31 de enero de 2014
Josafat S. Comín
 |
foto: Golos.ua |
Mientras traducía un
comunicado del PC de Armenia sobre la situación en Ucrania, me estaba
preguntando qué tiene que pasar allí, para que el PCE (de IU ya ni hablamos) escriba alguna nota
similar de condena y solidaridad. Sí, el pasado 28 de enero por fin dieron
señales de vida, colgando unas declaraciones del PCU (que por cierto yo ya
había traducido el 23, bajo el título: Cómo evitar la guerra civil en Ucrania).
He repasado las noticias aparecidas en la sección “Internacional” del Mundo Obrero
digital y en la web del PCE, y durante los últimos dos meses solo he encontrado una nota de dos párrafos, el 17
de diciembre, relativa a Ucrania. Es una nota del PIE en su habitual tono “ni-ni”.
¿Para cuándo una nota de
solidaridad con el PCU y en general con todas las fuerzas, que están enfrentando
al fascismo en Ucrania? ¿Cuántas estatuas
más de Lenin tienen que derribar, cuántos ministerios e instituciones del
gobierno en distintas ciudades, tienen que tomar los “banderistas”? ¿Cuántos
monumentos a los caídos por la liberación de Ucrania del fascismo, se tienen
que profanar?
El fascismo lleva dos
meses desatado, amparado y espoleado por toda la reacción internacional,
aterrorizando un país entero en el otro extremo de Europa y aquí seguimos
callados. Miento. La semana pasada leía un tuit del diputado de IU, Alberto
Garzón, donde recomendaba un artículo de “La Vanguardia”, para aproximarse a la
realidad ucraniana…
Pues si es la sección de
internacional de “La Vanguardia”, nuestro referente a la hora de analizar la
situación internacional, ya me quedo mucho más tranquilo. Ya hemos tenido ejemplos
muy claros de congruencia política en los últimos años , a la hora de reaccionar
ante escenarios similares, como el que se dio en Bielorrusia en las últimas
presidenciales, donde los hermanos ideológicos de los que hoy han convertido Kiev
en un campo de batalla, con fuego real, (financiados y animados por los mismos
actores políticos, por cierto, solo que en aquella ocasión no tuvieron la
osadía de aparecer públicamente, a lo McCain, para arengar a sus muchachos para
que luchen “por la democracia hasta la victoria final”. Por suerte Bielorrusia
tiene un presidente digno y está lejos de convertirse en una triste colonia,
como Ucrania), intentaron tomar al asalto la sede del Gobierno y de la JEC.
En aquella ocasión, sí que
hubo una nota de protesta…pero en la dirección equivocada.
Seguramente esperaremos a
que terminen de ejecutarse los planes imperialistas de la Troika, de la OTAN,
una vez que esté instalado un nuevo gobierno títere en Kiev, con mayoría
suficiente para aprobar leyes como la ilegalización del Partido Comunista. Imagino
que daremos tiempo a que los “banderistas” en el gobierno conviertan el
natalicio de su líder, colaboracionista de los nazis, en fiesta nacional, se le
restituya el título de héroe nacional, -que aprobara Yúschenko en su día- y
desfilen con antorchas (como ya hicieran el 2 de enero), camino de la estatua que le erijan en el centro de la
capital, que bien pudiera sustituir a la del derribado Lenin.
Eso en el mejor de los casos. El peor de los
escenarios ya comienza a tomar forma y las palabras “guerra civil” aparecen en
la mayoría de análisis de medios rusos y ucranianos. La triada de la muerte, de
la sumisión a occidente, los Yatseniuk, Klichko, Tiagnibok, dan la impresión de
haber perdido el control sobre sus niñatos fascistas, a los que parece que poco
importa lo que estos tres negocien con un gobierno (cada vez más débil e incapaz
de imponer su legitimidad) y las concesiones o cuotas de poder que puedan
conseguir, mientras terminan de reunir a sus huestes para el asalto final,
formalizando su golpe de Estado mediante unas presidenciales anticipadas.
La gente dispuesta a pararle los pies al
nacionalismo ultraderechista ucraniano, empieza también a organizarse. Cientos
de mineros de la cuenca del Donbass, formaron un cordón de seguridad en torno
de la sede del gobierno regional en Donetsk. Escenarios similares se están
repitiendo en numerosas ciudades. Los llamamientos que hace el PCU a mantener
la calma, no caer en provocaciones y no convertirse en carne de cañón en las disputas
por el poder entre los dos clanes oligárquicos, parecen caer en saco roto.
Mientras, los pacíficos “eurointegristas”
de Maidán están hoy mismo, 30 de enero, haciendo un llamamiento a filas, a
alistarse en la “guardia nacional”. Creo que no hace falta ser politólogo para ver
hacia donde nos lleva esto.
Hablando
de politólogos,
estuve oyendo esta semana, una tertulia radiofónica en la emisora “RSN”
(Servicio
Ruso de Noticias), donde Anatoli Vasserman, famoso erudito y politólogo
ucraniano, afincado en Moscú y Evgueni Fiódorov, diputado de “Rusia
Unida”,
debatían sobre la situación en Ucrania y la posible evolución del
conflicto.
Ambos coincidían en lo fundamental y discrepaban en hasta qué punto
merece la
pena luchar por las regiones de Ucrania occidental, la Galitzia.
