
- Jean-Michel Vernochet
Red Voltaire:
El wahabismo se extiende hoy ampliamente en el seno del islam sunnita presente en Europa. Pero usted estima que el wahabismo no es sunnita y que ni siquiera es musulmán, en el sentido tradicional de ese término. Explíquenos, por favor, esa paradoja.
Jean-Michel Vernochet: Si nos tomamos el trabajo
de consultar a los innumerables doctores del islam cuyos trabajos
podemos encontrar en internet, notaremos que el wahabismo [
1], que es la ideología de los degolladores de Daesh [
2], constituye una verdadera ruptura
epistemológica con la tradición islámica clásica, al igual que en relación con lo que podemos llamar el islam popular.
Cuando hablé de eso, personalmente y cara a cara, con el erudito militante Sheikh (jeque) Imran Hossein, este se mostró totalmente de acuerdo con esa definición de la doctrina wahabita. Estuvimos de acuerdo en que se trata de una
herejía cismática que los sabios musulmanes, y también los intelectuales laicos árabes, designan con el término
dajjál, ¡cuya traducción más exacta sería el anticristo! [
3]
Al dar a conocer en mi trabajo los análisis de ulemas (teólogo
estudioso del islám) cuyo conocimiento del islam está más que
comprobado, mi objetivo es proporcionar elementos indiscutibles que
permiten mostrar la naturaleza fundamentalmente divergente del wahabismo
en relación con el islam tradicional –algo que los occidentales
desconocen por completo en la medida en que no saben prácticamente nada
del islam, con excepción del resumen extremadamente sucinto que
proporcionan algunos teólogos cristianos, desgraciadamente
dogmáticos
pero que creen saberlo todo a partir de lo que dicen sobre el tema la
prensa escrita y audiovisual, prensa dirigida por personas
cuyo primer objetivo es impedir que sepamos porque es para ellos la mejor manera de conducirnos,
volens nolens, hacia el fuego de posibles guerras civiles.
El prejuicio más extendido es que el islam constituye un bloque
monolítico, cuando es evidente que el islam es –en realidad– múltiple,
empezando por sus diversas interpretaciones de la ley coránica en
materia de jurisprudencia. Hay que subrayar que este triste
desconocimiento del verdadero islam va incluso más allá de los
no musulmanes. En la Unión Europea la mayoría de los jóvenes
descendientes de inmigrantes tienen un conocimiento extremadamente
limitado de su propia religión, lo cual facilita las posibilidades de
influenciarlos predicándoles un islam supuestamente original, puro y
“no falsificado”… como las leyes de la competencia liberal que debe
dirigirse por todos los medios, incluyendo los medios coercitivos, a
convertirse en «
pura y perfecta» en el paraíso terrenal del hipercapitalismo.
Vemos aquí lo peligroso que puede resultar confundir todos los
rostros del islam y sobre todo reducirlo a su caricatura, que es el
takfirismo [
4].
Si el islam se viese limitado a las diferentes expresiones del
wahabismo, estaríamos cerca de la guerra total entre las civilizaciones.
Estamos hablando de una guerra en que la que 1 000 millones de
occidentales de cultura cristiana tendrían que enfrentarse a 1 500
millones de musulmanes. Salta a la vista el carácter loco y absurdo de
esa perspectiva. Sin embargo, algunos –como los pensadores y
simultáneamente agitadores que tenemos en Francia, los
Jacques Attali, los
Bernard-Henry Levy y tantos otros por el estilo, y sobre todo los
think-tanks (tanques pensantes) [
5] de Washington–
presentan ese choque de civilizaciones como algo probable cuando no como inevitable. Y ya sabemos que la influencia de esos gurús puede conducir, como en
el caso de Libia, al baño de sangre y el caos duradero.
Para responder a su pregunta con más precisión resaltaré que el
wahabismo es un literalismo exacerbado. Y, como tal, se sale de la ley
islámica tal y como esta última aparece revelada en el Corán. Como
ilustración de ello quiero recordar que la prédica del jurista Abdul
Wahhab (1703-1792) se desarrolla tomando estrictamente al pie de la
letra cada palabra, cada frase de la Recitación. O sea, en su sentido
literal más absoluto, al extremo de llegar a hacerle decir al Corán
enormidades fenomenales. Como que Dios estaría concretamente sentado en
un trono y que tendría una pierna en el infierno [
6].
