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miércoles, 27 de junio de 2012

FICHA DE FORMACION POLITICA V: ESTRATEGIA Y TACTICA DE LA CLASE OBRERA

MA.GAV.RO.CHE.
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27 de junio del  2012
Al luchar por su propia supervivencia contra la explotación de sus patronos capitalistas, los obreros tienden necesariamente a desarrollar una lucha de clases y a adquirir por ello una conciencia de clase, antagónica a la ideología burguesa dominante. Comprenden así su lugar en la sociedad capitalista, pero todavía no su misión histórica revolucionaria. Para esto, es preciso que su sector más avanzado, los comunistas, eduquen a la masa obrera en la concepción del mundo científica del marxismo-leninismo y la organicen bajo la dirección política del Partido Comunista. De este modo, la clase obrera puede determinar científicamente su línea política revolucionaria: es decir, la estrategia y la táctica que deberá aplicar para destruir la dominación política de la burguesía y sustituirla por su propia dominación, requisito indispensable para abolir las clases y, con ellas, toda explotación y opresión sociales.
La estrategia “determina las relaciones generales y fundamentales de la clase obrera con otras clases; la táctica, las relaciones parciales y transitorias.”[1] ¿Cómo se determina la estrategia proletaria?: “Sólo considerando en forma objetiva el conjunto de las relaciones mutuas de todas las clases, sin excepción, de una sociedad dada, y teniendo en cuenta, por lo tanto, el grado objetivo de desarrollo de esta sociedad y sus relaciones con otras sociedades, podemos disponer de una base que nos permita trazar certeramente la táctica de la clase de vanguardia.”[2] Y “las tareas generales y fundamentales … no  cambian con los virajes de la historia si no cambia la correlación fundamental entre las clases.”[3]
La estrategia revolucionaria de la clase obrera solamente podrá proponerse como objetivo inmediato la sustitución del capitalismo por el socialismo a través de la revolución proletaria cuando ésta se haya vuelto materialmente posible, es decir, cuando el desarrollo de las fuerzas productivas sociales haya alcanzado un grado tal que choque con las relaciones de producción capitalistas. “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.”[4]
Desde este punto de vista fundamental que es el grado de progreso material de la sociedad, en la etapa imperialista de desarrollo del capitalismo, existen dos clases de países y, por lo mismo, de estrategia proletaria.

Países semi-feudales, a menudo oprimidos por las potencias imperialistas

En los países que reúnen estas características (como fueron Rusia, China y la gran mayoría de experiencias revolucionarias victoriosas), la clase obrera no puede proponerse el socialismo como objetivo estratégico inmediato, por la importancia de las relaciones sociales pre-capitalistas, porque las fuerzas productivas todavía carecen de una naturaleza directamente social, etc. Y esto, a pesar de que ya existe la clase de los trabajadores asalariados explotados por los capitalistas y ha comenzado su lucha contra éstos; sin embargo, “desde el punto de vista de las ideas fundamentales del marxismo, los intereses del desarrollo social están por encima de los intereses de la clase obrera, los intereses de todo el movimiento obrero en su conjunto están por encima de los intereses de una u otra capa de obreros, de tal o cual aspecto del movimiento”[5].
Allí, por esta necesidad económico-material, la revolución tiene que atravesar dos etapas estratégicas sucesivas para alcanzar el socialismo: “Primero, junto con ‘todos’ los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra el medievalismo (y hasta este punto la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa). Después, junto con los campesinos pobres, con los semiproletarios, con todos los explotados, contra el capitalismo, incluyendo a los ricos del campo, los kulaks, los especuladores, y en ese punto, la revolución se convierte en socialista.”[6]

