Desaparece el niño en el belén de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU
En su lugar aparece un Manifiesto por la Universidad Pública y Laica
En la Facultad de Ciencia y Tecnología de la
Universidad del País Vasco suelen poner un belén en estas fechas. Aunque alguien
pueda pensar qué tiene que ver la ciencia con esa, u otra, creencia. Pero según
parece se trata de algo que viene de años atrás, no es novedad.
Lo novedoso ha sido que hace un par de días los
bedeles, que cumplen las órdenes del decanato, para instalar ese belén vieron
que el niño del pesebre había desapaarecido y en su lugar aparecía
"milagrosamente" el Manifiesto por una Universidad Pública y Laica.
Ayer publicábamos como en un instituto obligaban
a retirar un cartel de la sala de profesores, pidiendo que la religión salga de
la escuela. El motivo de tal retirada era que el director estimaba que dicho
cartel podía ofender a la catequista de religión católica.
Como puede apreciarse hay distintas varas de
medir lo que ofende a unos o a otros. En la Facultad no les preocupa que el
belén moleste o no al personal, al alumnado o al profesorado que tiene que ir a
diario. En el Instituto un diligente directtor se apresura a retirar un cartel
de la sala de profesores en el que sólo pone "Religión fuera de la escuela" vaya
a ofenderse la catequista.
Pero en cualquier caso no se trata de si ofende o
no, ni de si es a una persona o a cientos. Se trata de una invasión del espacio
común de una Facultad pública, es decir, de todos, el que resulta invadido por
una simbología religiosa concreta, vulnerando la libertad de conciencia de
quienes están obligados a pasar por dicho espacio, se trata de una vulneración
de la neutralidad del Estado ante las creencias, lo que supone un privilegio
para esa confesión particular, así como una identificación del Estado con una
creencia determinada cuando la propia Constitución deja claro que ninguna
religión tendrá carácter estatal.
Así pues la invasión del espacio público ha sido
liberado de una simbología que pertenece al ámbito privado.
Lamentablemente todavía son muchos los espacios
públicos invadidos por las creencias religiosas, despreciando y discriminando
otras opciones o convicciones personales, que tienen el mismo valor. No se trata
de acciones contra quienes tengan esas creencias, sino de eliminar los
privilegios de que gozan, y lo más importante, dejar el espacio público para la
convivencia de todas las personas al margen de las creencias o convicciones que
cada una pueda tener.
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