Cualquier musulmán sabe perfectamente que decir que Alá tiene un cuerpo
material es algo particularmente absurdo… todos saben que ese tipo de
representación es puramente metafórica. Es una imagen, no una
descripción antropomórfica de Dios.
Pero eso no sería gran cosa si ese literalismo, esa lectura primaria,
primitiva del Corán no llevara a los adeptos del wahabismo –con el
pretexto de un regreso a los orígenes, o sea de una
salafiya, de
una imitación de la vida del profeta– a negar los principios mismos del
Corán… o a reducir el Corán a una lectura jurídica restrictiva
extremadamente manipulada en función de las necesidades de conquista
política y de consolidación de un poder temporal… el de la familia
reinante de Arabia o de las múltiples variantes de la Hermandad
Musulmana, ¡como
en Turquía con el régimen islamo-kemalista de Erdogan I!
Peor aún, los wahabitas han llegado incluso a inventar
un 6º pilar de la fe islámica. Sería una obligación secreta que consistiría en convertir por la fuerza a los descreídos así como a los malos creyentes y los
apóstatas… lo cual apunta contra todos los
chiitas y las corrientes
sufistas
y también contra la mayor parte de los musulmanes sunnitas cuyas
prácticas religiosas serían consideradas como corruptas por la
influencia de los no creyentes. Para imponer esa idea, los wahabitas
inventaron de la nada un deber de hacer la guerra santa. Eso es una
interpretación tendenciosa del concepto de
yihad que es ante todo
–por mucho que le pese a los malintencionados de todos los bandos– un
esfuerzo por alcanzar la perfección individual, una guerra interior de
cada cual, guerra contra nuestras propias debilidades, contra nuestras
pasiones y contra la tentación del Mal que vive en nosotros mismos y que
se mantiene permanentemente al acecho. Al imponer la obligación de la
yihad, los wahabitas han cometido lo que los doctores [del islam]
designan con el término
bid’a, que es una innovación perjudicial. Y la innovación está fundamentalmente prohibida en el islam, conforme al
hadith [
7]:
«El libro de Dios transmite el discurso más real. La mejor enseñanza
es la de Mahoma. Las invenciones son la peor de las cosas. Toda
invención es una innovación. Toda invención es una aberración y toda
aberración conduce al infierno.» (An Nassi, Sunna, 3/188).
Así mismo,
Hassan el-Banna (1906-1949), fundador de la Hermandad Musulmana (
su nieto es el conocido intelectual Tariq Ramadan),
presenta la guerra santa como una obligación necesaria e inevitable y
afirma que no cumplirla o rehuir el combate constituiría un pecado
capital de los que merecen ser castigados con la
gehenne, o sea
el fuego del infierno. El-Banna incluso difundió una “carta” dedicada a
ese tema y destinada a sus seguidores, carta en la que hace precisamente
una “innovación” al agregar al nombre del profeta el título de «
Señor de los muyahidines». ¡El-Banna designa además «
el combate contra los infieles y la conquista» como la verdadera
yihad, en oposición a la yihad «
del alma», como habitualmente creen los musulmanes!
Red Voltaire:
Históricamente los británicos utilizaron el wahabismo para luchar contra el Imperio Otomano, que había caído en manos de los donmeh
revolucionarios más conocidos bajo la denominación de “Jóvenes Turcos”.
Hoy en día, la Turquía que usted califica de islamo-kemalista apoya el
califato wahabita, en este caso el Emirato Islámico, mientras que este
último acaba de designar la monarquía wahabita saudita como su segundo
enemigo, después del chiismo. ¿Cómo se explican esas contradicciones?
Jean-Michel Vernochet: Son muchas preguntas y poco fáciles.
Al principio, el objetivo de los británicos en el siglo 19 no era
apoderarse del Imperio Otomano, ya por entonces más o menos moribundo y
afectado por el ascenso de fuerzas irresistibles. Esas fuerzas que
acabarían con él estaban representadas principalmente por los Jóvenes
Turcos del Comité Unión y Progreso. Ese movimiento revolucionario, que
se inspiraba en la Revolución Francesa y cuyas raíces se situaban en
París, Ginebra, Roma y Londres, sería el actor principal de la debacle.
El derrumbe del poder otomano y la toma del poder, en 1913, por el
triunvirato de los Jóvenes Turcos dieron lugar al genocidio armenio y a
la
dictadura kemalista,
régimen ateo que se establece a la sombra del patíbulo y que no habría
surgido sin el activo respaldo de las logias masónicas inglesas,
francesas e italianas… o sin el respaldo de Lenin y de la burocracia
bolchevique. Se trata de un hecho poco documentado, poco conocido, pero
auténtico.