Vasserman daba
por perdidas esas regiones, mientras que Fiódorov insistía en que no se
puede
abandonar a su suerte a la población rusa que allí vive. Como exponía
Fiódorov,
asistimos a una nueva y decisiva batalla de la Cuarta Guerra mundial,
veinte
años después de haber perdido la Tercera. El Imperio anglosajón (EE.UU.-
R.U.)
y el Imperio alemán (Unión Europea), han unido sus fuerzas y van con
todo para
evitar que Rusia, que está despertando después del K.O. que recibió,
pueda
recomponer fuerzas y volver a unir las ramas del tronco común del pueblo
ruso
(rusos, bielorrusos y ucranianos) y plantarles cara en la escena
internacional.
La línea del frente ha llegado a Kiev, la cuna misma del pueblo ruso. En
esas
barricadas se decide hoy la historia de Rusia. Si Kiev cae y occidente
con
ayuda de los fascistas, como siempre ha hecho, se hace con el control de
la
situación, terminando de convertir a Ucrania en una triste colonia, al
estilo
de Polonia, Rumanía o las repúblicas bálticas, Moscú será la siguiente
parada. "Es una guerra de exterminio, los anglosajones no hacen
prisioneros", manifestaba
Fiódorov.
¿Alguien puede imaginar
bases de misiles estadounidenses en suelo ucraniano o la sexta flota atracada
en Sebastopol, lo que siempre ha sido base de la armada rusa en el mar Negro? Después
de ver cárceles secretas de la CIA en exrepúblicas soviéticas, todo parece
posible.
Estas son algunos de las
opiniones que pueden oírse en las tertulias políticas de los medios rusos. Si
no hubiese oído el nombre y cargo de quien estaba hablando, hubiera pensado que
se trataba de algún diputado del PCFR…El partido lleva años repitiendo que la
única posibilidad de sobrevivir de Rusia en el mundo actual, es mediante la
reunificación con Ucrania y Bielorrusia, mediante la unión de sus potenciales.
Por cierto que el hablar públicamente
de la posibilidad de que Ucrania se fracture y descomponga como el Estado que
conocemos, hace ya tiempo que dejó de ser tema tabú. Ya en el primer Maidán del
2004 se podían leer análisis al respecto. Ahora tras los últimos
acontecimientos, esa posibilidad está muy cerca de convertirse en realidad. ¿Qué
pasaría en ese supuesto? Si ese escenario se materializa, Rusia no tendría otra
salida que dar un paso al frente y proponer la formación de un Estado unificado
con esa Ucrania que no desease vivir bajo un gobierno de corte fascista y
títere del imperialismo. Las declaraciones de algunos parlamentos regionales
como el de Crimea van en ese sentido y no son casuales. Fiódorov hablaba
incluso de someter a referéndum el nombre de ese nuevo país (salido de la unión
de Rusia con las regiones del este y sur de Ucrania), que bien pudiera ser “Rus”.
Si los “banderistas” de “Svoboda”
ganan Kiev, (donde desde hace ya años, tienen más votos que los comunistas),
que más parece ya el extrarradio de la muy fascista Lvov, cuesta poco imaginar cuáles
serán las dos siguientes paradas de ese avance hacia Moscú: en Moldavia y Bielorrusia,
llevan ya años cavando sus trincheras, para el combate final.
En Moldavia, donde desde
hace 14 años el Partido Comunista es la fuerza más votada y solo la unión de
toda la oposición vendepatrias y prorrumana evita que pueda gobernar, se deben
celebrar elecciones en otoño. Y el año que viene toca Bielorrusia, la
penúltima piedra en el zapato europeo del imperialismo, durante los últimos casi
20 años.
Cuando la quinta columna
bielorrusa, con ayuda de sus hermanos “banderistas”, y los servicios de
inteligencia polacos, alemanes y suecos, vuelva a intentar una revolución de
colores, (creo que pocas dudas puede haber al respecto), ¿volveremos a mirar para
otro lado o a condenar la represión del “gobierno dictatorial”? ¿Seguirá siendo
nuestro referente político un engendro quintacolumnista?
Me ha tocado leer estos
días un panfleto que circula por algún medio cercano al 15-M, de un supuesto
sindicato de trabajadores ucraniano, maidanista él, donde se atacaba al PCU por
colaborador del gobierno represor…La imbecilidad parece no tener fronteras, al
igual que la hipocresía de nuestros medios de manipulación.
¿Alguien puede imaginarse
un escenario similar en algún país europeo, en el que milicias paramilitares
tomen ministerios y el gobierno no intentase desalojarlos?
Sí es cierto, el PCU votó
a favor del endurecimiento (mediante ese paquete de leyes aprobados el 16 de
enero y que han tenido que derogar el 28, en una nueva bajada de pantalones del
gobierno) de la ley para combatir el vandalismo. ¿Queremos acaso que quede sin
castigo, sin responsabilidad penal, la destrucción de monumentos dedicados a
los héroes de la Gran Guerra Patria, de
aquellos que liberaron al país de la peste fascista, de esos mismos que intentan
ahora una nueva revancha histórica, precisamente el año que se cumple el 70
aniversario de aquella gesta?
La impunidad legal que han
vuelto a conseguir los fascistas ucranianos, les refuerza en el objetivo que
sus amos de la democrática Europa les han marcado: “luchar hasta la victoria
final”.