lunes, 24 de septiembre de 2012
El fútbol. La última
frontera, el último bastión, refugio de mafiosos oligarcas que utilizan
la estrategia de enajenación de masas con el doble objetivo de que las
personas olviden sus gravísimos problemas y, además, enriquecerse a
costa de ellas.
Es verdad que los medios
informativos del régimen siguen cumpliendo esa labor pero están en
plena cuesta abajo como así lo canta el despido masivo de periodistas
que de nada les sirvió la sumisión incondicional al sistema. A pesar de
su constante machaqueo, la gente grita en las calles "televisión
manipulación", lo cual no es una buena noticia.
El fútbol, dejando al margen lo estrictamente deportivo, es hoy más que nunca el opio del pueblo, pero un opio que ya no se vende con facilidad porque especuladores y ladrones, en pleno “sálvese el que pueda”, sitúan los precios por las nubes, sin considerar que actualmente en el orden de prioridades de la gente, lo primero es la comida, por eso los estadios lucen medio vacíos. No olvidemos el hecho de que los jugadores de élite, cómplices por acción u omision de ese despropósto insultante, logran en pocos años lo que millones de personas no alcanzarán en toda su vida.
El fútbol, dejando al margen lo estrictamente deportivo, es hoy más que nunca el opio del pueblo, pero un opio que ya no se vende con facilidad porque especuladores y ladrones, en pleno “sálvese el que pueda”, sitúan los precios por las nubes, sin considerar que actualmente en el orden de prioridades de la gente, lo primero es la comida, por eso los estadios lucen medio vacíos. No olvidemos el hecho de que los jugadores de élite, cómplices por acción u omision de ese despropósto insultante, logran en pocos años lo que millones de personas no alcanzarán en toda su vida.
Ayer en Vallecas (Madrid), un sabotaje provocado por aficionados, airados ante el abuso, fue un tímido rayo de luz, que, paradójicamente, dejó casi a oscuras al recinto deportivo del Rayo Vallecano impidiendo la celebración del juego. Bienvenido sea ese rayo de luz- aunque haya llegado, como casi todo hasta ahora, por cuestiones subjetivas- a este mafioso mundo del fútbol, la última burbuja enajenante que, por fortuna, se desinfla a ojos vista. Que cunda el ejemplo
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