Si la historia es cierta, me deja atónito. Supera lo inimaginable.
Hay que ser hijos de puta para llamarlo fraude. Fraudulento, bárbaro y criminal es el capitalismo.
Tomado de El País
Josep
María Vilamajò lleva 40 años en el oficio de investigador privado y ya
hay pocas cosas que le sorprendan, pero el caso que a continuación
detalla le dejó perplejo. Hace un año, una compañía de seguros le
encargó el caso de un hombre que había perdido un brazo en un accidente
de coche; aludía que se había cortado con la sierra mecánica que
transportaba. Resolverlo no fue demasiado complicado: el corte era
demasiado limpio como para habérselo hecho en un accidente; y un dedo de
la mano estaba en sospechoso mal estado.
El
hombre pertenecía a una familia, de Valencia, en la que todos estaban
en paro. Habían suscrito más de ocho pólizas de seguro y le habían
convencido entre todos para que se amputara un brazo para cobrar en
torno a 600.000 euros.
El
hombre bajó al bar a tomarse un carajillo (para quienes nos leen en
América: una taza de café mezclado con alcohol), se aplicó una anestesia
local y se cortó el brazo a la altura del codo. Olvidó retirar el
anillo de boda antes de amputarse la extremidad. Intentó recuperarlo a
posteriori, lastimando el dedo.
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