Pero, volvamos al Imperio Británico. Durante el siglo 19 casi toda su
política hacia la Sublime Puerta (Constantinopla) será guiada por una
sola preocupación: garantizar la protección de la Ruta de Indias.
Seguridad que implica el control geográfico total del Golfo
Arábigo-Pérsico. Volvamos atrás por un momento para entender bien el
contexto, tanto del derrumbe del Imperio Otomano y del consecutivo
surgimiento de un reino wahabita del Hedjaz y del Nejd… Durante la
guerra de Crimea (de 1853 a 1856), la Inglaterra aliada de Francia acude
en ayuda de los
osmanlíes
contra Rusia. La interrogante que se plantea en aquella época se
presenta bajo la forma de una alternativa: desmembrar el Imperio –pero,
¿cómo ponerse de acuerdo sobre la manera de repartirlo?– o mantenerlo en
estado de coma para desestabilizar la región, teniendo siempre como
trasfondo el eterno problema de Londres sobre la seguridad de las vías
marítimas y terrestres hacia la India.
El destino del «
Hombre Enfermo de Europa» [
8] de hecho se mantiene en suspenso desde principios del siglo 19 por haberse establecido un
statu quo
explícito entre las potencias cristianas –Inglaterra, Alemania, Rusia,
Francia, Grecia e Italia– que de cierta forma congelaba las ambiciones
de todos. Nadie quería precipitar un derrumbe, en definitiva inevitable,
pero que habría afectado o cuestionado el precario equilibrio de
fuerzas en la región. Eso explica el carácter clemente del tratado de
Andrinopla, firmado en 1929, al término de la guerra ruso-turca. El zar
estimó que un Imperio Otomano decadente, exhausto debido a la deuda
contraída con buitres de la finanza internacional era algo preferible
al caos. Esta forma de sabiduría política ya no existe en nuestros
tiempos…
Este largo recordatorio era necesario para demostrar que en estas
cuestiones es el pragmatismo lo que predomina sobre cualquier otro tipo
de consideraciones, empezando por las de orden religioso.
Posteriormente, manipulando durante la Primera Guerra Mundial a las
tribus wahabitas del Nejd contra la Sublime Puerta en momentos en que el
Imperio ya estaba virtualmente muerto, Londres ya sólo quiere destruir
el poderío otomano aliado al Reich alemán, y nada más. El aspecto
religioso es aquí secundario, nada fundamental. La guerra mundial está
en su apogeo y el triunvirato Jóvenes Turcos que ha tomado el poder en
Constantinopla [
9]
en 1913 ha optado, en efecto, por asociar su destino al de Alemania,
país que goza de una inmensa influencia económica en el Imperio…
El triunvirato espera aprovechar la confusión de la guerra para aplicar a
gran escala una política de limpieza étnica contra todas las
comunidades cristianas del Imperio, seguramente con algún tipo de
segunda intención mesiánica y un odio escatológico que muy pocos
se atreven a mencionar, ni siquiera hoy en día. Se abre entonces un
abismo en el que la mayoría de
la nación armenia va a verse arrastrada entre 1915 y 1916.
Se trata de una política genocida que Kemal Pacha (Ataturk)
proseguirá y completará por mucho tiempo después de la derrota de los
Jóvenes Turcos y de la victoria aliada de 1918, en particular en 1924,
en ocasión de los traslados masivos de pobladores cristianos de Anatolia
previstos en el Tratado de Lausana, firmado el 24 de julio de 1923. Con
ese tratado se cierra definitivamente la Gran Guerra en el frente
oriental. Es importante señalar que al proseguir el etnocidio [
10]
iniciado por sus predecesores, el ateo fanático y compañero de ruta
del Comité Unión y Progreso Kemal Pacha es solamente un precursor de la
limpieza étnico-confesional que actualmente desarrollan, aunque a una
escala mucho más reducida, los yihadistas salafo-wahabitas contra
los católicos asirio-caldeos y los
yazidíes en el norte de Irak.
