29
Julio
2012
Por Ana Tudela.
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, durante una intervención pública
Desde el pasado 11 de julio, por primera vez desde que el euro es
euro, los bancos de la moneda única no reciben nada por las ingentes
cantidades de dinero que están dejando a resguardo en el Banco Central
Europeo (BCE), usado como fondo de colchón mientras el grifo del crédito
cría telarañas.
A pesar de que la economía real se
asfixia, de la vuelta a la recesión de buena parte de los países, de que
el origen del desastre está en la propia banca, de que ese dinero no es
suyo sino prestado por el BCE a tipos históricamente bajos y de las
constantes ayudas con cargo a fondos públicos, los bancos de la zona del
euro tenían a comienzos de esta semana 845.571 millones de euros
contantes y sonantes guardados en la autoridad monetaria.
Por hacerse una idea de la magnitud, esa cantidad permitiría pagar toda la deuda pública de España (774.549 millones de euros a finales del segundo trimestre) y aún sobraría
una cantidad equivalente al nuevo ajuste previsto por el Gobierno para
los próximos dos años (65.000 millones) más el anunciado previamente en
sanidad y educación (alrededor de 10.000 millones). La única esperanza, opinan los expertos, es que el BCE decida penalizar, es decir, cobrar a la banca por guardarle el dinero.
Y no poco, que el dinero se está yendo ya a intereses negativos a
refugiarse en la deuda pública de Alemania, Francia o Bélgida, es decir,
que los bancos pagan con tal de dejar el dinero a resguardo en lugar de
esperar una rentabilidad a cambio.
¿Qué hace el dinero en el BCE?
La cantidad diaria depositada por los
bancos en el BCE en la llamada facilidad de depósito lleva desde agosto
de 2011 por encima de los 100.000 millones y prácticamente sin parar de
aumentar. En aquel mes, a Christine Lagarde -no Lagarde en su papel de
ministra de Economía de Francia (ni se le habría pasado por la cabeza,
estando la banca gala cargada de subprimes como está), sino
Lagarde ya directora gerente del FMI- se le ocurrió alertar contra los
riesgos de la banca europea desde el paraíso para banqueros de Jackson
Hole (Wyoming, EEUU). Qué tiempos aquellos en los que la prima española
en 400 puntos era un escándalo.
Los bancos volvieron a mirarse de reojo
con tan poca confianza o menos que cuando quebró Lehman Brothers.
Lagarde había levantado la alfombra, llena de inversiones de riesgo por
las que la banca había apostado en los años locos, y que ya no valen lo
que se debe por ellas. Subprime en Francia y Alemania; ladrillo
y suelo en España; dinero a los bancos españoles que a su vez lo habían
invertido en ladrillo y suelo… las bombas de relojería en los
balances del sistema financiero del euro son muchas, van estallando poco
a poco, y saberse lo que es saberse, no se tiene ni idea de la magnitud
del desastre.
Los bancos, que tienen que atender a los
vencimientos de sus propios préstamos y empezaron a dudar de que nadie
les volviese a prestar para refinanciarse ni de que si prestaban a otros
se lo fuesen a devolver, se pusieron a amasar dinero, sacándolo de la
economía real. Los débiles brotes verdes, atenazados por las políticas
de austeridad, terminaron de chamuscarse. El BCE siguió prestando a los
bancos sin límite.
Las subastas del billón de euros
La cantidad depositada en el BCE se disparó cuando la
autoridad monetaria decidió prestarles a los bancos en dos subastas
(diciembre de 2011 y febrero de 2012) un total de un billón de euros que
no tendrán que devolver en tres años. Ahí están, bloqueados en su
mayoría. Como mucho, se destina parte a comprar deuda pública a
precios de hasta el 7% que se compra con dinero prestado ahora por
debajo del 1%. Se han oído y acallado una y otra vez los ecos de credit crunch,
se han mantenido las medidas extraordinarias de liquidez y, sin
embargo, nadie ha tomado medida alguna para obligar a las entidades
financieras a que hagan circular el dinero hacia empresas y hogares.
Lo máximo ha sido precisamente la
decisión del Consejo de Gobierno del BCE en su última reunión de reducir
a cero lo que se les paga por lo que depositan. Pero al mismo tiempo se
ha dejado en un mínimo histórico del 0,75% el interés que se les cobra
por el dinero que toman prestado.
“El 0,25% que se les abonaba hasta el 11
de julio, teniendo en cuenta que la inflación ronda el 2%, ya suponía
una pérdida para la banca de 1,75 puntos y eso no les hizo cambiar”,
explica Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada de la Universidadde Málaga. “La única forma sería establecer un coste penalizador por bloquear el dinero, del 5% por ejemplo”, añade.
La prueba de lo inútil de la medida es
que los bancos dejan menos ahora en la facilidad de depósito pero lo
mantienen en cuentas corrientes en el BCE. Ahora la facilidad, en la
que hay que hacer el ingreso cada noche, figuran poco más de 350.000
millones (llegaron a depositarse 827.000 millones en un día en plena
negociación del segundo rescate griego) pero el dinero sigue ahí. En las
cuentas corrientes de la banca en el BCE figuran esta semana 490.000
millones. Estas últimas al menos remuneran al 0,75% una vez al mes las
reservas mínimas que se les exigen a los bancos por los depósitos de
clientes, pero esas reservas mínimas no superan actualmente los 110.000
millones. Por lo demás no reciben nada. José Carlos Díez,
economista jefe de Intermoney, bromea al comprobar que hay quien sigue
trasladando cada noche parte del dinero a la facilidad de depósito, una
cuenta no remunerada. “Para lo que le sirve, quien se encargue de
teclear el traspaso podía entretenerse jugando al Angry Birds”, comenta.
Poca esperanza para la economía real española
Si la situación no es muy esperanzadora
en toda la zona del euro, menos aún lo es en el caso de España. La banca
española está en el punto de mira del mundo entero, ahora que va a ser
rescatada del estallido de la burbuja inmobiliaria. “Va a ser muy
difícil reactivar el crédito en la economía de España porque cada vez
que presten se les va a exigir que provisionen más, un círculo difícil
de sostener”, explica Montero. Los bancos españoles tenían en junio
337.206 millones prestados por el BCE pero el crédito concedido no hace
sino disminuir.
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