre de 2012

CIE: OPACIDAD, SUFRIMIENTO Y AUSENCIA DE DERECHOS

Zona franca
BARCELONA // “Por decir cualquier cosa te pueden apalear, así que acabas por no decir nada. Es como si fuéramos unos perros feos que nadie quiere”. Es la traumática experiencia de Abdul contada en primera persona tras su paso por el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca de Barcelona. La recoge el documental de 15Mbcn_tv ‘Sobran Razones’, que ayer abrió las jornadas de formación, reflexión, y acción Tanquem els CIE (cerremos los CIE), en la Universidad Pompeu Fabra. Tres días de ponencias, mesas redondas y talleres con juristas, expertos y activistas que tendrán como uno de sus puntos álgidos la convocatoria de esta tarde para rodear el CIE de la Zona Franca, y exigir su cierre.
Más de 130 organizaciones del tejido asociativo, sindical y vecinal han apoyado en un manifiesto conjunto la clausura de estos centros, convertidos en cárceles inmersas en un limbo legal, opacas, y que encierra a personas por una mera falta administrativa: no tener ‘papeles’. Idrissa Diallo, un joven guineano de 21 años, murió en este centro el pasado 6 de enero. Organizaciones como Médicos del Mundo, la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos o Pueblos Unidos denunciaron que se quejó de fuertes dolores y de problemas respiratorios en repetidas ocasiones y no fue atendido debidamente. Su caso aun está por aclarar, como el de la congoleña Samba Martine, madre de 34 años, que tras ser diagnosticada erróneamente hasta nueve veces en los servicios sanitarios del CIE de Aluche, en Madrid, falleció en el hospital.
Bajo el dictado del ‘sheriff’
Varios ponentes denunciaron ayer la falta de garantías de los derechos de los internos, que viven en condiciones deplorables a la espera de ser expulsados, y la “arbitrariedad” con la que se rigen los CIES. “El CIE de la Zona Franca funciona bajo lo que dictamina el ‘sheriff’ –en referencia al director-, hay un margen de arbitrariedad total”, aseguró Andrés García, miembro de la Coordinadora Catalana para la Prevención de la Tortura. Los CIE nacieron en España en 1985. No hubo ningún atisbo de regulación hasta 1999, cuando una breve orden ministerial (el rango jurídico más bajo) impuso una leve normativa. El reglamento actual, explicaron los ponentes, sigue sin ofrecer garantías a los internos, y prima la seguridad sobre los derechos humanos.
El Gobierno prepara ahora un reglamento que, advierten las ONG, lejos de solucionar las deficiencias incluye retrocesos en algunos aspectos. “Por primera vez se contempla la entrada de armas por parte de la policía”, explicó Cristina Manzanedo, de Pueblos Unidos. “No hay ningún avance en el derecho de comunicación de los internos y en el derecho a recibir visitas hemos ido hacia atrás”, afirma sobre un borrador en el cual “no se han tenido en cuenta ninguna de las propuestas que hemos realizado”. Además, subrayó Manzanedo, se potencia la privatización de la atención médica y de la seguridad de los centros.
Inseguridad jurídica
El abogado y miembro de la campaña CIES-NO de Valencia, Francisco Solans, subrayó las deficiencias en el establecimiento de la figura del juez de control de los CIE. “Supuso una responsabilidad añadida para los jueces de instrucción, que tienen una elevada carga de trabajo, pero sin proveerlos de más medios”, relató. Además, puso en relieve el “estrecho margen” del juez de vigilancia para atender los casos que se producen dentro de los centros. La inconcreción jurídica provoca divergencias como que las entidades hayan logrado una visita semanal en el CIE de Madrid pero las puertas permanezcan cerradas hasta para el Síndic de Greuges (defensor del pueblo) en el de Barcelona, donde, denunciaron los ponentes, impera la “opacidad”.
El control de las ONG, clave
Para Andrés García, el trabajo realizado por las asociaciones ha servido para “poner en relieve el maltrato y la tortura que existe en los centros”, y ha supuesto un elemento de presión clave para avanzar en los medios de control. En ese sentido, las visitas de las entidades al interior de los centros se revelan como fundamentales para aportar luz sobre lo que allí sucede. “Tenemos una memoria tan frágil que nos hace olvidar lo que sucedió aquí en los años 40 y 50, y el dolor que somos capaces de generar como sociedad”, manifestó Jordi Mir, miembro de la Cátedra UNESCO de Estudios Interculturales, a la vez que citaba una frase del filósofo y catedrático recientemente fallecido, Francisco Fernández Buey: “Hemos aprendido a tolerar lo intolerable”.
Las jornadas pretenden rescatar del olvido colectivo a las personas que permanecen encerradas en los centros, y retornar a la agenda política y mediática el debate sobre la legitimidad y necesidad de los CIE. La iniciativa Rodea el CIE debe servir, apuntó Mir, para “hacer visible la opacidad”.

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