Etiquetas

jueves, 20 de septiembre de 2012

DEL EUROCOMUNISMO AL OPORTUNISMO DE NUESTROS DÍAS



20.09.2012

A MODO DE INTRODUCCIÓN

La reorganización teórica e ideológica del movimiento comunista internacional, sobre una base marxista – leninista sólida, exige continuar profundizando en el estudio de la construcción socialista durante el siglo XX y analizar científicamente las causas del triunfo de la contrarrevolución capitalista en la URSS y en el resto de países socialistas europeos.
La restauración capitalista tuvo causas internas y externas. Sin embargo, a la hora de abordar éstas últimas, los análisis suelen centrarse en el estudio de las diversas líneas de ataque al socialismo puestas en marcha por las potencias imperialistas en el campo político, militar, económico, ideológico y psicológico.
Los factores externos fueron determinantes y confirmaron que el enfrentamiento entre el campo imperialista y el campo socialista era la expresión genuina de la lucha de clases a escala internacional1. Sin embargo, se debe profundizar en el estudio de tendencias como la eurocomunista que contribuyeron a debilitar el poder socialista, actuando en el seno del movimiento obrero y del movimiento comunista internacional, e interactuaron muchas veces con las políticas oportunistas de partidos comunistas y obreros que se hallaban en el poder.
Los centros ideológicos imperialistas prestaron asistencia y difundieron ampliamente las posiciones eurocomunistas, frente a la línea que denominaban despectivamente <<ortodoxa>> o <<prosoviética>>. El eurocomunismo, representado principalmente por los partidos de Italia, Francia y España, debe su nombre a las agencias de prensa capitalistas que, con tal denominación, hacían referencia a las organizaciones que compartían la defensa de una serie de puntos de vista:
  • La oposición a la existencia de un movimiento comunista internacional organizado, defendiendo la tesis del llamado <<policentrismo>> frente a la experiencia de la Internacional Comunista (Komintern) y de la Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros (Kominform).
  • La negación de la dictadura del proletariado, frente a la que defendían la <<pluralidad de vías hacia el socialismo>> y, especialmente, la vía parlamentaria, en colaboración con las fuerzas socialdemócratas y cristianas, asumiendo el pluripartidismo y el marco democrático – burgués.
  • La sustitución del internacionalismo proletario, que identificaban con la defensa incondicional de la Unión Soviética y de la línea política del PCUS, por la de <<solidaridad internacionalista>> o <<nuevo internacionalismo>>.
  • La aceptación del marco de la por entonces Comunidad Económica Europea, bajo el llamamiento a defender en su seno los derechos sociales y la participación de los trabajadores en su diseño.
  • La crítica constante y abierta a la URSS y a los países socialistas, desde el ángulo de los derechos humanos y las libertades individuales en su concepción burguesa.
  • La revisión y destrucción del <<partido de nuevo tipo>> acuñado por Lenin, pues al negar en uno u otro grado las tareas revolucionarias de todo partido comunista fueron negados igualmente los principios revolucionarios en lo relativo a su organización y funcionamiento.
El eurocomunismo afectó a partidos de diferentes latitudes, alguno de ellos en el poder, y al igual que otras corrientes oportunistas a lo largo de la historia tuvo una clara vocación internacional, a pesar de tener como tesis de cabecera el ser un fenómeno que atendía a las particularidades y condiciones nacionales. Al respecto, Enrico Berlinguer, Secretario General del PCI, decía:
Nosotros no somos evidentemente quienes hemos forjado este término, pero el hecho mismo de que circule tan ampliamente muestra hasta qué punto los países de la Europa occidental aspiran profundamente a ver afirmarse y progresar soluciones de nuevo tipo en la transformación de la sociedad en un sentido socialista”.
Y el Secretario General del PCE, Santiago Carrillo, añadía:
“… no existe el eurocomunismo, puesto que algunos partidos comunistas no europeos, como el Partido Comunista Japonés, no pueden ser incluidos bajo esta etiqueta”2.
A pesar de las incoherencias y falsificaciones que han caracterizado la vida de Carrillo, que meses después de negar la existencia del <<eurocomunismo>> publicaba su libro “Eurocomunismo y Estado”, en una cosa llevaba razón: el fenómeno no se limitaba a la Europa occidental.

LOS ANTECEDENTES DEL <<EUROCOMUNISMO>> Y EL XX CONGRESO DEL PCUS.

Las bases para en nacimiento de esta corriente revisionista se habían sentado mucho antes de que el eurocomunismo fuese presentado en sociedad por Carrillo, Berlinguer y Marchais.
