
China está lista para contrapesar a través del yuan,
la dominación del dólar en el Sistema Monetario Internacional. En 2009,
Zhou Xiaochuan, el gobernador del Banco Popular de China, realizó un
llamado para transformar el sistema mundial de reservas; las violentas
fluctuaciones del dólar, exigían dotar de mayor estabilidad y confianza a
la economía mundial. En definitiva, China se opuso a cargar con los
costos de la crisis que había iniciado en la bolsa de valores de Nueva
York.
Bajo esa misma perspectiva, la agencia de noticias Xinhua lanzó una
polémica editorial en octubre de 2013 sobre la desamericanización del
mundo: el endeudamiento irresponsable de parte del gobierno de Barack
Obama, aumentaba los ‘desequilibrios estructurales’ y con ello, revelaba
la urgente necesidad de disminuir el poder y la influencia de Estados
Unidos [
1].
Ahora en marzo de 2015, Li Keqiang, el primer ministro de China,
solicitó ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), discutir la
incorporación del yuan a los Derechos Especiales de Giro (DEG).
Los DEG son activos de reserva internacional creados en la década de
los 60 por el FMI para complementar las reservas de los bancos centrales
y apoyar el sistema de paridades fijas establecido en 1944. En un
principio, los DEG se definieron en relación a un valor equivalente de
0.888 gramos de oro. Sin embargo, una vez que el presidente
estadounidense Richard Nixon puso fin a los acuerdos de Bretton Woods a
principios de la década de los 70, los DEG se definieron con base en una
canasta de monedas.
En la práctica, los países miembros del FMI compran los DEG para
cumplir con sus obligaciones. En otros casos, los venden para ajustar la
composición de sus reservas internacionales. En ese contexto, el FMI
actúa en calidad de intermediario entre sus miembros y los tenedores
autorizados de los DEG para garantizar los intercambios en monedas de
‘libre uso’.
Cada 5 años la revisión de los DEG por el FMI pondrá en teoría la
importancia de sus divisas en los sistemas financieros y comerciales
mundiales. Sin embargo y, a pesar del creciente protagonismo de los
países emergentes en la economía mundial, la composición de los DEG se
ha mantenido inalterada: el dólar estadounidense conserva 42% de la
cartera, seguido por el euro con 37.4%, la libra esterlina con 11.3% y,
finalmente, el yen japonés con 9.4 por ciento.
¿Cómo es posible que a pesar de la caída del dólar de 70 a 60% en la
composición de las reservas de los bancos centrales de los últimos 15
años, no se hayan modificado en lo más mínimo las cuotas de poder de
Estados Unidos en el FMI? Es evidente que semejante desproporción
mantiene inconformes a los líderes del Partido Comunista, quienes
sostienen que el liderazgo de China en la economía mundial, amerita un
mayor peso en la toma de decisiones en el FMI, así como la integración
del yuan a los DEG.
En términos generales, existen 2 criterios a considerar para incluir
una moneda en los DEG. En primer lugar, la economía en cuestión debe
tener una elevada participación en las exportaciones mundiales; China
cumple cabalmente con esa consideración. Y en segundo lugar, la moneda
debe ser plenamente convertible, es decir, el país emisor debe mantener
abierta la cuenta de capital (que incluye los créditos y las inversiones
de cartera) a fin de que los inversionistas del resto del mundo puedan
comprar y vender activos financieros denominados en la moneda
considerada y, sean las ‘libres fuerzas del mercado’ las que determinen
sus cotizaciones.
En el caso de China, el segundo aspecto es el más controversial. En
2010, en el marco del XLI aniversario de los DEG, los funcionarios del
FMI rechazaron la incorporación del yuan con el argumento de que estaba
sujeto a controles de capital. Adicionalmente, enfatizaron que sólo unos
cuantos países realizaban transacciones bajo su denominación.
Finalmente, sostuvieron que el Banco Popular de China mantenía
subvaluado el tipo de cambio y con ello, apuntalaba la supremacía
manufacturera del gigante asiático en el mercado mundial.
Las autoridades del FMI no pueden concebir que a diferencia de otros
países emergentes, el gobierno chino determine los tiempos de su
apertura. Las experiencias de las crisis financieras en América Latina y
el continente asiático durante las décadas de los 80 y 90
respectivamente, pusieron de manifiesto ante el mundo, las terribles
consecuencias de adoptar sin restricciones los principios del Consenso
de Washington.
China sin embargo, aprendió bien las lecciones de la historia
económica. De manera exitosa, ha evitado caer en las provocaciones del
Departamento del Tesoro y el Sistema de la Reserva Federal, las
instituciones que a través del presidente del FMI como vocero global, la
acusan de manipular el tipo de cambio y, en consecuencia, insisten en
la apertura indiscriminada de su cuenta de capital.
No cabe duda de que en medio de la precariedad económica a partir de
la crisis hipotecaria (subprime), es más cómodo para el gobierno de
Estados Unidos utilizar chivos expiatorios en lugar de asumir sus
propias responsabilidades.
Con todo, los chinos concentran sus esfuerzos en mirar hacia adentro y
llevar adelante, gradualmente, el proceso de liberalización financiera.
Por un lado, aumentarán los incentivos para participar en el Programa
Chino de Inversores Institucionales Extranjeros Calificados en Renminbi
(RQFII, por sus siglas en inglés). Al mismo tiempo, impulsarán el
proyecto «Stock-Connect», el mecanismo piloto que desde noviembre de
2014, permite comprar y vender acciones empresariales de China
continental a través de la plaza financiera de Hong Kong.
