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lunes, 10 de septiembre de 2012

ALBERTO GARZÓN, DE OPORTUNISMO E IZQUIERDAS


10.09.2012

Diario-Octubre.

 
 
Es deprimente ver como el único partido de izquierdas con capacidad real de movilización se hunde cada vez más en el oportunismo, adoptando los principios programáticos de la socialdemocracia, vendida hace décadas a los intereses capitalistas. Lejos de darse cuenta de que ni los objetivos ni las tácticas socialdemócratas pueden resolver el principal problema de las clases trabajadoras, que no es otro que el sistema capitalista en sí, el discurso reformista se apodera de todas las áreas de la formación política, creada inicialmente como un movimiento de izquierdas, para convertirse definitivamente en un partido, poco diferenciado en sus objetivos del mismo PSOE.
Si comparamos hoy día cualquier discurso de los principales responsables de la formación con los pronunciados por los dirigentes del PSOE hace diez-quince años, acabamos atónitos al descubrir que resulta prácticamente imposible encontrar una sola diferencia ideológica entre ellos.
Hoy, en el seno de Izquierda Unida, dirigida por los líderes del PCE, al menos en cuanto a la proporción de sus dirigentes, las ideas revolucionarias marxista-leninistas están completamente abandonadas, en contra de la mayor parte de su militancia. Hasta tal punto es difícil la situación, que muchos de los militantes se sienten ridiculizados, si no reprimidos por sus dirigentes al expresar su disconformidad con los postulados reformistas que se adoptan en sus reuniones, consejos y comités.
“Apoderamiento vía elecciones”, “movilización sostenida”, “democracia”, “estado de derecho” y el “estado de bienestar” parecen ser los principales objetivos de la pretendida izquierda, izquierda autodenominada socialista, que en sus textos ya ni utiliza las palabras “comunismo” ni “revolución”. Reformar, modificar, mejorar el estado burgués se ha transformado, parece, en el objetivo real. Un objetivo vacío y sin ningún tipo de esperanza que ofrecer al proletariado y campesinado, que no hace más que daño en realidad, lejos de ofrecer soluciones reales y desaprovechando el momento en el que se encuentra el pueblo español.
En el momento histórico actual resulta de extrema urgencia que la militancia del PCE (como principal fuerza política dentro de IU) reaccione lo antes posible para exigir a sus dirigentes un cambio de rumbo que no podría ser otro que volver a los orígenes, transformarse en organización revolucionaria, dispuesta a trabajar y luchar para derribar el moribundo sistema en son de la construcción de una nueva sociedad sobre sus cenizas .
A parte de la pérdida de una oportunidad única, dicha urgencia reside precisamente en el hecho de que el actual sistema está viviendo sus últimos tiempos. El enemigo lo sabe y no dudará en aprovechar la oportunidad para instaurar la dictadura fascista abierta, como ya hizo en tantas ocasiones en el pasado.
Hoy no queda espacio para “Rebeldía” de dos horas de manifestación. Hoy se tiene que hablar de la insurrección, del levantamiento popular, de la guerra que ha declarado la burguesía a las clases trabajadoras. Hoy se tiene que recoger el guante y emprender la lucha.
“”¡La crisis está madura! ¡Contemporizar se convierte en un crimen!
¡Hay que realizar inmediatamente la revolución y tomar el poder,
de lo contrario todo se habrá perdido!”
.- V.I. Ulianov (Lenin)
Octubre de 1917
Del Diario de Una Colonia
Buenas compañeros y compañeras, hoy les traemos un “interesante” texto del señor Alberto Garzón, diputado por IU y (¿ex?) militante de UJCE. ¿Qué cómo podemos llamar “interesante” un texto perteneciente a un socialdemócrata? ¡Muy fácil!, porque nos da la oportunidad de desenmascarar al oportunismo kautskysta en nuestros días de nuevo, que amparándose bajo una fraseología marxista (¡e incluso mencionando a los clásicos!) intenta hacernos creer falsos mitos de la burguesía, dinamitando desde dentro al movimiento obrero con concepciones muy poco proletarias.
El texto en cuestión es este: http://www.agarzon.net/?p=2041 titulado “Desobediencia civil, Estado de Derecho y la izquierda”, en él el sujeto en cuestión (a partir de ahora en el texto AG) nos hace un pequeño repaso acerca de lo que significan los términos “Estado de Derecho” y “desobediencia civil”, además de indicarnos que lo que pretende es situar lo que desde su manera de ver es la postura de la “izquierda” (no entendemos porqué mete a Marx, Engels y los marxistas en este saco)