Tras la Segunda Guerra Mundial se abre para el movimiento revolucionario mundial una difícil etapa. A la destrucción causada por la invasión alemana de la URSS, y los posteriores esfuerzos para su reconstrucción, se sumó en lo político la pérdida de centenares de miles de cuadros comunistas que habían caído en combate contra el nazi – fascismo, lo que afectó de manera decisiva al PCUS y a otros partidos comunistas europeos.
Las potencias capitalistas, capitaneadas por unos Estados Unidos que no sufrieron la guerra en su suelo y se convertían en la potencia del campo imperialista, desataron de inmediato la llamada <<Guerra Fría>> y la carrera armamentista, poniendo en práctica toda una batería de medidas orientadas a socavar el poder socialista.
La contrarrevolución interna no renunció a derrocar el poder obrero en ningún momento. Con la asistencia imperialista se organizaron acciones contrarrevolucionarias en la República Federal de Yugoslavia (1.947 – 48), en la República Democrática Alemana (1.953), en Polonia y Hungría (otoño de 1.956).
La lucha de clases persistía y se profundizaba bajo nuevas condiciones, el sistema imperialista daba muestras de fortaleza y demostraba su capacidad de recomposición, creando organizaciones internacionales para tratar de atenuar sus contradicciones e incrementar la presión sobre el campo socialista (OTAN, FMI, Banco Mundial, etc.).
En el seno del PCUS se iniciaban importantes debates sobre la edificación del socialismo en las condiciones de postguerra, particularmente sobre las leyes económicas en el socialismo y su carácter. La dirección del Partido participa activamente de los debates y Stalin combate abiertamente las posiciones oportunistas en la polémica surgida respecto al proyecto de Manual de Economía Política3. Tras su muerte, el 5 de marzo de 1.953, la lucha continúa en el seno del PCUS y se incrementa tanto en la preparación como en los debates del XX Congreso del PCUS, celebrado en febrero de 1.956.
El bloque oportunista liderado por N. S. Jruchov abrió las puertas a la tesis de la <<pluralidad de formas de transición al socialismo>>, revisando la teoría marxista acerca del carácter clasista del Estado y la teoría leninista de la revolución. En el Informe del Comité Central del PCUS ante el XX Congreso, presentado por Jruchov, se afirmaba:
“…surge la cuestión de la posibilidad de aprovechar también el camino parlamentario para la transición al socialismo.”
“…la clase obrera, uniendo en torno suyo a los campesinos trabajadores, a los intelectuales, a todas las fuerzas patrióticas… puede derrotar a las fuerzas reaccionarias, antipopulares, conquistar una sólida mayoría en el parlamento y transformarlo, de órgano de la democracia burguesa, en instrumento de la verdadera voluntad popular. En tal caso, esta institución, tradicional para muchos países capitalistas altamente desarrollados, puede convertirse en el órgano de la auténtica democracia, de la democracia para los trabajadores.4
En el discurso de M.A. Suslov, pronunciado el 16 de febrero, se decía:
En los propios países capitalistas… la clase obrera y sus partidarios políticos tienen plena posibilidad de agrupar en torno suyo sobre una plataforma democrática única a la mayoría abrumadora de la nación –a los campesinos, a la pequeña burguesía, a los intelectuales e incluso a capas patrióticas de la burguesía-, lo que facilitará indudablemente la victoria de la clase obrera.5”.
Los tránsitos pacíficos al socialismo por la vía parlamentaria no se conocieron en país alguno. Sin embargo, el subjetivismo de esta tesis y sus efectos en la estrategia de algunos partidos comunistas se hicieron presentes de inmediato.
En su discurso al XX Congreso, A.I. Mikolai percibe con claridad que la tesis sobre el tránsito pacífico y gradual al socialismo se acerca peligrosamente a las posturas de la socialdemocracia, y al respecto aporta la siguiente justificación:
Es notorio que, en algunas ocasiones, ciertos partidos socialistas consiguieron la mayoría parlamentaria y que en una serie de países han existido y existen incluso gobiernos socialistas. Pero también en estos casos el asunto se limita a hacer pequeñas concesiones a los obreros sin construir socialismo alguno. Hace falta que la dirección estatal pase a manos de la clase obrera, que la clase obrera esté preparada no sólo desde el punto de vista de la organización, sino también política y teóricamente para luchar por el socialismo, que no se conforme con unas migajas de la mesa capitalista, sino que, objetivamente la mayoría, tome el poder y liquide la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción.6”.
El marxismo – leninismo y sus diferencias con la socialdemocracia quedan así reducidas a una mera cuestión de voluntad: los socialistas no quieren caminar de reforma en reforma hacia el socialismo, nosotros sí queremos. El marxismo fue pulverizado, se enterró la teoría leninista del estado y ocupó su lugar el reformismo más vulgar y la completa falsificación del marxismo.
