3 de julio de 2014
La derrota, parcial, de Estados Unidos en Siria, tras la firma del
acuerdo firmado con Rusia y la victoria rotunda de Al Assad en las
elecciones, el apoyo a los grupos terroristas yihaidistas contra el
estado sirio y los renovados intentos desde dentro y desde fuera de
derrocarlo mediante las armas han continuado.
Barack Obama y sus aliados europeos, israelís y árabes evidentemente no iban a aflojar el mordisco de su presa tan fácilmente, utilizando para ello cualquier método, por criminal que sea. Lo mismo sucede, como sabemos, en el este de Ucrania tras aquel golpe de fuerza de la adhesión de Crimea a Rusia que después se ha quedado en simple colleja medio amenazante pero, también, medio amistosa.
En Siria la apuesta de Obama y sus cortesanos ha sido el apoyo a los terroristas islámicos, a los famosos miembros de Al Qaeda que tan útiles le han sido al imperio desde Afganistán, tanto como aparentes enemigos como de amigos rebeldes contra los regímenes díscolos del norte de África u Oriente Medio. De hecho, Obama ya pidió al Congreso estadounidense la asignación de 500 millones de dólares para “formar y equipar elementos controlados de la oposición armada siria”.
La estrategia parece que no se queda ahí. El avance relámpago de los islamistas en Irak, con la evidente complicidad de parte del ejército iraquí (controlado por generales afines a Estados Unidos) y del propio gobierno -de hecho las tropas del gobierno de Bagdad no han resistido apenas los ataques yihaidistas-, es más que sospechosa. En un país destrozado por la invasión norteamericana y convertido en un peón de los intereses de Washington, y como escribió Manuel Vázquez al respecto, en su artículo Invasión en Irak, objetivo Siria , parafraseando a Pancho Villa, parece que los generales del mandatario chiíta iraquí, Nuri al-Maliki, no resistieron “un cañonazo de un millón de dólares”.
Lo que parece claro es que un gobierno islamista en Bagdad abriría la frontera este de Siria, hasta ahora no controlada por los terroristas de Al Qaeda ni por los mercenarios norteamericanos, europeos e israelíes, cortaría toda posible ayuda por tierra de Teherán a Damasco y, de momento, ha provocado ya que muchos iraquíes que luchaban junto al ejército sirio para defender su soberanía están regresando a su país para evitar que las tropas del autoproclamado califato conquisten la capital, debilitando convenientemente la resistencia popular.
En otro orden de cosas, es curioso que, como no podía ser de otra manera y como pasó ya en Libia, los troskistas, encabezados por el fanático y místico Santiago Alba Rico, hayan dado su apoyo a los "rebeldes" iraquíes, los islamistas, como han hecho también en Siria. Como no podía ser de otra manera, estos mercenarios ideológicos de los intereses del imperialismo norteamericano, estos tontos útiles, (en realidad, bastante "listillos" ellos), no hacen más que crear líos indesenrredables para evitar el apoyo masivo a la lucha de los pueblos por su soberanía contra las injerencias de las potencias occidentales y sus títeres,
De unos tipos que afirman, en boca de su sacerdote visionario, Santiago Alba, que la Administración Obama nunca ha tenido un interés estratégico en intervenir militarmente contra el gobierno sirio, que afirmaban que la OTAN no quiso intervenir en Libia sino que fue llamada por los "revolucionarios"de la yihad, o que repite en apoyo a sus amos que en Ucrania no ha habido un golpe de estado ultraderechista, sino hubo una rebelión, un “movimiento muy amplio y espontáneo de los ciudadanos indignados”, ¿qué se puede esperar?
Lo que dicen Santiago Alba Rico y sus secuaces en uno de sus recientes artículos sobre Irak es que la "rebelión" en aquel país, vendida como islamista (olvida intencionadamente que los propios "rebeldes" se autodenominan Estado Islámico de Irak y El Levante), es en realidad un conglomerado de facciones implicadas en una gran insurrección que se caracteriza como “sunní” pero que incluye a exmilitares baazistas, milicias tribales y a una gran parte de la población. Es decir, su discurso de siempre, constantemente refutado por los hechos (la toma del poder de los terroristas islámicos en Libia, las matanzas de la OTAN en aquel país, el genocidio ucraniano de los golpistas o la evidencia de la financiación y del suministro de armas por parte de Obama a los mercenarios que luchan contra el pueblo sirio), aunque sus errores no hagan cambiar los argumentos, como corresponde al que sigue un esquema prestablecido para interpretar la realidad, diseñado con objetivos claros, y los vende con un mesianismo idealista que engaña todavía a mucha gente supuestamente de izquierdas.
En definitiva, Alba Rico y los suyos (recordemos que es el principal teórico de ese pastiche ciudadanista que es PODEMOS) pretenden desideologizar a la izquierda para sustituirla por una suerte de populismo “indignado”, evitar toda influencia del comunismo y de ideas como las de lucha de clases en los movimientos populares, "euromaidanizar" a la "gente", (para nada haciéndola tomar conciencia de su clase o de su expotación), para desarmarla contra el capitalismo y el fascismo. Es decir, para dejar a los trabajadores y a los pueblos completamente indefensos, en manos de sus explotadores, el que ha sido históricamente; sin duda alguna, su meta no es otra que el principal objetivo del troskismo: la derrota de la clase trabajadora y el triunfo de la barbarie capitalista, inevitablemente criminal por muy democrática que nos la pinten.
