Viernes, 16 de noviembre de 2012
Hay que acumular fuerza organizada hasta que venza, y no que termine por vencernos.
En esta movilización del
14N no queremos hablar de hasta dónde llegan los recortes, ni de los
sufrimientos ni de la indignación que producen. Ya hay gente más que de
sobra que lo sabe. En carne propia. Comparando con tan sólo unos años –y
aprendiendo de la historia-, ya “sobra” indignación para saber que hay
mucha gente que celebraría que nos libráramos de banqueros, grandes
capitalistas, terratenientes y de su cohorte de mercenarios que
envilecen la política. Y hay suficiente acuerdo generalizado en que, con
los multimillonarios recursos que ahora se roban para mantener y salvar
a la misma jauría que nos pisotea, habría para planificar la economía
racionalmente y que la gente viviera dignamente como personas y no como
vulgares mercancías.
Ciertamente hay mucho
pueblo convencido para tirar pa’lante con eso. Pero se requiere
acumulación de fuerza. Porque desgraciadamente esto es una cuestión de
relación de fuerzas. ¿O no es pertinente preguntarse precisamente hoy si
no es una cuestión de fuerza que haya miles de trabajadores soportando
una represión laboral cotidiana donde se les alerta con que “cuidado con
lo que haces porque vas de patitas a la calle”? ¿O no es una cuestión
de fuerza que se esté extendiendo un miedo preventivo a ejercer los
derechos democráticos hasta el punto que pretenden que sólo nos
manifestemos si no sirve para nada? Hay mucha indignación, pero aún con
mucha falta de confianza en la victoria, lo que afecta a la
movilización. Y la militancia no está para quejarse de eso, sino para
contribuir a generar entre nuestro pueblo ideas de gran capacidad
aglutinante. Y a que se genere mucha fuerza para que las ideas salgan de
los papeles y transformen de forma revolucionaria la realidad que
vivimos.
De esta crisis social no
vamos a salir pidiendo cada uno por su lado ni con pequeñas reformitas.
Lo peor de esta crisis (que viene de lejos) nos ha cogido con armas
oxidadas por tantos años de sindicalismo oficialista y pactista que ha
convertido a mucha estructura sindical en parte del problema y no de la
solución. Por supuesto que hay que desarrollar una línea sindical
alternativa y de clase. Y que hay que ir más allá de manifestaciones y
de huelgas de un día. Además de defender cambios radicales del sistema,
sin esperar más, hay que crear comités contra la crisis más o menos
permanentes en los barrios, en las empresas, en los centros de estudios,
que vayan tejiendo una maraña de poder popular que comience desde ya a
solucionar por nuestra cuenta los problemas más acuciantes de nuestro
pueblo.
¡Que en todas las luchas se grite: No al pago de la deuda ilegítima!
¡Abajo la legislación represiva laboral que nos paraliza, atomiza y desmoraliza!
Urge construir Poder Popular
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