Estas posiciones fueron acompañadas por planteamientos oportunistas en materia económica, de organización del estado y en materia exterior. El giro oportunista se completó con el conocido <<Informe Secreto de Jruchov>>, presentado sorpresivamente al Congreso vulnerando los principios de dirección colectiva que se decía querer restablecer.
Tras el XX Congreso, y una vez difundido el <<Informe Secreto>>, se inicia de inmediato el proceso conocido como <<desestalinización>>, acogida con alivio y sin rechistar por varios partidos de Europa occidental.
Los días 8 a 14 de diciembre de 1.956, diez meses después del XX Congreso del PCUS, sesiona en Roma el VIII Congreso del PCI en el que se aprueba a propuesta de Palmiro Togliatti la <<vía italiana al socialismo>>, que había sido precedida por la conocida como <<vía británica al socialismo>> adoptada en el Congreso del Partido Comunista de Gran Bretaña celebrado en 1.951, contraponiendo la lógica de las <<vías nacionales>> a la probada teoría marxista – leninista de la revolución.
Se insiste en profundizar las libertades para alcanzar la democracia económica y social. Surge así la concepción de <<democracia avanzada>> o <<democracia antimonopolista>> que en la culminación de su desarrollo permitiría abordar seguidamente la transición al socialismo.
Togliatti, poniéndose a la cabeza de los dirigentes europeos denominados <<renovadores>>, llega a afirmar en su obra conocida como <<Memorial de Yalta>> que:
En conjunto, nosotros partimos, y estamos siempre convencidos de que debe partirse, en la elaboración de nuestra política, de las posiciones del XX Congreso7. Pero también esas posiciones tienen necesidad hoy, de ser ahondadas y desarrolladas. Por ejemplo, una reflexión más profunda sobre el tema de la posibilidad de una vía pacífica de acceso al socialismo nos lleva a precisar qué es lo que nosotros entendemos por democracia en un Estado burgués, cómo se pueden ensanchar los límites de la libertad y de las instituciones democráticas y cuáles son las formas más eficaces de participación de las masas obreras y trabajadoras en la vida económica y política. Surge así la cuestión de la posibilidad de conquistar posiciones de poder, por parte de las clases trabajadoras, en el ámbito de un Estado que no ha cambiado su naturaleza de Estado burgués y, por lo tanto, la de si es posible la lucha por una progresiva transformación, desde el interior de esa naturaleza.8”.
Al tiempo que diferentes partidos comienzan a asumir tales posiciones arrecian los ataques contra los países socialistas, especialmente contra la Unión Soviética. La primera gran fisura hecha pública en el movimiento comunista europeo tiene lugar tras la intervención internacionalista proletaria de los países del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, en agosto de 1.968. El Partido Comunista Italiano, el Partido Comunista de España y el Partido Comunista Rumano condenan públicamente la intervención.
El antisovietismo pasa a integrarse en la línea política de los partidos que abrazan el <<eurocomunismo>> y a convertirse en una de sus principales señas de identidad. Cualquier pretexto es bueno con tal de diferenciarse de la URSS, con tal de presentarse ante la opinión pública como opción diferenciada del principal bastión de la clase obrera internacional, aunque las críticas antisoviéticas coincidan abiertamente con la propaganda imperialista y contribuyan objetivamente a debilitar al campo socialista.
La vía italiana adquiere un nuevo estadio con la concepción del <<compromiso histórico>> elaborada por Enrico Berlinguer. El camino al socialismo se concibe sobre la base de una amplia alianza pluripartidista, lo que en la práctica supone para los PPCC el abandono de su función dirigente, de su papel de destacamento de vanguardia. El llamado <<socialismo democrático>> o <<socialismo en libertad>> va adoptando su forma definitiva en abierto antagonismo con la dictadura del proletariado. Los partidos eurocomunistas asumen las denominadas <<libertades formales>> burguesas como posiciones propias y defienden la posibilidad de profundizar la democracia burguesa –a la que dejan de calificar como tal- para alcanzar el socialismo, renunciando a la revolución social y al poder revolucionario de la clase obrera.
La conferencia de berlín este y el revisionismo eurocomunista
En esa perspectiva, en 1.975 el Partido Comunista Italiano y el Partido Comunista de España hacen una declaración conjunta sobre su modelo de tránsito al socialismo en <<paz y libertad>>. Son los prolegómenos de la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de Europa celebrara en Berlín Este los días 29 y 30 de junio de 1.976, cuyos resultados tuvieron una amplia resonancia mundial. Los partidos de Italia, Francia y España, apoyados en mayor o menor medida por la intervención de algunos partidos en el poder –como el yugoslavo-, presentan en un frente común la plataforma eurocomunista.
