Una investigación del diario británico The Guardian reveló que el
Vaticano podría haber adquirido varias propiedades en Reino Unido,
Francia y Suiza con el dinero recibido por el dictador italiano Benito
Mussolini. La Santa Sede posee varios edificios en estas tres naciones
por un valor total de 800 millones de dólares.
El diario, que examinó los archivos del servicio de inteligencia
británico, indicó que el Vaticano, a través de una red de empresas
fantasmas, posee edificios en Londres (capital de Inglaterra), entre
ellos la tienda de Bulgari en la calle New Bond o el del banco Capital
Altium en la plaza de Saint-James.
Según The Guardian, el dinero fue recibido por la Santa Sede en 1929
de Mussolini a cambio del reconocimiento papal del gobierno fascista
italiano.
Tras esta investigación, el representante oficial del Vaticano en
Londres, el arzobispo Antonio Mennini, se negó a comentar esta
situación.
El director de radio boliviana Fides, el sacerdote Eduardo Pérez,
había reseñado en un artículo que la opulencia del Vaticano “se basa en
la generosidad de Benito Mussolini” quien gracias a la firma del tratado
de Letran entre su gobierno y la Santa Sede, otorgó a la Iglesia
católica una serie de garantías y medidas de protección.
“La ‘Santa Sede’ consiguió que la reconocieran como un Estado
soberano, se benefició de la exención impositiva de sus bienes como en
beneficio de sus ciudadanos, tampoco tenían que pagar derechos
arancelarios por lo que importaban del extranjero”, explicó Pérez.
Asimismo, “se le concedió la inmunidad diplomática y sus diplomáticos
empezaron a gozar de privilegios de la profesión, al igual que los
diplomáticos extranjeros acreditados ante la Santa Sede. Mussolini se
comprometió a introducir la enseñanza de la religión católica en todas
las escuelas del país. Los beneficios que recibió el Vaticano fueron
enormes entre ellos los beneficios fiscales, fueron preponderantes”,
enfatizó.
En 1933, el Vaticano “volvió a demostrar su habilidad al entablar
lucrativos negocios con los gobiernos fascistas. Al concordato de 1929,
firmado con Mussolini, le siguió otro entre la Santa Sede y el tercer
Reich de Adolf Hitler”, señaló el sacerdote.
“El Papa Pio XII siempre se negó a excomulgar a Hitler y a Mussolini,
su pontificado se caracterizó por adoptar una falsa pose de
neutralidad. Cuando los Nazis invadieron Polonia, Pio XII se negó a
condenar la invasión; Una de las mayores ventajas que obtendría el
Vaticano del muy lucrativo acuerdo que mantenía con Hitler era la
confirmación del Kirchensteuer, o sea un impuesto eclesiástico”,
subrayó.
Este es un impuesto estatal que aún hoy día deben pagar los creyentes
alemanes, y que sólo pueden eludir si renuncian a su religión. En la
práctica, son muy pocos los que renuncian a ella. Esta paga representa
por si solo entre el 8 y el 10 por ciento del total impositivo que
recauda el Gobierno alemán.
El pasado año el Vaticano se vio envuelto en escándalos. En enero de
2012, la prensa italiana divulgó documentos confidenciales que
confirmaron la lucha interna por el cumplimiento de las normas sobre la
“transparencia” en la Santa Sede.
Tras esta situación, el papa Benedicto XVI creó una comisión formada
por tres cardenales, Julián Herranz, Josef Tomko y Salvatore De Giorgi,
para investigar la fuga de documentos internos.
La comisión se creó después de que una cadena de televisión italiana
publicara unas cartas enviadas por el actual representante en Estados
Unidos y exsecretario general del Governatorato de la Ciudad del
Vaticano (Gobierno que gestiona este Estado), Carlo María Viganó, a
Benedicto XVI, en las que denunciaba la “corrupción, prevaricación y
mala gestión” en la administración vaticana.
La Santa Sede también fue sacudida por otro escándalo que desencadenó
en el despido de Ettore Gotti Tedeschi, expresidente del Banco del
Vaticano, por un presunto caso de lavado de dinero.