NOTA DEL BLOG: AUNQUE LA INFORMACION QUE A CONTINUACION FACILITAMOS, VIENE SIENDO OCULTADA POR LOS MEDIOS OFICIALES, Y A PESAR DEL EXCEPTICISMO Y EL HORROR QUE PUEDA PROVOCAR EL ASUMIR QUE LA MISMA PUEDA SER REAL. NOS PERMITIMOS PUBLICARLA EN NUESTRO BLOG, EN LA POSIBILIDAD DE QUE SEAN NUESTROS PROPIOS LECTORES LOS QUE INVESTIGUEN AL RESPECTO Y HALLEN SU PROPIA RESPUESTA. PARA ELLO HEMOS PUESTO TODO NUESTRO AFAN EN FACILITARLES UNA AMPLIA INFORMACIO.
INVESTIGACION SOBRE ARMAS DE CAMBIO CLIMATICO Y FENOMENOS NATURALES: HAARP y CHEMTRAILS

El siguiente excelente trabajo de investigación muestra
detalladamente documentos, patentes, fotografías y pruebas que muestran
cómo desde hace décadas se vienen desarrollando y utilizando armas
secretas que permiten modificar el clima y generar desastres naturales
empleadas como cobardes armas silenciosas que pueden ser dirigidas para
generar un ataque encubierto sobre un área geográfica sin descubrir al
atacante.
Descarguen este vídeo y guárdenlo bien, ya que muestra un buen
conjunto de evidencias de la utilización de este tipo de armas secretas
que están causando estragos y raras enfermedades sobre la población
civil mundial desde hace mucho tiempo.
LA GUERRA GEOFÍSICA: HAARP
Las
fuerzas armadas de Estados Unidos desarrollan un sistema de agresión
basado en la manipulación del medio ambiente: HAARP. Hasta el momento,
ningún científico ha podido demostrar que se haya utilizado contra Japón
o Haití; pero los gobiernos estadunidenses no han podido ocultar que
el proyecto existe desde 1993 y que se basa en el “terrorismo
ecológico”
Voces
de expertos y preocupados ciudadanos del planeta llaman la atención
sobre los presuntos vínculos entre las anomalías del clima y los
potentes sismos registrados en los últimos años con los frutos del
programa militar Proyecto de Investigación de la Aurora Activa de Alta
Frecuencia (HAARP, por sus siglas en inglés), encabezado por Estados
Unidos.
Y
aunque los defensores de esta tesis no disponen de pruebas concretas y
acabadas hasta el momento –si de rigor científico se trata–, hay
evidencias sopesadas a fondo por especialistas muy dignas de tenerse en cuenta.
La
alarma y las preocupaciones no surgen de la nada y no se trata de una
creación infundada de mentes febriles. Lo cierto es que existe trigo
para amasar el pan, como se decía antaño.
Hay
que remontarse a los antecedentes del HAARP, nacido en 1993, como una
creación de la Fuerza Aérea, de la Marina, del Departamento de Defensa y
del Pentágono estadunidenses.
Incluso,
se habla de la llamada guerra geofísica basada en la manipulación del
clima y de procesos naturales, y usada por el gobierno estadunidense
contra naciones invadidas durante varias contiendas bélicas en el siglo
XX.
Una
información bastante difundida registra que Estados Unidos ha
realizado experimentos de manipulación climática desde la década de
1940.
En
1958, el capitán Howard T Orville, del Servicio Aéreo Naval y
consejero principal de la Casa Blanca, confirmó que el Departamento de
Defensa estaba investigando “métodos para manipular las cargas de la
Tierra y el cielo con la intención de producir cambios en el clima”.
Esto
se hacía, precisaba entonces Orville, por medio de un haz electrónico
que ionizaría o desionizaría la atmósfera sobre una zona determinada,
descripción que no hay que olvidar por su relación con el actual HAARP.
El
profesor Gordon MacDonald, considerado por muchos el artífice de los
basamentos de la guerra geofísica, por lo demás miembro del Comité
Científico del presidente, afirmó en 1966: “La clave de la guerra
geofísica está en identificar la inestabilidad ambiental que, sumada a
una pequeña cantidad de energía, liberaría cantidades ingentes de la
misma”.
MacDonald
sustentaba que la tecnología pondría a disposición de las “principales
naciones” una variedad de técnicas para librar una guerra en secreto.
Y
así, las técnicas de modificación del clima podrían ser empleadas para
producir periodos prolongados de sequías, tormentas y terremotos que
debilitarían a la nación enemiga, la cual se vería obligada a aceptar
las exigencias de su oponente.
MacDonald
llegó a escribir: “No es necesario declarar esta guerra secreta o
incluso que sea conocida en la parte afectada. Sólo deben saber de ella
las fuerzas de seguridad implicadas”.