El Partido Comunista Italiano defendía abiertamente la desarticulación del movimiento comunista internacional, diciendo respecto a la Conferencia de Berlín9:
“…en ésta han sido reafirmados con fuerzas los principios de autonomía que hoy regulan las relaciones de colaboración entre los partidos comunistas…
El éxito de esa política de paz y coexistencia en Europa es una condición del avance democrático y pacífico del pueblo italiano hacia profundas transformaciones de tipo socialista”.
Enrico Berlinguer declaraba:
“… nuestra Conferencia no es la de un organismo comunista internacional, que no existe ni puede existir en forma alguna, ni a escala internacional, ni a escala europea…”
Por parte del Partido Comunista Francés10 se insistía en la llamada vía democrática y en las particularidades nacionales:
“…nuestro partido ha expuesto ante la Conferencia las ideas centrales de su XXII Congreso y, en particular, la vía democrática hacia el socialismo, que tiene en cuenta las particularidades nacionales de Francia a la que invita a los trabajadores, a nuestro pueblo.”
Tras el pleno del Comité Central celebrado en Roma los días 28 y 29 de julio de 1.976, el Partido Comunista de España hacía en una conferencia de presa la más acabada exposición de las pretendidamente nuevas posiciones revisionistas11:
Las condiciones en que viven los distintos partidos comunistas, sus características, la misma historia de cada uno y de sus pueblos, son lo suficientemente diferentes para que la diversidad sea la nota decisiva que marque las relaciones mutuas…
Esta diversidad de situaciones limita los temas en que cabe una unidad de criterio, como se ha ido constatando a lo largo de estos dos años de preparación.
Pero hay algo más profundo. Esta diversidad de situaciones origina lógicamente una profunda diversidad de concepciones sobre todo en un conjunto de temas esenciales: sobre la concepción del socialismo, sobre múltiples problemas contemporáneos, sobre numerosas cuestiones ideológicas, sobre la democracia política…
Igualmente ha quedado claro en Berlín que existe en Europa un grupo de partidos comunistas cuya línea política, cuyos análisis, cuya concepción del socialismo coinciden en gran medida…
Estos partidos luchan por la vía democrática al socialismo, y por un socialismo en la democracia, con el pleno ejercicio de los derechos de la persona, con pluralidad de partidos políticos, con el respeto a la alternancia en el poder según exprese su voluntad el pueblo a través del sufragio universal. El conjunto de esos partidos se pronuncia por un socialismo en el que exista el respeto más escrupuloso a la libertad de conciencia y a las prácticas religiosas, a la libertad de expresión, de reunión, a la libertad científica, literaria y artística, al derecho a la huelga; por un socialismo en que el Estado no tenga ideología oficial”.
El <<eurocomunismo>> se manifestaba plenamente como corriente revisionista de derecha, asumiendo los postulados del liberalismo en torno a los más variados aspectos políticos: democracia, libertades, religión, etc.
Bajo la defensa de las libertades políticas y de la democracia burguesa, especialmente del pluripartidismo y del sufragio electoral, enterraron la lucha de clases y negaron el papel de instrumento de dominación de clase del Estado. Practicaron una constante y creciente política de agresión a los países socialistas y trataron de dinamitar por todos los medios a su alcance la coordinación y el avance del movimiento comunista internacional, convirtiéndose en nombre de las particularidades nacionales y del socialismo democrático en funcionales a la estrategia anticomunista de las potencias imperialistas.
En su lucha contra el marxismo – leninismo, revivieron la tesis de Kautsky de que “la oposición de las dos corrientes socialistas” (es decir, los bolcheviques y los no bolcheviques) es “la oposición de dos métodos radicalmente distintos: el democrático y el dictatorial12, y como él trataron de convertir de nuevo a Marx en un adocenado liberal. Atacaron con rabia la premisa leninista de que marxista sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado y de que el problema de la dictadura del proletariado es el problema de la actitud del Estado proletario frente al Estado burgués, de la democracia proletaria frente a la democracia burguesa.
Como corriente revisionista, el <<eurocomunismo>> se manifestó como continuación de la lucha ideológica de la burguesía contra las ideas revolucionarias y sobre la base del reconocimiento formal del marxismo, al igual que hicieron con Kautsky respecto a la teoría del Estado, llamaron a combatir a sus filas al mismo Bernstein izando de nuevo la bandera de que “el objetivo final no es nada; el movimiento lo es todo”, o lo que es lo mismo, “la revolución socialista no es nada; las reformas son todo”. Así, frenaron toda tentativa revolucionaria en aras de una amplia alianza con socialdemócratas y cristianos llamada a conquistar una mayoría parlamentaria que, de reforma en reforma, algún día, alcanzaría el socialismo empleando como arma la maquinaria estatal burguesa, incluso en alianza con la propia burguesía nacional sumada a un frente antimonopolista.
