La derrota, parcial, de Estados Unidos en Siria, tras la firma del
acuerdo firmado con Rusia y la victoria rotunda de Al Assad en las
elecciones, el apoyo a los grupos terroristas yihaidistas contra el
estado sirio y los renovados intentos desde dentro y desde fuera de
derrocarlo mediante las armas han continuado.
Barack Obama y sus aliados europeos, israelís y árabes evidentemente no
iban a aflojar el mordisco de su presa tan fácilmente, utilizando para
ello cualquier método, por criminal que sea. Lo mismo sucede, como
sabemos, en el este de Ucrania tras aquel golpe de fuerza de la adhesión
de Crimea a Rusia que después se ha quedado en simple colleja medio
amenazante pero, también, medio amistosa.
En Siria la apuesta de Obama y sus cortesanos ha sido el apoyo a los
terroristas islámicos, a los famosos miembros de Al Qaeda que tan útiles
le han sido al imperio desde Afganistán, tanto como aparentes enemigos
como de amigos rebeldes contra los regímenes díscolos del norte de
África u Oriente Medio. De hecho, Obama ya pidió al Congreso
estadounidense la asignación de 500 millones de dólares para “formar y
equipar elementos controlados de la oposición armada siria”.
La estrategia parece que no se queda ahí. El avance relámpago de los
islamistas en Irak, con la evidente complicidad de parte del ejército
iraquí (controlado por generales afines a Estados Unidos) y del propio
gobierno -de hecho las tropas del gobierno de Bagdad no han resistido
apenas los ataques yihaidistas-, es más que sospechosa. En un país
destrozado por la invasión norteamericana y convertido en un peón de los
intereses de Washington, y como escribió Manuel Vázquez al respecto, en
su artículo
Invasión en Irak, objetivo Siria
, parafraseando a Pancho Villa, parece que los generales del mandatario
chiíta iraquí, Nuri al-Maliki, no resistieron “un cañonazo de un millón
de dólares”.
Lo que parece claro es que un gobierno islamista en Bagdad abriría la
frontera este de Siria, hasta ahora no controlada por los terroristas de
Al Qaeda ni por los mercenarios norteamericanos, europeos e israelíes,
cortaría toda posible ayuda por tierra de Teherán a Damasco y, de
momento, ha provocado ya que muchos iraquíes que luchaban junto al
ejército sirio para defender su soberanía están regresando a su país
para evitar que las tropas del autoproclamado califato conquisten la
capital, debilitando convenientemente la resistencia popular.
En otro orden de cosas, es curioso que, como no podía ser de otra manera
y como pasó ya en Libia, los troskistas, encabezados por el fanático y
místico Santiago Alba Rico, hayan dado su apoyo a los "rebeldes"
iraquíes, los islamistas, como han hecho también en Siria. Como no podía
ser de otra manera, estos mercenarios ideológicos de los intereses del
imperialismo norteamericano, estos tontos útiles, (en realidad, bastante
"listillos" ellos), no hacen más que crear líos indesenrredables para
evitar el apoyo masivo a la lucha de los pueblos por su soberanía contra
las injerencias de las potencias occidentales y sus títeres,
De
unos tipos que afirman, en boca de su sacerdote visionario, Santiago
Alba, que la Administración Obama nunca ha tenido un interés estratégico
en intervenir militarmente contra el gobierno sirio, que afirmaban que
la OTAN no quiso intervenir en Libia sino que fue llamada por los
"revolucionarios"de la yihad, o que repite en apoyo a sus amos que en
Ucrania no ha habido un golpe de estado ultraderechista, sino hubo una
rebelión, un “movimiento muy amplio y espontáneo de los ciudadanos
indignados”, ¿qué se puede esperar?
Lo que dicen Santiago Alba Rico y sus secuaces en uno de sus recientes
artículos sobre Irak
es que la "rebelión" en aquel país, vendida como islamista (olvida
intencionadamente que los propios "rebeldes" se autodenominan Estado
Islámico de Irak y El Levante), es en realidad un conglomerado de
facciones implicadas en una gran insurrección que se caracteriza como
“sunní” pero que incluye a exmilitares baazistas, milicias tribales y a
una gran parte de la población. Es decir, su discurso de siempre,
constantemente refutado por los hechos (la toma del poder de los
terroristas islámicos en Libia, las matanzas de la OTAN en aquel país,
el genocidio ucraniano de los golpistas o la evidencia de la
financiación y del suministro de armas por parte de Obama a los
mercenarios que luchan contra el pueblo sirio), aunque sus errores no
hagan cambiar los argumentos, como corresponde al que sigue un esquema
prestablecido para interpretar la realidad, diseñado con objetivos
claros, y los vende con un mesianismo idealista que engaña todavía a
mucha gente supuestamente de izquierdas.
En definitiva, Alba Rico y los suyos (recordemos que es el principal
teórico de ese pastiche ciudadanista que es PODEMOS) pretenden
desideologizar a la izquierda para sustituirla por una suerte de
populismo “indignado”, evitar toda influencia del comunismo y de ideas
como las de lucha de clases en los movimientos populares,
"euromaidanizar" a la "gente", (para nada haciéndola tomar conciencia de
su clase o de su expotación), para desarmarla contra el capitalismo y
el fascismo. Es decir, para dejar a los trabajadores y a los pueblos
completamente indefensos, en manos de sus explotadores, el que ha sido
históricamente; sin duda alguna, su meta no es otra que el principal
objetivo del troskismo: la derrota de la clase trabajadora y el triunfo
de la barbarie capitalista, inevitablemente criminal por muy democrática
que nos la pinten.