Pero volvamos a los años de la Primera Guerra Mundial. Los aliados
estiman que ha llegado el momento de desmembrar un imperio agonizante y
cuyos nuevos amos
donmeh han escogido una mala opción estratégica
al optar por el Reich alemán. Mientras estallan rebeliones armadas en
todas partes –en Afganistán, Irak, Siria, Palestina, Egipto–,
Londres y París se reparten de antemano los despojos del Imperio,
en 1916, con el acuerdo secreto Sykes-Picot. Y lo hacen burlándose de
las promesas de independencia hechas a los árabes que habían combatido
junto a británicos y franceses. Los ingleses, a partir de 1916,
utilizarán el wahabismo por su dinámica, por su fuerza explosiva, como
fanatismo e ideología de conquista, para consolidar su control en la
Península Arábiga.
En cuanto a la situación actual, indudablemente no se trata más que
de rivalidades entre poderes que compiten entre sí. Si miramos la
historia regional, en particular en este último medio siglo, vemos una
lucha perpetua por alcanzar el liderazgo. Así sucedió con Gamal Abdel
Nasser, Hafez el-Assad, Muammar el-Kadhafi, Sadam Husein, sin entrar a
mencionar el Estado hebreo, cuyo papel en la destrucción de sus vecinos y
enemigos potenciales es un factor básico. Ahora son Teherán, Ankara y
Riad quienes están compitiendo por el mismo objetivo, independientemente
de sus identidades confesionales. Es por consiguiente en términos de
competencia que yo interpreto las luchas, a menudo sangrientas, que
enfrentan entre sí a las diferentes facciones salafo-wahabitas. Y entre
ellas se encuentran los diferentes movimientos que luchan en Siria, con
el Emirato Islámico en primera fila. Asimismo, la dimensión sectaria de
las divergencias entre la Arabia wahabita, la Turquía islamista y Daesh
[el Emirato Islámico], es a fin de cuentas secundaria en relación con
las ambiciones hegemónicas, al menos de carácter regional, que los
oponen entre sí… sobre todo teniendo en cuenta que todos comparten el
fondo ideológico wahabita, y eso incluye a la Hermandad Musulmana aunque
esta última no lo reconozca abiertamente.

Réseau Voltaire:
Usted dice que la Hermandad Musulmana y el wahabismo tienen mucho en común. ¿Qué más puede decirnos al respecto?
Jean-Michel Vernochet: Aún sin ser “una sociedad secreta wahabita”, la
Hermandad Musulmana no deja de ser una prolongación de la secta madre que tiene su sede en Riad. Habría que hacer un trabajo minucioso de comparación entre las
doctrinas y programas. Pero insistimos en un punto ya mencionado: el wahabismo y la
jamiat al-Ikhwan al-muslimin
[La Hermandad Musulmana] son esencialmente ante todo herramientas
ideológicas, o sea no religiosas, a pesar de toda su fachada de
puritanismo. Son medios ideocráticos de conquista y nada más. Resulta
evidente que el wahabismo no es la pura y simple expresión de una fe
viviente sino su caricatura más exagerada. Y los musulmanes no se
equivocan cuando lo denuncian como la caricatura que es.
Y no soy yo quien lo dice sino los doctores del islam. O sea, lo dicen todos aquellos cuya voz el «
Occidente»
perezoso no quiere oír porque es más fácil dedicarse a la sociología
barata en los barrios populares de las metrópolis europeas con una
fuerte tasa de población inmigrante que estudiar, con un poco de
humildad, la dimensión teológica del fenómeno yihadista y del apoyo
proactivo que le aporta ese otro puritanismo que es el calvinismo
anglo-estadounidense cuando sirve de instrumento a un imperialismo
carente de alma y de entrañas.
Hecho hoy olvidado, la Sociedad de los Hermanos Musulmanes creada por
Hassan el-Banna en 1928 rápidamente acoge, después de su nacimiento, a
miembros del Ikhwan que huyen del Nejd tratando de escapar a las
represalias de Abdelaziz ibn Saud. Son esos los hombres que formarán
el núcleo duro de la nueva cofradía egipcia. En 1954, cuando Nasser
disuelve la cofradía, los cuadros de esta irán naturalmente al
reencuentro de sus orígenes en Riad. Finalmente la cofradía dará lugar
al nacimiento –en los años 1970– de la Yihad Islámica egipcia,
antecesora de Daesh [el Emirato Islámico], que se planteaba como
objetivo el restablecimiento del califato en Egipto. Y eso es lo que
acaba de hacer el Emirato Islámico con la bendición de los “aliados
hermanos enemigos” de Ankara, Londres, París, Riad, Doha, Washington,
Amman y Tel Aviv.