Y, como no podía ser de otra manera, atendiendo al nexo orgánico que en palabras de Lenin existe entre las cuestiones de organización y las concepciones programáticas revisionistas, su política y su táctica, se lanzaron a destruir el carácter leninista de sus respectivos partidos y de la militancia comunista13.

EL <<EUROCOMUNISMO>> EN ESPAÑA Y LA DESTRUCCIÓN DEL PCE

Tras la derrota sufrida en la guerra nacional revolucionaria contra el fascismo (1.936 -39), la dirección política del PCE no realizó un análisis riguroso de las causas de la derrota ni del papel del Partido en la fase final de la guerra. La dirección, con el camarada José Díaz14 gravemente enfermo y dispersa por diferentes países, no logró articular una estrategia que permitiese proseguir la lucha antifascista hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. No existía un plan de repliegue y, mucho menos, una previsión que permitiese continuar organizadamente la lucha en la clandestinidad.
Desde 1.932 hasta 1.954 no se celebra ningún Congreso del PCE 15, lo que permitió un constante y progresivo debilitamiento de los principios leninistas de dirección colectiva y un escenario idóneo para todo tipo de maniobras realizadas de espaldas a la organicidad y de la base combatiente del partido, con un Buró Político cuyos miembros vivían a varios miles de kilómetros de distancia entre sí y sin presencia articulada y efectiva de una dirección política en el interior del país.
En paralelo a la formulación de la <<vía italiana al socialismo>>, el PCE adopta en España la conocida como <<política de reconciliación nacional>>, al tiempo que emprendía un desastroso repliegue de la lucha guerrillera. Con tales precedentes, comienza a librarse una dura batalla en la dirección del PCE.
Bajo el mando de Carrillo, nombrado Secretario General en el VI Congreso, celebrado en Praga de diciembre de 1.959 a enero de 1.960, la dirección prepara la conocida como <<salida democrática>>, diseña la llamada <<alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura>> e impone progresivamente una línea antisoviética y revisionista, eliminando a destacados dirigentes, apartando a los cuadros que en la dirección del partido permanecían fieles al marxismo – leninismo y expulsando a miles de comunistas honestos que luchaban heroicamente en el interior del país.
La fracción eurocomunista se apoyó en todo momento en los resultados del XX Congreso del PCUS, especialmente en la tesis que afirmaba la pluralidad de formas en el tránsito al socialismo y en las críticas a Stalin contenidas en el Informe Secreto, que sirvieron de pretexto para difamar a la URSS y apartarse de las enseñanzas de la Revolución de Octubre en la transición revolucionaria y en la edificación del socialismo. Se apoyaron también en los sucesos contrarrevolucionarios de octubre – noviembre en la República Popular de Hungría y especialmente en la intervención internacionalista del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, tratando de debilitar la confianza de la militancia y de la clase obrera en el socialismo y de mermar en inmenso prestigio de la URSS.
El oportunismo de la dirección eurocomunista del PCE no conoció límites. En 1.970 Santiago Carrillo declara al diario francés Le Monde:
Concebimos justamente una España socialista, donde el Jefe del Gobierno sería un católico y donde el PC sería minoritario… el socialismo español marchará con la hoz y el martillo en una mano y la cruz en la otra.16
Desde entonces, la formulación del denominado <<pacto para la libertad>> pasa en el PCE a un primer plano. Como sucede en el PCI con el <<compromiso histórico>>, el citado pacto, expresión máxima del triunfo del interclasismo en el PCE, no se concibe como una alianza de clases u organizaciones políticas para superar la dictadura, sino que, en su aplicación eurocomunista, se convierte en la búsqueda desesperada del reconocimiento por parte de las clases dominantes, especialmente del sector oligárquico que, opuestos sus intereses a la tendencia autocrática del franquismo, pujaba en el interior del régimen por la integración española en la Comunidad Económica Europea, lo que en el plano político exigía un cambio en la forma de dominación, un tránsito tutelado de la dictadura franquista a la monarquía parlamentaria.