Si bien es cierto que los bancos privados tendrán una mayor
gravitación en los circuitos de crédito, el gobierno chino ha colocado
la administración de riesgos como máxima prioridad: la tendencia
deflacionaria (caída de precios) amenaza con socavar el crecimiento
económico y la estabilidad financiera. China implementará un sistema de
seguros de depósito en los próximos meses. De esta manera, los bancos
pagarán primas de seguro y un organismo central se encargará de
administrar el dinero. En situaciones de insolvencia, se pagará una
compensación máxima de 500 000 yuanes (81,500 dólares) por depósito. La
medida es una condición necesaria para liberalizar las tasas de depósito
y, posteriormente, las tasas de interés. La mira está puesta en dar más
amplitud al yuan.
Por otro lado, hay que recordar que en 2005, el yuan rompió el ancla
con el dólar (8.28 yuanes por dólar) y se ubicó en una banda de
fluctuación en torno a 0.3 por ciento. A partir de entonces, los límites
de flotación de la moneda se han incrementado en 3 ocasiones, la
ampliación más reciente se llevó a cabo en marzo de 2014, cuando las
bandas se establecieron en 2 por ciento.
En los últimos 5 años, aunque el yuan se ha apreciado más de 10% en
relación a la divisa norteamericana, el músculo económico de China se
fortalece. El amurallamiento geopolítico de los mares del Sudeste
asiático construido por el Pentágono y el Departamento de Estado,
fracasó como estrategia de contención: China aumenta sus flujos de
comercio e inversión en América Latina y el Caribe, los países del Norte
de África, Medio Oriente, Europa, etcétera.
Incluso con Estados Unidos, China ha visto incrementados sus vínculos
en materia económica. Entre 2007 y 2014, el gobierno chino duplicó el
monto de sus importaciones de 62 000 a 124 000 millones de dólares, de
acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos ¿Cuáles son entonces,
las terribles consecuencias del ‘comercio desleal’ y la ‘manipulación
cambiaria’ provocadas en contra de las empresas norteamericanas?
Mientras que Estados Unidos actúa unilateralmente en los ámbitos de
las finanzas y la geopolítica, China se abre camino a través del aumento
exorbitante de su comercio exterior, que dicho sea de paso, constituye
la fuerza más importante de la internacionalización del yuan. Cuando
China se convirtió en la primera potencia exportadora por encima de
Estados Unidos en 2007, sus intercambios comenzaron a adoptar el yuan en
sustitución del dólar. De acuerdo con las proyecciones elaboradas por
HSBC, la proporción del comercio de China denominado en yuanes pasará de
25 a 50% en los próximos 5 años [
2].
En octubre de 2013, el yuan superó al euro como la segunda moneda más utilizada en las operaciones de financiamiento comercial [
3].
A través de China continental, Hong Kong y Singapur como principales
centros de emisión, los créditos comerciales denominados en yuanes
registraron una participación de 9.43% a principios de 2015, un aumento
de 30% en comparación con 2013 [
4].
De manera inédita, en enero de 2015 el yuan se convirtió en la 5ª
moneda más utilizada en las transacciones globales por encima de los
dólares canadiense y australiano, según reportó la Sociedad para las
Comunicaciones Interbancarias y Financieras Internacionales (SWIFT, por
sus siglas en inglés) [
5].
Hace apenas 4 años, un pequeño grupo de 900 instituciones bancarias
realizaban operaciones en yuanes. A finales de 2014, el número aumentó a
más de 10 000 entidades.
De acuerdo con Christine Lagarde, la presidenta del FMI, la inclusión
del yuan en los DEG es un hecho inminente. Sin embargo, se niega a
precisar cuándo se llevará a cabo [
6].
Tal y como ocurre hoy con la reforma del sistema de representación del
FMI, Estados Unidos se opone a todo cambio orientado a debilitar el
protagonismo del dólar.
Sin embargo, en contraste con otras decisiones que necesitan 85% de
la aprobación de los miembros del FMI de manera obligatoria, la votación
para incorporar una divisa a los DEG requiere únicamente 70% de los
votos a favor, con lo cual, el poder de veto de Washington (17.69%)
carece de toda relevancia.
¿Qué cambios vendrán, en el campo de las finanzas internacionales, en
caso de que el yuan logre su adhesión a los DEG? Las reservas
acumuladas en yuanes serían reconocidas finalmente por el FMI; la
emisión de bonos y la apertura de cuentas bancarias en yuanes
aumentarían de manera significativa. Por añadidura, la disminución de
los costos de transacción, impulsaría la expansión de las empresas
chinas en ultramar. Una vez incrustada en los DEG, la moneda china
rebasaría los pesos relativos tanto del yen japonés como de la libra
esterlina [
7].
Sin lugar a dudas, el ascenso del yuan se ha vuelto imparable. Según
las estimaciones de Massimiliano Castelli, el director de estrategia de
las instituciones soberanas del banco UBS, en 2020 los bancos centrales
aumentarán a 500 000 millones de dólares sus reservas denominadas en la
“moneda del pueblo” (renminbi) [
8].
Los debates en torno a la incorporación del yuan a los DEG se
llevarán a cabo a partir del próximo mes de mayo. En noviembre se
votaría eventualmente la iniciativa presentada por China y en enero de
2016 se harían efectivos los cambios ¿Podrán Estados Unidos y sus
aliados volcar a la mayoría de los miembros del FMI en contra de la
internacionalización del yuan?