En
1967, como parte del Proyecto Popeye, desplegado por Estados Unidos en
la guerra de agresión contra Vietnam, las nubes fueron bombardeadas
con 47 mil toneladas de yoduro de plata a fin de extender las lluvias
monzónicas sobre la península de Indochina.
El
macabro experimento resultó exitoso para sus realizadores e incrementó
los obstáculos que tuvieron que enfrentar los vietnamitas en su lucha.
Sin
embargo, en 1978, Estados Unidos accedió a firmar la Convención de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la prohibición de los
usos militares u hostiles de técnicas de modificación ambiental.
Pero
no renunció a sus planes al respecto. Decenas de experimentos no
recogidos oficialmente o no reportados por medios siguieron
realizándose, según testigos.
HAARP
El
HAARP cuenta con un laboratorio cerca de la localidad de Gakona,
Alaska. Desde 2007, dispone de su infraestructura actual, dotada de
tecnología sofisticada y de un campo de 180 torres que envían cargas de
energía electromagnética a la ionosfera, la capa más alta de la
atmósfera terrestre.
En
1997, William Cohen, secretario de Defensa de Estados Unidos,
planteaba: “Otros se están dedicando incluso a un tipo de terrorismo
ecológico que puede alterar el clima, generar terremotos, activar
volcanes a distancia mediante el uso de ondas electromagnéticas. Es
decir, hay muchas mentes ingeniosas allá afuera trabajando en la
búsqueda de medios para causar terror a otras naciones. Es real y es la
razón por la cual tenemos que intensificar nuestros esfuerzos”.
Palabras
con las que establecía el sustento moral de las investigaciones que
ellos estarían “obligados” a hacer, pero que en realidad respondían a
una línea en que venía trabajando Estados Unidos desde mucho tiempo
atrás, de acuerdo con expertos; aunque el gobierno estadunidense ha
negado sistemáticamente que el HAARP tenga fines militares.
El
mismo hecho de que exista una convención de la ONU que prohíba tales
propósitos y usos da la razón a los que sospechan y se preocupan. “No se
prohíbe lo que no existe y sólo vive en la imaginación de algunos”,
arguyen.
Michel
Chossudovsky, experto canadiense y profesor de la Universidad de
Otawa, ha expuesto que la tecnología está siendo utilizada bajo el
HAARP en Canadá como parte de la Iniciativa de Defensa Estratégica.
Según
el especialista, la evidencia científica reciente sugiere que el HAARP
está plenamente operativo y tiene la potencial capacidad de
desencadenar inundaciones, sequías, huracanes y terremotos.
Desde el punto de vista militar, puntualiza Chossudovsky, el HAARP es un arma de destrucción masiva.
“Potencialmente,
constituye un instrumento de conquista capaz de desestabilizar
selectivamente los sistemas agrícolas y ecológicos de regiones enteras.”
f4
El
experto Nick Begich y la periodista Jeanne Manning, luego de una
amplia investigación sobre el citado programa, publicaron en 1995 el
libro Los ángeles no tocan esta arpa, en el que plantean su convicción
de que las ondas electromagnéticas enviadas a la ionosfera contribuyen a
su calentamiento.
Begich
denunció que existe un informe sobre el desarrollo de un sistema
manipulador de los procesos mentales humanos mediante frecuencias de
radio sobre extensas zonas geográficas.
La
doctora Elizabeth Rauscher, especializada en física, valora que al
bombear tremendas energías en un sistema molecular de muy delicada
configuración, como la ionosfera, se pueden provocar reacciones
catalíticas y efectos no lineales, perjudiciales para todo el planeta.
Esto
podría derivar, por ejemplo, no sólo en un agujero, sino en una
verdadera incisión de la capa de ozono, aunque esté situada en la
estratosfera (capa intermedia).
“El hecho es que la ionosfera todavía nos pertenece a todos”, advierte la especialista.
La
doctora canadiense Rosalie Berttell opina que la investigación
científica de los militares está utilizando los sistemas climáticos como
un arma potencial.
Berttell,
de reconocido prestigio en la materia, ha planteado que los
calentadores de la ionosfera del HAARP modifican el campo magnético del
planeta.
En 1998, una comisión parlamentaria de la Unión Europea investigó los preocupantes efectos del HAARP.
En
sus conclusiones, los integrantes aseguraron que, pese a los convenios
existentes, la investigación militar sigue basándose en la
manipulación ambiental como arma.
En
2002, la Comisión de la Duma parlamentaria de Rusia expresó
oficialmente sus preocupaciones sobre el programa estadunidense, por su
alcance planetario impredecible.
He aquí un tema complejo y escabroso de innegable origen real traído a la mesa de los debates actuales.
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José Alberto Villasana, Alfredo Jalife y Roberto O’Farrill hablan sobre HAARP como causante de terremotos y cambio climático.
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