Y en ese tránsito se comprometió el PCE revisionista. Primero aceptando los <<Pactos de la Moncloa>>, que sometían los intereses de la clase obrera y de los sectores populares a los intereses económicos de la oligarquía en plena crisis económica, jugando un papel de contención de la lucha obrera. Después aceptando el marco monárquico y enterrando la historia de lucha antifascista de la clase obrera y del pueblo español, renunciando al restablecimiento de la legalidad republicana y apoyando la Constitución de 1.978, que consagraba el cambio de una forma a otra en el ejercicio de la dictadura del capital.
En paralelo, desde el Pleno del Comité Central celebrado en Roma en 1.976, fue atacada la concepción leninista de Partido, su papel en la sociedad, sus funciones, tareas esenciales y principios organizativos. En un partido con miles de depurados, se abrieron de par en par las puertas a miles de nuevos ingresos sin ningún tipo de control o vigilancia revolucionaria. Todas las condiciones estaban sentadas para, llegado el IX Congreso, celebrado en Madrid en 1.978, aprobar formalmente el abandono del marxismo – leninismo y consagrar la política revisionista impuesta en un largo proceso a los comunistas españoles.
El Partido de la guerra nacional revolucionaria, de la lucha guerrillera, cuyos militantes formaron en la resistencia contra el nazi – fascismo en todos los países europeos y lucharon sin cuartel al lado del pueblo soviético en las Batallas de Leningrado y Stalingrado, había sido liquidado.
El PCE había mutado en una organización irreconocible que, hasta el día de hoy, se manifiesta en contra de la necesidad histórica de la revolución socialista y del poder revolucionario de la clase obrera -la dictadura del proletariado- en el periodo de transición y de construcción del socialismo; se pronuncia en contra de los principios leninistas de organización, especialmente del centralismo democrático; renuncia a la experiencia y a las enseñanzas de la construcción socialista en el siglo XX, a las que califica como una suerte de <<capitalismo de estado>>, rechazando especialmente el periodo conocido como <<ataque o asalto socialista contra el capitalismo>> en el que la Unión Soviética, con Stalin al frente del PCUS, demostró la superioridad del socialismo sobre el capitalismo y cosechó principalmente éxitos; acepta el marco imperialista de la Unión Europea, reivindicando una versión social y democrática de la misma bajo los postulados oportunistas del Partido de la Izquierda Europea; y rechaza toda forma de recomposición de un movimiento comunista internacional estructurado sobre firmes bases ideológicas.
En la Península Ibérica, el hermano Partido Comunista Portugués soportó todo tipo de presiones que poniendo entre otros el ejemplo español buscaban destruir la línea marxista – leninista. El camarada Álvaro Cunhal, Secretario General del PCP, respondió en todo momento con firmeza y contundencia:
Esta campaña aparece muchas veces con tono paternalista. Lamentan lo que llaman <<rigidez>>, el <<dogmatismo>>, el <<sectarismo>>, el <<stalinismo>> del PCP y hacen votos para que el PCP se convierta en un partido <<moderno>>, de <<modelo occidental>>…
Y ¿cuáles son las modificaciones que el PCP habría de hacer para <<probar su independencia>>?
Las condiciones son apuntadas provocadoramente. Todas ellas giran alrededor de seis grandes puntos: dejar de ser un partido marxista – leninista; romper sus relaciones de amistad con el Partido Comunista de la Unión Soviética; criticar a la URSS y a los países socialistas; romper con el internacionalismo proletario; desistir en Portugal de las reformas estructurales de carácter socialista; y adoptar un funcionamiento interno que permita tendencias y divisiones y la ruptura de la unidad del Partido.17
En el movimiento comunista español, a diferencia del portugués, se hicieron hegemónicas las posiciones revisionistas impulsadas por la dirección del PCE, y a lo largo de este proceso se escindió en dos fuerzas principales: aquellas que resistieron la ofensiva eurocomunista y defendieron el marxismo – leninismo agrupándose en 1.984 en el Partido Comunista de los Pueblos de España y aquellos otros que persistieron, y aún persisten, en chapotear en el pantano revisionista, sin haber realizado una autocrítica seria y rigurosa, un mero análisis, que vaya más allá de las meras lamentaciones sobre lo que pudo haber sido y no fue la denominada <<transición española>> y que continúan defendiendo en la práctica la vía del parlamentarismo burgués envuelta, en estos momentos, en la misma bandera republicana que en su momento traicionaron.
Y para muestra un botón. En el órgano de expresión del PCE de abril de 2.010, bajo el título <<Ofensiva política hacia la Conferencia Republicana del PCE>>, desde la Secretaría de Movimiento Republicano del PCE se afirma entre otras lindezas:
Desde el PCE entendemos que el proyecto republicano no debe ser encasillado en función de la terminología referida a espacios en el espectro político. Tenemos que darle a la palabra República una entidad de propuesta que la haga más accesible y llamativa; La República es la reforma económica, social, política, ideológica y de nuevos valores a la situación real.”
