Palestina: ¿Donde estás humanidad?
Nuevamente el gobierno del Primer Ministro Benjamin Netanyahu ataca
sin piedad al pueblo palestino. Las hordas de la soldadesca israelí han
asesinado según varias fuentes -con cierre en la mañana de este martes-,
a más de cien personas incluidos niños.
Por momentos me resulta difícil
entender al ser humano. En ocasiones siento un profundo cabreo por los
silencios, las connivencias o nuestras derrotas, cuando se trata de
defender el sentido común.
Desde la culminación de la Segunda
Guerra Mundial, la humanidad está convocada a cientos de batallas que
son necesarias dar para dignificar nuestra propia existencia. Nuestro
real sentido de ser y estar en este planeta. Si no le damos una urgente
sutura caerá de muerte súbita.
Hablo de esas rutas en las que debemos
de estar todos por encima de las ideologías, las religiones, las
costumbres, las tradiciones y las culturas, que -lejos de separarnos-
nos ha de unir cada vez más.
Sin embargo veo ausencias, retractos,
deslices o miradas que buscan el otro ángulo. La otra perspectiva de la
no realidad para evitar adentrarnos en esas crudas profundidades que nos
impulsarían –si fuéramos honestos con nuestras verdades-, a la toma
impostergable de posiciones claramente humanistas. Al duro trazo de
enfrentar con entereza y dignidad, los “equívocos humanos”.
Nuevamente el gobierno del Primer
Ministro Benjamin Netanyahu ataca sin piedad al pueblo palestino. Las
hordas de la soldadesca israelí han asesinado según varias fuentes -con
cierre en la mañana de este martes-, a más de cien personas incluidos
niños.
En Gaza, la aviación embistió las
oficinas de los medios de comunicación locales e internacionales. Estos
causaron heridas a 8 periodistas que expresan una clara intención del
gobierno israelí de anular la verdad ante hechos condenables por la
humanidad. El cinismo del ejecutivo israelí no tiene límites. Esta
operación militar la autodenominan “Pilar Defensivo”.
Ante estos bárbaros hechos es hora de
definir el cacareado termino de: “Comunidad Internacional”. Esta
sustantiva conjugación ha sido usurpada por la diplomacia occidental y
los grandes medios de comunicación al servicio de la mentira, la
manipulación y la desinformación que financian las transnacionales en
esta era global sin precedentes en la historia.
La “horonda” Comunidad Internacional son
-en definitiva- la Unión Europea, la OTAN, el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, entre otras tantas organizaciones de
disímiles calibres y vestiduras, junto a otras de acento ONG, capaces de
vender este eslogan para justificar las atrocidades de estos bárbaros
de alcance global en pleno siglo XXI.
No he de olvidar a la desprestigiada
Organización de las Naciones Unidas, cuyos preceptos fundacionales fue
la materialización de la paz desde el dialogo como única vía posible
para resolver los crecientes problemas del mundo.
El otorgamiento por parte de la capital
de Suecia del Premio Nobel de la Paz al presidente de los Estados Unidos
Barack Obama en el año 2009, que puede presumir de una notable hoja de
servicios a favor del terror y el asesinato extrajudicial. Y más
recientemente a la Unión Europea, que ha secundado muchas de las
cruzadas militares que hoy sufrimos en el mundo, son una clara señal de
lo equivocado del término.
Otros personajes de catadura moral
apestada con clara vocación guerrerista, han liderado guerras con el
sello “Comunidad Internacional”. Nombres como José María Aznar, Tony
Blair o Javier Solanas, forman parte de algunas de las “figuras” de
mayor protagonismo imperial en los últimos veinte años. No se me puede
olvidar el alcohólico George W. Bush que impulsó una guerra contra el
gobierno y el pueblo iraquí, con estadísticas que superan más de un
millón de muertos.
Ninguna de estas organizaciones y
“personalidades” son la Comunidad Internacional. Nadie en su sano juicio
ha de convocar a la guerra bajo su estela. La única voluntad posible y
urgente hoy –reitero-, es la paz.
Desde mi perspectiva este sello está
desprestigiado. Tras bambalinas se solapan cientos de miles de hombres y
mujeres asesinados, torturados, masacrados y humillados por las
fuerzas guerreristas de la OTAN y los mercenarios internacionales, que
se siguen sumando a las causas del dinero en nombre de la Comunidad que
no les ha convocado.
Al final convido a replantear el término
y a convocar a otra de mayor estatura. La frase “Comunidad
Internacional” debería de caer en un claro desuso. Tras esas dos
palabras se vislumbras negras historias con acento de guerra.
El protagonismo de este sello esconde un
asunto de mayor importancia: la ausencia de la humanidad en los
cruciales asuntos que son responsabilidad de todos.
La lista de urgencias a resolver es
interminable. Poblaría estas dos cuartillas y no alcanzaría a cubrir en
ella las más urgentes. Sin embargo se impone recordar unas pocas.
La hambruna, la desertificación de los
suelos, el cambio climático, la muerte por enfermedades curables, el
analfabetismo. El creciente desempleo, los flujos migratorios ante las
crisis sistémicas que se acrecienta en el planeta. El aumento de los
precios de los alimentos, la disminución gradual de las reservas de agua
potable. El expolio y saqueo de los recursos naturales de manera
indiscriminada. La violencia infantil y de género. Estas y muchas otras,
suman un prisma de realidades que exige la voluntad, el talento y la
solidaridad de todos.
Nos debemos de sumar todos a los actos
que la propia tierra nos exige. Estamos pilotados por unos criminales
con claros delitos de lesa humanidad. La obra que nos apremia ha de
partir de uno de los principios básicos del ser humano: la solidaridad.
Debemos de exigir –de una vez y por
todas-, la refundación de nuestro futuro desde los anales de la
historia. Hemos de revisitar cada uno de los pasajes que nos hicieron
llegar hasta hoy, para no seguir cometiendo los mismos errores que hoy
se exhiben en el planeta con absoluta impunidad e indecencia.
El hecho de que estos “lideres” estén
haciendo sus tareas imperiales sin ningún reparo, responde a nuestra
ausencia y a nuestra falta de responsabilidad, ante los hechos de la
historia.
La humanidad está convocada -una vez más- para hacer obra por todosOTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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