El 15 de abril de 1912, la mañana después del hundimiento del Titanic, el Baltimore Evening Sun
publicó un reportaje en portada que titulaba “A salvo todos los
pasajeros del Titanic”. La realidad fue que murieron en el naufragio más
de 1.500 personas.
A la hora de cubrir tragedias, la prensa ha cometido numerosos errores de este tipo a lo largo de la historia. Y los seguirá cometiendo. En ocasiones, el medio reconoce el error. En otras, no; y pasan a convertirse en informaciones falsas. Algunas, intencionadamente.
La tragedia del accidente de tren en Santiago de Compostela del pasado 24 de julio ha dejado en evidencia una cobertura de los hechos cuanto menos cuestionable, por parte de algunos medios. Analizamos el caso más llamativo, el del periódico ABC.
La construcción del relato del “maquinista culpable”
El código deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles (FAPE) incluye en su punto 5 lo siguiente:
Múltiples medios, intentando preservar impoluta la imagen de la Alta Velocidad Española (AVE) como joya de la Corona de la depauperada Marca España, vieron la posibilidad de volcar toda la responsabilidad sobre el maquinista. Es importante señalar que esto se produce en un momento en el que un consorcio de 11 empresas, entre las que se encuentran ADIF y RENFE, opta a un contrato de 12.000 millones de euros en Brasil para la construcción de una línea de Alta Velocidad entre Rio de Janeiro y Sao Paulo. La concesión del contrato se falla el 19 de septiembre.
El fallo humano del maquinista, que circulaba a 190 kilómetros por hora cuando la velocidad de paso por A Grandeira era de 80, es posible. E, incluso, pudiera ser que sí, que fuera el único responsable de la tragedia, al margen del resto de posibles fallos y problemas. Pero lo cierto es que no está probado, que el maquinista no ha declarado ante el juez, que las cajas negras todavía no han mostrado su contenido a los investigadores, que los peritos e ingenieros no han dado un informe sobre las verdaderas causas del accidente.
Nada de esto ha importado en los últimos días para que ciertos medios hayan condenado al maquinista frente a la opinión pública, no sólo con datos verificados, sino incluso con manipulaciones, falsedades y, lo que es más grave, mentiras.
ABC y la foto de Facebook
El diario ABC publicó una noticia el día siguiente del accidente con una foto de la cuenta de Facebook del maquinista, en la que se veía el velocímetro de un tren que circulaba a 200 kilómetros por hora. Fue, sin duda, el punto clave en el que el relato del “maquinista culpable” alcanzó su cúspide.
El rotativo hacía así noticia de un hecho de dudoso carácter informativo, con la intención de hacer responsable al maquinista del accidente. Un tren circulando a 200 km/h es algo muy normal. A los maquinistas de alta velocidad se les paga por conducir a esas velocidades. De hecho, en el tramo previo al accidente, según marca la hoja de ruta, el tren debe circular a 220 km/h. Por eso se llama “Alta Velocidad”. El diario ignoró además un comentario de la misma foto el maquinista que señalaba que no podía ir a más velocidad porque si no le multaban.
Falseo de un entrecomillado
Lo más grave de esta noticia fue la manipulación del entrecomillado en el titular:
Un entrecomillado debe recoger literalmente lo dicho por el maquinista y no se puede hacer ninguna modificación que cambie el significado y la intención del declarante. El hecho de cambiar el tiempo verbal del condicional al presente es sintomático de la intencionalidad que se buscaba en el titular. Convertir algo que jamás se produjo en un hecho. Insinuar la culpabilidad del maquinista por un hecho pasado independiente y sin relación con la tragedia.
El periodista David Randall, en su manual sobre periodismo El periodista Universal, dice al respecto de las citas entrecomilladas:
Diego fue puesto en libertad a los pocos días y la autopsia reveló que su muerte se debió a una caída accidental desde un columpio. El diario ABC destrozó la vida de un joven por no respetar la presunción de inocencia. Algunos creyeron que aquella portada cambiaría el modo en que algunos medios y periodistas realizan su trabajo. El tiempo ha demostrado que la ignominia es perenne.
A la hora de cubrir tragedias, la prensa ha cometido numerosos errores de este tipo a lo largo de la historia. Y los seguirá cometiendo. En ocasiones, el medio reconoce el error. En otras, no; y pasan a convertirse en informaciones falsas. Algunas, intencionadamente.
La tragedia del accidente de tren en Santiago de Compostela del pasado 24 de julio ha dejado en evidencia una cobertura de los hechos cuanto menos cuestionable, por parte de algunos medios. Analizamos el caso más llamativo, el del periódico ABC.
La construcción del relato del “maquinista culpable”
El código deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles (FAPE) incluye en su punto 5 lo siguiente:
“El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario y evitar al máximo las posibles consecuencias dañosas derivadas del cumplimiento de sus deberes informativos. Tales criterios son especialmente exigibles cuando la información verse sobre temas sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia”.Si bien es cierto que el respeto a la presunción de inocencia es un problema muy habitual de los medios de comunicación, en el caso que nos ocupa, el incumplimiento de este mandato ha sido especialmente grosero.
Múltiples medios, intentando preservar impoluta la imagen de la Alta Velocidad Española (AVE) como joya de la Corona de la depauperada Marca España, vieron la posibilidad de volcar toda la responsabilidad sobre el maquinista. Es importante señalar que esto se produce en un momento en el que un consorcio de 11 empresas, entre las que se encuentran ADIF y RENFE, opta a un contrato de 12.000 millones de euros en Brasil para la construcción de una línea de Alta Velocidad entre Rio de Janeiro y Sao Paulo. La concesión del contrato se falla el 19 de septiembre.
El fallo humano del maquinista, que circulaba a 190 kilómetros por hora cuando la velocidad de paso por A Grandeira era de 80, es posible. E, incluso, pudiera ser que sí, que fuera el único responsable de la tragedia, al margen del resto de posibles fallos y problemas. Pero lo cierto es que no está probado, que el maquinista no ha declarado ante el juez, que las cajas negras todavía no han mostrado su contenido a los investigadores, que los peritos e ingenieros no han dado un informe sobre las verdaderas causas del accidente.
Nada de esto ha importado en los últimos días para que ciertos medios hayan condenado al maquinista frente a la opinión pública, no sólo con datos verificados, sino incluso con manipulaciones, falsedades y, lo que es más grave, mentiras.
ABC y la foto de Facebook
El diario ABC publicó una noticia el día siguiente del accidente con una foto de la cuenta de Facebook del maquinista, en la que se veía el velocímetro de un tren que circulaba a 200 kilómetros por hora. Fue, sin duda, el punto clave en el que el relato del “maquinista culpable” alcanzó su cúspide.
El rotativo hacía así noticia de un hecho de dudoso carácter informativo, con la intención de hacer responsable al maquinista del accidente. Un tren circulando a 200 km/h es algo muy normal. A los maquinistas de alta velocidad se les paga por conducir a esas velocidades. De hecho, en el tramo previo al accidente, según marca la hoja de ruta, el tren debe circular a 220 km/h. Por eso se llama “Alta Velocidad”. El diario ignoró además un comentario de la misma foto el maquinista que señalaba que no podía ir a más velocidad porque si no le multaban.
Falseo de un entrecomillado
Lo más grave de esta noticia fue la manipulación del entrecomillado en el titular:
“Qué gozada hacer saltar el radar a la Guardia Civil. Menuda multa para RENFE”.En realidad, el maquinista había escrito en una conversación en su cuenta de Facebook lo siguiente:
“QUE GOZADA SERIA IR EN PARALELO CON LA GUARDIA CIVIL Y PASARLESHACIENDO SALTAR EL RADAR JEJE MENUDA MULTA PARA RENFE JEJE”.
Un entrecomillado debe recoger literalmente lo dicho por el maquinista y no se puede hacer ninguna modificación que cambie el significado y la intención del declarante. El hecho de cambiar el tiempo verbal del condicional al presente es sintomático de la intencionalidad que se buscaba en el titular. Convertir algo que jamás se produjo en un hecho. Insinuar la culpabilidad del maquinista por un hecho pasado independiente y sin relación con la tragedia.
El periodista David Randall, en su manual sobre periodismo El periodista Universal, dice al respecto de las citas entrecomilladas:
“Dos pequeñas marcas en los extremos opuestos de una serie de palabras indican que lo que hay entre ellas es una reproducción literal de lo que se dijo. No una versión editada, una exposición pasada a limpio o resumida. Tampoco lo que alguien quiso decir, o habría dicho si hubiera sido suficientemente culto como para emplear frases gramaticales correctas. Se trata de una reproducción exacta, palabra por palabra y sílaba por sílaba, de lo dicho”.El Manual de estilo de El País recoge:
“Las comillas deben emplearse sólo para encerrar frases reproducidas textualmente”.El de La Voz de Galicia:
“En los textos se usarán comillas para indicar que lo que comprenden es una cita textual”.
En el caso de ABC,
no se puede concluir que se tratase de un error. La periodista que
redactó la noticia defendió su trabajo: “No hay nada manipulado. Está el
literal de la captura de una red pública”. Algo que a la luz de los
hechos es claramente falso.
Muchos otros medios recogieron la dudosa noticia de la foto del Facebook del maquinista, pero no falsearon sus declaraciones.
Además, ABC no
sólo recogió la cita falseada de Facebook. Horas después, la portada de
la edición en papel del mismo periódico -a pesar de haberlo podido
corregir- incluyó el mismo titular entrecomillado falso haciendo al
maquinista culpable de la tragedia.
La detención ordenada por el juez
Otro de los casos de
errores manifiestos en la información sobre el maquinista del Alvia
accidentado se dio en el momento de su detención.
A las 21:52 horas del 25 de julio, ABC
titulaba en su página web: “El juez ordena la detención del maquinista
del convoy siniestrado en Galicia”. El texto incidía en la orden que el
juez instructor había dado para que se detuviese al maquinista. El texto
estaba publicado casi una hora después de que el Tribunal Superior de
Justicia de Galicia (TSTG) hubiese mandado un comunicado que
posteriormente fue publicado en la web del Poder Judicial, en el que
negaba taxativamente que el juez hubiese ordenado detención alguna.
Extraña mucho que ABC
no tuviese el comunicado del TSJG que negaba la detención del
maquinista por parte del juez. El hecho es que, después, el titular y el
cuerpo de la noticia fueron modificados, incluyendo, entonces sí, que
la detención fue realizada por la Policía, no por el juez.
Pudiera parecer un error
menor, si no tenemos en cuenta que el cuerpo de policía forma parte del
Ministerio del Interior y el juez instructor no, circunstancia de unas connotaciones políticas nada desdeñables.
Las causas de un accidente de este tipo son vitales para
la construcción del relato y la historia que ayude al lector a
comprender un hecho de este tipo, tanto las inmediatas y particulares,
como las generales. El problema es que conocer las causas de un evento
de este calado suele llevar mucho tiempo, un tiempo que los medios de
comunicación no respetan. En su manual de periodismo, David Randall
incide en que no hay que tener prisas en asignar culpas.
Lamentablemente, ABC tiene experiencia en la asignación de
culpas prematuras. El 28 de noviembre de 2009, en su portada de la
edición de papel, llevaba la foto de Diego P.V. acompañado del siguiente
texto: “La mirada del asesino de una niña de tres años. Tenerife llora
la muerte de Aitana, que no superó las quemaduras y los golpes
propinados por el novio de su madre”.Diego fue puesto en libertad a los pocos días y la autopsia reveló que su muerte se debió a una caída accidental desde un columpio. El diario ABC destrozó la vida de un joven por no respetar la presunción de inocencia. Algunos creyeron que aquella portada cambiaría el modo en que algunos medios y periodistas realizan su trabajo. El tiempo ha demostrado que la ignominia es perenne.
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