Un joven indigente de 23 años de edad
falleció en el día de ayer como consecuencia de la malnutrición que
sufría. Este chico, de nacionalidad polaca, apenas pesaba 30 kg. Después
de ser atendido en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde le
suministraron un simple desayuno, fue nuevamente devuelto al albergue
municipal de Sevilla, donde falleció en un sofá.
Esta dramática noticia muestra cómo va a
ser el futuro bajo este régimen capitalista. El hambre ha vuelto a la
sociedad española, pero las consecuencias mortales todavía no se habían
mostrado. Solo el incremento de las afecciones por tuberculosis, ligada a
la malnutrición, es una de las consecuencias mayores que hacen aflorar
el incremento de la pobreza y del hambre. El camino hacia la
competitividad capitalista, destruyendo trabajo y rebajando los salarios
del existente, lleva hacia la generalización del hambre entre los
trabajadores e, inevitablemente y desgraciadamente, a hacer más
habituales este tipo de noticias.
La competitividad se ha instaurado no
con el objetivo de beneficiar a la sociedad ni para crear empleo sino
para beneficiar a una parte de ella, a los empresarios y banqueros, para
engrosas sus acaudalados bolsillos y dominar el mercado. Muy a pesar de
la últimas palabras de Mariano Rajoy en Japón: “Es un buen momento para
invertir en España. Los españoles hemos sabido extraer lecciones de la
crisis. Salimos de ella reforzados y más competitivos” por las ”
decididas reformas abordadas”. Las sucesivas reformas laborales, de las
pensiones y la bajada de salarios, han conducido al aumento de la
pobreza, como atestiguan los datos que maneja la propia Cáritas.
Los trabajadores producimos con nuestras
manos lo suficiente para que la sociedad pueda cubrir sobradamente sus
necesidades. Pero al ser apropiado por una pequeña parte de la misma
lleva a que los trabajadores (la mayoría de la sociedad) quedemos
carentes de lo que nosotros mismos producimos, en el grado necesario
para sobrevivir. No cabe duda de que es necesario que la propiedad de lo
producido pase a manos de la mayoría de la sociedad para la mayoría de
la sociedad. Deberán ser arrebatadas, a los grandes empresarios y
banqueros, las fábricas, empresas, máquinas, etc…, (pagadas con el sudor
del trabajo de los trabajadores) y puestas a disposición de la sociedad
para la sociedad. Ahí los trabajadores tenemos mucho qué decir.
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