viernes, 3 de agosto de 2012
Nuevo
galimatías del Sumo Pontífice tunecino, Santiago Alba Rico. Trae
novedades: Por fin arremete contra esas "dictaduras" (ALBA) a las que
acude para impartir ponencias cósmicas. Lo de darse un viajecito por las
cárceles españolas y visitar a los presos politicos es otro, y difícil,
cantar. Lo fácil es rajar de la casa de los vecinos.
Los
acontecimientos marcaron, al final de la segunda guerra mundial, el
destino del mundo árabe en el avispero geopolítico internacional del
siglo XX. El primero tiene que ver, naturalmente, con el petróleo. El 14
de febrero de 1945, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y
el rey Abdelaziz ibn Saud, fundador del actual Estado de Arabia Saudí,
firmaron el llamado pacto del Quincey, por el nombre del crucero militar
donde se celebraron las conversaciones que llevaron a un acuerdo
energético, aún vigente, en virtud del cual se garantizaba a EEUU el
acceso privilegiado al combustible fósil del Golfo Pérsico. A cambio, la
potencia estadounidense permitió a Arabia Saudí utilizar esta
formidable fuente de riqueza para difundir en toda la región, no el
bienestar social y el desarrollo económico sino la versión más
reaccionaria, violenta y puritana del islam sunní.
Trágate (si puedes) la sopa de letras completa aquí
Señálanos
tú, Todopoderoso Filósofo, cuál es el camino correcto que los obreros
debemos seguir para alcanzar la luz y salir de las tinieblas, pero por
tu madre: Que no se te olviden los datos, no vayas a hacer el ridículo
como con Fidel Castro.
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