Países imperialistas o de capitalismo desarrollado

En este tipo de países, las crisis económicas ponen de manifiesto el choque de las fuerzas productivas altamente socializadas con las relaciones de producción privadas capitalistas. Más aún, el predominio de los monopolios en la economía pone de manifiesto que el capitalismo ya no puede existir sin socializar los medios de producción hasta donde el régimen burgués lo permite. En países así, “las condiciones para el socialismo han alcanzado no cierto grado de madurez, sino madurez en general”[7], dado que “el capitalismo monopolista de Estado es la completa preparación material para el socialismo, la antesala del socialismo, un peldaño de la escalera de la  historia entre el cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún peldaño intermedio.”[8]
Así pues, aquí, en los países donde el modo de producción capitalista es dominante, mayoritario o prácticamente exclusivo, la estrategia del proletariado debe fijarse directamente el objetivo de la revolución socialista, pues no existe ninguna necesidad económico-material de plantearse una revolución democrática. “Los marxistas tienen el deber de luchar por el camino revolucionario directo del desarrollo cuando esa lucha viene prescrita por las condiciones objetivas”[9].
Es cierto que, incluso en esta clase de países, pueden darse supervivencias económicas y políticas feudales y carencias democráticas generales, agravadas porque el capitalismo ya no es progresivo sino reaccionario, imperialista. “Naturalmente –explica Lenin-, en la situación histórica concreta se entrelazan los elementos del pasado y del porvenir, los camino se cruzan. (…) Pero esto no nos impide en lo más mínimo diferenciar, lógica e históricamente, las grandes fases del desarrollo. Pues todos nosotros contraponemos la revolución burguesa y la socialista, todos nosotros insistimos incondicionalmente en la necesidad de establecer una distinción rigurosa entre las mismas, pero ¿se puede negar acaso que en la historia se entrelazan elementos aislados, particulares, de una y otra revolución? ¿Acaso la época de las revoluciones democráticas en Europa no registra una serie de movimientos socialistas y de tentativas socialistas? ¿Y acaso la futura revolución socialista en Europa no tendrá todavía mucho que hacer en el campo de la democracia?”[10]
El hecho de que la revolución socialista sea el objetivo estratégico inmediato no perjudica en lo más mínimo la necesaria flexibilidad táctica para atender al desarrollo de la conciencia de las masas, al aprovechamiento de las contradicciones entre otras clases y fracciones de clase, al proceso de acumulación de fuerzas para dicha revolución, a los flujos y reflujos de la situación política, … en definitiva, a la búsqueda de formas de transición a la revolución proletaria. Ahora bien, los requerimientos tácticos no son para sustituir el objetivo estratégico, sino para cumplirlo. “La estrategia se ocupa de las fuerzas fundamentales de la revolución y de sus reservas. Cambia al pasar la revolución de una etapa a otra, permaneciendo, en lo fundamental, invariable a lo largo de cada etapa en cuestión.”[11] Las etapas tácticas y los virajes tácticos no modifican el hecho de que, en los países capitalistas desarrollados, el proletariado afronta ya necesariamente la etapa socialista de la revolución y subordina toda su táctica a este objetivo.
Esto tiene la mayor importancia en momentos reaccionarios, de reflujo de la revolución, como los que vivimos, y en los que debemos exigirnos “una especial vigilancia, para que las tareas y consignas no se restrinjan, para que la modificación de la forma de lucha no destruya su contenido, no la haga menos inconciliable, no deforme la perspectiva histórica y los objetivos históricos del proletariado… Las reivindicaciones teóricas, que pasan inevitablemente a primer plano en los tiempos de estancamiento, igualmente requieren unión, para la defensa del socialismo en general y del marxismo, como el único socialismo científico, en especial, frente a la burguesía contrarrevolucionaria que moviliza todas sus fuerzas para combatir las ideas de la socialdemocracia revolucionaria.”[12]
Si el proletariado consciente debe propagar y perseguir sus objetivos socialistas incluso cuando afronta una revolución democrática (precisamente para preparar el tránsito a la segunda etapa de la revolución, a la etapa propiamente proletaria), con mayor razón debe hacerlo cuando el socialismo ya es su objetivo estratégico inmediato.

[1] Revisión del programa agrario del partido obrero, Lenin, obras completas, tomo X, pág. 180, Ed. AKAL.
[2] Carlos Marx, Lenin, tomo XXII, págs. 168 y 169.
[3] Algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo, Lenin, tomo XVII, pág. 30.
[4] Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política, Marx, obras escogidas, tomo 1, págs. 373 y 374.
[5] Proyecto de programa de nuestro partido, Lenin, tomo IV, pág. 240.
[6] La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin, tomo 30, pág. 150.
[7] Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Lenin, tomo IX, págs. 78.
[8] La catástrofe que no amenaza y cómo luchar contra ella, Lenin, tomo XXVI, pág. 442.
[9] Contra el boicot, Lenin, tomo XIII, pág. 27.
[10] Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Lenin, tomo IX, págs. 80.
[11] Los fundamentos del leninismo, Stalin, Obras, tomo VI, pág. 159, Edit. VOSA.
[12] Hacia la unidad, tomo XVI, págs. 150 y 151

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