El primer punto en el que nos encontramos con una tergiversación del marxismo (en este caso del anticapitalismo) viene dado justo al principio, ¡para empezar con ganas!: […] Luis Felip [LF] [2] ha escrito un post en su blog en el que reflexiona sobre el binomio legalidad y legitimidad, trayendo al debate aspectos cruciales de lo que es la estrategia y táctica de la izquierda anticapitalista. Seguidamente añade: Mi intención es hacer aquí algunas aportaciones a dicho debate, tratando de justificar que estas acciones son tácticas adecuadas que se inscriben en una estrategia que busca alcanzar una democracia real y un verdadero Estado de Derecho.¿Cómo que nuestro objetivo es alcanzar “una democracia real y un verdadero Estado de Derecho”? Los comunistas no buscamos ningún Estado de Derecho, ni ningún anticapitalista, por la simple razón de que éste no es nada más que una forma de Estado creada por la burguesía en plena confrontación contra el feudalismo, y en consolidación de su posición como clase dominante, el objetivo de todo anticapitalista (en el sentido progresista, no en el reaccionario) ha de ser destruir el capitalismo e instaurar la propiedad social de los medios de producción, el modo de producción que es el comunismo y al cual se llega mediante una etapa de transición en la que las diferencias entre clases aún no han desaparecido, y por tanto el proletariado necesita de una organización estatal para oprimir a la burguesía, la dictadura del proletariado, en este período se construye una forma inmadura de comunismo denominada socialismo.
El siguiente punto que trata nuestro amigo AG, después de hablar de Tomás de Aquino y su gran querido (por burgués y liberal) Kant, es esta perlita que dejamos: “Esta es precisamente la tesis de actuales y brillantes filósofos marxistas como Carlos Fernández Liria y Luís Alegre Zahonero [2], quienes denuncian que la ideología dominante pretende hacer creer que Estado de Derecho y Capitalismo son la misma cosa, a la vez que critican las experiencias políticas del llamado socialismo real precisamente por olvidar que el fin más alto del ser humano es el de convertirse en un ciudadano en el marco de un verdadero Estado de Derecho: un Estado de Derecho socialista. Aquí el “compañero” AG después de tanta perorata se deja ver como lo que es de verdad; un oportunista. Empecemos con la duda acerca de si los dos sujetos nombrados son marxistas o no, y continuemos: ¿Qué Estado de Derecho y Capitalismo no son la misma cosa? ¿Acaso el Capitalismo no creó el Estado de Derecho, como ya hemos dicho, y no usa “el imperio de la ley”, el Reichstaat en su beneficio tras el paso del viejo fascismo al nuevo fascismo institucionalizado? Los comunistas y el socialismo no buscan ningún Estado de Derecho, ni la meta más alta del ser humano es convertirse en ciudadano, la meta más alta del ser humano es acabar con las diferencias de clases, la propiedad privada y el Estado, no buscamos ningún “Estado social”, ni ningún “Estado Popular”, ¡buscamos acabar con el Estado en sí!, porque ¿qué es el Estado? Y aquí, comenzamos a citar a los clásicos que ha mencionado Garzón.
“El Estado no es, en modo alguno, un Poder impuesto desde fuera a la sociedad; ni es tampoco ‘la realidad de la idea moral’, ‘la imagen y la realidad de la razón’, como afirma Hegel. El Estado es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado con sigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso hízose necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del ‘orden’. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado”
Engels – El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado
“El proletariado toma en sus manos el Poder del Estado y comienza por convertir los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este mismo acto se destruye a sí mismo como proletariado y destruye toda diferencia y todo antagonismo de clases, y, con ello mismo, el Estado como tal. La sociedad hasta el presente, movida entre los antagonismos de clase, ha necesitado del Estado, o sea de una organización de la correspondiente clase explotadora para mantener las condiciones exteriores de producción, y por tanto, particularmente para mantener por la fuerza a la clase explotada en las condiciones de opresión (la esclavitud, la servidumbre o el vasallaje y el trabajo asalariado), determinadas por el modo de producción existente. El Estado era el representante oficial de toda la sociedad, su síntesis en un cuerpo social visible; pero lo era sólo como Estado de la clase que en su época representaba a toda la sociedad: en la antigüedad era el Estado de los