Isaac Rosa
El corralito chipriota impresiona mucho,
sí, pero qué quieren que les diga: yo casi preferiría que nos hubiesen
acorralado también a nosotros con el rescate bancario, que como a los
chipriotas nos hubiesen pegado un bocado a la cuenta bancaria de una vez
y sin anestesia. Porque total, al final también pagaremos el rescate
aunque sea por vías más indirectas.
El corralito y la “tasa extraordinaria”,
con todo lo que tienen de ominoso, al menos sirven para que los
ciudadanos vean la estafa en todo su alcance, sin lugar a dudas. En vez
de, como nosotros, sentir que nos han robado la cartera y mirar en todas
direcciones buscando al ladrón, los chipriotas ven cómo les meten la
mano en el bolsillo sin disimulo, con una pedorreta de propina.
En España no nos han quitado un
porcentaje del dinero ahorrado en el banco, pero al final el resultado
es el mismo. Yo cojo el saldo de mi cuenta y, si lo comparo con el de
hace un año, me doy cuenta de que he sufrido una quita mucho mayor que
el 3% o el 6’7% que quieren imponer a los chipriotas. Como ellos, yo
también estoy pagando el rescate a la banca española y los destrozos de
la burbuja, pero por otras vías más sutiles: pagando más impuestos,
pagando más por servicios públicos que se han encarecido o ya no se
subvencionan, y ganando menos por mi trabajo. El resultado, una merma en
mis ahorros, que no se han volatilizado, sino que han servido para
salvar la banca.
Mientras los chipriotas pagan todos y
por igual (aunque los de siempre ya se habrán escapado a tiempo), aquí
cada uno ha pagado más cuanto menores fuesen sus posibilidades de
escapar al robo: a unos nos quitan sueldo, a otros les quitan pensión (y
no digamos las pensiones futuras que ya nos han descontado), a los
accionistas y propietarios de preferentes les han dado un buen mordisco,
y otras formas de incautación más difíciles de contabilizar, pero que
resultan en lo mismo: pérdida de dinero. No otra cosa supone perder
derechos laborales y sociales: trabajar más por menos, pagar más para
obtener menos.
Mientras a nosotros nos cuesta un
esfuerzo entender el fondo de esta crisis, los chipriotas lo
comprenderán con solo echar un vistazo al extracto de movimientos del
cajero: un saqueo a lo grande, una transferencia masiva de riqueza,
desde los ciudadanos hacia el sector financiero. Una quita interminable:
si en Chipre hay quita de depósitos, aquí tenemos quita de sueldos
menguados, quita de pensiones reformadas, quita de derechos recortados,
quita de servicios públicos desmantelados, quita de bienes privatizados.
¿Corralito, dicen? Para corralito el que
sufren el Estado de Bienestar y los derechos de los trabajadores,
congelados, suspendidos, en reestructuración.
Eso es la crisis, y no me cansaré de
repetirlo: una transferencia, un saqueo sin fin. Dicho lo cual, aclaro
que no envidio la suerte de los chipriotas, porque ellos al final
tendrán doble castigo: corralito bancario, y corralito del otro, ya que
el rescate incluirá otro programa de ajuste como los que ya conocemos
griegos, irlandeses, portugueses y españoles.
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