por Lutte Ouvrière
Sábado, 28 de Julio de 2012
Los Juegos olímpicos, son una operación planetaria dirigida a grabar
en uno, o dos mil millones de cerebros los logos de las grandes marcas
Los Juegos olímpicos, además de
“ser” “la gran fiesta del deporte”, son una operación planetaria
dirigida a grabar en uno, o incluso en dos mil millones de cerebros los
logos de varias grandes marcas. El objetivo es claro: persuadir al
máximo número de terrestres de las ventajas de comprar tal marca de
calzado, de camisetas o de otros productos, aunque sea pagándolos más
caros que otras marcas. Y qué importa si todo esto se produce en
fábricas donde los obreros cobran 50 dólares al mes.
Lo importante es que, de los 130
millones de bebés que nacerán este año en el planeta, el mayor número
posible de ellos sepa rápidamente decir, al mismo tiempo que “papá” o
“mamá”, palabras tan importantes como “MacDo” y “Coca”.
Organizar “la gran fiesta del deporte”
causa muchas preocupaciones. En primer lugar hay que convencer a una
población, no muy unánime a la hora de pagar una factura que ha
cuadruplicado lo que se anunciaba en 2005, cuando Londres consiguió los
Juegos. Factura que según las últimas noticias ha alcanzado casi 12 mil
millones de euros.
Es necesario también muchos esfuerzos de
organización y de control para que nada extraño sea permitido y para
que las reglas sean bien respetadas. La seguridad teme, por ejemplo, que
los espectadores luzcan, el colmo del horror, camisetas de Pepsi y
puedan ser visibles en las imágenes, cuando es Coca-Cola el patrocinador
oficial. Es lo que se llama en Londres el “marketing enmascarado”. El
colmo del horror, en 1996, en los juegos de Atlanta, un velocista pasó
por delante de millones de espectadores luciendo el logo de Puma, cuando
Reebok era el patrocinador oficial de los Juegos. Ésta es la razón por
la que el presupuesto de seguridad ha tenido que aumentarse, porque no
se bromea con los miles de millones de ingresos publicitarios que
nutren, entre otros, al Comité Olímpico Internacional.
Los inspectores se han distribuido por
las calles de Londres, amenazando por ejemplo con cárcel a una
vendedora que había dispuesto algunos círculos de colores, en forma de
logo olímpico, entre las bragas y los sostenes que vende a sus clientes,
o también a un carnicero que, en su escaparate, había realizado el
mismo diseño con ristras de salchichas. Probablemente no se habían dado
cuenta del mundo en que viven, y ninguno de los dos había pagado su
contribución al honorable comité.
Ningún Juego sin medallas, Pero debido
al aumento de los precios de los metales, y especialmente del oro, habrá
menos oro por medalla: ¡seis gramos solamente de los 410! No obstante
esto ha supuesto un pedido de ocho toneladas de oro, de platas y de
cobre al trust minero Rio Tinto. Para este grupo, uno de los más
contaminantes del planeta, ser proveedor de los Juegos es una cuestión
de imagen. ¿No se presentan estos Juegos como “los más verdes de toda
la historia del deporte olímpico”?
Efectivamente, los Juegos son
ecológicos. Una buena puesta en escena sobre las verdes campiñas
británicas, y el grupo Dow Chemicals, uno de los principales
patrocinadores, debería incluso convertirse en “eco responsable”. Es un
poco fuerte, y algunos han recordado que Dow Chemicals hizo muy buenos
negocios vendiendo “el agente naranja” que sembró la muerte y la
devastación durante la guerra del Vietnam. El trust rechaza todavía
indemnizar a las víctimas de la catástrofe química de Bhopal, lo que ha
estado a punto de empujar a la India a boicotear los Juegos. Así pues,
se han escondido los carteles publicitarios demasiado visibles de este
trust. Pero BP, responsable hace dos años de la catástrofe de la
plataforma petrolera en el golfo de México, se lo ha montado mejor y ha
sido nombrada “patrocinador permanente”.
¡Todo esto constituye la magia del deporte!
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