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sábado, 29 de septiembre de 2012

EUROPA ES UN INFIERNO PARA LOS GITANOS, SEGÚN AMNISTIA INTERNACIONAL


Europa, un infierno para los gitanos
Una gitana arrulla a su hija en Appleby, Inglaterra. La situación de esta etnia es dramática. Getty

Un informe revela la aterradora situación de esta población en el continente.

Los gitanos sufren persecución en Europa. Así de simple y duro es un informe publicado recientemente por Amnistía Internacional.
Según el texto, los aproximadamente 12 millones de gitanos europeos se enfrentan a una cada vez mayor discriminación en casi todos los aspectos de la vida, desde el acceso a la vivienda, el trabajo, la educación y la salud. (Siga este enlace para leer más sobre discriminación)

Amnistía asegura que los países europeos y las propias instituciones comunitarias no hacen lo suficiente para acabar con esta discriminación. Los gitanos apenas votan -en muchos casos ni siquiera están registrados para hacerlo- y no tienen grupos de presión que defiendan sus intereses. El informe asegura que son más pobres que el resto de la población, que tienen peor salud y niveles de instrucción inferiores. Y que las políticas públicas no solo no les ayudan a superar esos problemas, sino que a menudo lo impiden. (Lea también: Cárcel de entre uno y tres años a quien discrimine en Colombia)

Según el texto, millones de gitanos sufren exclusión, pobreza y violencia "por quienes son, por lo que se piensa de ellos o por lo que creen". En el 2008 se los atacó -hubo incendios de sus campamentos- en Italia y sufren desde hace años la violencia de bandas paramilitares en Hungría.
Francia los expulsó en masa en el 2010 -aunque han vuelto- y miles de búlgaros gritaron en una manifestación en septiembre pasado: "Con los gitanos hay que hacer jabón", recordando los crímenes nazis.

Andrei Neagu espera a la salida de misa en la puerta de la Église de la Chapelle, en un barrio acomodado de Bruselas. Es Domingo de Ramos y la iglesia está llena. De unos 40 años, va bien vestido y saluda con educación. Si no fuera por el papel que dice J'ai faim (tengo hambre, en francés), sería difícil reconocer que está ahí para pedir limosna. Rumano, llegó a Bruselas en el 2010: "Pasé por Italia y por Francia. Aquí, por ahora, la Policía nos deja tranquilos".

Europa ha lanzado desde hace años varias estrategias para acabar con esta discriminación, pero según Amnistía se han quedado en operaciones cosméticas, sin eficacia. El informe asegura que no se toman medidas prácticas.

Algunos datos son elocuentes. El documento dice que el 70 por ciento de los niños gitanos residentes en Eslovaquia no estudia en escuelas normales sino en centros para discapacitados mentales, que el 97 por ciento de los gitanos de Kosovo no tiene empleo, que en Bulgaria sufren tasas de pobreza cuatro veces superiores al resto de la población y que en Irlanda la esperanza de vida de los varones gitanos es 15 años menor a la del resto de los ciudadanos.
Otros países del continente, como Moldavia, parecen un infierno para los gitanos, pues el 59 por ciento vive en la absoluta pobreza

Erell Chardon, investigadora de la European Association for the Defense of Human Rights, explicó a EL TIEMPO que "en varios países de Europa del Este las mujeres gitanas son esterilizadas de manera forzosa y los niños, segregados en escuelas para enfermos mentales". También que "el desempleo entre los gitanos es del 60 por ciento y en algunos países alcanza el 90", por lo que en la práctica "se puede decir que están excluidos del mercado laboral".
En 1993, el ya fallecido Vaclav Havel dijo que el tratamiento a los gitanos sería la piedra de toque de la calidad de la democracia en Europa.
Testimonio de un gitano

Se sienten discriminados

"A mi mujer cuando va al mercado siempre le piden que abra el bolso porque creen que estamos robando. Yo trabajé un poco, pero cuando hay que despedir a alguien el gitano siempre es el primero. Nadie te alquila una vivienda -tampoco la podríamos pagar- y vivimos en el camión, de 'parking' en 'parking'. Vendo cartones, botellas, chatarra, para reciclar. Con eso comemos. Los niños no van a la escuela porque tienen que ayudarnos. Tampoco podrían. Sin una residencia fija no se pueden escolarizar".
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Para EL TIEMPO

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