Barack Obama y sus aliados europeos, israelís y árabes evidentemente no iban a aflojar el mordisco de su presa tan fácilmente, utilizando para ello cualquier método, por criminal que sea. Lo mismo sucede, como sabemos, en el este de Ucrania tras aquel golpe de fuerza de la adhesión de Crimea a Rusia que después se ha quedado en simple colleja medio amenazante pero, también, medio amistosa.
En Siria la apuesta de Obama y sus cortesanos ha sido el apoyo a los terroristas islámicos, a los famosos miembros de Al Qaeda que tan útiles le han sido al imperio desde Afganistán, tanto como aparentes enemigos como de amigos rebeldes contra los regímenes díscolos del norte de África u Oriente Medio. De hecho, Obama ya pidió al Congreso estadounidense la asignación de 500 millones de dólares para “formar y equipar elementos controlados de la oposición armada siria”.
La estrategia parece que no se queda ahí. El avance relámpago de los islamistas en Irak, con la evidente complicidad de parte del ejército iraquí (controlado por generales afines a Estados Unidos) y del propio gobierno -de hecho las tropas del gobierno de Bagdad no han resistido apenas los ataques yihaidistas-, es más que sospechosa. En un país destrozado por la invasión norteamericana y convertido en un peón de los intereses de Washington, y como escribió Manuel Vázquez al respecto, en su artículo Invasión en Irak, objetivo Siria , parafraseando a Pancho Villa, parece que los generales del mandatario chiíta iraquí, Nuri al-Maliki, no resistieron “un cañonazo de un millón de dólares”.
Lo que parece claro es que un gobierno islamista en Bagdad abriría la frontera este de Siria, hasta ahora no controlada por los terroristas de Al Qaeda ni por los mercenarios norteamericanos, europeos e israelíes, cortaría toda posible ayuda por tierra de Teherán a Damasco y, de momento, ha provocado ya que muchos iraquíes que luchaban junto al ejército sirio para defender su soberanía están regresando a su país para evitar que las tropas del autoproclamado califato conquisten la capital, debilitando convenientemente la resistencia popular.
En otro orden de cosas, es curioso que, como no podía ser de otra manera y como pasó ya en Libia, los troskistas, encabezados por el fanático y místico Santiago Alba Rico, hayan dado su apoyo a los "rebeldes" iraquíes, los islamistas, como han hecho también en Siria. Como no podía ser de otra manera, estos mercenarios ideológicos de los intereses del imperialismo norteamericano, estos tontos útiles, (en realidad, bastante "listillos" ellos), no hacen más que crear líos indesenrredables para evitar el apoyo masivo a la lucha de los pueblos por su soberanía contra las injerencias de las potencias occidentales y sus títeres,
De unos tipos que afirman, en boca de su sacerdote visionario, Santiago Alba, que la Administración Obama nunca ha tenido un interés estratégico en intervenir militarmente contra el gobierno sirio, que afirmaban que la OTAN no quiso intervenir en Libia sino que fue llamada por los "revolucionarios"de la yihad, o que repite en apoyo a sus amos que en Ucrania no ha habido un golpe de estado ultraderechista, sino hubo una rebelión, un “movimiento muy amplio y espontáneo de los ciudadanos indignados”, ¿qué se puede esperar?
Lo que dicen Santiago Alba Rico y sus secuaces en uno de sus recientes artículos sobre Irak es que la "rebelión" en aquel país, vendida como islamista (olvida intencionadamente que los propios "rebeldes" se autodenominan Estado Islámico de Irak y El Levante), es en realidad un conglomerado de facciones implicadas en una gran insurrección que se caracteriza como “sunní” pero que incluye a exmilitares baazistas, milicias tribales y a una gran parte de la población. Es decir, su discurso de siempre, constantemente refutado por los hechos (la toma del poder de los terroristas islámicos en Libia, las matanzas de la OTAN en aquel país, el genocidio ucraniano de los golpistas o la evidencia de la financiación y del suministro de armas por parte de Obama a los mercenarios que luchan contra el pueblo sirio), aunque sus errores no hagan cambiar los argumentos, como corresponde al que sigue un esquema prestablecido para interpretar la realidad, diseñado con objetivos claros, y los vende con un mesianismo idealista que engaña todavía a mucha gente supuestamente de izquierdas.
En definitiva, Alba Rico y los suyos (recordemos que es el principal teórico de ese pastiche ciudadanista que es PODEMOS) pretenden desideologizar a la izquierda para sustituirla por una suerte de populismo “indignado”, evitar toda influencia del comunismo y de ideas como las de lucha de clases en los movimientos populares, "euromaidanizar" a la "gente", (para nada haciéndola tomar conciencia de su clase o de su expotación), para desarmarla contra el capitalismo y el fascismo. Es decir, para dejar a los trabajadores y a los pueblos completamente indefensos, en manos de sus explotadores, el que ha sido históricamente; sin duda alguna, su meta no es otra que el principal objetivo del troskismo: la derrota de la clase trabajadora y el triunfo de la barbarie capitalista, inevitablemente criminal por muy democrática que nos la pinten.
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