ciudadanos esclavistas; en la Edad Media el de la nobleza feudal; en nuestros tiempos es el de la burguesía. Cuando el Estado se convierta finalmente en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habra ya nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad: la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención de la autoridad del Estado en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro de la vida social y se adormecerá por sí misma. El gobierno sobre las personas es sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será ‘abolido’; se extingue. Partiendo de esto es como hay que juzgar el valor de esa frase sobre el ‘Estado popular libre’ en lo que toca a su justificación provisional como consigna de agitación y en lo que se refiere a su falta absoluta de fundamento científico. Partiendo de esto es también como debe ser considerada la exigencia de los llamados anarquistas de que el Estado sea abolido de la noche a la mañana”
Engels – Anti-Dühring
Refutado Garzón con los mismos citados por él, proseguimos justo al párrafo donde hace mención de estos: En definitiva, el Estado de Derecho y la democracia que tenemos actualmente sólo son apariencias de lo que deberían ser. De la misma forma que no existe una democracia real -porque la ciudadanía no tiene capacidad de decidir sobre el poder económico- tampoco existe un Estado de Derecho real. Y es a partir de este punto argumental donde yo entiendo que puede conectarse toda la tradición del marxismo y socialismo clásico (Marx, Engels, Bakunin, etc.) con los movimientos sociales actuales (decrecimiento, democracia real ya, etc.). No se trata de superar el Estado de Derecho por algo “mejor” sino precisamente de alcanzarlo, para lo cual es necesario superar el capitalismo.Aquí, vamos a recurrir a otro clásico, a Lenin y su lucha contra el kautskysmo oportunista:
“Esto no es una polémica contra Bernstein, sino que es, en el fondo, una concesión hecha a éste, una entrega de posiciones al oportunismo, pues, por el momento, nada hay que tanto interese a los oportunistas como el “dejar con completa tranquilidad al porvenir” todas las cuestiones cardinales sobre las tareas de la revolución proletaria.
Desde 1852 hasta 1891, a lo largo de cuarenta años, Marx y Engels enseñaron al proletariado que debía destruir la máquina del Estado. Pero Kautsky, en 1899, ante la traición completa de los oportunistas contra el marxismo en este punto, sustituye la cuestión de si es necesario destruir o no esta máquina por la cuestión de las formas concretas que ha de revestir la destrucción, y va a refugiarse bajo las alas de la verdad filistea “indiscutible” (y estéril) ¡¡de que estas formas concretas no podemos conocerlas de antemano!!
Entre Marx y Kautsky media un abismo, en su actitud ante la tarea del Partido proletario de preparar a la clase obrera para la revolución.
Tomemos una obra posterior, más madura, de Kautsky consagrada también en gran parte a refutar los errores dei oportunismo: su folleto “La revolución social”. El autor toma aquí como tema especial la cuestión de la “revolución proletaria” y del “régimen proletario”. El autor nos suministra muchas cosas muy valiosas, pero soslaya precisamente la cuestión del Estado. En este folleto se habla constantemente de la conquista del Poder del Estado, y sólo de esto; es decir, se elige una fórmula que es una concesion hecha al oportunismo, toda vez que éste admite la conquista del Poder sin destruir la máquina del Estado. Precisamente aquello que en 1872 Marx consideraba como “anticuado” en el programa del “Manifiesto Comunista” es lo que Kautsky resucita en 1902”
Lenin – El Estado y la Revolución
Luego de toda la palabrería sobre la cuestión estatal pasamos a otra clase de discusión, el carácter de la llamada “desobediencia civil” y de la “hegemonía ideológica gramsciana”, ahí  los reformistas realizan su habitual tergiversación de Gramsci y la hegemonía. La vanguardia proletaria, el partido comunista, no ninguna formación ni plataforma “de izquierdas” tiene que atraer en torno a sí misma los sectores avanzados e intermedios de la clase obrera, y elevar la conciencia de los más bajos, pero con acciones y discurso revolucionario. El discurso tiene que adaptarse al receptor pero no rebajarse, que es lo que hacen nuestros “amigos”.
Y aquí, terminó en general la tergiversación del marxismo de AG, esperamos que se recupere pronto de su oportunitis aguda o deje de denominarse marxista, y diga abiertamente lo que es.
Alberto Garzón, retírese.

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