A continuación el Director de Mundo Obrero en su artículo titulado <<Construyendo República>> nos da muestras, aún más claras, de la completa confusión que reina en el seno del reformismo:
No vamos contra la Constitución de la que pedimos su reforma de modo trascendente, tenemos claro que el objetivo es contra una monarquía arcaica, obsoleta y garante de los valores del neoliberalismo. No queremos cualquier república sino una federal y democrática y con los valores de la I y la II Repúblicas aplicados a la situación actual…
La futura Constitución republicana debe pivotar en torno a los contenidos de la solemne Declaración de DDHH de la ONU de 10 de Diciembre de 1948, además debe hacer suyos los tres Pactos que firmados en 1966 y aceptados por España desarrollan esos contenidos…La Democracia como convenio permanente entre seres libres e iguales para seguir permanentemente conviniendo es de un alcance y de una profundidad que hace posible a la ciudadanía la accesibilidad a la toma de todo tipo de decisiones…”.
El viejo contenido revisionista, que adoptó en España y otros países la forma <<eurocomunista>>, se adapta así a los nuevos tiempos. Nuevo lenguaje para viejos planteamientos y ni asomo de marxismo. En las Tesis del XVIII Congreso del PCE se afirma:
En este XVII Congreso, el PCE se reafirma en la defensa del socialismo como desarrollo coherente y aplicación plena de la democracia. Comprende, por tanto, el reconocimiento del valor de las libertades personales y de su garantía, los principios de laicidad del Estado y de su articulación democrática, de la pluralidad de partidos, de la autonomía de los sindicatos, de la libertad religiosa y de culto practicado en el ámbito privado, así como la total libertad de investigación, y de las actividades artísticas y culturales”.
Exactamente lo mismo que el PCE eurocomunista afirmaba tras el pleno del Comité Central celebrado en Roma en 1.976, cuya cita se ha reproducido anteriormente.
El denominado Socialismo del Siglo XXI, es la nueva bandera de nuestros republicanos de hoy y eurocomunistas ayer18. Una propuesta cuyas versiones más elaboradas parten de las tesis mismas revisionistas que han atravesado los debates centrales del movimiento obrero desde que éste entró en la historia, de Bernstein al eurocomunismo, oponiendo al socialismo científico un ejercicio de eclecticismo trufado de posiciones liberal – burguesas.
No es de extrañar, por tanto, que partidos herederos del eurocomunismo hayan saludado calurosamente la propuesta de V Internacional19, donde sus planteamientos revisionistas pueden convivir con naturalidad con fuerzas que han renunciado plenamente a la lucha de clases, con todo tipo de socialdemócratas, trotskistas y toda variedad moderna de oportunismo, tanto de derecha como de izquierda; tal y como ya hacen a escala regional en el Partido de la Izquierda Europea.

A MODO DE CONCLUSIÓN

  • El eurocomunismo fue una corriente revisionista de derecha opuesta al socialismo científico y enemiga del marxismo – leninismo que, como en otros momentos a lo largo de la historia de la lucha de clases, sirvió de vehículo a la penetración de la ideología burguesa en las filas de la clase obrera y del movimiento comunista.
  • El eurocomunismo interactuó con las políticas oportunistas que, especialmente tras el XX Congreso del PCUS, fueron imponiéndose en varios partidos comunistas en el poder. El eurocomunismo basó su actuación en las fisuras abiertas por esas posiciones oportunistas y, al mismo tiempo, traicionó los principios internacionalistas proletarios practicando un grosero antisovietismo que contribuyó a mermar la confianza de la clase obrera en el socialismo.
  • Las posiciones oportunistas, tanto en los partidos comunistas en el poder como en los que no lo estaban, no fueron suficientemente combatidas desde el marxismo – leninismo. A diferencia de lo sucedido en tiempos de Lenin y Stalin, no se abrió un debate ideológico riguroso en el seno del movimiento comunista internacional, en el que primó la <<diplomacia>> frente al apoyo consecuente a las posiciones revolucionarias que se enfrentaban al revisionismo.
  • Los hechos no han confirmado ninguna de las afirmaciones eurocomunistas. El eurocomunismo condujo a la clase obrera de sus respectivos países al callejón sin salida del interclasismo, debilitó en extremo las posiciones revolucionarias y condujo a la liquidación de los partidos comunistas que lo adoptaron como destacamentos revolucionarios.
  • Los partidos comunistas que abrazaron el eurocomunismo, y que no han sido completamente liquidados, no realizaron una autocrítica rigurosa basada en categorías científicas de sus posiciones pasadas. En la actualidad tratan de adaptar las mismas posiciones revisionistas a los nuevos tiempos, agrupándose en Europa en torno al Partido de la Izquierda Europea.
