Pedro Pascual
Leyendo el Mundo Obrero de diciembre,
el dedicado al XIX Congreso del PCE, leo como el secretario general del
PC País Valencia, Javier Parra, ante la pregunta ¿Qué par de puntos
destacarías del Congreso? Señala en el final de su contestación, “la ausencia del debate de nombres en favor del debate político”.
Este artículo no va bajo ningún concepto
a responder ni a discutir las palabras del camarada Javier Parra
(fundamentalmente porque significado de las palabras de Javier Parra
pueden ser diferentes a lo que a mí me ha inspirado a realizar este
artículo). Más bien podría decir que esas palabras me han hecho recordar
una idea reincidente en los últimos treinta años en España – y en gran
parte de Europa -. Y esta idea es la de que las palabras no valen nada
sin los hechos, sin la práctica, es decir, de nada vale hablar todo el
día de Socialismo si luego los hechos y prácticas del partido y de la
militancia son inocuos o ineficaces para tal fin.
Dicha idea aun imperante podría haber
sido aceptada hace treinta años por dos premisas. En uno de los casos
para evitar el izquierdismo, en el que amparándonos en la palabra
Socialismo como bandera, esperamos de brazos cruzados – o criticando a
todos los impuros- al momento de la revolución, al de la lucha final,
dejando de lado las complicadas luchas del día a día que nos presenta
el momento histórico presente. En el otro caso, se dejó a un lado la
palabra reiterativa de Socialismo como estrategia política, a causa de
la masiva manipulación o desvirtuación del concepto de Socialismo, que
hacía que fuese rechazado por una parte de la clase explotada, que
paradójicamente apoyaban las medidas socialistas.
La cuestión es que por unas causas u
otras el concepto de Socialismo dejo de ser central – ni siquiera
periférico- tanto en las organizaciones como en la calle. Y esto es un
tremendo y flagrante error a día de hoy. Por esa razón, la tesis a
proclamar sin ser divergente con algunos conceptos que hicieron que se
abandonase el concepto de Socialismo, sí que es firme en que la recuperación del concepto de Socialismo como hecho central es de una necesidad vital.
No estoy en desacuerdo con el programa
de mínimos que Julio Anguita ha defendido y proclamado por el Frente
Cívico. En ello solo encuentro un pero: la ausencia o la falta del
concepto de Socialismo. Me explico. Lo que pide el Frente Cívico es
prácticamente lo que siempre ha pedido la clase explotada: lo necesario
para poder vivir con dignidad. La cuestión es que ese programa de
mínimos que exige el Frente Cívico – en apariencia nada
“socialista”- solo es posible bajo un sistema de producción socialista,
es decir, esos mínimos no son posibles dentro del sistema de producción
capitalista, por lo tanto, es vital el recalcar este hecho real y
concreto: El sistema capitalista nunca proporcionará esos mínimos, nunca, y ellos solo son posibles de alcanzar bajo un sistema socialista. Por lo tanto, la ausencia del concepto de Socialismo es lo que falla en el programa del Frente Cívico.
Considero que hoy más que nunca es
necesario el añadir el eslabón que falta o que dejamos en el camino,
aquel que pensamos que nos impedía avanzar cuando justamente sin él
hemos ido retrocediendo. Ninguna propuesta alternativa al
capitalismo es real sin poner sobre la mesa el hecho de la propiedad de
los medios de producción y todo lo demás es engañar a la clase
explotada, es decir, ningún programa de la “izquierda” es posible
cambiando la gestión del capitalismo. Y estas palabras claves son fundamentalmente la base del concepto de Socialismo.
Es decir, la clase explotada puede pedir
lo máximo o lo mínimo – tal hecho en principio no es tan crucial- pero
ha de ser totalmente consciente, de que aquello solo es posible
eliminando – o restringiendo- la propiedad privada de los medios de
producción, es decir, que la propiedad privada de los medios de
producción es lo que impide, es la causa, de que la clase explotada
carezca de esos mínimos. Y es en base a este hecho y conocimiento por lo
que se ha de enarbolar la bandera del Socialismo, no como un concepto
vacío o nostálgico, sino como hecho crucial sin el cual es imposible el
explicar la realidad, sin el cual todo parece complejo o en todo caso un
problema solamente de gestión.
El Socialismo - la propiedad de los
medios de producción- es el concepto que ha y debe vertebrar a toda la
izquierda revolucionaria, puesto que solo incidiendo explícitamente en
la cuestión de la propiedad de los medios de producción, la clase
explotada puede hallar o debatir en la solución a sus problemas- en
definitiva lo que se considera Democracia-, y ello nunca es posible bajo
el Capitalismo – cuya base es la propiedad privada de los medios de
producción- independientemente de quien lo gestione, ya sea PP, PSOE, o
Izquierda Unida, puesto que al estar aun los medios de producción en
manos privadas, la toma de decisiones políticas y económicas no la tiene
la población que vota, ni los políticos que eligen – sean quienes sean-
sino los propietarios de los medios de producción, por ello, para poder
decidir qué hacer para solucionar los problemas que sufre la clase
explotada, esta necesita como mínimo la propiedad de los medios de
producción.
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