Red Voltaire:
Los británicos apoyaron el desarrollo del wahabismo y después lo hizo Estados Unidos. Actualmente, la Hermandad Musulmana incluso está representada en Washington, en el Consejo Nacional de Seguridad
[de Estados Unidos]. ¿Puede decirse de la cofradía lo mismo que usted
denuncia al referirse al wahabismo, o sea que esas formaciones serían en
el mundo musulmán las vías y medios de lograr la destrucción del islam
desde adentro?
Jean-Michel Vernochet: La contínua expansión del
wahabismo durante el siglo pasado está estrechamente vinculada con la
del modelo financiero, económico y societal anglo-estadounidense.
La suerte de la Península Arábiga ha estado indisolublemente ligada,
desde 1945 y hasta el sol de hoy, a la América-Mundo… la cual constituye
una especie de hidra de varias cabezas pero cuyas cabezas fundamentales
están en Manhattan, Chicago (donde se halla la bolsa mundial de
materias primas), Washington con la Reserva Federal, en la City de
Londres, en Bruselas con la OTAN, en Francfort con la sede del Banco
Central Europeo y en Basilea, ciudad que alberga una súper empresa
anónima en el sentido jurídico que funge como banco de los bancos
centrales, o sea ¡el Banco de Pagos Internacionales!
Así que sería demasiado simple ver la ideología wahabita sólo como un
instrumento de influencia o incluso de dominación regional. El mundo
musulmán cuenta 1 000 millones y medio de personas. Controlarlo es una
empresa gigantesca. Desde esa perspectiva, seguramente hay que ver en la
ideología wahabita un claro intento de subvertir el islam. En otras
palabras, la versión islámica, incluso “adaptada al islam”, de la nueva
religión global que trata de imponerse en todas las naciones y a todos
los pueblos, ya sean cristianos o musulmanes. Religión societal,
religión de mutación civilizacional que antecede o acompaña
la progresión de un mundialismo caníbal. Una religión destinada a
reemplazar a todas las demás y que podríamos designar con toda razón
como el “monoteísmo del mercado”.
Está comprobado que el wahabismo cohabita perfectamente con el
anarco-capitalismo. Por muy sorprendente que pueda parecernos, eso está
fuera de dudas. Ese puritanismo está destinado, quizás habría que decir
predestinado, a sustituir el islam tradicional con su apego pasado de
moda a valores morales tradicionales, esencialmente compasivos. A los
puros, el wahabismo les justifica el asesinato de todo aquel que no se
someta íntegramente a una misma e inexorable interpretación de la
charia… exactamente igual que la democracia universal y supuestamente
humanitaria que Estados Unidos pretende imponer por la fuerza de las
armas en los cuatro puntos cardinales del planeta. La Gran América ve su
Destino Manifiesto como un derecho ilimitado a matar a todos los que se
muestran reticentes a entrar por voluntad propia en la matriz
democrática judeo-protestante
made in America.
En pocas palabras, si el wahabismo es un instrumento, es
el instrumento de una destrucción interna y programada del islam… de la
misma manera que el mesianismo marxista y posteriormente
el freudo-marxismo liberal-libertario realizaron y prosiguen una obra
análoga de liquidación en nuestras sociedades postcristianas.
Red Voltaire:
Existen actualmente 3 Estados que
tienen el wahabismo como religión oficial. Son Arabia Saudita, Qatar
y Sharjah, uno de los Emiratos Árabes Unidos. Puede ser que [la región
libia de Cirenaica] se una pronto a ellos [11]. Sin embargo, esos Estados están en guerra entre sí. ¿Cómo se explica eso y qué es lo que está en juego en ese enfrentamiento?
Jean-Michel Vernochet: A pregunta compleja,
respuesta elemental. En otros tiempos, las tribus se atacaban entre sí.
Hoy en día no se trata de bandas de saqueadores sino de Estados. Hemos
pasado a una dimensión superior pero el principio sigue siendo el mismo.
Los Estados occidentales comparten entre sí la misma idolatría por una
democracia de apariencias, lo cual no les impide tratar de destruirse
entre sí, aunque sólo sea a través de una cruel guerra económica. «
Una guerra que no se declara como tal» pero que no deja de ser implacable, donde los contendientes no tienen amigos ni aliados. «
Una guerra a muerte», decía el difunto [presidente de Francia] Mitterrand [
12].
Finalmente, son guerras ideológicas y societales. Hay que mirar hacia
Rusia y el Donbass, es una buena ilustración de lo que estoy diciendo.
Todo se aclara si comprendemos que los diferentes Estados wahabitas y
las diversas variantes de la Hermandad Musulmana –entre ellas el
Partido para la Justicia y el Desarrollo de Recep Tayyip Erdogan– no
están interesados precisamente en que se cumpla la palabra de Dios en la
tierra ni por ningún objetivo trascendente sino más bien en objetivos
de poder puramente materiales. Sus ambiciones no son otras que las del
poder. A partir de ahí, sus intereses, estrategias y alianzas no son
exactamente los mismos. En la práctica, casi siempre están en desacuerdo
y casi siempre rivalizan entre sí.
Esto puede parecer algo trivial, pero si queremos comprender
el funcionamiento del mundo… basta con ver una película de Hollywood
sobre las pandillas de mafiosos. ¡Eso explica todo! Todos se destripan
entre sí por un territorio, por un mercado, por una posición dominante,
por cuestiones de rango o de categoría formal. La única diferencia –si
acaso existe alguna– entre esas guerras de clanes y las guerras de
la diplomacia armada del
hard y del
soft power, reside en su envergadura pero no en su naturaleza.
Red Voltaire:
Al-Qaeda se define como wahabita,
pero uno de sus principales fundadores y actual jefe, Ayman al-Zawahiri,
es un ex miembro de la Hermandad Musulmana. En realidad, si bien todos
los líderes del terrorismo internacional se declaran wahabitas,
la mayoría de ellos son ex miembros de la Hermandad Musulmana. ¿Piensa
usted que la ideología actual de la yihad es wahabita o es que viene de
esa sociedad secreta que es la Hermandad Musulmana?
Jean-Michel Vernochet: No me parece que, a estas
alturas, la pregunta pertinente sea saber quién fue primero, ¿el huevo
o la gallina?, en la medida en que ¡se trata de dos rostros de una misma
ideología! Los dos se han desarrollado y consolidado con el apoyo del
imperio británico: apoyo armado para el Tercer Reino Wahabita del Nejd y
del Hedjaz y apoyo financiero para la Hermandad Musulmana en Egipto.
De esa manera, wahabismo y cofradía son ya consustanciales puesto que
ambos tienen en común los mismos padrinos en Londres, en Washington
y últimamente en Riad. En cuanto a la yihad, ya hemos visto claramente
que en Egipto la nueva Ikhwan [Cofradía] ha engendrado una organización
de lucha armada, la Yihad Islámica, en aplicación de la doctrina
wahabita que habla de la existencia de un sexto pilar del islam, el de
la guerra santa, desconocido en el islam clásico, o sea la obligación de
convertir a los demás, incluso por la fuerza, recurriendo al hierro y
el fuego de ser necesario. En eso el wahabismo hace de la violencia una
dimensión estructural que no puede suscitar en Occidente otra cosa que
el rechazo más categórico. Estamos viviendo, en efecto, en una lógica de
choque frontal entre culturas y civilizaciones.
Eso impone en nuestras sociedades oscuras perspectivas, sobre todo si
los musulmanes integrados a ellas llegasen a verse algún día obligados a
escoger un bando por la difusión extensiva de un falso islam.
Los años terribles que vivió Argelia en los años 1990 no serían
seguramente nada en comparación con lo que tendrían que vivir las
comunidades musulmanas europeas… porque, como podemos comprobarlo en
todas partes, los primeros blancos y las primeras víctimas del wahabismo
no son otros que los musulmanes.
El jeque Imran Hossein
[
1]
El wahabismo es un movimiento creado por Mohammed ben Abdelwahhab en el
siglo 18. Es la religión oficial de Arabia Saudita, de Qatar y del
Emirato de Sharjah (miembro de los Emiratos Árabes Unidos).
[
2]
Daesh es el acrónimo árabe de la organización anteriormente conocida
como EIIL (Emirato Islámico en Irak y el Levante) y hoy designada
indistintamente como Emirato Islámico, Estado Islámico o, en inglés, y
por razones de propaganda estadounidense, bajo las siglas ISIS. Nota de
la
Red Voltaire.
[
3]
La tradición islámica reconoce la llegada, cerca del momento del fin de
los tiempos, de un hombre que engañará al mundo, llamado Al-Masih
Ad-Dajjal, o sea el mesías impostor, o si se quiere el anticristo…
Su ideología será puramente materialista, aunque se presentará bajo
una apariencia mesiánica, y cuando sirve a los valores humanistas
es únicamente con una perspectiva terrestre, negando el regreso de Dios y
el Juicio Final. Es una civilización tuerta en la medida en que
pretende organizarse independientemente de los mandamientos divinos.
[
4]
El takfirismo es un movimiento surgido de la Hermandad Musulmana. Fue
creado en 1971 por el mesías egipcio Ahmed Mustafa Chukri. Según el
takfirismo, todos los musulmanes que no son takfiristas son apóstatas y
los verdaderos musulmanes están en la obligación de matarlos.
[
5]
Think-tank
que puede ser traducido como “laboratorio de ideas”, es el nombre que
recibe en inglés lo que podría calificarse como siendo un centro,
instituto o institución —conformada por un grupo de expertos— que se
dedican a difundir en la sociedad civil —de manera disimulada— una
propaganda ideológica de "naturaleza investigadora" (generalmente con un
objetivo político) bajo forma de divulgación de ideas o pensamientos
constructivos, necesarios e innovadores, útiles para el ciudadano común y
corriente, para los estudiantes, los líderes del país, los
intelectuales y otras instancias dirigentes o gobernantes de una nación.
Pretenden así intervenir, dirigir o influenciar sobre las políticas
públicas de un gobierno, sean estas culturales, sociales, de economía
nacional e internacional en un país dado. Los
think-tanks operan
frecuentemente bajo cobertura de ser centros o fundaciones de
investigación independientes, pero en su mayoría están ligados a grupos
de poder o lobbys que incluso son ramificaciones de super-estructuras
conectadas a multinacionales, agencias de espionaje o países con
objetivos imperialistas de dominación, quiénes finalmente son los que
financian y comandan estos
think-tanks. La misión de los
think-tanks
es pues la de inculcar e imponer en una población dada, una forma de
pensar, hacer aceptar los valores e ideas que los grupos dominantes
quieren imponer de acuerdo a sus intereses (económicos-políticos),
haciéndolo de manera discreta, sin que sea apercibido quien está detrás
de todo esto. Por esa razón los
think-tanks tienen los medios
financieros para reclutar personalidades, artistas, prestigiosos
intelectuales (muchas veces vendidos) para que trabajen para ellos y
propaguen las ideas o creencias que los
think-tanks quieren
imponer, poniendo en su mira de conquista especialmente a las personas
que tienen el poder de decisión en una sociedad, en un gobierno. La
palabra
think-tank viene del inglés,
think significa pensar,
tank
quiere decir tanque; están constituidas bajo la ley de derecho privado y
en ese sentido son independientes ante el estado, en principio sin
fines de lucro. Son los Estados Unidos de América los que cuentan con
más think-tanks en el mundo.
[
6] «El primer punto fundador del dogma wahabita es el
tachbih,
o sea la asimilación de Dios a Sus criaturas (el antropomorfismo). Los
wahabitas plantean como regla fundamental que en los que textos sagrados
hay que entender en sentido recto todas las frases sobre el Creador que
pueden prestarse a confusión, cuando en realidad esas frases tienen
como objetivo expresar la majestuosidad, la piedad, la aceptación u
otros atributos que dignifican a la divinidad. De esa manera, los
wahabitas han llegado a decir que el Creador es un cuerpo sentado en un
trono, con las manos del lado derecho, que se desplaza, se asombra, se
ríe y que tiene un pie que mete en el infierno”. Cf. «
Qui sont les wahhabites?».
[
7] Los
hadiths
son libros sobre la vida del profeta compilados, más de 150 años
después de su muerte, a partir de los testimonios de sus compañeros.
Existen muchos de esos libros. Los
hadiths permiten a
los musulmanes entender mejor el Corán, pero ninguno de ellos goza del
estatuto de revelación ni tampoco se le impone a los creyentes.
[
8] Así se designaba al Imperio Otomano en el siglo 19.
[
9]
Surgida el 11 de mayo del año 330, Constantinopla pierde su condición
de capital en 1923. En 1930 recibe oficialmente el nombre de Estambul en
el marco de la política de turquización aplicada bajo la influencia de
Mustafa Kemal Ataturk.