  • El desarrollo de la lucha de clases a escala internacional, con el avance de la clase obrera, del campesinado y de posiciones antiimperialistas en distintos países, especialmente latinoamericanos, ha hecho entrar en escena una nueva variedad de oportunismo. El denominado Socialismo del Siglo XXI, basado en el eclecticismo y en la negación de las categorías y principios del socialismo científico, está llamado a ocupar la misma posición que en la segunda mitad del siglo XX ocupó en Europa y otros lugares el denominado <<eurocomunismo>>.
  • Las fuerzas marxistas – leninistas deben implicarse activamente en la lucha ideológica que hoy se libra en el movimiento revolucionario y antiimperialista mundial, contribuyendo de manera decisiva a la urgente reorganización de un movimiento comunista internacional que garantice el éxito de las revoluciones sociales que están por venir.
Raúl Martínez Turrero.

Revista Comunista Internacional

1 Declaración del Comité Central del PCPE ante el 90 Aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre. VII Pleno del CC, 6 y 7 de octubre de 2.007.
2 Véase DOCUMENTATION FRANÇAISE: <<Problèmes Politiques et Sociaux>>, núm. 293. Paris, 1976, páginas 25 y 27.
3 Problemas económicos del socialismo en la URSS. Noviembre de 1.951. Ediciones Vanguardia Obrera en 1.984, Tomo XV Obras J. Stalin.
4 XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Editado en castellano por el Partido Comunista Francés. Páginas 40 a 43.
5 O.C. página 243.
6 O.C. página 279.
7 Se refiere al XX Congreso del PCUS.
8 El <<Memorial de Yalta>>, publicado tras el fallecimiento de Togliatti, fue elaborado para sostener una serie de conversaciones con los dirigentes soviéticos. En el mismo se desarrolla la idea del <<policentrismo>> en el movimiento comunista internacional.
9 L ´Unitá, 4 de julio de 1.976. Órgano de expresión del Partido Comunista Italiano.
10L´Humanité, 8 de julio de 1.976. Órgano de expresión del Partido Comunista Francés.
11 Europa y los comunistas. Editorial Progreso 1.977. Páginas 294 a 297.
12 Citado por Lenin en LA REVOLUCIÓN PROLETARIA Y EL RENEGADO KAUTSKY. Obras Escogidas en tres tomos, Moscú 1.961. Edición en castellano página 65.
13 En el caso del PCE, el Pleno del CC celebrado en Roma en 1.976 modificó la estructura del Partido y sustituyó las células por agrupaciones territoriales, al modo socialdemócrata, en preparación de las elecciones que estaban por venir.
14 Secretario General del PCE desde el IV Congreso, celebrado en Sevilla en 1.932.
15 El V Congreso del PCE se celebra en Checoslovaquia en abril de 1.954. Dolores Ibárruri, La Pasionaria, sucede en la Secretaría General a José Díaz, fallecido en 1.942. En el VI Congreso, celebrado en 1.960, Santiago Carrillo, Secretario General de la Juventud Socialista, unificada con la Juventud Comunista en la JSU, desplaza a Dolores Ibárruri de la Secretaría General, nombrándola Presidente del Partido, cargo inexistente hasta la fecha. En el mismo Congreso el Buró Político pasa a denominarse Comité Ejecutivo.
16 Declaraciones de Santiago Carrillo a Le Monde publicadas por el diario francés el 4 de noviembre de 1.970.
17 Álvaro Cunhal. UN PARTIDO CON PAREDES DE VIDRIO. Editorial Avante, 1.985.
18 En las Tesis aprobadas por el XVIII Congreso del PCE, celebrado en noviembre de 2.009, se adopta las posiciones del denominado Socialismo del Siglo XXI.
19 En el Informe aprobado por unanimidad en el Comité Federal del PCE de 18 de diciembre de 2.009, se declara respecto a la propuesta de V Internacional: “En este marco internacional surge la iniciativa lanzada en Venezuela de avanzar hacia una nueva internacional socialista. Para empezar tenemos que señalar que desde el PCE se viene reclamando desde hace muchos años la necesidad de ampliar a todo el planeta lo que es el Foro de Sao Paulo, en el que participan de pleno derecho solamente los partidos latinoamericanos, el resto somos invitados, ya que la necesidad de coordinar, complementar actuaciones e intercambiar opiniones es cada vez más necesaria frente a un capital que está plenamente organizado, la clave ahora es ver como damos forma a esta iniciativa en la que el PCE debe mostrar hoy su voluntad de participar”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario