Etiquetas

viernes, 18 de julio de 2014

UNA REFORMA SOCIAL PARA DOMINARLOS A TODOS



Mariano rajoy asustado

El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, nos sorprendía hace unas semanas cuando en una comparecencia pública habló de la posibilidad de una reforma electoral de carácter municipal que diera los ayuntamientos a la fuerza más votada. Rápidamente la maquinaria mediática de nuestro país se puso manos a la obra y colocó meticulosamente todos los adornos en el escenario para la interpretación de una nueva obra de teatro: debatiríamos sobre qué modelo de elección de alcalde sería mejor, el del acuerdo entre grupos municipales representativos o el directo a la fuerza más votada. Todo esto sin cuestionar la legitimidad de plantear una reforma de este calado a menos de un año de las elecciones. El escenario permitiría además que los diferentes partidos de los que muchos denominan ahora como “la casta política” lanzaran sus particulares acusaciones cruzadas para revivir esa sensación de enfrentamiento entre gobierno y oposición.

Si los lectores me lo permiten no cometeré la osadía de entrar en el debate sin antes plantear las razones de que se haya abierto exactamente ahora. Sé que la presión para que ustedes se sitúen “a favor” o “en contra” es fuerte en el simplificado mundo de la tertulia de bar y que muchos de sus compañeros no querrán escuchar explicaciones sino un “sí” o un “no”. Sin embargo el hacer esto supone caer en la trampa que el Partido Popular y los creadores de opinión pública al servicio de la oligarquía han preparado para el pueblo. No responderemos un “sí” o “no” sin antes responder un “¿por qué ahora?”

¿Por qué este debate en 2014?
Han pasado más de 30 años y este debate no había sido abierto hasta ahora. ¿A nadie le extraña que se abra esta caja de pandora a menos de un año de unas elecciones municipales que podrían resolverse con un verdadero resultado histórico?

El sistema de partidos y el sistema electoral español fueron construidos por una diversidad de grupos políticos que respondieron allá por los años 70 y 80 a determinados grupos con intereses privados. Particularmente se puede definir a nuestra oligarquía, esa que posee grandes propiedades industriales (Inditex, la industria armamentística…) mediante su participación mayoritaria en los principales bancos de nuestro país (Santander, BBVA, Banco Popular…), como la principal beneficiaria de este escenario.

El sistema permitía que los partidos políticos vinculados a esta oligarquía mediante relaciones económicas, sociales e incluso personales ganaran las elecciones con relativa comodidad a todos los niveles. Con esta victoria asegurada quedaría un importante espacio para los socios intermedios del acuerdo (Burguesías con aspiraciones nacionalistas con sus respectivos partidos pudiendo gobernar a nivel municipal o autonómico y en ocasiones logrando cuotas de poder a nivel central) e incluso un hueco para que las fuerzas populares de “la izquierda” pudieran tener su atril y así dar cierta imagen de pluralismo permitiéndoles incluso la conformación de algún gobierno municipal, en la mayoría de ocasiones bajo la tutela del PSOE. De esta manera todo quedaba atado y bien atado, y, salvando alguna sorpresa circunstancial de magnitudes asumibles por la oligarquía, todo parecía funcionar como un reloj suizo.

Hasta que dejó de funcionar

Euskadi: El primer obstáculo

Que la Izquierda Abertzale empezara a ganar enormes simpatías dentro del pueblo vasco fue algo que a la oligarquía española y sus representantes políticos no sentó nada bien. El proyecto Abertzale combinaba un radicalismo democrático pequeño-burgués con las aspiraciones independentistas de constituir un Estado independiente en Euskal Herría. La sólida base social de su proyecto combinando el crecimiento de sus redes de influencia hizo temblar a la oligarquía española que no dudó en criminalizar a este campo relacionándolo directamente con ETA. Pese a esta criminalización el crecimiento de su influenció no cesó e intentó frenarse las aspiraciones de este sector político mediante su represión primero y la promulgación de la Ley de Partidos después que ilegalizó a diferentes opciones que aspiraban a canalizar el voto abertzale.

Este inútil esfuerzo por criminalizar a la Izquierda Abertzale sólo se saldó con el fortalecimiento de sus vínculos sociales en Euskal Herría. La consecuencia fue la entrada de una imparable Bildu que empezó a conquistar mayorías en los ayuntamientos (Obtuvo 953 concejales en el País Vasco en 2011, siendo la primera fuerza en representación y la segunda en votos) y que rompía el sistema de partidos en el País Vasco situándose como segunda fuerza en las elecciones autonómicas de 2012 por delante de los dos partidos de la oligarquía (PP y PSOE) y sólo superada por la formación de la burguesía nacionalista vasca (PNV).

El sistema de partidos hacía aguas por Euskal Herría, pero esto era sólo el principio
Maremágnum nacionalista en Catalunya

CIU voluntat de un poble
No definiremos el carácter de clase de ERC en este artículo por falta de un estudio concienzudo sobre la cuestión, pero lo cierto es que el crecimiento imparable de esta fuerza que muchas encuestas sitúan hoy como ganadora en la comunidad autónoma catalana combinado con la entrada de la fuerza de las CUP en el Parlament han roto también el tradicional sistema de partidos en esta región.

Al igual que ocurriera con la entrada de Bildu, la presencia de estas fuerzas alternativas permiten a las burguesías nacionalistas un abanico mayor de posibilidades para poder pactar y maniobrar políticamente, esto ha permitido que una fuerza como CiU que siempre había apostado por la conciliación con los diferentes gobiernos centrales pueda permitirse aprovechar la proclama popular del referéndum de autodeterminación para presionar al ejecutivo central de una manera mucho más tajante.

El escenario que se plantea en las encuestas le hace perder a un PSOE que se hunde el segundo puesto y que este sea adelantado por ERC y CIU. A todo esto hay que sumar la entrada de Ciudadanos que fragmenta en esta comunidad el voto del Partido Popular. A nivel municipal todo esto podría traducirse en la pérdida de muchas alcaldías, a nivel municipal en que la mayoría nacionalista sea incuestionable.

El sistema de partido se descalabra en Catalunya, los dos puntos débiles del Estado protagonizan este desgaste. Sin embargo mientras se aguantara “en el centro del país” siempre podrían resistirse estas embestidas nacionalistas.

El crecimiento de las fuerzas populares y el desgaste del PSOE
Protesta sindicatosLa protesta social inunda España desde hace varios años y las fuerzas populares han ido cogiendo apoyos en las calles. El Movimiento 15-M, tres huelgas generales, un enorme crecimiento de los conflictos laborales sectoriales o por empresas, la lucha de la minería, la lucha en defensa de los servicios públicos o las Marchas de la Dignidad son algunos de los ejemplos de estas expresiones de la lucha del pueblo durante los últimos años. Esta incorporación a la lucha y el crecimiento del descontento por cada vez más personas se han traducido en un crecimiento de la simpatía y el voto hacia determinadas fuerzas políticas democráticas y reformistas. Así las últimas elecciones europeas la sorpresa vino de mano de un enorme crecimiento de Izquierda Unida y Podemos, consiguiendo 6 y 5 eurodiputados cada formación respectivamente.
Este proceso ha coincidido con un periodo de gobierno del Partido Socialista dónde ha tenido que gestionar un contexto de crisis económica en beneficio de la oligarquía a la que debe lealtad. Su gestión de los recortes económicos y sociales ya dejó bastante mermada la credibilidad frente a su electorado, sin embargo el golpe de Estado vía reforma del artículo 135 de la Constitución y sus constantes acercamientos al Partido Popular en favor de mantener la estabilidad del régimen (como el cierre de filas respecto a la cuestión sucesoria y la negación del referéndum) amenazan a que el PSOE pudiera recorrer una senda similar a la de su homólogo griego, el PASOK, que a día de hoy ha pasado a ser una fuerza minoritaria en el sistema de partidos heleno.
A nivel estatal el PSOE se desgasta y el crecimiento de las fuerzas populares podría permitir que estas tuvieran fuerza para conquistar varios ayuntamientos de importancia. Si sumamos este proceso a los dos descritos anteriormente en Euskadi y Catalunya nos encontramos ante un escenario de una pérdida relevante de cotas de poder a nivel municipal. Es ante la alarma de este hipotético escenario ante el que el Partido Popular reacciona.

Ganar tiempo para reconstruir la hegemonía
La oligarquía necesita tiempo y estabilidad. Teme un escenario donde al no control de las comunidades de Euskadi y Catalunya se sume la cristalización de una alternativa popular a nivel municipal en el resto del Estado. Quien tenga memoria histórica no puede olvidar que la salida del monarca y la proclamación de la II República vinieron de la victoria de las fuerzas progresistas y democráticas en principales ciudades del país.

El derrumbamiento de un régimen no viene de una derrota electoral por mayoría matemática sino de la ruptura de los instrumentos de dominación social de la clase dominante por parte de las masas populares. Para evitar este escenario la oligarquía debe abortar a toda costa cualquier escenario o proceso en el que las masas populares sientan que puedan ganar batallas para su causa, también debe asegurar de que sus instrumentos le sean válidos para reproducir el consenso social de que su victoria y, por lo tanto su gobierno, han sido justos.

15m plaza
El poder político nace de la boca de los fusiles, sin embargo nadie puede estar disparando a su pueblo constantemente. Para poder gobernar es también indispensable que el pueblo entienda que esta dominación es válida, legitima y aceptable (Aunque el dominado no la comparta y se oponga en cierta manera a ella). Es aquella receta que Gramsci describió como hegemonía acorazada de coacción, hacer que el dominado acepte la dominación a la vez que se hace prevalecer esta mediante la fuerza.

Hoy la oligarquía se encuentra frente a ese contexto del ocaso, de la ruptura de su hegemonía. Los instrumentos estatales que durante años habían apuntalado lo legítimo de su gobierno hoy se pueden convertir en fuente del cuestionamiento del mismo. Como el Estado es una herramienta de dominación de una clase social para someter a otras, lo más lógico es que la clase dominante (en este caso la fracción más avanzada y poderosa de la burguesía, la oligarquía) busque fórmulas para reformar su maquinaria estatal con el objetivo de que esta sea más efectiva en reproducir la dominación de los poderosos sobre el conjunto del pueblo.

Retrasar el avance de las fuerzas populares y la posibilidad de que estas puedan tener la capacidad de gestionar gobiernos municipales es una inversión arriesgada. La oligarquía buscaría así que el Partido Popular invirtiera parte de su credibilidad política en esta maniobra con la esperanza de que, sorteando el escollo de la generales, haya tiempo de reconstruir la hegemonía. Esta puede venir de varias fuentes. Es posible que crean fervientemente que sus medidas se notarán en una mejoría económica que se traducirá en más empleo y por lo tanto en un relajamiento político de ciertos sectores de la clase obrera. También querrán obtener el tiempo suficiente para que el campo popular pierda la fuerza de su impulso y paralelamente pueda reconstruir el proyecto oligárquico que llenaba el espectro político-ideológico del PSOE. De cualquiera de las maneras la oligarquía ha iniciado una huida hacia adelante

Entonces… ¿cómo opina usted que debería ser la reforma municipal?
Y ahora que hemos bajado el debate de la idea académica a la tierra de la práctica política real podemos responder. La contraposición de este proceso deviene de un fortalecimiento del campo popular y una muestra por todas las vías de que la burguesía, como clase dominante, tiene la imposibilidad de gestionar política y económicamente nuestro país en beneficio de la mayoría obrera y popular

Por ello la fórmula más efectiva para mostrar la incompatibilidad entre la Democracia para la Mayoría y la dictadura de un puñado de empresarios y banqueros pasa, precisamente, ¡por exigir más democracia!

En mi opinión debemos incorporarnos a una reforma municipal mucho más profunda que decidir cómo se elige al alcalde. El modelo debe ser lo más proporcional posible y asegurar la mayor pluralidad y acercamiento de los representantes para con el pueblo. Para ello la reforma municipal debe exigir que los representantes de la ciudadanía estén vinculados a la misma mediante circunscripciones muy pequeñas que corresponden a realidades territoriales o sectoriales, especialmente los centros de trabajo. Este mecanismo debe obligar a que los representantes rindan cuentas con una fluida regularidad ante sus electorales, pero ahí no queda la cosa, sino que además deben existir mecanismos para que los propios electores puedan revocar a sus representantes si estos no cumplen sus promesas. Alguna podrá argumentar que en cierta manera esto viola el principio de prohibición del mandato imperativo establecido en la constitución, si así fuera… ¿por qué no plantear abiertamente reformarla por ser esta incompatible con la participación democrática?
Además esta reforma debería incluir otro aspecto fundamental, el relativo a la democracia económica municipal. Introducir mecanismos e instrumentos para que el propio pueblo pueda gestionar democráticamente los servicios públicos y pueda promover la municipalización de actividades económicas fundamentales para su realidad puestas estas bajo control popular. Además, para evitar la corrupción y el uso de lo público en beneficio del que gobierna esta reforma debería incluir la creación de los mecanismos no sólo de gestión popular, sino también de control por parte de la ciudadanía de estas empresas y estos servicios públicos que corresponden al conjunto de los trabajadores y el pueblo.

Las reformas son siempre intencionales y tienen razones políticas de fondo, en esta propuesta no iba a ser diferente.

Nuestro objetivo es el socialismo, la construcción del poder de la clase obrera y el desarrollo de una economía que produzca al servicio de las necesidades humanas y no del lucro. Para lograr nuestro objetivo es indispensable que derroquemos la arquitectura estatal de la burguesía y la sustituyamos por un nuevo estado de los trabajadores. Sin embargo no podemos vender a los trabajadores nuestro proyecto de sociedad como “ideal” sin concretarlo. Si la oligarquía se opone a una reforma municipal como la que plantea el Partido del Trabajo Democrático podremos demostrar que para ellos el gobierno es siempre la dictadura de los propietarios sobre los trabajadores. Si lográramos arrancar estas concesiones a la clase dominante mediante la lucha aprovecharíamos este nuevo contexto para mostrar la superioridad de la democracia de la mayoría y la gestión y producción colectiva sobre la democracia de unos pocos y la gestión y producción privada de la industria y los servicios.

De una u otra manera mostraremos que la burguesía hoy sólo puede oponerse a la Democracia como hecho real del poder de la mayoría (que es trabajadora) y defenderla como el privilegio de una casta subordinada a las grandes multinacionales. Demostraremos así que la única garantía de la plena democracia es el poder de la clase obrera.

Y, como no podía ser de otra manera, a medida que las grandes masas de la población se incorporen y simpaticen con la idea de la “Democracia para la mayoría”, entenderán la imperante necesidad de construir el Socialismo.
David Comas Rodríguez, Portavoz del Partido del Trabajo Democrático y Politólogo

No hay comentarios:

Publicar un comentario