[
10]
1914 es la fecha en la que se articulan, hace 100 años, el inicio de la
Gran Guerra y el comienzo del genocidio final contra los cristianos del
Imperio Otomano por parte de los Jóvenes Turcos
donmeh que
habían tomado el poder en Constantinopla en 1913. En cuanto a los
asirios [cristianos siriacos], la cantidad de víctimas varía según los
autores. Algunos presentan, además del millón y medio de armenios
arrastrados a las infernales marchas de la muerte por las áridas estepas
de Licaonia y de Siria, la cifra de 270 000 víctimas. Investigaciones
más recientes elevan ese estimado mencionando entre 500 000 y 750 000
muertos en el periodo que va de 1914 hasta 1920, o sea alrededor del 70%
de la población asiria de aquella época. Hay que recordar la Gran
Guerra no se terminaría en el Oriente hasta julio de 1923 con el Tratado
de Lausana, consecuencia de la derrota griega del 13 de septiembre de
1921. A pesar de todo, Kemal Pacha (Ataturk) proseguirá hasta su muerte
–el 10 de noviembre de 1938– su política de purificación
étnico-confesional. En 1937, Ataturk sellará su sangriento reinado con
una última masacre contra los kurdos alevíes de Dersim, que dejó como
mínimo 10 000 muertos. Sin embargo, para nuestros contemporáneos Ataturk
siguió siendo aún por mucho tiempo el prototipo del héroe.
Ver G. W. Rendel,
Mémoire Du Bureau des Affaires Étrangères sur
les Massacres et les Persécutions commises par les Turcs sur les
Minorités depuis l’Armistice, 20 de marzo de 1922. Según afirma Manus I. Mildrasky en
The Killing Trap: Genocide in the Twentieth Century
(2005), los estimados más serios fijan en 480 000 el número de griegos
de Anatolia que terminaron sus días en los mataderos humanos. En todo
caso, el Estado turco heredero de la dictadura kemalista seguirá negando
la planificación de aquellos exterminios masivos y, posteriormente,
la veracidad del genocidio perpetrado contra los cristianos del Imperio
Otomano.
[
11]
Sería un error considerar el takfirismo wahabita como un fenómeno
contemporáneo limitado únicamente a las zonas donde hoy se manifiesta.
Si bien es cierto que el bum petrolero le garantizó un inesperado
florecimiento, ya al principio del siglo XIX el takfirismo wahabita
estaba activo en las Indias, donde Sayyed Ahmed, predicó el wahabismo
–en la región de Punjab– hacia 1824, después de un peregrinaje a
La Meca. Sayyed Ahmed aspira entonces a poner en práctica “la obligación
ausente” de librar la guerra santa. En 1826, después de reunir un
ejército en Peshawar, Sayyed Ahmed lanza un llamado a la yihad contra
los sikhs y al año siguiente se proclama Comendador de los Creyentes,
Amir al-muminn, título que también usará el mollah Omar antes de la
caída del régimen de los talibanes en el otoño de 2001. En 1830, Sayyed
Ahmed toma Peshawar. Pero muere en 1831 en la batalla de Balakot.
No será hasta 1870, después de medio siglo de desórdenes, que los ulemas
chiitas y sunnitas de la India condenarán los excesos de los wahabitas.
Pero la influencia de estos se mantiene y, en 1927, se funda en la
provincia de Mewat la “Sociedad para la Predicación” (
Taglibhi Jamaat),
cuyo papel proselitista es de sobra conocido. El takfirismo inspirará
también los levantamientos senussi en Libia y la revuelta de los
musulmanes de China (de 1855 a 1874). En cuanto a al-Qaeda,
es particularmente emblemático el caso del miembro de la Hermandad
Musulmana Abdullah Azzam. Antes de encontrar la muerte en la explosión
de su automóvil, en 1989, este palestino fue el jefe espiritual de los
voluntarios islamistas extranjeros. Pero Azzam había sido miembro de la
Hermandad Musulmana y había enseñado en la universidad de Riad, en 1980,
y posteriormente en Pakistán, en la Universidad Islámica Internacional
de Islamabad. Eso fue antes de convertirse, en Peshawar, en principal
organizador del reclutamiento y entrenamiento de los yihadistas que
luchaban en Afganistán contra el gobierno comunista y las tropas
soviéticas.
[
12] «
Francia
no lo sabe pero estamos en guerra con Estados Unidos. Sí, es una guerra
permanente, una guerra vital, una guerra económica… una guerra
aparentemente sin muertos. Sí, los americanos [estadounidenses] son muy
duros, son voraces, quieren un poder no compartido sobre el mundo. Es
una guerra desconocida, una guerra permanente, aparentemente sin muertes
y sin embargo es una guerra a muerte», François Mitterrand in Georges-Marc Benamou,
Le dernier Mitterrand, 1997.